Mery en un calendario!!

No, no, perdón… no es ‘un calendario’, es ‘EL CALENTARIO’!!

Remontándonos a los antiguos tiempos de Gloria Trevi, en los que a nadie podía faltar el calendario del año en curso, este 2016 Casa Gomorra revive esta tradición de los calendarios de colección!

https://www.facebook.com/casa.gomorra/videos/vb.380447578810869/424885724367054/?type=2&theater

Realizado de la forma más divertida y efectiva que existe: autogestivamente y en compañía de sus amigos… contándome yo mera entre ellos.

Este sábado presentaremos el Calentario 2016:

2016.01enero.30 presentación del calentario

Estará a la venta durante el evento.

Yo ya ansío ver qué foto eligieron de la sesión que tuvimos Charlee Chamuko y yo con el tubo adentro del baño!

Durante la presentación habrá performance por Diana J. Torres nuestra pornoterrorista preferida, y habrá show de tubo (Candela mi negra Poledance jam) por Bagheera, Charlee y Mery Buda.

Ojalá los vea por ahí y se hagan de uno de los Calentarios para decorar sus cocinas y marcar aquellas fechas clave en sus vidas… como en los viejos tiempos.

Aquí el evento de facebook:

https://www.facebook.com/events/965392233532752/

Tesis sobre Las izquierdas, día 2

Primer capítulo: ¿Cómo se llama esto que hacemos?

 

ESTOY AQUÍ PERO NO SOY YO

«Ya la quisiera olvidar pero mi pensamiento cada vez más y más, tras de ella, detrás de ella» (fragmento de la canción Estoy aquí pero no soy yo,  por Juan Bautista, año?)

 

Yo tenía 21 años cuando conocí a Andrés. Él 22. Llegué a un café donde tocaba su banda de aquel tiempo y lo vi en el escenario empezando el acto. Era un hombre gigante que, durante la velada, cambió de instrumento musical entre una guitarra , luego un ukulele, luego una flauta tranversal, luego un bajo, luego un piano, ¡luego otras miles de cosas!… (nótese que es posible que a lo largo de la historia la narradora exagere detalles o invente datos a fin de acentuar aspectos que le parecen relevantes)… “Tiene calidad”, pensé. Su música tiene calidad.

Al Gabo lo conocí un par de años después, como a los 23. Él debe haber tenido 26. Tocaba en un bar en la periferia de la ciudad con su banda ‘Los Negretes’. Y durante el toquín, él era el único de los integrantes que andaba por ahí sin playera. Se me hizo conocido. Tocaba la trompeta e intercalaba gritos en las canciones, compartiendo la posición de líder de la banda con otro hombre pintoresco. “¡Sí que se lo toma en serio!”, pensé. Me pareció que estaba concentradísimo en lo que hacía, y que todo él en conjunto ¡era salvaje!.

 

 

21 enero 2016

Emprendo con seriedad esta nueva hazaña de escribir una tesis. Mucha seriedad.

Éste es el tercer intento que hago. Y algo, una fuerza dentro de mí quizás, me dice que esta vez sí va a funcionar. Los profesores me han dicho que una tesis se hace sobre un tema que uno domina. Y yo, que pocas veces presumo de dominar cualquier cosa, estoy segura de que este tema sí lo puedo compartir en calidad de experta.

Entonces procedo a conseguir múltiples libros digitales que de una vez por todas me hablen de la contracultura, sobre el punk, sobre el otro lado de la ciudad… el que no se vende, el que no se ve. Y así sin percaterme, poquito a poco me voy haciendo de más y más libros, que me muestren el contexto del que quiero hablar, el lugar de la historia en el que quiero colocar a mis queridas Izquierdas.

Así se hace una tesis, ¿no?. Justificándome, ubicándome. No desde mí, sino desde los ojos de otros hombres que han volcado sus inquietudes en analizar y sistematizar la contracultura, las vanguardias artísticas, la multidisciplina, el underground y el rockanroll.

Y entonces, una vez teniendo mis manos repletas de libros digitales, leo un poco. Empiezo con los títulos más obvios que me ha arrojado una búsqueda en Internet… Comienzo un frenesí de persecución de un objetivo que no parece muy claro. Unos libros me regalan el nombre de otra bibliografía, y como todo sirve cuando comienzas una tarea, no descarto ninguno. Más bien pienso: “ésta ha de ser la clave” con cada nueva adquisición.

Al día siguiente voy, entonces, a la Biblioteca Central, en CU, a leer aquel libro ‘clave’. Esta primera vez es de Theodore Roszak, el teórico que acuñó el término contracultura. Entonces leo más. Tomo pequeñas notas de citas que sacaré después. Es un método que desarrollé en mis anteriores intentos truncos de escribir otras tesis, desarrollé la opinión de que si te detienes a copiar la cita al momento de que te enfrentas de primera ocasión con el libro, interrumpes toda la fluidez de tu lectura. Siguiendo cada vez más automatizada este método, anoto en mi celular el número de página de una información que en el algún momento regresaré a rescatar. Y vuelvo al texto. Hay algo que se está apilando: los datos, las citas y el número de autores inmiscuidos en mi tema, que al principio me parecía tan puro, aumenta.

