Tesis sobre Las izquierdas día 13

4. ¿Para qué chingados quieres ser famoso?

Por último me corresponde hablar de una condición que a muchos artistas anima, a otros castra, y a algunos más les provoca sentimientos de fracaso: La fama.

Yo entiendo la fama como el fenómeno a través del cual personas que tú no conoces te conocen a tí. Se puede dar en muy diferentes escalas, con muy diferentes intensidades en muy diferentes duraciones de tiempo. Algunas veces es instantánea debido a la difusión y compartición de material por Internet en la actualidad. También cabe mencionar que puede llegar por toda clase de motivos, que van desde la sorpresa por las increíbles habilidades de alguna persona, hasta el morbo por un tiroteo o asesinato fuera de la regla común, pasando por gamas menos extremas, como los efectos humorísticos o la identificación de emociones del público con personas de todo el mundo. 

El caso es que, teniendo a la mano tales herramientas de comunicación, no estará de más preguntarnos a manera de filósofos clásicos: Si la fama llegara a mí, ¿para qué podría usarla?

«Lo que me rompía el corazón es la gente que lo miraba y pensaba que ser yonqui era guai. Para mí, el comportamiento de Sid era un acto criminal contra la humanidad porque era un ejemplo de autodestrucción. ¿Cómo le puede parecer eso atractivo a nadie? Y luego estaban los medios, siempre dispuestos a empaquetarlo y venderlo porque desviaba la atención del contenido político de las canciones.» (John Lydon)

Este fragmento lo tomo de la autobiografía del vocalista de los Sex Pistols, Johnny Rotten, quien habla de su fallecido amigo y bajista de la banda. Sid Vicious pasó a la historia con la fama de no haber sabido tocar su instrumento, de haber asesinado a su novia y de haber muerto sumamente joven a causa de una sobredosis de heroína. Lydon escribe:

«Sid, amigo mío. Entrar a la banda acabó con él. Me rompe el corazón. Lo arrastró al abismo y, al mismo tiempo, hizo que la banda fuera mejor.» (John Lydon)

La historia del rockanroll está llena de aquellos relatos de muertes tempranas, siendo aquel un lado algo oscuro de la fama. Pero yo intuyo que con estas herramientas que vamos recolectando (la disolución del ego, la apertura a nuestras oscuridades y la conciencia de uno mismo como personaje que performa) se puede hacer de la fama una herramienta más que un deseo:

«Desear algo es, en definitiva, tendencia a la posesión de ese algo; donde posesión significa, de una u otra manera, que el objeto entre en nuestra órbita y venga como a formar parte de nosotros… el deseo muere automáticamente cuando se logra» (Ortega y Gasset)

Eso nos dice Ortega y Gasset en sus extensos estudios sobre el amor, con la intención de descifrar la diferencia entre amar a alguien y desear a alguien. Pero en este caso a mí me sirve para hablar del deseo de fama. Que según esta definición, sería querer poseer la fama, querer que forme parte de nosotros.

Y he aquí la primera clave… quizás si la entendemos no como una posesión, sino como una circunstancia, nos será menos abrumador lidiar con el concepto. Me gustaría hablar un poco de los Rupestres, un grupo de músico mexicanos que se dieron aquel nombre en colectivo desde los 80’s:

«La propa anunciaba: 3 días, 7 cantantes, 100 rolas, solistas y acompañandistas, Foro del Dinosaurio, 19.00 hrs. 200 varos; Rockdrigo González y Roberto González el primer día, para el día siguiente: Jaime López (con todo y Cecilia Toussaint), Eblem Macari y Rafael Catana (acompañado de Mario Mota y el que esto escribe); para terminar la tercera fecha con: Memo Briseño y Alejandro Lora (en dueto) y Roberto Ponce… Todo esto hubiera quedado en una tocada más del desarticulado movimiento rockero de la ciudad, sin embargo representó un atractivo inusual y la gente abarrotó el foro del Museo de Chopo desde la primera presentación, como un reguero de pólvora… la mención de que algo nuevo había surgido (no se sabe qué) iluminó nuestras vidas.» (Arrellín)

Y bueno, como vemos, entre aquella lista de músicos el más famoso hasta hoy en día es Alex Lora, y le sigue el fallecido Rodrigo González. Pero lo encantador de este autonombrado colectivo son sus declaraciones en manifiesto tipo Vanguardias:

«Aventuraré una breve definición de lo que para mí significa: La mayoría de los nombrados de esa forma vienen de tradiciones rocanroleras (blues, rythm and blues, rock de los 60’s y los 70’s), además de un conocimiento de los estilos musicales mexicanos (el guapango, el son, el bolero), han participado con o en grupos de rock, sus letras narran experiencia vitales relacionadas con la ciudad y los personajes que en ella viven, leen.

En fin como diría el buen Redrogo [Rodrigo González] en su manifiesto:

Los rupestres por lo general son sencillos, no la jacten mucho de tos con tanto chango y faramalla como acostumbran los no rupestres, pero tienen tanto que proponer con sus guitarras de palo y sus voces acabadas de salir del ron; son poetas y locochones; rocanroleros y trovadores.» (Fausto Arrellín)

Y, lo que me parece más atractivo, es la fuerza que toma su historia cuando a la fecha (2017) continúan teniendo presentaciones íntimas, modestas y con una gran calidad musical que estoy segura que no a pocos a hecho estremecer. Pero, ¿a dónde quiero llegar con esta charla sobre los Rupestres? Quizás a iluminar un área de nuestras ingenuas mentes, que nos dice que la fama es buena, deseable, una meta, hacia otro punto de vista, que desde los 60’s (¿será acaso la aparición y esparcimiento del televisor?) se viene gestando:

«El espectáculo es la reconstrucción material de la ilusión religiosa. La técnica espectacular no ha podido disipar las nubes religiosas donde los hombre situaron sus propios poderes separados: sólo se los ha relegado a una base terrena. Así es la vida más terrena la que se vuelve opaca e irrespirable. Ya no se proyecta en el cielo pero alberga en sí misma su rechazo absoluto, su engañoso paraíso.» (Debord:1967)

Tal vez tener esto en cuenta nos ayude a encontrar oportunidades en los contextos más modestos. Ya sin buscar legitimidad, reconocimiento masivo, no fama, sino comunicación, conexión y la posibilidad de contribuir con nuestro servicio de artistas a formar comunidad humana.

En el curso de Las izquierdas, fue Andrés el más entusiasmado con la compartición mediática de nuestras creaciones y hazañas. Sabiendo ver en la actualización de los medios de comunicación y redes sociales, en algún punto se decidió a hacerse de una cámara profesional, tomar un taller de edición de video en Casa Gomorra e inaugurar lo que él bautizó como ‘Martes mediáticos con Las izquierdas’. el objetivo de esta dinámica era estar presentes en la realidad virtual, es decir, autopublicitarnos.

