Dallal, Alberto. El aura del cuerpo

Dallal, A. (1990) El aura del cuerpo. México: Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM

 

«El cuerpo humano del bailarín, mediante el estudio , debe «dar de sí» hasta alcanzar sus últimas consecuencias físicas; es decir, debe aprovechar los ejercicios para detectar con sabiduría y esmero sus filamentos más finos, sus más sutiles movimientos, sus secuencias más firmes. En el cuerpo del bailarín (según su constitución, su naturaleza) no debe faltar ni sobrar nada: estado, situación o circunstancia que acaba por hacerse evidente en el escenario, en el tablado, en la pista. El bailarín debe «aprenderse» su cuerpo de tal manera plena, profunda, radical, que sus músculos deben comenzar a pensar, casi a decidir por sí mismos. Sus miembros también: hasta aquí, este movimiento; ahora este desplazamiento; un salto así y aquí; preparaciones, espirales, acentos, giros, búsquedas de otros cuerpos, ritmos, espacios. Logros y alcances. Condicionamiento que constituye armonía; el cuerpo humano resulta tan «alertado» ante la actividad dancística, ante el número coreográfico, como el cerebro mismo» (Dallal:1990;19)

«El bailarín, al dominar y dominarse biológicamente, detecta los límites, las fronteras: si descubre el punto-límite y sabe que no puede «dar más», que no puede ir «más allá», entonces hace intervenir a su capacidad de expresión, a su capacidad de creación de ‘formas’. Las formas dentro de la densidad del espacio dancístico (ya compuesto, arreglado por la coreografía) son prolongaciones eficientes del cuerpo del bailarín, de la bailarina. Dicen algo. Completan un tema, una trama, una situación. Son, en sí, aisladamente, imágenes.» (Dallal:1990;20)

«La expresión, el conjunto de formas auténticas y verdaderas, proviene del interior, del dominio que el bailarín o bailarina ejerza sobre las fibras, los músculos, las coyunturas, la energía de su cuerpo; también surge de la transformación de este dominio en conocimiento de las posibilidades reales y virtuales del cuerpo humano y del movimiento. El bailarín apto, grande, profesional sabe crear la forma que prolonga el movimiento más allá de los límites de los que su dominio, su técnica, su naturaleza biológica le asignan y le permiten ‘dar’ y realizar. El bailarín talentoso crea formas que incorporan todo tipo de capacidades para entenderlas y aun para trascenderlas, para insertarlas en la historia, la imagen coreográfica o la ‘visión’ del espectador.» (Dallal:1990;20)

«La expresión dancística no es solamente una exposición de formas con contenido, símbolo o significación. En la danza profesional la expresión incluye el conocimiento y el reconocimiento previos, de parte del bailarín, de estos elementos internos para prolongarlos, expandirlos, difundirlos, reflejarlos, trasladarlos, llevarlos hacia afuera vía ciertos medios y procedimientos que le son propios y que puede ‘ahondar’, poner en tensión, multiplicar, intensificar. De otra manera el ejecutante dancístico no es sino un títere o muñeco, un ente manipulado por el coreógrafo, la situación escénica, las circunstancias o los diseños. El bailarín preparado y talentoso es un creador: utiliza al máximo sus aptitudes y aún sus deficiencias o limitaciones» (Dallal:1990;20)

«El cuerpo humano -lo saben los bailarines y los médicos- es, en sí mismo, una entidad sabia. Sus procesos, órganos, conductos, mecanismos, funciones, posibilidades y actos conllevan sus límites. Expresan sus radios de acción. ¿Qué tanto vivir, saltar, improvisar, restañar, prolongar, ser? El cuerpo humano lo sabe… si lo dejan actuar, con los apoyos apropiados, solo. Y también en su sabiduría adquirida por medio del aprendizaje, la técnica, el adiestramiento.

Los contorsionistas y equilibristas no sólo conocen las claves de esta sabiduría; también las dominan y extienden.[…] Lucha en contra de las leyes de gravedad, comprobadas en la práctica una y otra vez, mil veces. Célebres rutinas y malabarismos forjados, inventados. ¿Dónde se halla el punto de apoyo máximo, por así decirlo el centro del centro? Los equilibristas trabajan día y noche, buscan, practican, accionan sus músculos para descubrir el secreto. Vay y vienen deseando alcanzar lo excepcional, haciendo accionar, fibras, músculos y cartígalos. ‘Calentando’ hasta sus huesos y sus uñas para convertir en gomas -ligas- sus mienbros. No a la manera de los deportistas cuyas fuerzas y ejecuciones culminan en la competencia, en el extremo de una línea trazada de antemano, cuya máxima proeza […] es ganarle al contrincante» (Dallal:1990;21) 