En dado momento, mi aotocondicionamiento se vueve la única razón por la que sigo leyendo. Condicionamiento a no detenerme tan fácilmente al primer aburrimiento, a no comportarme blanda. Pero mi verdad interna es que en mi pecho va creciendo la sensación de que esta investigación podría alargarse y crecer exponencialmente hasta el infinito…

Pero como soy una guerrera, censuro mis pensamientos. Leo más y agrego conceptos y términos afines a las listas de ‘cosas por hacer’, que crecen…

Entonces llega un momento en el que la cantidad de pendientes en mis listas, el trabajo de indagar autores, de conseguir más libros y más referencias, se hacen tan grandes, que siento que mi tesis se aleja de mí.

Siento, sospecho, visumbro que tendré que completar mil tareas, leer mil libros, vivir mil vidas antes de siquiera poder justificar que mi tema de tesis es válido:

Las izquierdas… ¿a quién le importa mi banda de punk de la juventud? ¿quién nos conoce? ¡Ni somos importantes!

Y entonces, como en un flashback de tareas pasadas que emprendí con el enfoque equivocado (el impuesto por otros), mi cara se amarga. La existencia me pesa. Estoy metida en un hoyo negro. Y, como muchas veces me ha pasado antes, me doy cuenta de que ¡es el hoyo negro de los teóricos!

¿Pero qué estoy haciendo?

Respiro un momento y pienso en la naturaleza de Las izquierdas, en cómo empezó todo:

Yo, por aquellos años no tocaba en ningún lado. Había emprendido una infructuosa carrera de bajista que duró alrededor de un mes. Lo dejé por la paz y mi vida continuó. Me convertí en otras cosas antes de volver a intentarlo por enésima vez en la música (esta vez sería con Gabo y con Andrés… yo no lo sabía): mi carrera de artista visual en la ENAP llevaba su lento curso, y mi cercanía con el baile de tubo me motivaba a mudarme de casa una y otra vez hasta hallar el espacio perfecto donde colocar el tubo a presión que había comprado recientemente. También en aquellos años comencé a trabajar en el Garage Ink, un estudio de tatuajes al que me acerqué para aprender las técnicas de tatuar, y donde fungí como señora de la limpieza y como chica de mostrador. La música entonces, había pasado ya como a quinto plano.

Para mí eran tiempos en los que todavía no estaba segura de si mi carrera y mis ambiciones serían posibles. Y en esas condiciones, lo único que me quedó fue emprender todo a ciegas, con fe, pues. Con fe en que la vida me proveería.

Construimos Las izquierdas basándonos en una intuición. En que los engranajes encajaban con los tres. Nos sentíamos bien en la compañía de los otros dos, y no había más garantía que eso para empezar a tocar juntos. Especialmente porque uno de nosotros (yo) ni siquiera dominaba su instrumento.

El curso de la historia de Las izquierdas podría verse como el camino de estos tres héroes: Uno de ellos desencantado de la amistad de su banda pasada, otro creyendo haberlo hecho todo y tocado todo, y otra con una constante duda sobre sus propias capacidades.

Después, con el paso del tiempo, Las izquierdas se convirtieron en una válvula en mi vida, en la de Andrés y en la del Gabo. Una válvula de escape para hacer cosas injustificadas, libres. La naturaleza de muchas de nuestras decisiones era el pensar: “Vamos a hacerlo ya, aquí, ahora mismo, con lo que tenemos disponible, sin desear ninguna otra cosa, sin culpar a las condiciones materiales de nuestras limitantes”.

Fuimos acción. Exprimir de nuestras tres cabezas el humor, el ritmo, la palabra, la melodía necesarias en ese momento para aliviarnos de toda inacción y/o postergación. Hicimos lo posible para no dejar nada para después. Para no llevarnos tareas. Para resolver los problemas en el momento, para no compartir sueños guajiros…

Nos lo tomamos tan en serio como yo ahora esta tesis…

Muy bien, eso me tranquiliza. “Lo sabes hacer Mery”, me digo. Y en mi hazaña de escribir me empiezo a perfilar como una profesional en el arte de lanzarme a aventuras sin garantía. También en la agilidad de aprender a hacer cosas sobre la marcha. Al igual que en la cualidad de camuflajearme entre los experimentados.

Y entonces, me doy cuenta de que he adoptado una forma de hacer las cosas que antes no conocía, que nadie me enseñó y que, definitivamente, no promete resultados que estén comprobados, pero que es la que ha logrado hacerme trabajar de verdad: Honestamente, transformándome, sin pretender ni ‘hacer como que trabajo’. Quisiera nombrarla pero no sé cómo se llama, así que comienzo llamándole “contracultura”.

¿De qué deriva que socialmente yo pueda considerarme inserta en una contracultura?