Me parece valioso el tomar en las propias manos el poder de hacer y de comunicar, arrebatándole así los tintes de esperanza y de magia a la difusión del trabajo propio:

«Afortunadamente aún se puede creer en ese rock, que como bien comentó Ali Gua Gua, Las Izquierdas ‘cultivarán tablas y un sincero following antes de pasar por el estudio en lugar de debutar en el Vive Latino y no saber qué hacer cuando se les rompa una cuerda'». (Orlando Canseco)

Al igual que regresar la comunicación directa entre el artista y quien se sienta identificado con su mensaje:

«… cuando por cualesquiera razones un ritual funciona, el intercambio de cualidades entre los polos semánticos parece (según mis observaciones) alcanzar efectos genuinamente catárticos, ocasionando en algunos casos verdaderas transformaciones de las personas y las relaciones sociales.» (Turner;29)

Después de los Sex Pistols, Johnny Rotten (quien a la fecha cuenta con 60 años de edad) fundó el proyecto Public Image Limited (Pil), con quienes todavía performa. Y, habiendo salido vivo de la lección de la fama, nos dice sobre sus intenciones con Pil:

«Nos haríamos hueco por la calidad de lo que hacíamos y no por volumen de ventas. La palabra ‘limited’ se refería a limitar nuestra imagen pública, a no permitir que las revistas de cotilleo llegaran a nosotros, a que nuestra vida privada siguiera siendo privada, a trazar unos límites muy claros con la industria publicitaria y su avidez por los escándalos. Eso era exactamente lo que Malcolm [el manager de los Sex Pistols] había cultivado y que a mí me había parecido tan nocivo. Es perjudicial para la salud, de verdad que lo es.» (John Lydon)

Por su parte, el fin de Las izquierdas llegó paradójicamente el mismo mes en que se presentó el disco en el Multiforo Alicia y en que aparecimos en las páginas de la edición impresa de Play Boy de México. El chiste se cuenta por sí mismo…

Posiblemente la fama nunca fue ni el objetivo ni el destino de la banda. Ya acabadas Las izquierdas, una de las últimas cosas que Andrés me dijo fue: «Mi misión era ayudarte a cumplir tus sueños, y pues ahí está. [ya tienes disco]»

Tesis sobre Las izquierdas día 12

3. Una manita de gato

A estas alturas es prudente hablar de personajes. Intentar desentrañar cuál es la necesidad o el beneficio de crearlos (muchas veces en el lugar de nuestra propia persona) y usarlos para encararnos al mundo exterior como creadores, a veces como un puente para que lo que expresamos tome mayor fuerza.

Comenzaré con un fragmento de un pequeño ensayo escrito por Ramón Gómez de la Serna donde habla del ‘nom de plume’ que en tiempos pasados utilizaban los escritores:

«El seudónimo le desprende al escritor de lo más pesado de sí mismo; lo coloca frente de sí como una invención más de su imaginación, pero la invención de la que se poseen los secretos y a la que es más fácil insuflar la vida verdadera… Hay quien no tiene bastante decisión para adoptar un seudónimo, pues en el primer momento tiene el acto de suicidio» (Gómez De la Serna;5)

A veces plantearse a sí mismo como un personaje es fruto de la necesidad de que exista un ser que no cargue con la propia historia, sino que sea nuevo, que se le pueda poner el aspecto, las palabras, las expresiones que uno quiera. Y esta creación de personajes se usa no solamente en el ámbito de las artes, sino en otros contextos, donde la proyección de sí mismo al exterior a voluntad moldeable, es una comprensión de una especie de poder, una especie de barrera entre nuestro ser vulnerable y nuestro ser propósito. Pienso en el subcomandante Marcos, el personaje que en 1994 salía en los periódicos hablando de lo que defendía y exigía el Ejército Zapatista de Liberación Nacional con su breve guerra armada: reconocimiento.

«Rafael Guillén, o quien quiera que sea, ya no es el estudiante postsesentaiochero de antes, amante de los libros, de las discusiones literarias y filosóficas, trotamundos, residente en París durante algunos meses. Abandonó todo esto, dejando atrás ‘los muertos necesarios para entender que había que irse para regresar de otra forma, ya sin rostro, ya sin nombre, ya sin pasado, pero otra vez por esos muertos’. De ese pasado, sus palabras, sus gestos, conservaron una fuerza exuberante, una sensibilidad y un humor que mal ocultan su sorda angustia.» (Le Bot;7)

El personaje es una oportunidad imaginada por el mismo autor de este personaje. Es, como decía Gómez de la Serna, un tipo de suicidio. Pero eso implica que también es  una especie de renacer, producto de un atrevimiento muy grande de ‘disolver el ego’, y a la vez de tomar lo que sirve, lo que escogemos de nuestro interior, lo que encontramos valioso, útil de proyectar, descartando partes de nosotros que en el aspecto performático quizás no favorecen el mensaje que buscamos que se entienda.

«El que ha pasado por ese momento irremediable de la posibilidad del seudónimo y no lo ha adoptado, ya no podrá corregir su indecisión. A veces pensará: ‘¡Qué no hubiera yo escrito de haber tenido un seudónimo!'». (Gómez de la Serna;6)

Pero para lograr llevar a la vida un personaje inventado por uno mismo, y que será presentado mediante el cuerpo y el accionar de uno mismo, no sobran ni las herramientas personales del uso de la energía de las que ya hablamos, y tampoco están de más algunas modificaciones contundentes de lo visual de nuestro cuerpo, llámense máscaras, maquillaje, vestuario y demás artificios.

En el caso de Las izquierdas, los tres parecíamos entender muy bien de lo que eso se trataba, puesto que antes de tocar, sin falta nos cambiábamos, planeábamos las capas de ropa de nuestros strip-teases y calentábamos nuestros cuerpos para entrar en escena, irrumpir no como las personas que ya llevaban dos horas  en el lugar, sino como un conjunto visual casi fantástico:

«Panzón Anónimo viste una falda negra que después se despojará para presumir su tanga. Y vestido así, o mejor dicho, desvestido así, prepara la rola ‘Él se robó mi dinero’, crónica urbana llena de onirismo. Es la primera vez que suena la estridente trompeta de Gabo, mientras Panzón Anónimo sube al tubo a tocar con la guitarra. Me recuerda a San Sebastián, aquel santo asesinado a flechazos y amarrado al tronco de un árbol, pero Panzón Anónimo, sujetando la lira y haciendo ‘tubo’.» (Orlando Canseco)

Y es que un personaje en un escenario es mucho más efectivo que una persona para encender las metáforas y las imaginaciones de los que presencian el acto. Invita totalmente a la reflexión y a veces funciona como recipiente de significados, se vuelve un símbolo:

«Nos fijamos sobre todo en Las izquierdas – nos subraya Fabiola [integrante de la Colectiva Las gafas violetas… creemos en la micropolítica, en el feminismo radical]. Percibimos una propuesta transfeminista. Traen una cuestión más de destrucción del género, de subversión de roles. » (Orlando Canseco)

Me viene a la mente David Bowie y su larguísima historia parchada con tan diversos personajes:

«By becoming someone else, Bowie was able to see the world and talk/sing about it through a different point of view, projecting things that he never would have as David Bowie-or even as David Jones… This can be interpreted as Bowie’s stage personae being what made him scape from his previous attempts to reach musical success, encouraging him to go beyond his own self. (Devereux;350)

Y lo curiosos que es esta constante necesidad de matar y nacer, incluso construyendo personajes sobre lo que ya es de por sí un personaje (es decir, por ejemplo Ziggy sobre Bowie, que a su vez está construido sobre David Jones).

