THE LITTLE ROOM (SARATOGA 1113)
«While you’re in a little room, and you’re working on something good, but if it’s really good, you’re gonna need a bigger room. When you’re in the bigger room, you might not know what to do, you might have to think of how you got started, sitting in your little room.» (White Stripes, Little room, canción, 2001)
Gabo, Andrés y yo decidimos ser Las izquierdas en abril del 2012, en los primeros días del mes. Sin embargo, nuestro primer ensayo lo hicimos un mes después, el 5 de mayo. A lo largo de ese tiempo intermedio, Andrés y yo estuvimos preparando una base de guitarra, batería y letra para trabajar en ella durante ese primer ensayo. Gabo llevó su trompeta.
11 de febrero de 2016
Ya van dos semanas desde que empecé a leer ‘Rebelarse vende’. No me gusta lo que dice, pero lo sigo leyendo porque me parece muy bueno conocer los argumentos que usan los que no creen en lo que yo creo, justamente para poder reforzar mis ideas. Me inquieta mucho lo arraigado que tienen los autores el concepto de que las marcas y los bienes, y cierto cliché de estilo de vida, son la aspiración de todo ‘rebelde contracultural’. Tratando de comprender el contexto desde en el que está escrito aquel libro, y me doy cuenta de que toda su crìtica sale de una visión diferentísima a la mía… la del primer mundo, ya que los autores son canadienses.
Y creo que no soy la única que tiene ese sentir cuando se trata de comparar a los movimientos afines que hay en Mèxico y en Europa o Estados Unidos. Comienzo a pensar en que quizás el primer mundo sí es extremadamente diferente a México, a la Ciudad de México, que es donde nacieron y se desarrollaron Las izquierdas.
Por ejemplo, en un libro mexicano sobre una forma de contracultura en específico, el punk, se puede leer esto:
«La desinformación no detuvo el paso del punk, después de todo, el mensaje de ‘no hay futuro’ de los jóvenes ingleses, parecía tener más sentido para los jóvenes mexicanos, que para los jóvenes desempleados ingleses al menos estos recibían un cheque de seguro de desempleo de parte del gobierno inglés, cosa que no sucedía con nuestro Jóvenes, aquí se recibía represión gubernamental. En México cada quien se la rifaba como podía para sobrevivir.» (Detor:2011;13)
Las marcas y los productos que otorguen estatus no son, desde mi experiencia, una preocupación primaria. En el caso de Las izquierdas, con el tiempo nos fuimos interesando en refinar nuestro look escénico. Pero lo cierto es que no le dábamos demasiada importancia a la marca de nuestra ropa, sino a la apariencia que construía en conjunto con el show que dábamos.
¿O será que la ‘contracultura’ sí es algo tan superficial como versa el libro ‘Rebelarse vende’ en sus trescientas y cacho páginas?
La palabra contracultura me empieza a hacer sentir atrapada de nuevo. Necesito pensar en sinónimos, en alternativas terminológicas para hablar de esto de lo que busco hablar.
Y entonces, regresando a los objetivos esenciales de esta investigación, me acerco a otro investigador, esta vez colombiano: Carlos Granés, en ‘El puño invisible’ habla del fenómeno de la cultura alternativa como ‘ideas vanguardistas’. Su libro viaja en el tiempo, detallando desde principios del siglo XX las revoluciones que surgieron. Artistas de las diferentes disciplinas fueron declarando con sus acciones un alejamiento de las formas de vida que el resto de la sociedad planteaba como las únicas:
«Cuando los padres de los sesenta se levantaron un día y vieron a sus hijos convertidos en seres extraños, con los que de pronto parecían no tener nada en común, se hizo evidente que un puño invisible había echado por tierra ciertos valores y determinados marcos que antes encuadraban y regulaban las vidas de los individuos. Pareció ser sólo un bache generacional, la distancia lógica entre una generación que había vivido dos guerra mundiales y otra que nació en épocas de Paz. Pero ¿era sólo eso?
No. Las ideas vanguardistas de habían ido imponiendo, ganando adeptos, transformando escalas de valores e influyendo en las elecciones vitales. Los dadaístas habían identificado el blanco acertado. La cuestión no era transformar las estructuras del Estado; la cuestión era transformar la vida.» (Granés:2011;15)
Pienso en Las izquierdas, en cómo fue que elaboramos nuestro ritmo de trabajo:
Estábamos en mi cuarto, que era la adaptación de un descanso de escalera a habitación. Es decir, pequeño y con una forma bastante extraña de curva. La verdad no recuerdo a detalles el primer ensayo. Ahora pienso que ha de haber sido tedioso para Andrés y para Gabo porque yo tardaba varios intentos antes de que la batería fluyera. Mi batería consistía en un bombo, una tarola y un cencerro. Con mis intenciones más primitivas de ritmo, me puse a jugar entre los tres elementos distribuyendo sus sonidos a lo largo de los compases. De ahí salió ‘Mallory Knox’, ¡nuestra primera canción juntos’
Una vez que comprobamos que se sentía bien tocar juntos, los tres empezamos a llevar a Las izquierdas en la mente. Al principio los ensayos no tenían un día definido ni mucho compromiso. Eso se fue haciendo con las necesidades que surgían del mismo trabajo. En las canciones empezamos a depositar nuestros juegos, bromas, ritmos y comentarios divertidos. Pero también las empezamos a ver como formas ideales donde poner nuestro enojos o inconformidades .
