Edwards, B. (2000). Nuevo aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro: un curso que potencia la creatividad y la confianza creativa. Barcelona: Urano.
ver introducción (pag 19)
Las palabras y expresiones que implican conceptos de derecha e izquierda abundan en nuestro lenguaje y nuestro pensamiento. La mano derecha (y por lo tanto tambiŽn el hemisferio izquierdo) est‡ fuertemente asociada con lo que es bueno, justo, moral, adecuado. La mano izquierda (y por lo tanto, el hemisferio derecho) se relaciona con conceptos an‡rquicos y sentimientos que est‡n fuera del control consciente, a veces malos, inmorales o peligrosos. (pag 32-33)
Estas ideas afectan tambiŽn a nuestro pensamiento pol’tico. En pol’tica, la derecha admira el poder nacional, es conservadora y resiste al cambio. La izquierda, por el contrario, admira la autonom’a individual y estimula el cambio, a veces incluso radical. En sus extremos, la derecha es fascista y la izquierda radical. (pag 33)
Lo mismo que los tŽrminos izquierda y derecha, han impregnado nuestro lenguaje y nuestra cultura. Se han establecido, por ejemplo, divisiones entre el pensamiento y el sentimiento, el intelecto y la intuici—n, el an‡lisis objetivo y la visi—n subjetiva. Los comentaristas pol’ticos aseguran que generalmente la gente analiza los puntos buenos y malos de un programa, y despuŽs votan lo que les dictan sus gl‡ndulas. La historia de la ciencia est‡ repleta de anŽcdotas acerca de investigadores que trataron repetidamente de resolver un problema, hasta que la respuesta se les revel— en sue–os, en forma de met‡fora que el cient’fico comprendi— intuitivamente. (pag 34)
Con el modo de procesar la informaci—n usado por el hemisferio derecho, se producen llamaradas de intuici—n, momentos en los que <<todo parece encajar>> sin tener que explicar las cosas en un orden l—gico. (pag 35)
Este es el estilo del hemisferio derecho: intuitivo, subjetivo, relacionador, hol’stico, intemporal. Es tambiŽn el modo desmadejado, dŽbil, izquierdoso, que nuestra cultura ha tendido a ignorar. Por ejemplo, la mayor parte de nuestro sistema educativo est‡ dirigido a cultivar la parte verbal, racional y temporal del hemisferio izquierdo, dejando olvidado medio cerebro de cada estudiante (pag 36)
Con sus clases seriadas, verbales y numŽricas, los colegios a los que todos hemos asistido no podr’an ense–arnos el modo de conocimiento del hemisferio derecho. DespuŽs de todo, este hemisferio no tiene muy buen control verbal. No se puede razonar con Žl. No se le puede hacer que diga algo l—gico, tal como <<esto es bueno y esto es malo, por las razones a, b y c>>. Es izquierdoso, siniestro, zurdo, con todo lo que implican estas palabras. No se le dan bien las secuencias: empezar por el principio, dar el siguiente paso, y luego el siguiente. ƒl empieza en cualquier parte o lo hace todo a la vez. Adem‡s, el hemisferio derecho no tiene un buen sentido del tiempo y no parece comprender lo que se entiende por <<perder el tiempo>>, como hace el sensato hemisferio izquierdo. El hemisferio derecho no vale para clasificar ni para poner nombres. Parece considerar las cosas tal como son en el momento presente, con toda su fascinante complejidad. No sirve para analizar ni para abstraer las caracter’sticas m‡s salientes (pag 36)
[Digo yo. Esta descripci—n me recuerda mucho a los momentos que yo siento ciegos cuando hago pole dance. Cuando estoy en ese estado no puedo ordenar con mi mente los pasos que estoy haciendo. Es decir, armar una rutina me es muy dif’cil porque me siento muy bien fluyendo de movimiento en movimiento. Aunque cuando acabo de bailar no puedo recordar muy bien c—mo pasŽ de un movimiento a otro, y a veces me arrepiento de no haber hecho los movimientos que he estado trabajando. Supongo que la soluci—n a eso es la pr‡ctica de los cambios de movimiento, de manera que fluyan cada vez m‡s y m‡s natural]
