Missac, P. (1997) Walter Benjamin: De un siglo al otro. Barcelona: Editorial Gedisa
Después de todo, se adaptaba a su suerte del momento y la conciencia de poder considerarse como el primer crítico literario de Alemania no dejaba de aportarle alguna satisfacción. (Missac:1997;14)
“En muchos sentidos y desde luego que no sin rectificaciones implacables, algunos de los fenómenos experiementados medio siglo después de la desaparición de Benjamin dan ahora -¿sólo o ya ahora?- una suerte de confirmación a sus intuiciones. Tratar de descubrirlas y sacar provecho de ellas no es la menos prolífica de las tareas que se le plantean al crítico, puesto que ésta consiste en dar a su pensamiento y a su obra un poco de ese presente al que aspiraban.” (Missac:1997;18)
Entre estas dos actitudes -el aislamiento altivo o la necesidad de ayuda- la crítica, por su misma índole, esboza una conciliación porque quien la practica no trabaja solo, sino con aquel sobre quien trabaja y con él solo, lo que es esencial debido a los méritos y peligros de esa cooperación.
Ambos activos, independientes y unidos, se diría que el crítico y el autor de origen interpretan a cuatro manos… Así es como el crítico puede querer abordar el tema
que ha elegido… La mirada pasa entonces a ser un instrumento de comprensión (Missac:1997;23)
Para una crítica más activa, el instrumento es el comentario y por cierto un comentario escrito. Difiere esto de la comprensión de textos, ejercicio escolar que es oral y desaparece tan pronto se lo expresa, no aspirando a la jerarquía de texto. Surgen problemas cuando se trata de fijar la palabra por medio de la escritura, imponiéndose entonces un cambio de tono, más difícil que empezar de cero. Al aspirar a un status similar y quizás rival del que tiene el original, el comentario, para afirmarse, se apoya en aquél o mejor dicho, reiteramos, colabora con él en una empresa que se supone mutuamente ventajosa, pero también peligrosa porque pone en riesgo la autonomía de cada una de las partes (Missac:1997;24)
…esta es una originalidad de Benjamin, si la exégesis se aplica a una obra tan decididamente profana y materialista como la de Bretch, tiene entonces posibilidades de encontrar la distancia adecuada, hacer un trabajo útil, no ser respecto del árbol del texto «un follaje eternamente susurrante, sino el fruto que se desprende una vez que ha madurado. (Missac:1997;24)
Las reservas así formuladas respecto de estudios que tienden a aprehender este pensamiento multiforme [el de Benjamin] dentro de una tonalidad abstracta y sistemática son válidas también para aquellos que, dividiendo la dificultad en partes, tratan de determinar las posiciones de Benjamin en cada uno de los campos entre los cuales se distribuyen tradicionalmente las enseñanzas de los filósofos. Se habla entonces de su estética, de su moral, de su filosofía de la ciencia. Sólo una bibliografía exhaustiva de de los estudios publicados permitirá algún día resolver si las ideas que a él se le atribuyen en el marco de esas disciplinas pueden ser unificadas o si siendo inconciliables harán saltar en pedazos la noción de una filosofía cuya presencia se encontraría a lo largo de toda su existencia y su obra. (Missac:1997;27)
Una vez más los estudios a los que acabamos de aludir pueden ser de gran interés y en conjunto han contribuido poderosamente a difundir la obra de Benjamin. A lo sumo, podríamos agregar que que si lo han hecho no es gracias al método seguido, sino a pesar de ese método, que consistía en querer penetrar sin esfuerzo alguno en el meollo de una obra compleja o bien, en tener en ella un panorama global, totalizador… recomendamos preferentemente abordar a Benjamin de manera indirecta y parcial, casi con astucia, al descuido, «al paso», siguiendo el método que a él le había permitido sus mejores hallazgos de coleccionista. Más que tomar la justa distancia respecto de él, se tratará, en un sentido más amplio, de colocarse en el sitio apropiado del espacio, sea en un lugar apartado o por debajo. Se debe correr el riesgo
de una cierta arbitrariedad, quer será provechosa con sólo revelar en un resplandor fugaz, algún detalle hasta entonces indvertido. (Misaac:1997;29)
Explicar a Benjamin en función de Kant o Hermann Cohen, por ejemplo, puede hacer las delicias de universitarios tan eruditos e ingeniosos como los genealogistas. Para ellos la tarea se complica por el hecho de que los conocimientos de Benjamin (insistiremos en este aspecto más adelante) son con frecuencia de segunda mano, apoyándose en citas y hasta en citas de citas. Las influencias se entrecruzan entonces, siendo su efecto igual al que en un caso policial produce el arma o cuerpo del delito
que haya sido prestada, con los consiguientes errores judiciales. Las posibilidades de evitarlos serán mayores, sin embargo, si primero se sitúa la investigación en el marco del universo intelectual de Benjamin y luego en su ambiente parisino. (Misaac:1997;30)
El paralelo entre Benjamin y Mallarmé da, con toda propiedad, el más bello ejemplo de la «reciprocidad de pasiones» descripta por este último. Insospechada a primera
vista entre dos escritores que no tienen en común ni el origen, ni las condiciones de existencia, ni la actividad básica, poética en uno, crítica en el otro, la afinidad igual existe. Se manifiesta ene una manera de ser en virtud de la cual las dificultades personales (relación difícil con el cuerpo, problemas respiratorios, crisis depresivas) iban acompañadas de una determinada conducta social (cortesía refinada, búsqueda de protección, práctica intensiva de la correspondencia) y también en la conducta más específica del escritor (información a menido aventurada, dificultad para escribir, contrapuesta a una expresión verbal fácil y brillante). Una comparación
entre los grafismos revelaría sin duda esa ambigüedad y podríamos entonces imaginar un análisis de la escritura de Mallarmé, hecho por el grafólogo Benjamin. (Misaac:1997;34)
No obstante, todas estas obras, pese a su virtuosismo y riqueza, tienen algo en común: dejan una sensación de insatisfacción, de suspenso. No sólo las intuiciones
brillantes, sin un fundamento lo bastante firme, están en algún modo libradas a su suerte -libertad de la que harán un uso excelente-, sino que además la reflexión, al parecer, no siempre está en condiciones de controlar los problemas que se plantea e inlcuso cuando se ha forjado los instrumentos necesarios para ello parece desmentirse a sí misma y llega a resultados contrarios a aquellos que era lógico esperar. (Misaac:1997;37)