«…in Bowie’s case, the creation of characters was built not only to serve as a mask that protected his real Self from public opinion -which could be very cruel- but also as a tool that allowed him to experiment without social and psychological filters. In his 1978 Crawdaddy interview, Bowie referred to Ziggy as a combination of Archetypal Prima Donna and Messiah Rock Star. That went  through a lot of the characters -the arrogance and the ultra-ego quality. I left it to them to take on the repressed ego qualities that I had in me, that I would have loved to produce in my real persona.» (Bowie cited in White, 1978) (Devereux;348)

¿No nos hace pensar incluso en nuestro actuar cotidiano y en todas las posiciones que tomamos en diferentes contextos? La diferencia la hace la conciencia, el saber, el decidir que lo estamos haciendo. De alguna forma a esas transformaciones se les puede dar una dirección intencional:

«Aunque en un principio el pasamontañas tenía una función exclusivamente utilitaria, adquirió luego la de máscara para ocultar la identidad personal y crear una imagen con la que los olvidados, y con ellos todos los mexicanos ávidos de justicia, pudieran identificarse, sin importar sus diferencias. ‘Cualquier mexicano puede enfundarse un pasamontañas de estos y volverse quien soy yo’. El pasamontañas es un espejo para que los mexicanos (‘tomen un espejo y mírense) se descubran, para salir de la mentira y el miedo que los enajenan. Un espejo que llama al país a interrogarse a sí mismo sobre su porvenir, a reconstruirse, a reinventarse. (Le Bot)

Y es que después de todo de esto se tratan los símbolos:

«Se puede definir el símbolo, de acuerdo con A. Lalande, como todo signo concreto que evoca algo ausente o imposible de percibir» (Durand:1971;13)

A veces actos performáticos mucho menos trabajados que los de Bowie, quizás por el mismo desconocimiento de lo inefable o incapacidad de enunciarlos, dejan mucho más abierto su significado. Personalmente yo encuentro esta forma (la zapatista, digamos) un poco más congruente con los alcances humanos. Quizás esta imperfección, este inacabamiento, ayudan a que los gestos sean absorbidos como símbolos, antes que como explicaciones lógicas-freudianas-psicológicas de lo que se está llevando a cabo:

«El zapatismo aporta más preguntas que respuestas, sin duda. Ésa es una limitación suya, pero en ello también radica su interés y originalidad. Si este libro puede contribuir a la comprensión del zapatismo por aquellos que no son zapatistas, e incluso por los zapatistas mismos, como desea Marcos; si abre alguna perspectiva o suscita un esbozo de respuesta, por modesta que sea esta contribución, habrá cumplido su propósito» (Le Bot)

Es eso lo que escribe el autor Yvon Le Bot, un sociólogo extranjero que se dio a la tarea de entrevistar directamente a los dirigentes zapatistas de aquel tiempo.

 

Tesis sobre Las izquierdas día 11

2. Un poquito más de apertura, un poquito menos de prejuicio

Todo sirve: La narrativa, los rituales, el silencio, la sociología (lo que sepas de ella), la historia, lo occidental, lo oriental, lo indígena, lo lejano, lo cercano, lo discreto, lo espectacular. Tu inocencia, tu perversión, tu amor, tu odio, tu coraje. Incluso tu frustración o impotencia nos pueden servir… Tus maromas, eso que haces en secreto, tu exhibicionismo, mi violencia…

Para empezar mencionaré a grandes rasgos una distinción a la que el científico Albert Hofmann ilustró como ‘mundo interior y mundo exterior’:

“Por mundo exterior se entiende todo el universo material y energético al que pertenecemos también con nuestra corporeidad.

Como mundo interior se designa la conciencia humana. La conciencia se escapa a una definición científica, pues se precisa de la conciencia para reflexionar acerca de qué sea la conciencia. Esta puede ser únicamente descrita como el centro espiritual receptivo y creativo de la personalidad humana.

Existen dos diferencias fundamentales entre mundo exterior e interior. Mientras existe un solo mundo exterior, el número de mundos interiores, espirituales, es tan grande como el número de individuos humanos. Además, la existencia del mundo exterior, material, es objetivamente demostrable, mientras que el mundo interior representa una mera experiencia espiritual subjetiva.” (Hofmann; 1997)

Hofmann es el científico que sintetizó el LSD alrededor de los 1940s. Este libro casi didáctico que publicó medio siglo después (llamado «Mundo interior, mundo exterior»), habiendo llevado una vida observadora y en extremo perceptiva, ahora me sirve para definir el límite que hay entre lo que ocurre dentro de nuestras cabezas y lo que ocurre fuera.

Esos dos mundos conviven y a veces, si no nos fijamos, podríamos confundirlos grandemente. Este fragmento de aprendizaje que que quiero plasmar es una invitación a dejar de juzgar nuestro mundo interior por las reglas del mundo exterior. Es decir, aprovechar este espacio en el que nadie nos juzga y en el que a nadie afectamos para atrevernos a voltear las cosas, tomar las que estén puestas en un lugar y colocarlas donde nos plazca. Y a partir de esa apertura, y de una conciencia constante sobre qué cosas están pasando afuera y qué cosas están pasando dentro de nosotros, quizás podremos empezar a ver el mundo de forma distinta. Y con suerte le perderemos el miedo a cuestionar estructuras que no nos hacen sentido. Y tal vez con todo el peso de nuestro mundo interior ya más claro, hasta podamos decirles ‘no, gracias’ a esas estructuras.