Veo en estos viajes que he estado haciendo a la biblioteca, que ‘contracultura’ se trata de un término muy gringo. El panorama general me lo dan un par de canadienses  que escribieron un libro llamado “Rebelarse vende”. En él formulan toda una teoría acerca de que la contracultura es mucho más inofensiva de lo que ella misma cree. Yo me inquieto un poco con estas afirmaciones, sí. Y también los leo un poco hambrienta por saber de qué se trata esto que formulan.

Me hablan de Kurt Cobain y de la vieja contradicción que mató a muchos rockeros: su fama, su dinero y su éxito mediático, contrapuestos a una constante sensación de que estas mismas cosas estaban deteniendo su fervor inicial o su infinito corazón creativo.

Estos canadienses de los que hablo, Joseph Heat y Andrew Potter, exponen esta contracultura del grunge, y la de los beats, y la de los hippies. Se esmeran en acentuar las incongruencias de cada una de ellas. Y, en especial, ironizan sobre las incongruencias relacionadas con el dinero y con el avanzar de la edad. En cómo es que los ideales de los involucrados han cambiado con el paso del tiempo. Pongo, por ejemplo, este fragmento que ridiculiza a los hippies usuarios de combis:

“La contracultura lleva cuarenta años jugando a lo mismo, y obviamente no funciona. Los hippies expresaban su rechazo del consumismo de la sociedad estadounidense con collares largos, sandalias y zuecos Birkenstock y el Volkswagen Escarabajo. Pero a partir de 1980 esa misma generación – la del <<amor universal y el poder de las flores>> – protagonizó la reaparición del consumo conspicuo más flagrante de la historia de Estados Unidos. Los hippies se hicieron yuppies. Y nada representaba mejor la filosofía yuppie que el monovolumen, el coche que un locutor describió adecuadamente como <<una comunidad particular con ruedas>>. Pero ¿cómo se pasa del Volkswagen Escarabajo al Ford Explorer? Parece ser que no es tan difícil… Nunca hubo un enfrentamiento entre la contracultura de 1960 y la ideología del sistema capitalista” (Heath:2004;9)

“Lo malo es que no estaban dispuestos a comprar una ranchera familiar como la de sus padres. Habían tenido hijos, pero seguían considerándose unos inconformistas. Y el monovolumen tenía precisamente esa <<rebeldía chic>> que buscaban.” (Heath:2004;10)

“El monovolumen es perfecto. Comunica un mensaje muy contundente: <<Yo no soy un fracasado con hijos que vive en el extrarradio. Mi vida es una aventura>>” (Heath:2004;10)

Lo releo y, lo que noto es una visión muy superficial sobre las reales motivaciones que tiene una contracultura. Habla de la contracultura como una imagen en principio. En mi opinión, la imagen en una consecuencia del modo de vida, no su escencia.

Aún así encuentro válidos sus planteamientos si se aplican a un cierto sector, pero no a todos. Hay, ncluso una parte de su texto que se me queda clavada en la mente. Una parte que refiere que la contracultura pretende destruir al sistema. Y que después de tanto tiempo de no lograrlo, se hace obvio que es inofensiva e ineficiente:

“¿Cuántas veces se puede atacar el sistema sin producir ningún resultado evidente antes de que empecemos a plantearnos la eficacia del ataque?… Los rebeldes contraculturales han acabado siendo como esos agoreros del día del juicio final, que se ven constantemente obligados a retrasar la fecha vaticinada, conforme van pasando los días uno detrás de otro. Cada vez que el sistema <<asimila>> un símbolo de rebeldía, los muchachos de la contracultura se ven obligados a avanzar un paso más para establecer esta pureza de su credo alternativo que les permite diferenciarse de las odiadas masas.” (Heath: 2004; 134)

Esa idea la mastico y la repienso: ¿Será así? ¿No se tratará este fenómeno de algo más personal, más profundo? ¿o me estaré equivocando de palabra para describir esa sensación, esa diferencia? ¿No pretenderá la contracultura, por ejemplo, cuestionar las decisiones relacionadas con la calidad de vida y con lo que uno quiere realmente hacer con su tiempo y su trabajo?

Porque a mí me parece que el paso del tiempo y el insistir en llevar determinada forma de vida que parece nadar contra la corriente, habla más de resistencia que de un fracaso.

Y aún así continúo leyendo a Heath y a Potter. Ellos siguen y siguen lanzando argumentos que buscan ridiculizar el comportamiento de cualquiera que se sienta un poco fuera de la cultura de lo establecido. Dicen:

“Divertirse no es transgresor, ni socava ningún sistema. De hecho, el hedonismo generalizado entorpece la labor de los movimientos sociales y hace mucho menos atractivos los sacrificios en nombre de la justicia social” (Heat:2004;s/n)

Este libro habla mucho sobre la contracultura como un capricho o como una satisfacción de los deseos infantiles. Y manifiesta que estos comportamientos no transgreden nada.

Algo de ese libro me irrita profundamente. Yo no creo que la contracultura sea un capricho. Creo que es un riesgo, sí. Pero también creo que quienes la toman o la producen, están en ella porque no se sienten entusiasmados por las opciones que ofrece lo que ellos ya conocen o los rodea.

