Vásquez, Adolfo. Rorty

Vásquez R., A. (2006) Rorty: La realidad como narrativa exitosa y la filosofía como género literario. Valparaíso, Chile: Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 1, No.13

«Se revisará e intentará fundamentar la tesis de Rorty según la cual no hay ni jerarquía ni diferencia radical entre las disciplinas o géneros discursivos, tanto en las así llamadas humanidades como en las ciencias positivas.

Unas y otras componen un «todo de continuidad». Todo ello es «juego de lenguaje» o de prácticas sociales variadas y diversamente relacionadas.» (Vásquez:2006;5)

«La reflexión crítica contemporánea en torno a la forma como la literatura se ha constituido en un eficaz vínculo entre diferentes perspectivas que conducen a una percepción más global de la realidad ha puesto de manifiesto tanto el rol moral y social de la literatura como su importancia como eje articulador de los diversos discursos sociales, educativos y políticos.

El poder de la imaginación como la capacidad humana que nos permite crear nuevas perspectivas del mundo ha sido puesto en el eje del debate contemporáneo por el filósofo norteamericano Richard Rorty, quien se opone a la distinción tradicional entre ciencia y literatura.» (Vásquez:2006;7)

«Rorty ve que la cultura occidental se aleja de una visión científica del mundo y se desplaza hacia una forma más literaria de vida, ya que las restricciones a nuestro conocimiento o a nuestras interpretaciones no son objetivas o impuestas por el mundo sino que son conversacionales. Por ello, la literatura es para Rorty una práctica importante en la ampliación de nuestra conversación cultural.» (Vásquez:2006;7)

«[…] como alternativa a la objetividad, Rorty introduce la noción de solidaridad […]. Considera que la solidaridad humana no se logra mediante la investigación académica sino a través de la capacidad imaginativa de ver a los demás como compañeros en el sufrimiento. Una importante función de la literatura es desafiar nuestras autodescripciones prevalentes, ampliar nuestro sentido individual y colectivo del yo.» (Vásquez:2006;7)

«Precisamente lo que los románticos expresaban al afirmar que la imaginación,  y no la razón, es la facultad humana fundamental era el descubrimiento de que el principal instrumento de cambio cultural es el talento de hablar de forma diferente respecto al mundo y sus instituciones, más que el talento de argumentar bien. El cambio de juegos de lenguaje y de otras prácticas sociales puede producir seres humanos de una especie que antes nunca había existido.» (Vásquez:2006;9)

«La ciencia, así com la ética, aparecen en Rorty como un género literario y la literatura como un género de investigación. Entre los enunciados de hecho y los enunciados de valor no hay ninguna distinción absoluta e independiente de acuerdos históricos y contextuales de los seres humanos, ni tampoco entre la verdad y la ficción.» (Vásquez:2006;10)

«Rorty propone así realizar una eliminación de la distinción entre géneros, pensar el conjunto de la cultura, de las ciencias exactas a las poesía como una actividad única, continua y sin fisuras, en la que las divisiones sean sólo prácticas, institucionales y pedagógicas.» (Vásquez:2006;10)

«En el concepto de Rorty no hay ni jerarquía ni diferencia radical entre las disciplinas o géneros discursivos, tanto en las llamadas humanidades como en las ciencias positivas. Una y otra componen un todo de continuidad en el cual es necesario poner la filosofía, la poesía, la novela, la crítica literaria, la sociología, el ensayo, la mitología, la historia y las ciencias en general, incluidas las ciencias matemáticas y naturales. Todo ello es ‘juego del lenguaje’ o de prácticas sociales variadas y diversamente relacionadas.

Rorty ha sostenido en reiteradas ocasiones que la dedicación a la literatura en muchos aspectos es más importante que la dedicación a la filosofía. La literatura es más importante en un aspecto muy concreto, esto es, cuando se trata de conseguir un progreso moral. La literatura contribuye a la ampliación de la capacidad de imaginación moral, porque nos hace más sensibles en la medida en que profundiza nuestra comprensión de las diferencias entre las personas y de la diversidad de sus necesidades. La filosofía es útil cuando se trata de resumir en principios los resultados de la propia comprensión moral, pero no es de gran ayuda en la ampliación de esta comprensión. Las reflexiones filosóficas sobre cuestiones de moral no han contribuido mucho a la eliminación de la esclavitud; al contrario de algunas narraciones sobre la vida de los esclavos.» (Vásquez:2006;11)

«Este proceso de llegar a concebir a los demás seres humanos como ‘uno de nosotros’ y no como ‘ellos’, depende de una descripción detallada de cómo son las personas que desconocemos y una redescripción de cómo somos nosotros[…] Ficciones como las de Dickens o Rochard Wright nos proporcionan detalles acerca de formas de sufrimiento padecidas por personas en las anteriormente no habíamos reparado. Ficciones como las de Henry James o Nabokov nos dan detalles acerca de la crueldad de la que somos capaces y, con ello, nos permiten redescribirnos a nosotros mismos. Esa es la razón por la cual la novela, el cine y la televisión poco a poco, pero ininterrumpidamente, han ido reemplazando al sermón y al tratado como principales vehículos del cambio y del progreso moral.» (Vásquez:2006;12)

«La filosofía no hace más que mostrarnos la contingencia de nuestros relatos -el hecho de que dependen de prácticas sociales compartidas- y facilitar una conversación con otros. Es más un género literario, una novela en serie que una disciplina que permita que sus cultores accedan a una realidad que quedaría más allá de la historicidad de las prácticas compartidas.