Tomaré un fragmento de Demian, el libro de Hermann Hesse, que en esta ocasión está a su vez citado por Racionero dentro de las Filosofías del underground, para ilustrar la ‘ética amoral’ que proponía Hesse en su literatura:

«No quiero decir que debes hacer simplemente todo lo que te pase por la cabeza. No. Pero no debes cortar y rechazar esas ideas exorcizándolas o moralizando sobre ellas. Debes tratar tus impulsos y las llamadas tentaciones con respeto y amor. Entonces te revelarán su significado, y todas ellas tienen significado… la persona que quieres eliminar no es nunca, por supuesto, el Sr. X, sino una mera excusa. Si odias a una persona, es porque odias algo en ella que está dentro de tí; lo que no es parte de nosotros, no nos inquieta» (Racionero;56)

Aquel fragmento ilustra el espíritu de una época en la que el psicoanálisis empezaba a ser del interés de muchos artistas y filósofos. Retomaré las conversaciones con el Dalai Lama, para mostrar la parte en la que los científicos que lo visitan buscan explicarle lo que ellos encuentran equivalente a ciertos conceptos del budismo en su cultura e inevitablemente llegan a Sigmund Freud:

«En mi papel como organizador, era mi responsabilidad asegurarme de que el Dalai Lama y los tibetanos tuviesen una adecuada presentación de los enfoques occidentales respecto a las zonas de penumbra del ego. El psicoanálisis ha introducido en el campo común dos ideas clave para esta reunión: la noción del inconsciente humano y sus honduras, y el papel central que desempeñan los sueños en la exploración de la psique humana» (Varela:1999;71)

Debo mencionar que Andrés estaba bastante familiarizado con el psicoanálisis, y dentro de las Izquierdas, esto se traducía como una total apertura de cada integrante a las ideas de los otros miembros de la banda. Es decir, gozábamos una especie de libre asociación , en la que, por ejemplo en la redacción de la letra de las canciones, se permitía tomar cualquier camino a fin de ver a donde nos llevaba. Ya después eligiendo lo que a los tres nos pareciera mejor:

«El método empleado por Freud para llegar a la verdad subyacente, oculta en los sueños  consistía en tomar diferentes partes del sueño y alentar a sus pacientes a emplear la asociación libre -diciendo todo lo que acudía espontáneamente a su mente -en relación con cualquiera de los elementos del sueño. La idea general era que uno entra en un estado de no-integración, abriéndose, suprimiendo el control, en que uno ya no depende de su pensar cortical, en vez de lo cual deja que ideas, percepciones, recuerdos y visiones acudan libremente, incluso cuando parecen incoherentes, desconectados o inaceptables.» (Varela:1999;83)

Es posible construir caminos novedosos e inesperados en nuestra forma de hacer arte, si tan sólo nos permitimos ver nuestras ideas y nuestros recursos con una perspectiva abierta, que muchas veces escapa de lo coherente, lo conectado y lo aceptable. Es muy diferente enunciar las cosas en voz alta, para después descubrir las frases o formulas que uno tiende a repetir. Sólo de esa manera se pueden descubrir los propios esquemas mentales y, si se requiere, transformarlos.

Una psicóloga llamada Joyce, la encargada de explicarle el psicoanálisis al Dalai Lama dice:

» ‘Eso se llama asociación libre. Como ustedes pueden ver, el único lugar en que nos permitiríamos hablar de ese modo descontrolado es en el psicoanálisis. Si lo hiciéramos en otro lugar, pronto quedaríamos sin amigos!’ Todos reímos ante la imagen de vivir nuestra vida en libre asociación, trastornando a todos con nuestra ambivalencia consciente e inconsciente.

Joyce continuó: ‘La asociación libre lo lleva a uno a expresar sentimientos e ideas que uno nunca habría querido contarle a nadie, ni siquiera a uno mismo. De este modo se obtiene cierto nivel de verdad acerca del propio ser y de la propia manera de relacionarse con otros y con la vida en general’.» (Varela:1999;84)

Ante esto puedo decir que para mí esa era gran parte de la fortuna de Las izquierdas: en el contexto creativo cualquier comentario colado y raro era muy apreciado. Esto causaría una sensación de verdad parecida a la descrita por aquella psicóloga, pero a partir de un acto creativo más que de un psicoanálisis como tal.

Alguna vez yo dije ‘Gabo es una mujer’, cantando el riff que el Panzón anónimo nos había estado tratando de introducir a Gabo y a mí durante un ensayo. De tanto repetirlo para matar el tiempo de espera de un vagón vacío en la hora pico del metro, salió la canción ‘Maratón chafarama con Las izquierdas’, en la cual ‘Gabo es un agujero’, una asociación lingüística que terminó por hacernos sentido a los tres como para incorporarla y hacer canción a partir de ella. Todo sirve: Igualmente el título del disco ‘Maratón chafarama con Las izquierdas’ surgió de un comentario a medio ensayo en el que en realidad lo estábamos haciendo muy mal todo, pero ‘eso’ quedó.

Maratón Chafarama con Las Izquierdas (hasta se siente bien decirlo) es, en efecto, un collage maratónico de lo-fi contestatario, a base de una batería, una guitarra eléctrica al volumen 11, una trompeta, alguna armónica y un tubo (sí, para pole dancing). Podríamos ponernos a hablar de las presentaciones en vivo de Las Izquierdas, donde un tipo de 1.90 hace solos mientras se columpia del tubo, una chica topless golpea la tarola con furia y un trompetista, igualmente en pelotas, eleva a nivel mítico el performance, pero mejor pasemos a hablar del disco…” (Andrés Murillo)

Revisando un libro que habla sobre la evolución musical, performática y visual de David Bowie, encontré en una parte:

«When the subject is unable to cop with his/her drives and therefore denies their existence, they are pushed into the subconscious where sooner or later they surface as a neurosis… The positive way of coping with a socially non-accepted perversion is expressing it through Art -and that is the basic Freudian explanation for so many hidden meanings in masterpieces (Devereux;322)

Esto nos recuerda lo perjudicial que resulta a largo plazo reprimirse los impulsos. Ese hecho ha sido ampliamente estudiado, pero al momento de tomar decisiones que realmente nos comprometen como, por ejemplo, el contenido de nuestra obra artística, ¿no es verdad que tendemos a reprimirnos lo que nos pueda avergonzar o nos pueda hacer ver mal? 

Es importante saber que el arte es un campo abierto. Que para su concepción, es válido explorar en formas y temas que realmente nos inquieten. Hallé en una antología del CENART sobre interdisciplina, este fragmento escrito por una de las profesoras, performancera y bailarina Pilar Urreta: 

«…lo que he propuesto, a lo largo de la exploración y la reflexión, ha sido adentrarnos en la intimidad de nuestro proceso, encontrar el centro, en origen de nuestro impulso creador, y escuchar su voz con atención y honestidad. Me parece que las palabras de Joseph Campbell vienen precisas para concluir:

Allí donde pensábamos que encontraríamos algo terrible, encontraremos un dios; allí donde pensábamos matar al otro, será nuestro propio ego el que sacrificaremos; allí donde pensábamos caminar hacia el mundo exterior, nos dirigiremos hacia el centro de nuestra propia existencia; allí donde pensábamos estar solos, estaremos con el mundo todo» (Jiménez:2005;99)

Esa es una lección que aprendí al lado de Andrés, después de ver que una idea que yo tuve y me parecía ridícula, se convirtió en una de las canciones más pegajosas de Las izquierdas: ‘Él se robó mi dinero’. Yo había hecho la canción para desahogarme una vez que se me desapareció un dinero de mi alcancía, y se la canté a Andrés. Luego ya con Las izquierdas, él le puso guitarra y mi primera reacción fue negarme por completo a integrarla al set de canciones de la banda. Cosa misma que me pasó con su idea de incorporar mi tubo de baile a los shows. Mi primera reacción fue también negarme por completo.