Por ejemplo, dentro de Las izquierdas, yo me lancé a tocar la batería casi instintiva y primitivamente. Lo hice así porque fue la única forma que mi mente aceptó como satisfactoria y divertida, como un reto intelectual real. Quizás divertirse no transgreda nada más que las barreras mentales que uno mismo tiene… pero eso ya es bastante transgresión.

Esto no significa que yo quisiera destruir los métodos de batería ni las escuelas y conservatorios de música. Lo que pasó en mi caso particular, es que yo soñaba con tocar música en cualquier instrumento, pero no era capaz de hacerlo. ¿Estaba bloqueada? Quizás. ¿Por qué o quién? No lo sé. Pero aún habiendo asistido al Conservatorio Nacional de Música a aprender violoncello intentando seguir ordenadamente algunos manuales de guitarra, no fui capaz de producir realmente música hasta que me puse el objetivo como algo libre y sin autoridad externa.

Lo tuve que hacer así: Poniéndome retos que yo sabía que me alentaban a mejorar mi coordinación, pero que no me exigían nada más. Entonces las metas y propósitos surgieron de mi mejora, no de una línea de aprendizaje preestablecida ni de la copia de sonidos de otros bateristas.

Creo que una contracultura no es un término que se acuñe para abanderar tu vida o tus proyectos. Creo que simplemente es un lugar en el que te hallas una vez que emprendes el camino a realizar las diligencias de formas que no son convencionales. Y muchas veces no son convencionales aunque tú así lo quieras.

A veces te hallas en una contracultura porque tu familia y cercanos no paran de decirte que eres raro o que estás loco cuando te observan hacer tus actividades cotidianas. Probablemente no te lo dicen de mala manera, pero te lo dicen…

Y entonces, de pronto descubrir círculos sociales que tienen inclinaciones parecidas a las tuyas en su hacer, y que comprenden a profundidad tus empresas, te pone automáticamente en una contracultura. Las charlas que sostienes con esa sociedad son de otro tinte que las que tenías antes de encontrarlos. Y tu familia y cercanos te empiezan a ver con nuevos ojos cuando ya no te ven solo. Te buscan en los momentos en los que tienen la necesidad de ser ridículos, o arriesgados o muy transparentes. Comienzan a comprender que no los vas a hacer sentir juzgados.

A Las izquierdas nos empezó a pasar que, siendo un show musical e interdisciplinario (por la participación de la acrobacia y el apoyo en las artes visuales), comenzamos a atraer sentimientos muy específicos. Se acercaron a nosotros personas que sentían la necesidad de ser ridículos, arriesgados, tranparentes, y compartir esa experiencia con una comunidad sin ser juzgados.

En 1968, Roszak, a quien se le atribuye el origen del término contracultura, escribió:

“Lo nuevo en la transición generacional que nos encontramos es la escala a que se produce y la profundidad del antagonismo que revela. Hasta el punto que no parece exagerado llamar <<contracultura>> a lo que está emergiendo del mundo de los jóvenes.

Entendemos por tal una cultura tan radicalmente desafiliada o desafecta a los principios y valores fundamentales de nuestra sociedad, que a muchos no les parece ni siquiera una cultura, sino que va adquiriendo la alarmante apariencia de una invasión bárbara” (Roszak:1970;57)

 

 

 

 

Tesis sobre las izquierdas, día 1

Hace un a semana me presenté a la ENAP para preguntarle a Norma Barragán, mi profesora de Taller de modelado, si le gustaría ser mi directora de tesis. Le platiqué que los pasados tres años de mi vida había estado ocupada en la música. Ella me dijo «yo te hacía tatuando», porque las últimas veces que pisé la ENAP apenas comenzaba con la música.

Y tanta incertidumbre tenía sobre mi ‘so called talent’ que no le contaba a nadie que ser baterista y cantante y músico era lo que me ocupaba en realidad. Ahora que estuve con Norma escuchándome contarle la historia de mi banda, me oí decirle «es que siempre tuve alma de músico»…

Qué cosas dice uno bajo presión! A lo mejor es que estoy madurando, y que este tema de tesis sí es el correcto. Porque… desaparecerte de la vida académica un par de años para configurar un mini sueño de rockstar que, francamente, ahora veo que no era demasiado ambicioso, merece escribir sobre ello, no?

 

Ahora tengo mi primera tarea, la que asienta la tesis en una seriedad de compromiso con otra persona que no sólo soy yo. Escribe, María, en 5 renglones, no más, no menos, explicando de qué es la tesis. Ahí va:

 

La tesis es una historia que necesito contar. Abarca de mis 24 años hasta mis 27. Trata sobre cómo una chica que lleva 4 años estudiando Artes Visuales, recibe la oportunidad de cumplir un sueño que tenía un poco escondido. Recibe un bombo como regalo, al mismo tiempo que se rodea de dos hombres muy musicales, muy afines a sus ideas sobre el show. Comienzan una banda juntos y la banda parece empezar a llenar huecos en los corazones de quienes se mueven en la contracultura de la Ciudad de México. Ella comienza a usar los trabajos escolares de su carrera como publicidad para su banda. La tesis trata sobre el uso que esta chica le dio a su educación de artista visual en el contexto del pole dance punk chafarama de su banda, Las izquierdas.

