07. El hombre de las calles
Ella renunció un medio día muy tranquila
a su trabajo de mesera citadina matutina
Y ella dijo: “voy a buscar una vida estable,
voy a irme a vivir con mi padre”
Y claro está
que ella mintió
Ella sacó todo su dinero
que guardaba dentro de aquel viejo ropero
que escondía de su madre
para irse a morir, morir, morir
con el hombre de las calles
el hombre de las calles
el hombre de las calles
el hombre de las calles
Las calles tristes, las calles vidrios rotos
las calles locura, las calles amor
Calles amor
Las calles tristes, las calles vidrios rotos
las calles locura, las calles orina con sangre
orina con sangre
Las calles tristes, las calles vidrios rotos
las calles locura, las calles estoy sola
y quiero gritar.
Ella compró un boleto de ida a una ciudad desconocida
y en el camino soñó con un caballo blanco y una niña
Y el caballo espera al otro lado del río
y la niña llora, llora y dice:
“quiero montarte caballo blanco,
cruzaré el río aunque sea con zancos”
La niña sube a su par de zancos
e intenta cruzar el río
Y claro está
que ella cae, se ahoga y se muere de frío
“Quiero montarte caballo blanco
que morir de frío no es para tanto”
Ella quiere ser, ella quiere ser, ella quiere ser
… nada
Ella bajó del autobús con la mirada perdida
y deambuló a través de esa ciudad dividida
por el humo y por la sombra.
Cenó y guardó sus sobras para dárselas
al hombre de las calles
Ella tocó la puerta y la puerta estaba abierta
y cruzó el pasillo decorado con grietas
hacia el cuarto principal
olía como animal.
Ella escuchó gemidos y llantos
abrió la puerta llena de espanto y encontró
al hombre de las calles
Desnudo
y con la mano metida en el culo
de una niña muy bella que igua que ella
decidió irse a morir, morir, morir
con el hombre de las calles
El hombre de las calles
el hombre de las calles
el hombre de las calles
Ella quiere ser, ella quiere ser, ella quiere ser
Ella quiere ser… ¡nada!