Kindl, O. (2003). La jícara huichola: Un microcosmos mesoamericano. México D.F., Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Un artesano huichol me proporcionó información acerca de esta jícara destinada al comercio. Explicó que se trataba de un modelo reducido
del cosmos como lo conciben los huicholes (wixaritari en su idioma): en el círculo central del fondo de la jícara se representaba el centro del
universo en forma de un peyote. En los límites externos de este círculo se encontraba la superfiecie de la tierra, donde caminan venados y
crecen peyotes. Las tres hileras de chaquira en el borde de la jícara se referían a los límites entre la superficie terrestre y el cielo. La «otra
mitad» de la jícara, es decir, el espacio abierto arriba del cuenco, se identificaba con la bóveda celeste (pag 19)
Las figuras simbolizan plegarias con diferentes propósitos; por ejemplo, para obtener una buena cosecha, tener éxito en la cacería del venado
o conservarse en buena salud, entre otras numerosas mandas. (pag 25)
Un tercer tipo de jícaras forma parte de la amplia gama de objetos que los huicholes elaboran para la venta fuera de las comunidades. En
éstas, las chaquiras se pegan una por una – utilizando una aguja – sobre la capa relativamente gruesa de cera de campeche, misma que se
utiliza para pegar el estambre en los famosos cuadros (nierikate) producidos para el consumo exoétnico (pag 26)
Jícara votiva, caracterizada por incluir figuras que se refieren a las personas que las ofrendan en los distintos lugares sagrados de los huicholes.
Lumholtz acota dicha diferencia al señalar «en muchos casos, el suplicante se representa a sí mismo en los objetos simbólicos bajo la forma
de una figura humana o corazón, en otros se representa a la misma deidad» (pag 29)
Los conocimientos huicholes del cosmos, como en toda ciencia, se determinan socialmente, por lo cual será necesario averigua qué entienden
los wixaritari por «cosmos», «mundo» o «universo». Al retomar las investigaciones acerca de las cosmovisiones mesoamericanas, nos
basaremos en el supuesto de que el «mundo» o «cosmos»contenido en el concepto de cosmovisión pueda definirse tanto por el estudio de la
mitología como por los conocimientos que los huicholes poseen acerca de su entorno natural, mediante sus concepciones del espacio y del
tiempo, y según su manera de aprehender sus relaciones de parentesco, la diferencia entre los sexos, las transacciones económicas, los
ciclos rituales o la jerarquía política (pag 39)
Los huicholes establecen con frecuencia relaciones entre la creación plástica y el mundo de los antepasados, con los cuales se comunican por
medio de visiones alucinatorias u oníricas. Éstas son resultado de los efectos del peyote y una fuente de inspiración estética considerada
fundamental por la mayoría de los huicholes. Ellos me comentaron que al regresar de un viaje a Wirikuta dibujan las figuras en los objetos que
destinan a la venta con base en el recuerdo de las visiones que experimentaron mientras estaban en el desierto. Los antepasados deificados,
mediente estas visiones, les indican cómo deben decorar los objetos y los guían para perfeccionar su sentido estético. (pag 43)
Se investigará acerca de las operaciones mentales que relacionan un determinado número de conocimientos acerca del cosmos con su
«traducción» en imágenes sobre bases plásticas. (pag 44)
Lumholtz interpreta que «a partir del simbolismo de los huicholes puede inferirse que la principal preocupación de sus oraciones son los
alimentos. Por esta razón, la mayoría de los objetos simbólicos expresan, antes que nada, plegarias para que llueva y posteriormente oraciones
por buena salud, buena fortuna y larga vida» (pag 45)
Los wixaritari no necesitan la semejanza ni la sustitución de algo ausente por algo presente, puesto que una figura ya es la cosa en sí. Para
ellos se trata de mostrar una configuración, de dar puntos de referencia en relación con el territorio sagrado y su concepción del universo
(pag 49)
Según explicaron los huicholes con quienes tuve la oportunidad de dialogar al respecto, su fuente de inspiración principal para elaborar los
diseños en las jícaras comerciales son los sueños. Aunque los creadores de objetos destinados a la venta suelen identificarse como
artesanos, sobre todo ante sus compradores y ante la sociedad no huichola en general, son cada vez más numerosos aquellos que se
reivindican como artistas. Uno de los argumentos utilizados para defender su estatus de artista es que nunca reproducen un mismo objeto:
estar inspirado en sus sueños le confiere al objeto un carácter único e irrepetible y le da un valor artístico (pag 148)
Varios huicholes comentaron que, al regresar de la peregrinación a Wirikuta, elaboran los diseños en la jícaras con base en los recuerdos de
las visiones que experimentaron en el desierto (pag 149)
En la mitología huichola la imagen de la estrella se asocia también con la flor, la que a su vez se vincula con el peyote. Este encadenamiento
nos permite inferir una analogía entre la estrella, la flor y el peyote, con base en dos fuentes. Preuss menciona que algunos dioses, como los
venados, pueden transformarse en estrellas. El autor explica que en las narraciones mitológicas la tierra es una imagen reflejada del cielo, y
que la multitud de las flores de la superficie terrestre corresponde a la multitud de estrellas en la bóveda celeste. La vinculación entre las flores
y el peyote se manifiesta particularmente durante la peregrinación a Wirikuta, en la cual los peyoteros nombran el peyote en su lenguaje ritual
usando la palabra «tutu» que significa»flor» o «flor de peyote». Por otra parte, Lumholtz aclara que «las flores se ofrendan y tienen un significado
simbólico particular. Ciertas flores se consideran como los cuencos votivos de las deidades» (pag 159)
En la mitología huichola se considera al alacrán como un enviado de Tamatsi Paritsika (Nuestro Hermano Mayor el Amanecer), antepasado
que se destacó en tiempos remotos por su habilidad en la cacería del venado. Por medio de sus picaduras, el alacrán se encarga de castigar
a los humanos por sus incumplimientos con respecto a los ancestros (pag 174)
Estas figuras «menores» en la iconografía de la jícaras se conciben de la misma manera en la mitología como seres sagrados subalternos, ya
que son los enviados, mensajeros o ayudantes de los ancestros principales.
Los motivos vegetales aparecen a menudo en las orillas de las jícaras. Un ejemplo de ello son las grecas, generalmente referidas a plantas
enredaderas del tipo de las calabazas que crecen en las rancherías y que simbolizan la fertilidad (pag 175)
La figura en zigzag que recorre el borde de numerosas jícaras comerciales representa los rayos del sol – lo cual ya había mencionado Lumholtz
– o cerros (pag 176)
Mientras doña Andrea explicaba el significado de las figuras incluidas en las jícaras religiosas de sus antepasados, evocaba de manera
progresiva los lugares sagrados aludidos por las figuras. Así, cada figura era un punto de referencia en relación con las otras para recordar al
antepasado y el lugar sagrado que designaba. Con base en esta observaciónse deduce que las jícaras tienen una función mnemotécnica:
los objetos y sus figuras son el soporte de una memoria colectiva, un saber que se transmite en el tiempo entre los miembros de esta sociedad
(pag 216)