 

Interesting no? Ya quiero ver la película jajaja

 

La segunda tarea es. Redacta, María, tu metodología. Fuck!!! Cómo me hizo pensar esa.

En primera, veo que soy súuuuuper lenta en las realizaciones, concreciones de mis obras.

En segunda, veo que no me importa ser súper lenta. Veo que disfruto a profundidad los procesos de mi trabajo.

Hace unos años llegó a mis oídos un dicho sobre los artistas. Declaraba que el único arte que vale la pena hacer, es el que transforma al artista.

Fuck! Se me clavó ese pensamiento en la cabeza. Si un cuadro, un dibujo o una canción sólo se trataban de remover desinteresadamente el material (ya fueran palabras, pinturas, formas) y ver qué salía de eso sin ninguna intención… ¿qué chingados estaba yo haciendo?

Entonces se hizo una regla de mi trabajo, tomar las cosas tan en serio, que neta me transformaran mientras las hacía.

¿y cómo funciona esta transformación? Pues la primera clave, es que te atreves a ir a lugares a donde te da miedo ir… especialmente hablando de tu mente.

Pon tú: escupes una idea, cruda, para solucionar un pedo que te intranquiliza (mientras caminas, mientras te bañas, mientras haces gimnasia). El asunto que no te deja trabajar en todo lo que quieres trabajar, es perfectamente la clave de esa transformación. Es decir, no te deshaces de tu problema, no lo ignoras, no lo guardas, no lo reprimes. Más bien, lo nombras, lo escrutinas, lo insultas… pero eso sí, escribes esos insultos, dibujas esos insultos, cantas esos insultos.

Pero esa no es en sí la metodología de trabajo. Es sólo un filtro para las ideas.

He detectado que mi metología funciona como una recolección.

Creo que es como una recolección de asuntos A SOLUCIONAR, un abrir puertas y dejarlas abiertas.

La primera analogía que me vino a la cabeza cuando Norma me dejó esta tarea fue:

«Sembrar una idea. Dejarla creciendo. Mientras, sembrar otra idea. Dejarla creciendo. Regresar a la primera, agregarle lo que recolecté, quitarle, ponerle lo que creo necesario en el momento… Dejarla creciendo. Mientras, sembrar otra idea que surgió en el camino. Regresar a la segunda… y así sucesiva y cíclicamente»

En algún momento las ideas están tan crecidas que las terminas rápidamente, con una decisión enérgica. Y ahí está tu obra!

Pero la metodología no es tan fácil cómo eso. Tienes que tener tus reglas, tus filtros.

Mis reglas son más o menos estas:

  • Debo estar consciente en todo momento durante la elaboración.
  • Si hay una cosa que no puedo hacer, lo mejor es descifrar el punto complicado lo más precisamente posible. Y luego tomar esa acción que no puedo hacer y repetirla durante varios momentos del día, todos los días… eventualmente me saldrá cuando lo vuelva a intentar dentro del horario de trabajo.
  • Todo lo puedo realizar, sólo que no sé cuándo. Hay que descomponerlo en fragmentos e ir haciendo posibles esos fragmentos. Claro, sin perder de vista la totalidad del objetivo.
  • Prefiero no tomar demasiadas notas. Si una idea es auténtica prevalecerá en mi memoria y podré volver a ella sin tantísimo esfuerzo.
  • Tener un cuaderno muy distintivo por cada tema que estoy desarrollando. Es como una plataforma donde puedo ir agregando todo lo correspondiente a un tema. De esta forma aunque pase mucho tiempo entre un avance y otro, siempre estará junta toda la información necesaria.

La recolección y siembra de la que hablé antes se alimenta sobretodo de tiempo. Mi metodología de trabajo se trata de:

  • Tratar de saber desde el principio cómo quiero que se vea en su generalidad mi obra (o cómo quiero que se escuche).
  • Definir un día y hora cada semana en los que tengo que ensayar obligatoriamente. Este momento es para REALIZAR. En este momento se toman las notas que se han hecho durante la semana, todas las ideas que han surgido, y se intentan materialmente. En este momento no hay tiempo de sentarse a pensar qué será lo mejor. Sólo se hace, quede mal o quede bien, se hace.
  • Tener en mi celular una nota con el título de cada proyecto que estoy realizando, para poder poner ahí las ideas que se me ocurren en la calle o en una fiesta o en el metro o platicando con alguien.
  • Al llegar a la casa tratar de vaciar esas listas y convertirlas en acciones, aunque sea con un pequeño trazo o un acorde de la guitarra, pero concretarlo, meterlo a mi sistema, acostumbrar a mi cuerpo a hacerlo.