En términos de Bloom, esto no es otra cosa que la consciencia de que las convicciones más profundas que uno tiene son el resultado de un logro poético y creador del pasado, a ello se añade el reconocimiento de que nunca habrá un último poema, nunca un final del proceso de confrontación con la historia. Siempre habrá espacio para creación de sí mismo, pero ninguna creación de sí mismo puede ser ratificada por algo que se halle fuera de ella.

La Ética se constituye como reflexión y disciplina precisamente porque la razón humana es incierta, porque los seres humanos estamos conviviendo en un mundo interpretado, en un universo simbólico, en el que todo lo que hacemos y decimos se eleva sobre un horizonte de provisionalidad.» (Vásquez:2006;13)

«Los novelistas y poetas amplían nuestro lenguaje usando metáforas o parábolas que después, en algún momento, se convierten en giros establecidos. Es este aspecto específico, la filosofía es conservadora y tremendamente sobria, mientras que la poesía es radical y exploradora.» (Vásquez:2006;14)

«[…] mentir ha dejado de ser algo que pertenezca a la moralidad y se convierte en «desviación conciente de la realidad que se encuentra en el mito, el arte y la metáfora». Mentir, en el terreno de la estética, es simplemente el estímulo consciente e intencional de la ilusión.» (Vásquez:2006;15)

«Esta necesidad de metáfora Nietzsche la extrapola a todos los campos de quehacer humano, tanto los del saber como los del lenguaje, convirtiéndose así en un impulso fundamental del hombre, aún cuando esté produciendo conceptos para la ciencia, «…conocer es simplemente trabajar con la metáfora favorita de uno… porque la construcción de metáforas es el instinto fundamental del hombre» (Vásquez:2006;15)

«Estamos, pues, con Nietzsche y Rorty instalados en un nuevo tipo de razón. La razón narrativa.

La metáfora permite una nueva visión, una nueva organización del universo, un nuevo orden, pero lo realmente nuevo son las asociaciones que permiten ese nuevo orden. Inventar una metáfora es crear asociaciones nuevasm es inventar nuevos modos de ser hombre y de organizar la convivencia. Así, dar lugar a una metáfora es crear sentido, abrir un lugar, convertir la vida en una faena poética.» (Vásquez:2006;16)

«La explicación que, por su parte, Freud da de la fantasía inconsciente, nos muestra de qué modo es posible ver al vida de todo ser humano como un poema; o, más exactamente, la vida de todo ser humano no tan oprimida por el dolor que sea incapaz de adquirir un lenguaje ni tan hundido en el trabajo que no disponga de tiempo para generar una descripción de sí mismo. De ahí que se diga, como lo expresa Rieff, que Freud democratizó el genio dando a cada cual un inconsciente creador. Freud nos mostró que la imaginación -nuestro talento ficcional- pertenece a la constitución misma de la mente, que ésta es, en un sentido fundamental, una facultad productora de poesía. Y, si toda realidad exige ser descifrada de un modo tan nuevo como nueva es la forma de presentarse la realidad en cada momento, la razón que la descifre habrá de ser una razón creadora. Freud ve así toda la vida como un intento de revestirse de sus propias metáforas.

Rorty reconoce en Freud el mérito de haber introducido, de haber hecho visible y aceptable la idea nietzscheana de la verdad como «un ejército móvil de metáforas», estableciendo esta idea como un verdadero a priori del habla empírica, como un lugar común de la cultura.» (Vásquez:2006;16)

«Lo extraordinario de la concepción freudiana, según cabe notar, es su afirmación de que nuestro yo inconsciente no es un animal mudo, retraído y tambaleante, sino más bien la vigorosa contraparte de nuestro sí mismo consciente, el posible interpelador de nuestro yo. Esta idea de que hay uno o más personas astutas, expresivas e inventivas operando detrás de la escena -guisando nuestros sueños, disponiendo nuestras metáforasm tramando nuestros sueños, disponiendo nuestros deslices y censurando nuestros recuerdos- es lo que cautiva a la imaginación del lector profano de Freud.

[…] su obra nos permite construir narrativas más ricas y verosímiles porque cubren todas las acciones que realizamos en el curso de nuestra vida, incluso las acciones absurdas, crueles y autodestructivas. Freud nos ayudó en el intento de articular semejantes narrativas, un intento que no minimiza la contingencia de nuestros relatos.» (Vásquez:2006;17)

«[… de ahí que Rorty, epistemológicamente democrático, considere todos los objetos qe pueblan el mundo, desde los quarks hasta las instituciones democráticas, simétricamente, sin distinciones epistemológicas entre objetos «duros», los de la ciencia, y objetos «blandos», los de las humanidades, que legitimen la jerarquía entre los saberes. Todo objeto, sea un átomo o el teatro de Beckett, es como un número; no hay nada que saber sobre él excepto las infinitas relaciones que mantiene con otros objetos. En ese sentido, «desde un punto de vista abiertamente pragmatista, no hay una diferencia importante entre mesas y textos, protones y poemas. Para un pragmatista, todas estas cosas son simplemente permanentes posibilidades de uso y, por consiguiente, de redescripción, reinterpretación y manipulación.» (Vásquez:2006;18)