«Además de tocar como unas bestias venidas del averno es extremadamente divertido ver esa reapropiación del tubo que hacen Las izquierdas. El pole dance ya no es la expresión vertical del stri tease, sino un elemento tangible para expresar rabia, deseo, hambre de escenario, exhibicionismo y punkitud. Como quien dice, el tubo se convierte en un instrumento no musical importantísimo que juega un papel único en el escenario como elemento de extremo poder, un falo metálico de dos metros y medio que confronta constantemente con fantasías y roles a la audiencia» (Ali Gua Gua)

¿Cómo iba a saber que abrir mi universo a posibilidades que se me hacían ilógicas o fuera de lugar iba a provocar reflexiones de esta naturaleza? Aquel fragmento lo tomé de un texto que Ali Gua Gua publicó al poco tiempo de alternar con nosotros en el escenario del Foro Alicia.

Y justamente eso es lo interesante de abrirse a cualquier dirección que nos insinúe nuestra mente. Que muchas veces provoca que realicemos cosas que parecían imposibles. Y se puede expandir tanto que acabamos, por ejemplo, siendo multidisciplinarios, transdisciplinarios, interdisciplinarios, cuando muchas de las estructuras del mundo exterior nos dicen que incluso el sólo hecho de ser artista es lejanísimo:

«La transdisciplinariedad concierne, como el prefijo «trans» lo indica, lo que está a la vez entre las disciplinas, a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su finalidad es la comprehensión del mundo presente en el cual uno de los imperativos es la unidad del conocimiento.» (Basarab:1996;35)

Si empezamos a permitirnos tomar las direcciones que nuestra mente nos indica (ya sea basándose en su intuición o en su experiencia), tal vez lograremos acercarnos un poco más a esa unidad del conocimiento que menciona el físico Nicolescu Basabarab en su Manifiesto sobre la Transdisciplinariedad.

Por otro lado, tomo al estudioso Jorge Dalmau de la Universidad de Barcelona, quien cuestiona en un breve artículo si los diferentes modos de hacer serán disciplinas?

«La transdisciplinariedad nos habla de independencia en la forma de definir y analizar los problemas, sin respeto a los límites disciplinarios.» (Dalmau;problemática interdisciplinar)

“La interdisciplinariedad puede ser considerada como una propiedad que surge fragmentando los límites establecidos y por ello busca su propia  razón  de  ser  en  otras  disciplinas  o  campos  afines,  produciendo  una posibilidad  de  asociación  imposible  en  una  disciplina  aislada  y  que  por  lo  tanto conduce a una organización global más clarificadora y eficaz.”( Dalmau:2013;54)

Dejo por sentada la pregunta ¿lo que el mundo exterior ve como trans, ínter, o multidisciplina, será más bien la forma en la que más personas de las que creemos ven naturalmente el mundo y el conocimiento?

 

Tesis sobre Las izquierdas día 10

LA GUITARRA

«…soy el Panzón Anónimo, toco la guitarra eléctrica y bailo pole dance. Además de eso, colaboro con la composición con estos muchachos Las izquierdas, y también me llamo Andrés, aparte… esa es mi identidad secreta. Y también produzco rolas, y grabo muchos vídeos y tomo fotos» (Fragmento del show de televisión Cero Decibeles 10 de junio 2015)

Cuando Las izquierdas comenzaron, Andrés tenía 25 años de edad. El sonido que aportaba a la banda era el de la guitarra eléctrica y el de su voz. Por medio de la primera era capaz de expresar formas, texturas, ambientes e intensidades muy variadas, yendo desde lo suave y atmosférico hasta lo rápido y violento. Con su voz igualmente creaba los matices necesarios para transmitir la esencia de Las izquierdas, yendo desde coros enérgicos y entusiastas de «Liz la encueratriz» hasta la sombría voz de acompañamiento de «El hombre de las calles».

Siempre tuvo el superpoder de saber hacer canciones. Las hacía desde muy pequeño, ya que tuvo como pilares de su educación musical a los hombres de su familia, su padre y su abuelo. Ellos le mostraron las primeras cosas que supo sobre guitarra.

Su forma de componer en Las izquierdas era, en la mayoría de los casos, poner una base de guitarra, o una idea muy clara de una melodía cantada, para después guiarnos a Gabo y a mí a través de los filtros de calidad de las rimas, dejando salir su experiencia en cuanto a las frases y melodías que funcionaban y las que no.

Su paso por Las izquierdas se caracterizó por un profundo y paciente apoyo a la realización de las ideas musicales de los otros miembros, sumado a un esfuerzo sobrehumano por mantener al margen muchas de sus opiniones creativas, a fin de darle un sonido a Las izquierdas que no fuera parecido al de su proyecto principal Andy Mountains, en el que sí volcaba totalmente sus ideas e inquietudes.

Pretendo desentrañar lo único y especial del trabajo de este artista, por medio de un desmenuzamiento de las cosas que yo aprendí trabajando a su lado:

 

1. Algunos trucos budistas para performar

Ésta no es una tesis religiosa, pero me parece importante hablar de una parte del comportamiento en la que, antes de ser titulares de un oficio o dueños de una imagen pública, somos gente imperfecta que decidió seguir un determinado camino (en este caso en el mundo de las artes). Y que para cumplir con sus propias expectativas, muchas veces utiliza herramientas religiosas y filosóficas para no desistir.

«Aquel que actúa, en la expresión de Goethe, reniega de la conciencia, y también se halla desprovisto del conocimiento: olvida la mayoría de las cosas para  estar en condiciones de realizar una.» (Nietszche, Segunda consideración intempestiva)

Quizás este pedacito de texto describa bien lo que ocurre cuando se está sobre un escenario. Algunos nos volvemos tontos, se nos olvida lo que estábamos haciendo antes o lo que tenemos que hacer después. Algunos olvidamos la historia de nuestro país o la importancia de nuestro discurso personal.

Es por eso que, si se quiere llegar a ver más allá de la propia nariz, no está de más un entrenamiento constante sobre la disolución del ego, tema sobre el cual el budismo es la doctrina que más abarca. Para hablar un poco de ello tomo un pedacito del texto «Dormir, soñar, morir», que documenta una serie de reuniones del Dalai Lama con algunos científicos occidentales, ante cuyas preguntas él menciona:

«Hay estados de meditación en los que uno simplemente tiene la sensación de vacío, y al mismo tiempo uno no tiene ni siquiera un sentido sutil del ser. Aunque uno no tiene la sensación del ‘yo’ en ese momento, esto no significa que no haya un ‘yo’. (Varela:1999;68)

La meditación (que consiste principalmente en buscar no pensar en nada durante varios minutos, dejándose guiar por la conciencia en cada una de nuestras respiraciones) es la herramienta principal que se utiliza para hallarse tranquilo en el mundo en la tradición del budismo. A mí me parece interesante pensar en los momentos performáticos como una especie de meditación, durante la cual uno está permitiendo que las palabras, la música y los movimientos, de alguna forma lo atravisen. Es decir, uno lo está provocando, pero al quitarse de en medio pierde la sensación del ‘yo’ y permite que todo lo demás transcurra sin considerarse a uno mismo el elemento más importante de la escena. 