Así, con el paso de las semanas y de los días, los trabajos se van realizando muy mezclados con mi vida cotidiana. De hecho se alimentan de ella.

Muchas veces la última etapa de la realización de las cosas sucede en un estado de emergencia, en donde algún factor externo me presiona a que acabe las obras. Entonces tomo un par de semanas en las que mi vida se convierte en UN SÓLO PROYECTO y los demás tienen que esperar. Es decir, continúo haciendo pequeñas acciones para que crezcan, pero toda mi atención se avoca a terminar el proyecto que es urgente.

Y así ha sido más o menos el ciclo de mis obras ya sea de música, de pintura o de grabado o de cualquier emprendimiento que haya tenido en los últimos años. Cada vez estoy aprendiendo más a aceptar que estoy trabajando aunque parezca que estoy echando la hueva.

 

 

 

 

 

Debuté en el Alicia!, how fuckin’ lucky?

«Diviértete», pensé y me tomé una cerveza, como nunca me permití hacerlo antes de un toquín con Las izquierdas… evitando a toda costa cagarla al tocar la batería.

«Ya estás aquí Mery, hay de dos sopas: sufres a cada acorde que no te sale o… confías en tí. En que lo que ya traes no lo vas poder mejorar ni perfeccionar en estos minutos que quedan, pero tienes algo que dar, algo que decir, no?»

 

Orlando Canseco escribió en Música Híbrida esta pequeña reseña acerca de la noche (que parecía un pinche sueño) de jueves 12 de noviembre en el Alicia.

 


 

Pucha Potens: una noche feminista en el Alicia

ORLANDO CANSECO. Para MH RADIO. 12 de noviembre de 2015. “Pucha Potens” es el nuevo libro que planea editar Diana “La Pornoterrorista” bajo su propio sello editorial: Papayita Ediciones, ya que su anterior editorial no puede por “problemas económicos”. El evento se llevó acabo en el Multiforo Cultural Alicia.

La noche se convirtió en feminista no sólo por el apoyo solidario que recibió Diana al comprarle su libro de “Pornoterrorismo” y por la mayoría de chicas que fueron a disfrutar del evento, si no por las cuatro propuestas musicales que se presentaron en esta noche.

La primera de ellas fue acargo de la alemana y artista plástica Ismael Otok y su serrucho melódico, que realizó una performance experimental que consistió en mostrar palabras escritas en hojas blancas, improvisar sonidos con su serrucho, procesarlos con un delay y cortar una pitaya (?) que se prestaba al juego de doble sentido al rebanarla con su instrumento melódico y regalarla a las presentes que la comieron con agrado y mucha satisfacción.

Vendría la presentación solista de Mery Buda que llamó “La extraña experiencia de Mery Buda” ganándose la simpatía de todes las presentes con su guitarra zurda y su bombo. Mery Buda tiene mucha gracia. No puede ocultar su nerviosismo. Sus rolas las ha ensayado como cuatro veces y se detiene: “¡Ah! ¡qué difícil!” comenta al tratar de coordinar guitarra, bombo y canto. Y todes la apoyan, le aplauden, le gritan, le festejan. Canciones como “Reclamo rude”, una honesta canción que dice: Recolectando abrazos de penas/va Mery por toda la ciudad/se ha quedado sin banda y sin nombre/pero no se considera en soledad… Me parece que su material sigue manteniendo ese punk directo a la cabeza.

Luego vendría Ali Gua Gua. La presenta Diana “La Pornoterrorista”: “Pues en esta noche tan emocionante con tanta amigas, tantas mujeres amadas de mi vida, aquí tenemos a Ali que entre otras cosas fue a quien se le ocurrió la idea de ‘No te agüites. Monta tu propia editorial’ y dije ‘¡Ah!’. También me sugirió que hiciera este evento en el Alicia”.

Ali Gua Gua se monta en el escenario y se avienta cerca de media hora con su material ‘Forever Alone’”, grabación del año pasado. Electrónica y cumbia, rap y resistencia, música sin género, improvisando en la lírica con sus largas mechas de cabello. Ali estaba fuera de control.

El evento de apoyo al libro de Diana, terminaría con la presentación de La Bruja de Texcoco que con un gran vestido azul brillante, un corazón del sagrado corazón sobre su pecho, tocado de flores rojas sobre su cabeza, un rostro maquillado y barbudo, realizó una interesante improvisación con arpa preparada sobre un video que habla acerca del desarrollo del fisiculturismo en el hombre.

El acto me parece más que interesante, pues mientras el “documental” habla en que forma y cómo la belleza del cuerpo del hombre ha tenido importancia en la cultural moderna, la imagen se disloca por dos elementos presentes: la actitud queers de La Bruja de Texcoco y el arpa como instrumento que por lo general en uchas representaciones estaba adjudicada al sexo femenino, lo que nos de cómo resultado, un cuestionamiento a la heteronormatividad actual, lo que es un aporte.

