“¡Sálvanos, sálvanos, esta fiesta está aburrida!”
¿Cuándo el Rock en México se volvió tan aburrido? Me vale madres, a Las Izquierdas también, a su manera, ellos hacen música sin ambiciones mercantilistas, para empezar, aquí no hay sentimentalismos telenovelescos, no hay lamentaciones inofensivas ni dóciles experimentaciones. Lo que hay es una guitarra frenética, un tubo de pole dance, una chica que baila en él y canta, más bien grita, nos grita a nosotros, una trompeta que es como un grito de guerra demencial, tres músicos que explotan furiosos y cachondos, felices y desnudos en el escenario, el punk como un camino antes que un destino, la energía sensual del cuerpo libre de nuestra educación sentimental, historias tristes en la noche podrida del DF.
La banda baila slam, algunos también encuerados, otros gritan guarradas a Mery Buda (Batería), embriagados con su belleza, Gabo Salvaje (Trompeta y harmónica) los señala y les grita en la jeta – ¡Ese es el PRI, ahí está el PRI! -, El Panzón Anónimo, extático y en tanga, le pone en la madre a su guitarra, alguien me pasa un porro – Son hermosos, los tres, y no mames, qué chingones. – Es la ultrasónica Alí Gua Gua, fiel seguidora de Las Izquierdas.
Maratón Chafarama es un disco hecho con las entrañas, intelignte e independiente. Es la culminación de un gran desmadre, como la travesura genial de tres niños. Rastros de blues, punk, glam, pole dance, situacionismo, rock urbano, no wave y poesía maldita. Música para mover el culo y alzar los puños. Un testimonio de nuestra generación, reprimida y puteada, y que sin embargo, resiste.