Busset, M.(1952). La técnica moderna del cuadro: y los procedimientos secretos de los grandes coloristas de los siglos XV, XVII y XVII, recopilados y restituidos por un hombre del oficio. Buenos Aires: Hachette.
El gran malestar actual, en pintura, proviene igualmente de haberse creído encontrar en las teorías científicas la
explicación, por el razonamiento, de los fenómenos que rigen la inspiración y la ejecución de los pintores (pag 17)
¡Oh, la ley de los complementarios; los verdes haciendo vibrar los rojos; los violetas sombreando los amarillos! ¡Cuántos
errores fueron cometidos en su nombre! Rubens, el maestro de la luz, no se cuidó jamás de ella, su obra entera la
contradice; él opone constantemente los azules a los rojos, los pardos a los amarillos; descuida los verdes; suprime los
violetas, y sin embargo, ¡qué colorista osaría atribuírselo a la ignorancia! (pag 17)
Los grandes coloristas del pasado ignoraban la teoría de los complementarios y sus obras la infringían constantemente
(pag 17)
En efecto, no puede parecer luminoso un verde yuxtaponiéndole un rojo del mismo valor; por el contrario, la irradiación del
verde superponiéndose, a distancia,a la irradiación del rojo produce un gris neutro que obscurece el conjunto (pag 17)
La mayor enseñanza que nosotros, pintores sobresaturados de documentación fotográfica y de teorías científicas, debemos
extraer del examen de sus obras [las de Rubens] es ésta: «Desconfiemos de la naturaleza estudiada con demasiado escrúpulo
y realizada pictóricamente.» Para nosotros ella debe ser un punto de partida, pero jamás un fin. (pag 19)
Delacroix: Una transposición largamente meditada debe intervenir después del apunte rápido; es entonces cuando, en verdad,
comienza el esfuerzo creador, el artista interpone su personalidad y deforma la naturaleza, para construir su propia obra
en remplazo. Y si el pensador es, a la vez, un buen artesano, conociendo a fondo las exigencias de su arte, creará en lugar
de la verdad literal que le aportan sus estudios, una nueva verdad mucho más real aún, en el sentido pictórico, que la
realidad pura (pag 20)
los grandes coloristas: Rubens, Ticiano, el Tintoretto (pag 23)
El paisaje que forma el fondo de la composición es de un resplandor asoleado que poquísimas veces pudieron lograr los
mejores impresionistas [habla de La virgen con el Donante de Van Eyck]. Este efecto luminoso está exaltado por la oposición
de valores existentes entre los personajes y el paisaje. El tiempo, al poner una veladura dorada sobre el conjunto, ha
respetado la escala de valores (pag 23)
Y si el empleo de valores atenuados es nefasto, el abuso de tonalidades chillonas y la división excesiva del tono no lo es
menos. Lejos de producir, a distancia, un efecto luminoso, el pastillage, por el hecho de la mezcla óptica de los toques
da, invariablemente, una impresión grisácea, y con frecuencia barrosa, que no hace sino exaltarse por la interposición de
polvo entre cada montón de colores, depositados como puntos o como trazos (pag 25)
Se puede ser colorista con dos colores. Es posible crear una obra vibrante de luz empleando tan sólo dos colores (pag 25)
El problema se resume así: El único procedimiento que puede emplear un pintor privado de la verdadera luz, y no poseyendo
para sugerirla más que el poder reflejante de la superficie más o menos clara de su tela, es rodear sus valores claros de
valores oscuros, de manera que, por yuxtaposición, se exalten unos a otros (pag 25)