Diana “La Pornoterrorista” logró un evento interesante porque logró conjuntar a cuatro proyectos solistas que comúnmente siempre están acompañados de sus grupos musicales, haciendo que estos se muestren en su faceta creativa que es o era difícil de imaginar. Mucha suerte para ese nuevo libro que fue la causa de este evento que cerró con un gran palomas entre todos ellos.


 

Aquí el link de la nota en su lugar correspondiente, con las fotos y todo:

http://mh-radio.net/pucha-potens-una-noche-feminista-en-el-alicia/#


¿Y mi reseña?

Pues ahí les va:

Mi reseña sobre el Primer toquín de la experiencia de Mery Buda

Nota after Izquierdas

Todo me sirve para armarme. No quiero ser solemne. No quiero ser solista.

¿La experiencia de Mery Buda? Te soy sincera no está lista.

Es nada más el título que le estoy dando a mi carrera de todo, de músico, de bailadora de tubo, de dibujante, de lo que sea en que me convierta.

Hay una escuela, un principio en Las izquierdas. Me vi capaz de tocar, de mostrar mis ideas y de compartirlas, tanto con Gabo Salvaje como con Andrés (el Panzón anónimo). Pero ahora, ya crecida, ya pasado esto, hay otro viaje, otro pedo. Más abierto a todo, más libre.

Nomás (te soy sincera) que siento que no hay barandal de donde agarrarse…

 

Arturo J. Flores, escritor y editor me llamó por teléfono el miércoles para escribir esta nota sobre Las izquierdas y sobre mí después de ellas en su columna en Marvin!!

Muchas gracias Arturo!!!


Detrás de la separación de Las Izquierdas (Había una vez una banda de Pole Punk)

Por Arturo J. Flores

Fotos cortesía de Las Izquierdas

¿Por qué se separaron Las Izquierdas?, le pregunté a Mery Buda mientras bebíamos café. Esa tarde me contó la historia completa. Por consideración reproduzco sólo lo que hace dos días me dijo que podía contar: “porque dos de nosotros éramos novios. Terminamos y pensamos que era lo mejor no seguir con el grupo”.

Lo más triste es que apenas se había publicado la versión física de su disco Maratón Chafarama con Las Izquierdas, disponible tiempo atrás en Soundcloud. De hecho, su última tocada tuvo lugar en la presentación del mismo en el Foro Alicia el pasado 11 de septiembre. Esa fecha nos gustó para las tragedias.


Conocí al grupo por casualidad. No me fío por completo de mi memoria, pero me parece que leí que un colega periodista había tenido un desencuentro con Las Izquierdas a propósito del video del tema Liz, La Encueratriz.

 

Como morboso profesional que soy, me acerqué a conocer la propuesta de esta banda integrada por Mery Buda, El Panzón Anónimo y Gabo Salvaje. Varias son las razones por las que me enganché con el trío. Primero, su sexualidad rampante. Más allá de lo cachondo, provocativo y transgresor que me pareció que en sus fotografías aparecieran desnudos, rozándose los tres en el interior de una bañera al más puro estilo poliamoroso, resaltó que además de una guitarra, una trompeta y un remedo de batería, Las Izquierdas cargaran de aquí para allá con un tubo de pole dance del que los tres, no sólo la bellísima Mery, se pusieran a realizar acrobacias durante sus explosivos conciertos.

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La historia del tubo, me contó Gabo, proviene del pasado de Mery como stripper profesional. Ella, cuando compartimos aquel café una semana después del rompimiento del grupo, me contó aquella aventura en la que, después de abandonar la casa familiar siendo muy joven y tomar las riendas de su vida, por casualidad se encontró bailando en el tubo en un club de mala muerte a la orilla de la playa.

Esa fue la segunda razón por la que Las Izquierdas se convirtieron en una de mis bandas favoritas: porque les creo. Personalmente no pienso que el punk tenga que ser rápido y furioso si no desea serlo. Pero agradezco que si lo es, se escuche y se vea auténtico. La propuesta minimalista de Las Izquierdas (y detalles como subir a YouTube un ensayo en la casa de la familia de Mery, con todo y familia) cargaban de energía y buen humor una joven escena indie a veces ahogada en su propia solemnidad.

 

 

Pero Las Izquierdas ya no existen más. Odio nunca haberlas visto en vivo, porque cuando se presentó el disco en el Alicia yo me encontraba fuera del país.

Agradezco sin embargo que Mery y yo seamos amigos.

Cuando terminamos aquel café, le pregunté:

-¿Volverás a la música?

Y ella dijo:

-Me siento muy mal, tendrá que pasar mucho tiempo.

Se despidió dándome un abrazo que me dejó adherida al pecho una parvada de pájaros heridos.

Hace una semana me enteré que Mery volverá a las andadas. Esta noche de jueves volverá a presentarse en el Alicia, como invitada de Diana J. Torres, autora del libro Pornoterrorismo. La fiesta comienza a las 19:39 de la noche (muy a la usanza Alicia) y estarán también Ali Gua Guá y La Bruja de Texcoco.