«El equilibrista persigue la implantación de un fenómeno distinto: llamar la atención del espectador para que, junto con s cuerpo, el alma se le mantenga en suspense… y aprenda aun en la metáfora. Equilibrio, fuerza, espacio y proeza, todo junto, a la vez, conforman un arte. Y además: trama, historia, narración» (Dallal:1990;21) 

«El contorsionista […] se metió dentro de sí mismo y descubrió los mecanismos musculares que ahora le permiten ser su persona y asimismo su personaje-culebra. Su cuerpo es de hule, se ha hecho de hule tras los mandatos de su mente y de su alma. Se contrae, se extiende, alarga sus coyunturas, refuerza sus extensiones, se dobla. Se toca la corona de la cabeza con la planta de los pies. Invierte los términos: brazos en lugar de piernas. Mediante un doblez inaudito, la cara le queda en la espalda. Sus ojos miran a espectadores asustados, alelados. Y permanece allí, estático, conformando una estatua imposible, extinguiendo su consistencia humana, modificada su naturaleza. Brillan sus ojos en la oscuridad del bulto de carne, huesos y sangre que por momentos es bicho y por instantes ángel.» (Dallal:1990;22)

 

«Pero equilibristas y contorsionistas se han pasado años midiendo las posibilidades de sus cuerpos, descubriendo y extendiendo habilidades. Arduas horas de intensos trabajos para lograr una exactitud y una flexibilidad de técnicos, de actores, de bailarines, de semi-dioses. Transformistas del cuerpo, de la carne, estos verdaderos creadores han hecho escuela de siempre: en la India y en China las instituciones de estas artes poseen una tradición milenaria […]. No es un juego: equilibrio, contorsión, circo, maroma y teatro, transformismo son artes surgidas del rito. Como la danza y la misa. Religiones. Artes recatadas y progresivas de gente que busca lo extraordinario. Artes que invadieran plazas y comarcas, espacios y urbes. Raptos de la razón para volver a ser lo mismo: sabiduría. Conocimientos del cuerpo. Mitos observables.» (Dallal:1990;22)

«Los seres humanos admiramos a los cuerpos humanos porque quisiéramos vernos vestidos con ellos, con sus audacias y sus bellezas. Con su poder de comunicación y de arrobamiento. Hay una etapa de la civilización, en toda cultura, que propicia el travestismo: los danzantes, cubiertos con la piel de tigres y perros, se esparcen por el campo y la montaña. Invocan y evocan.» (Dallal:1990;27)

«Las danzas rituales son geometrías repetitivas que requieren de las mismas vestiduras, las mismas poses, idénticas expresiones de hace siglos. Disfraces. Humanizan – miden y explican – ciclos, temas, procedimientos y razones. Sólo después de varios siglos sobrevienen, en las danzas teatrales, las sonrisas o la ternura, el manejo de la sensualidad, los mecanismos de la ‘seducción’. La especie humana se mira a sí misma. El cuerpo de una mujer o de un hombre como objeto de contemplación, de uso o de intercambio. Y las muestras de nuestro persistente deseo de posesión.» (Dallal:1990;28)

 

«La técnica de la gimnasia indica que han de medirse y atemperarse los esfuerzos físicos, que han de seguirse y obedecerse etapas de perfeccionamiento. Esbozo preliminar de la técnica dancística, la cual no se desprendía aún del todo de aquel ámbito de secretos y diseños propios de sacerdotes y oficiantes: la religión. Tampoco de la «funcionalidad» del aparato orgánico: el cuerpo bello también sabe defender, defenderse, trepar, flotar, elevarse en todos los sentidos. Conocimiento de la edad física y de la edad histórica. Al igual que las artes marciales del Oriente, la disciplina del gimnasta griego tenía como meta final la educación simultánea del cuerpo y del alma_ formas de expresión física y conductas del o a partir del espíritu. Conciencia del conjunto. Situación que exigía, por tanto, la búsqueda cabal del equilibrio entre un adiestramiento y otro: quien se sometía exclusivamente a los esfuerzos y cánones gimnásticos sin importarle el cultivo de la reflexión, la sabiduría, el conocimiento, caía en el reino de la fuerza bruta y podía comparársele con las bestias. Por el contrario, quien cuidaba de la armonía y equilibrada evolución de las dos instancias, podía convertirse en un ser vigilado y protegido por las musas, un aspirante a ilustrar las cualidades del héroe mítico.» (Dallal:1990;32)