¿Pero cuál es la relación de estas bellas imágenes con el tema que nos ocupa, sobre los modos de hacer arte? Kandinsky dice:

«En primer lugar, el artista debe intentar transformar la situación reconociendo su deber frente al arte y frente a sí mismo, dejar de considerarse como señor de la situación, y hacerlo como servidor de designios más altos con unos deberes precisos, grandes y sagrados. El artista tiene que educarse y ahondar en su propia alma, cuidándola y desarrollándola para que su talento externo tenga algo que vestir y no sea, como el guante perdido de una mano desconocida, un simulacro de mano, sin sentido y vacía.» (Kandinsky:1911)

Esto nos habla, en palabras de aquel pintor, de la importancia que tiene la auto-observación y corrección espiritual en un artista. Nos deja claro que sin aquel trabajo, en realidad es imposible ‘cumplir con los deberes sagrados y grandes’. Me parece especialmente importante la perspectiva del arte como un servicio, antes que como un talento vacío. Pero quizás yo busco, antes de hablar de cuestiones tan elevadas como ‘lo sagrado’, reconocer en una situación concreta cómo nos puede ayudar ‘el truco’ de disolver el ego. Y para esto tomo un fragmento del texto ‘Efortless mastery’, escrito por el músico estadounidense de jazz Kenny Werner:

«As I said before, trying to sound good is a reflex. The ego is like an involuntary muscle. You wish you weren’t so self-absorbed, but you just can’t help it. And your self-absorption doesn’t necessarily manifest itself in most obvious ways. For example, you may think you’re humble because you put yourself down all the time, but you’re still caught up in ego because you have to be self-centered in the extreme to feel that bad about yourself! The taming of the mind, the dissolution of the ego and the letting go of all your fears can only evolve through patient practice… As you do this, you become aware of other «space» «. (Werner:75)

Este «espacio» del que Werner habla parece la posición ideal en la que podríamos sentirnos estando sobre un escenario o llevando a cabo un show. Y acceder a él al final sí es una cuestión de domar a la mente, para ser capaces de continuar con nuestro buen servicio (de show) sin que lo detengan nuestras propias reacciones a cualquier elemento externo o interno. Se trata de un equilibrio muy delicado que, sin embargo, cuando se halla, hace mucho más fluidos los momentos performáticos (entendiendo el performar como ejecutar o actuar), ya que nos quita de encima tanto lo que nos crece como lo que nos disminuye, dejándonos del justo tamaño. Podría ilustrar ese pensamiento con un fragmentito que encontré en una antología de textos filosóficos/religiosos hecha por Aldous Huxley en 1945:

«La humildad no consiste en ocultar nuestros talentos y virtudes, en considerarnos peores y más ordinarios de lo que somos, sino en poseer un claro conocimiento de todo lo que falta en nosotros y en no exaltarnos por lo que tenemos. Lacordaire» (Huxley:Filosofía perenne;172)

Pero, estas charlas de moralidad ¿a qué nos llevan en el contexto del performer y del artista? Nietszche dice:

«He aquí una ley universal: lo viviente sólo puede tornarse sano, fuerte y fértil dentro de un horizonte determinado; de ser incapaz de trazar un horizonte en derredor suyo o, por el contrario, de ser demasiado centrado en sí mismo para poder incorporar a la visión ajena una perspectiva propia, lo vivo languidece y se lanza, con indiferencia o con fervor, a su propio declive. La alegría, la buena conciencia, la acción entusiasmada, la confianza en lo venidero, todo ello depende, en cada cual como en un pueblo… de saber olvidar y recordar en el momento justo» (Nietszche, Segunda consideración intempestiva)

Tomo de esto la importancia de permanecer atento y saber cambiar de posición de acuerdo a lo que se requiere de nosotros en los diferentes momentos. El performance, o cualquier arte performativo (que yo ubico sobretodo en las formas de hacer arte que exigen que el cuerpo esté presente y actuando durante la presentación final de la obra) tienen exigencias hacia el artista que involucran su corporalidad, su concentración puntual y su conciencia del momento irrepetible que constituye cada una de sus presentaciones. Tomaré a Bachelard:

«… el tiempo sólo tiene una realidad, la del instante. En otras palabras, el tiempo es una realidad afianzada en el instante y suspendida entre dos nadas. No hay duda de que el tiempo podrá renacer, pero antes tendrá que morir. No podrá transportar su ser de uno a otro instante para hacer de él una duración. (Bachelard:1987;13)

Eso todos lo sabemos, pero no está de más enunciarlo de vez en cuando. 

Tiempo después del final de Las izquierdas, encontré un texto que escribió el mismo Andrés con respecto a su manera de performar:

«Creo que he encontrado una manera todoterreno de cantar mis canciones…. para ser performer tienes que generar una soledad… una soledad habitable, deconstruible… El set de canciones se vuelve una casa habitable, un inmueble vacío donde voy colocando sonidos y movimientos, y su atención y su mirada, aunque sea por un momento es mía. Es costo es: estar completamente ahí.

Todos los días es un entrenamiento para el acto performático… lo que busco es que la interpretación también tenga un grado de indeterminación y espontaneidad, esquivando el terror de los escenarios: El automatismo…

Lo más vergonzoso que me ha pasado en el escenario ha sido haber estado ahí, pero sin estar presente. Sin entrega, a medias, dejándome llevar por el miedo o el disimulo» (Acosta, en http://www.andymountains.com/2016/02/andy-mountains-drag-show)

Este fragmento refleja esa inquietud que nuestro ‘Panzón anónimo’ de Las izquierdas tenía y que, podría decirse, se veía reflejado incluso en el esclarecedor seudónimo que él mismo se asignó a modo de facilitar aquella operación de la disolución del ego. 

«El poder emocional de la banda [Las izquierdas], causa un efecto adrenalínico y frenético, ya que cada uno de los tres integrantes de dicha banda comprenden y saben estar en un tiempo, espacio y circunstancia en el acto para con loes espectadores… estos elementos componen su materia natural, dentro de un escenario.» (Diego Guevara de Rodriguez, músico)

Este ejercicio paulatino de «disolver el ego», tendrá consecuencias en varios aspectos del trabajo: éste podrá ser flexible ante el azar, las críticas positivas y negativas quedarán como un referente más que como un asunto personal y, finalmente, nos hará más resistentes ante cualquier tipo de fracaso o cualquier tipo de éxito.