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Con ese pretexto me puse en contacto con Mery. Esta vez su voz sonaba viva, animada, llena de ímpetu.

Me contó que había vuelto a componer y que para esta presentación tocaría entre tres y cinco de sus “rolas más sexosas”, que de momento se abocaría a tocar “mi guitarra y mi bombo” y que el tubo –solo por esta tarde –tendría que quedarse de lado. Aunque también me comentó que el sábado 14 la habían invitado a bailar junto a otros amigos también acólitos del Pole dance.

-También tengo ganas de hacer música electrónica, pero usar las cosas. Estoy tomando cursos para aprender Ableton y programas así, para poder montarle encima lo folk –me comentó.

-No eres nueva en esto, pero supongo que no es lo mismo subirte al escenario cobijada por un grupo, que tú sola -le dije.

-Me estoy cagando de miedo.

Volvimos a hablar sobre Las Izquierdas. Mery me dijo que había visto a Gabo y habían hablado. Faltaba tocar base con El Panzón. Sin embargo, la separación era un hecho irreversible.

-¿Los extrañas? Aún tienes una foto de los tres en tu perfil de Facebook.

-Los extraño cabrón. Creo que tengo que cambiar esa foto.

Y me contó que después del rompimiento del grupo, sacó de su celular el disco Maratón Chafarama con Las Izquierdas porque no soportaba que una canción se colara en el shuffle de su música sin que se le hiciera un nudo ciego en la garganta y el corazón se le rompiera en cachitos. Ahora ha podido escucharlo nuevamente sin tanto dolor.

De hecho, su tesis de licenciatura será sobre la historia de Las Izquierdas.

Debería concluir diciendo que me gustaría que los tres se reunieran nuevamente. Pero no. Creo que la grandeza del grupo radica en su corta vida. Como la de los Sex Pistols. Mejor que cada uno nos entregue nuevos proyectos en el futuro. Qué bueno que hubo quienes vieron a Las Izquierdas en vivo y otros, como yo, que sólo reproducimos en YouTube los momentos en que Mery giraba como posesa en el tubo al mismo tiempo que sus compañeros destrozaban sus instrumentos y la gente se sacudía en el Mosh pit como atacada por una plaga de pulgas asesinas.

Hay bandas que no deberían salir nunca de las alcantarillas porque ahí son más grandes de lo que podrían serlo en la superficie.

PD.- Cómprense el disco físico, es una pieza de colección.

 


 

Aquí está el link de la nota en su lugar correspondiente:

http://marvin.com.mx/columnas/arthur-alan-gore-en-mis-tiempos/detras-de-la-separacion-de-las-izquierdas-habia-una-vez-una-banda-de-pole-punk/95645

La experiencia de Mery Buda sale a flote

Ahora sí. Después de lamentar profundamente la desaparición de Las izquierdas, Mery es sacada de su agujero (gracias Melina y Diana) para echar el show!!!!

Dos en un mismo fin de semana, miren:

1. Jueves por la noche (12 noviembre de 2015) Diana J. Torres recaudará dinerillo para la edición independiente de su nuevo libro ‘Pucha Potens’, y Mery Buda está invitada para echarse 3 cancioncillas!!! En el Alicia!!

Ahí merengues!

Una especie de noche de chicas forever alone, se presentará Ali Gua Gua, La bruja de Texcoco, Otok y La experiencia de Mery Buda:

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y,

2. Sábado por la noche (14 noviembre 2015), nuestra amiga Gabi Nápoles celebrará con fiestón loco su cumpleaños. Y Mery Buda está invitada para bailar con su tubo y todos sus amigos!!!

Tendremos a Sugar, Stephy, Charlee Chamuko, Delilirium Candidum, Baguira y a Mery Buda echándose sus tres rolillas striptease chingón!

Además es un tokín de K Pasa USA!

La dirección es Ayuntamiento 145 col. Centro, es el Capitán Gallo, es entrada libre y se vende cerveza.

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La onda estará así:

20:00 – inicio de exposición de arte con piezas a la venta (@Jimena Martinez Toro, Delilirium candidum, Diana Mariño, Azu Baeza, Colectiva Justicia Sexual, Nelly César, más por confirmar)
21:00 – proyección de cortos (Gabriela Napoles, Karen Benavides, Ceniza Magenta, Malena Gaze, K pasa USA, Gaby Velez, Jasmina Hirschl, Cynthia Candelas, Paolo Vaginolio, Grethel Castillo, Adrianna Ross, Juan Soto Ramirez, Laura Herrero Garvín, Miroslav Dandy Dust)
22:00 – Baile de tubo «La Experiencia de Mery Buda»
22:30 – Performance y el Desmadre Sangriento de K pasa USA
24:00 – Baile de tubo «La Experiencia de Mery Buda»
24:30 – DJ Set inolvidable por the tbd y haku zai (música tropical + house!)

 

2015.11noviembre.14 capitan gallo la experiencia de mery budaLa vida nos sonríe

Ojalá los vea por ahí en alguno de los dos eventos.

Besitos de Mery Buda