Era 2012 y el estar juntos en este proyecto comunicador tan fresco, nos hacía sentir que podíamos ayudar a cambiar la historia del país. Pensábamos que la sobreexposición mediática que se le daba a las incongruencias de los políticos del momento, cambiaría (por puro sentido común) el curso del pensamiento de los mexicanos y las decisiones de los que estaban en el poder. Pero no pasó. Ni el Internet ni las redes sociales pudieron hacer cambiar de opinión a los poderosos sobre lo que estaban haciendo con el país.
Tocamos ‘Abuso de autoridad’ y también lo subimos al Internet. Sentíamos que al menos así aportábamos algo a nuestro conocidos, una especie de hermandad. Era una canción que se hizo en los 70’s para hablar del presidente de aquella época. Nuestra música fue agarrando más forma al tocar esa canción. También fue agarrando más sentido.
3 de febrero 2016
Desarrollo una nueva forma de aproximarme a los libros. Por fin me enfrento a ellos sabiendo ubicar perfectamente lo que quiero leer, lo que necesito que me digan. Esta tesis es de vida o muerte para mí. Y como quiero vivir, mi ser busca completarla aunque no tenga ninguna presión de tiempo, ni me ponga metas tediosas de lectura y escritura. Dejo atrás a aquellos canadienses que no estaban de acuerdo con la contracultura, y busco autores más afines a lo que yo siento por Las izquierdas.
Me encuentro, entonces, a Luis Racionero, quien nombra como ‘underground’ al fenómeno que busco describir. Su libro se titula Filosofías del underground y así lo presenta al lector:
«El objetivo de estas filosofías es algo que no se demuestra por agumentaciones, sino que se evidencia por experiencias… Es un irracionalismo basado en las grandes tradiciones no socráticas… Su reivindicación se debe al fracaso de la filosofía racionalista para dar un PROPÓSITO a la sociedad y unos valores que subordinen los medios tecnológicos a los FINES HUMANOS, lo cual ha llevado a la búsqueda de otros métodos de utilización de la mente distinto del racionalismo. Esta búsqueda cristalizó, en las condiciones objetivas favorables de la década de los sesenta, en un movimiento de amplia repercusión cultural que se ha dado en llamar el underground.» (Racionero:1977;10)
En este libro encuentro la perfecta justificación a los modos de vida que intuitivamente voy hallando, y que han perdurado más allá de un capricho superficial o infantil. Su libro viaja incluso más atrás en el tiempo que el de Granés, yéndose al Renacimiento y al Romanticismo como las primeras revoluciones culturales, en las que se buscaban pensamientos alternativos a los imperantes de la época:
«Para los románticos había dos frentes que atacar en la organización social nacida de la Revolución Industrial: por un lado el capitalismo, que era la explotación material del hombre por el hombre, y por otro lado el racionalismo, que era la opresión mental del hombre por el hombre» (Racionado:1977;28)
La mención del racionalismo me empieza a parecer una pieza clave en lo que diferenciaría a la contracultura, ideas vanguardistas, o underground, del escenario más visible de las sociedades.
«Así como el racionalismo es la capacidad de concatenar y relacionar conceptos, la imaginación es la capacidad de inventar conceptos, de crear imágenes. Esta facultad no sigue las reglas del pensamiento racional y por tanto es marginada en la cultura racionalista» (Racionero:1977;26)
Me agrada lo que leo de Racionero. A lo largo de su libro toca temas tan dispares como el individualismo, el sexo tántrico, el anarquismo, la psicodelia, los mitos o el shamanismo. Y por igual expone los casos de los escritores Hermann Hesse, Byron y Blake, todo poniendo de manifiesto conceptos relacionados con el uso activo de la imaginación.
Después de sacar en el Internet el video ‘Jòvenes le cantan al fraude electoral’, donde salíamos tocando ‘Abuso de autoridad’ en mi cuartito, Las izquierdas salimos a tocar por primera vez en agosto, ya con algunas canciones montadas: fue un desastre. No era lo mismo tocar la batería dentro de mi cuarto con Gabo y Andrés concentrados cada uno en su instrumento, que tocar frente a un público que esperaba que lo entretuviéramos.
En la escuela, dejé de dibujar por una larga temporada la temática de las bailarinas exóticas. Empecé a agarrar otros temas que me ayudaran a mejorar mis habilidades técnicas.
Paralelamente a esto, tomé unas pocas clases de pole dance para perfeccionarme en mi arte de bailarina de tubo de la vida real y aprender a usar de múltiples maneras el tubo que tenía en mi casa. Que por el simple hecho de estar ahí puesto, siempre tubo presencia en los ensayos de Las izquierdas. Tanto, que Gabo comenzó a ejercitarse conmigo durante algunas tardes de la semana. Yo le enseñaba lo que sabía, y él buscaba lo que su cuerpo le sugería que hiciera en torno al tubo.