 

 

Tesis sobre Las izquierdas día 9

Capítulo 2: ¿Quiénes son esos muchachitos?

 

17 de diciembre de 2016

Llevo dos semanas encerrada en el mismo cuarto. Aquí dispuse un sillón, la computadora, una bocina para escuchar música, y paredes de pizarrón limpias, listas para ayudarme a aclarar con la mayor precisión posible la utilidad de este segundo capítulo.

La variedad de textos que he estado revisando, va desde la filosofía hasta los manuales de música, pasando por entrevistas a cómicos de la televisión y los mismos textos que se escribieron sobre Las izquierdas cuando aún eran una banda activa.

Ahora que ya no lo son y que yo, uno de los miembros, sigue aquí, viva y con intenciones de seguir su camino de músico y artista visual, pero aún con una gran cantidad de preguntas que oscilan entre el «¿Qué pasó?» y el «¿Qué aprendí?», veo que este capítulo se trata exactamente de eso: de desentrañar las acciones emprendidas, el trabajo hecho y destilar de eso una serie de modos de crear, tanto los que yo aporté como los que me regalaron mis compañeros de banda.

«Un hombre que desea comprender el mundo mira en torno suyo en busca de un indicio para su comprensión. Se fija en algún área de hechos de sentido común y trata de ver si no puede comprender otras áreas en términos de esa. El área original deviene entonces su analogía básica o metáfora raíz. Él describe lo mejor que puede las características de esta área o, si usted quiere, ‘discrimina su estructura’. Una lista de sus características estructurales se convierte en conceptos básicos de explicación y descripción.» (Turner;3)

No puedo decir que yo sé qué estaban pensando Andrés y Gabo durante el curso de Las izquierdas, y mucho menos hablar por ellos o tratar de definir sus métodos de creación y de trabajo, pero sí puedo ordenar las cosas que aprendí de cada uno en torno a mi propia vida y a mi forma de pensar. Este capítulo trata de eso: una recopilación de filosofías que desembocan en la salida material de una producción de música, de imágenes o de shows. Recopilación hecha con la intención de sentar las bases de mi propio trabajo multimedial, habiendo pensado y balanceado lo vivido, aceptándolo no como una fórmula para alcanzar el éxito, sino como preguntas a considerar siempre que desée emprender un nuevo proyecto artístico en mi vida.

 

3er y 4to toquines de La Experiencia de Mery Buda

Setlist viernes 2 de septiembre en la Gozadera:

  1. Al borde de la autodestrucción
  2. Beatniks
  3. No te quiero poseer
  4. Mi pierna tatuada
  5. Beatniks

2016.09septiembre.02 tokín La gozadera LEMB

Setlist sábado 3 de septiembre en Casa Gomorra:

  1. Avenida Perú
  2. Gabo
  3. Elena says I gotta baby
  4. Elena te estalló el corazón
  5. Un deseo
  6. No tengo tiempo
  7. Casarse o no casarse
  8. El último polvo

2016.09septiembre.03 tokin gomorra LEMB 2

Entrevista a Mery Buda, por Mademoiselle R

Entrevista realizada el domingo 28 de agosto de 2016, en un bar de postres.

Entrevista con Mademoiselle R

MERY: El fin de semana que viene es muy especial para mí.

MLLE. R: ¿por qué, Mery Buda? Deja adivino… te vas a presentar y quieres introducir sentimentalmente a la banda a tu mood de nostalgia y de ‘ay cómo extraño a Las izquierdas‘, ‘ay como soy víctima de abandono de los hombres’, etc.

MERY: Exactamente mademoiselle, eso mismo. Quizás la banda se va a tener que acostumbrar a que cada vez que me presento yo sola con ‘La experiencia de Mery Buda» resulta para mí ser un evento muy intenso, que representa un reto profesional tremendo.

MLLE. R: ok Mery Buda, entendemos que sí, que ‘nunca habías hecho algo así’, que ‘es la primera vez que vas a hacer tal o cual cosa’… Pero sal de tí por favor un momento y dinos, a nosotros, como público y prensa que somos… ¿qué carajos nos incumbe saber tus altibajos personales y emocionales? ¿para qué querríamos ir a verte llorar mientras medio tocas tus instrumentos?

MERY: Oye no te pongas así. Respeta mi trabajo. Mira, yo obviamente no obligo a nadie a que acuda a mis shows. Eso es algo opcional que mi familia y amigos pueden decidir hacer o no hacer. El punto es dejarles claro que las presentaciones las utilizo para transformarme, para hacer catarsis… como se dice en el mundo del arte. Cada evento de estos que me ocurre lleva una tremenda incertidumbre. Cada vez que voy a tocar representa para mí la posibilidad del fracaso absoluto. Y créanme que ese es un fenómeno muy interesante de verse… el de una persona que se lanza al pinche vacío con opción de abucheos, infinidad de fallas técnicas, pero con un incansable anhelo por hallarse a sí misma en su quehacer musical.

MLLE. R: ok Mery. Tengo que decirte que eso suena más como un performance que como un concierto profesional

MERY: Bueno, si tú le quieres llamar así está excelente. Pero por favor permíteme explicarle a los demás por qué es tan especial este fin de semana para mí.

MLLE. R: Claro Mery, es tu página, puedes hacer con ella lo que gustes. Aún cuando eres incongruente y tienes pésima ortografía.

MERY: mmmmmm ok… Pues mira, el viernes por la noche voy a sacar por vez primera las rolas ‘electrónicas’ en las que llevo meses trabajando. Es un interés que he tenido desde que empecé a preguntarme qué tipo de música era el que me convenía hacer como individuo. La compu es una herramienta musical nueva que llevo bastante poco tiempo manoseando. Pero me entusiasma profundamente la posibilidad de sacar a la calle soniditos y palabras que logren bailes y reflexiones al mismo tiempo. Digamos que el viernes voy a arriesgarme a exponer mi verdadera tirada musical.

Aquí el evento de facebook:

https://www.facebook.com/events/180636729014003/    (Plaza de San Juan 15 colonia centro, se llega por la calle de Ayuntamiento, muy cerca de Eje central, empieza a las 9 de la noche, acaba a las 2 de la mañana)

Es un bailoteo que esá organizando La Gozadera algunos viernes, le llaman Lesbiernes.

MLLE. R: Oye pero yo me he metido a tu Soundcloud y no hay nada electrónico ahí. Hay puras rolas de guitarra y voz.

MERY: Sí, estoy conciente de eso. Es una faceta diferente de mi sentir musical. Obviamente en esa llevo más tiempo y por ende la considero ya digna de mostrarse al público. Por eso me atrevo a subir mis grabaciones a la red. Por otro lado, el experimento electrónico, que es más enérgico, yo diría que es, en cierto modo, mi continuación individual de la energía que Las izquierdas llevaban al mundo cuando tocaban.

