Austin, J. L. (1955) Cómo hacer cosas con palabras. Chile: Edición electrónica de Escuela de Filosofía Universidad ARCIS
Conferencia II
Íbamos a considerar, se recordará, algunos casos y sentidos… en los que decir algo es hacer algo; o en los que porque decirmos algo o al decir algo hacemos algo. Este tópico constituye un desarrollo -hay muchos otros- dentro del reciente movimiento que cuestiona una vetusta suposición filosófica: la suposición de que decir algo, al menos en todos los casos dignos de ser considerados, esto es, en todos los casos considerados, es siempre enunciar algo, y nada más que eso. No hay duda de que esta suposición es inconsciente y errónea, pero al parecer es completamente natural en filosofía. Debemos aprender a correr antes de poder caminar. Si nunca cometiéramos errores, ¿cómo podríamos corregirlos? (Austin:1955;10)
Comencemos, por ahora, por concentrar nuestra atención en una cuestión mencionada al pasar: la de las «circunstancias apropiadas». Apostar no es simplemente, como hemos dicho, pronunciar las palabras «te apuesto, etc.». Alguien podría pronunciarlas, y, sin embargo, no estaríamos dispuestos a aceptar que ha conseguido hacer una apuesta o, al menos, hacerla cabalmente. Para probar esto, basta considerar -por ejemplo- el caso de la persona que anuncia su apuesta cuando la carrera ya ha terminado. Además de pronunciar las palabras correspondientes, al realizativo, es menester como regla general, que muchas otras cosas anden bien y salgan bien para poder decir que la acción ha sido ejecutada con éxito. Esperamos descubrir cuáles son estas cosas examinando clasificando tipos de casos en los que algo sale mal, y como consecuencia de ello, el acto -asumir un cargo, apostar, legar, bautizar, o lo que sea- es un fracaso o, por lo menos, lo es en cierta medida. (Austin:1955;11)