El cerebro derecho -el so–ador, el art’fice, el artista- se pierde casi totalmente en nuestro sistema educativo. Puede que haya unas pocas clases de arte, algœn que otro taller, algo llamado <<escritura creativa>> y quiz‡s cursos de mœsica. Pero es muy improbable que encontremos cursos de imaginaci—n, de visualizaci—n, de percepci—n espacial, de creatividad como tema aparte, de intuici—n, de inventiva. Sin embargo, los educadores valoran estas cualidades y aparentemente esperan que los estudiantes desarrollen la imaginaci—n, la percepci—n y la intuici—n como consecuencia natural de un entrenamiento verbal y anal’tico… Tal vez podamos empezar a construir un sistema escolar que ense–e a todo el cerebro. Este sistema tendr’a necesariamente que incluir el dibujo, que es un modo eficaz para ganar acceso a las funciones del hemisferio derecho (pag 37)
<<Sabemos desde hace mucho que la ciencia no es m‡s que uno de los mŽtodos para estudiar el mundo que nos rodea. Otro mŽtodo -complementario- es el del arte. La existencia conjunta del arte y la ciencia es en s’ misma una buena ilustraci—n del principio de complementaci—n. Uno puede dedicarse completamente a la ciencia o vivir exclusivamente a travŽs del arte. Ambos puntos de vista son igualmente v‡lidos, pero tomados por separado son incompletos. La columna vertebral de la ciencia la constituye la l—gica y el experimento. La base del arte es la intuici—n y la penetraci—n. Pero el arte del ballet requiere una precisi—n matem‡tica y, tal como escribi— Pushkin <<La inspiraci—n es tan necesaria en geometr’a como en poes’a>>. Ambas se complementan, en lugar de contradecirse. La verdadera ciencia es af’n al arte, del mismo modo que el verdadero arte siempre incluye elementos de ciencia. Reflejan aspectos diferentes y complementarios de la experiencia humana, y s—lo nos dan una idea completa del mundo cuando se utilizan juntos… no podemos asegurar el grado de perjuicio que sufrimos a causa de una percepci—n unilateral de la vida.>> Leonid Ponomarev, En busca del Quantum (pag 39)
Los ni–os empiezan a hacer marcas en el papel hacia el a–o y medio de edad, cuando se les da un l‡piz o un cray—n y descubren que ellos solos pueden hacer una marca. Es dif’cil imaginar la sensaci—n de maravilla que el ni–o experimenta al ver una l’nea negra saliendo de la punta de un palo, una l’nea que Žl puede controlar. Todos hemos tenido esa experiencia. (pag 65)
[digo yo. Me acordŽ de la maravilla y sorpresa que se siente al tatuar a alguien por primera vez. Trazar la l’nea y es sorprendente que quede registrado cada temblor, o cada forma de recargarse de m‡s. Eso me pareci— muy sorprendente del tatuaje cuando le hice la l’nea de la rosa a Herschell. No estaba mal, y adem‡s estaba ah’, adentro de su piel, mi l’nea…!]
DespuŽs de algunos d’as o semanas de garabatos, los ni–os -al parecer, todos los ni–os- hacen el descubrimiento b‡sico del arte: un s’mbolo dibujado puede representar un objeto del entorno. El ni–o hace un trazo circular, lo mira, a–ade dos marcas para los ojos y dice <<mam‡>>, o <<pap‡>>, o <<Žste soy yo>>. Todos nosotros damos este salto, exclusivamente humano, que es la base del arte, desde las pinturas rupestres de las cuevas prehist—ricas al arte de Leonardo, Rembrandt y Picasso. (pag 65)
ver capítulo Dibujar con la belleza del color (pag 257)
buscar la parte que dice que no hay que dibujar de mas (es como un juego, digo yo, sugerir cosas no querer dar todo… igual
que el baile, citas