Baudrillard, J. (1969) El sistema de los objetos. México: Siglo XXI
«El mismo objeto–función, a su vez, puede especificarse en diversas formas: estamos aquí en el dominio de la “personalización”, de la connotación for-
mal, que es el de lo inesencial. Ahora bien, lo que caracteriza al objeto industrial por contraposición al objeto artesanal es que lo inesencial ya no se deja al azar de la demanda y de la ejecución individuales, sino que en la actualidad lo toma por su cuenta y lo sistematiza la producción» (Baudrillard:1969;7)
«En este caso, la publicidad es muy hábil: cada deseo, aunque sea el más ínfimo, apunta todavía a lo universal. Desear una mujer es sobreentender que todos los hombres son susceptibles de desearla. Ningún deseo, ni siquiera sexual, subsiste sin la mediación de un imaginario colectivo. Tal vez ni siquiera pueda surgir sin este imaginario. ¿Se puede imaginar amar a una mujer de la que se estuviese seguro que ningún otro hombre del mundo habría de desearla? A la inversa, si multitudes enteras adulan a una mujer, la amaré sin conocerla. Ahí está el resorte perpetuamente presente (y las más de las veces oculto) de la publicidad. Si es normal que vivamos nuestros deseos en referencia colectiva, la publicidad, por su parte, se dedica a convertirla en la dimensión sistemática del deseo. No se fía de la espontaneidad de las necesidades individuales, prefiere controlarlas a través de la creación de lo colectivo y de la cristalización de la conciencia en este colectivo puro.» (Baudrillard:1969;203)