Gómez de la Serna, R. (1936). Sentido y curiosidad del seudónimo. En: [http://www.memoriademadrid.es/buscador.php?accion=VerFicha&id=213630&num_id=&num_total=1] (texto)
El seudónimo le desprende al escritor de lo más pesado de sí mismo; lo coloca enfrente de sí como una invención más de su imaginación, pero la invención de la que se poseen los secretos y a la que es más fácil insuflar vida verdadera.
El escritor con seudónimo convive con sus personajes como un personaje más y puede trascender la puerta de lo fantástico como un espía lleno de realidad.
Hay quien no tiene bastante decisión para adoptar un seudónimo, pues en el primer momento tiene el acto algo de suicidio. (pag 5)
El que ha pasado por ese momento irremediable de la posibilidad del seudónimo y no lo ha adoptado, ya no podrá corregir su indecisión. A veces pensará: «¡Qué no hubiera yo escrito de haber tenido un seudónimo!» (pag 6)
En España, «Fígaro» da ejemplo de enseudonimado, y quizá la cifra de su extraño remoquete le lleva al suicidio real.
Ese nombre con el que se ha bautizado viene del personaje francés cuyo espíritu frívolo, a la par que dramático, se sintetiza en estas frases que son como su lema:. «Me apresuro a reir de todo para no tener que llorar por todo». (pag 6)