MLLE. R: Oh, ya entiendo a lo que te refieres con que es un fin de semana especial.

MERY: Así es mademoiselle. Pero lo que lo hace especial en realidad es, que después de la presentación de viernes por la noche de mi momento musical electrónico, el sábado por la tarde se me ofreció la oportunidad de compartir mis cosas acústicas, que sí están totalmente relacionadas con el material que tengo en el Soundcloud. Este evento seré en casa Gomorra por la tarde:

https://www.facebook.com/events/1812144135688513/      (5 de febrero 289 col. Obrera, empieza a las 2 de la tarde y acaba a las 10 de la noche, habrá más música, venta de comida y algunas rifas de arte)

Es en beneficio mi amiga Chío, chef y creadora de La Trinchera, que necesita juntar algo de dinero para viajar a ver a su familia que la necesita en España.

MLLE. R: Está bien Mery, pues te deseo lo mejor.

MERY: Sí sí, yo a ti.

Oye déjame darle un mensaje al público: Miren mi querido público. Hay un profundo dolor/inquietud que habita en mí desde siempre. No conozco la razón, no conozco el por qué. Pero creo que he vislumbrado la cura y se relaciona con el compartir momentos mágicos con la banda. Esa sensación la he podido obtener principalmente tocando en Las izquierdas o haciendo tubo en los teibol dances. Dado que ninguna de esas cosas entra en este momento de mi vida, me hallo trabajando incansablemente para lograrla. Mi proyecto se dirige a eso. Pero la realización de mis ideas completas toma demasiado trabajo. Por eso lo presento así. En pedazos. El tubo todavía no se puede meter en la ecuación. Primero va la música, luego el tubo. Ténganme paciencia por favor. Les prometo que cumpliré mi misión en la vida

MLLE. R: (balbuceando) Pinche vieja…

MERY: Sí sí, besitos para todos

 

Tesis sobre Las izquierdas día 8

ARTAUD

«Cuando te das cuenta que es tu amigo quien te da la mano, entonces para vos no existe ni el miedo ni el dolor ni el frío» (Superchería, por Pescado Rabioso, canción 1973)

Corrían mis 26 años. La cosa iba bien, habíamos encontrado entre los tres un ritmo de trabajo que nos llevó a producir el disco, a tocar  cada vez mejor. Volvimos a los escenarios una segunda vez en Casa Gomorra. Y volvimos a compartir la noche con Diana J. Torres y su performance pornoterrorista.

Luego comenzamos a hacer playeras de la banda, a afinar el logo, detalles de ese tipo. Y las cosas se empezaron a mover mucho más rápido.

 

27 de abril 2016

Alterno lecturas. Unas son bastante coloquiales, como México Punk y la Teoría King Kong y Pornoterrorismo y Guaraches de ante azul y The art of asking. Disfruto mucho leerlas porque me identifico con ellas, las recibo de forma muy amigable. Pero siento que no llenan totalmente la ‘parte académica’ que se exige para que una tesis sea tesis. Y ese pensamiento me lleva a meterme, con mi concreto objetivo que crear el mito de Las izquierdas, en textos más complicados, que piensan y repiensan conceptos. Y la verdad requiero de una extrema lucidez para aproximarme a ellos, para no tener que releer la misma página diez veces para entender o lograr ponerle atención.

Y me topo con la agradable sorpresa de que esta vez es diferente. Regreso a todos los textos que leí completos o incompletos a lo largo de la carrera de Artes Visuales, que van de temas como a Teoría de la comunicación, hasta el origen e intensiones del arte a lo largo de los periodos de la historia. Es como si hubiera estado ejercitando un músculo que ya siento más fuerte.

Creo que el tiempo, la experiencia y haber cursado todas aquellas clases a lo largo de los años me ha transformado. Ahora veo todos esos textos a la luz de mis propios proyectos, ¡y eso es una fortuna! Nunca más me sentiré encerrada en la tarea de encontrarle relaciones a los teóricos entre ellos sin que intervenga mi lógica propia y mis experiencias.

Encontré mi voz, y es directa, indiscreta y un tanto magra. Pero es mía, y me la he ganado. He cultivado mi izquierda:

«Las palabras y expresiones que implican conceptos de derecha e izquierda abundan en nuestro lenguaje y en nuestro pensamiento. La mano derecha (y por lo tanto también el hemisferio izquierdo) está fuertemente asociada con lo que es bueno, justo, moral, adecuado. La mano izquierda (y por tanto, el hemisferio derecho) se relaciona con conceptos anárquicos y sentimientos que están fuera de control consciente, a veces malos, inmorales o peligrosos.» (Edwards:2000:32)

Eso es lo que se lee en el libro ‘Aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro’, que cuenta con varios ejercicios para arriesgarse a soltar el control que nuestras manos derechas sienten que tienen sobre ‘los resultados visibles’ si es que somos diestros.

«Con sus clases seriadas, verbales y numéricas, los colegios a los que todos hemos asistido no podrán enseñarnos el modo de conocimiento del hemisferio derecho. Después de todo, este hemisferio no tiene muy buen control verbal. No se puede razonar con él. No se le puede hacer que diga algo lógico, tal como <<esto es bueno y esto es malo, por las razones a, b y c>>. Es izquierdoso, siniestro, zurdo con lo que implican todas estas palabras. No se le dan bien las secuencias: empezar por el principio, dar el siguiente paso y luego el siguiente. Él empieza en cualquier parte o lo hace todo a la vez. Además, el hemisferio derecho no tiene un buen sentido del tiempo y no parece comprender lo que se entiende por <<perder el tiempo>>… El hemisferio derecho no vale para clasificar ni para poner nombres. Parece considerar las cosas tal como son en el momento presente, con toda su fascinante complejidad. No sirve para analizar ni para abstraer las características más salientes» (Edwards:2000;36)

E inevitablemente arrivo al texto sobre Las vanguardias artísticas que conocí al entrar en la carrera, un libro de Mario de Micheli que, además de explicar el proceso histórico de la pintura y de su evolución, funciona como un compilado de los manifiestos de grupos artísticos que se crearon a principios del siglo XX y, entre ellos, hallo al DADÁ, esa forma de anti-arte que tanto ha marcado los criterios desde que se dio a conocer en 1918:

«Yo destruyo los cajones del cerebro y los de la organización social: desmoralizar por doquier y arrojar la mano del cielo  al infierno, los ojos del infierno al cielo, restablecer la rueda fecunda de un circo universal en las potencias reales y en la fantasía individual.

La filosofía, he ahí el problema: por qué lado hay que empezar a mirar la vida, Dios, la idea y cualquier otra cosa. Todo lo que se ve es falso. Yo no creo que el resultado negativo sea más importante que la elección entre el dulce y las cerezas como postre. El modo de mirar con rapidez la otra cara de una cosa para imponer directamente la propia opinión se llama dialéctica, o sea, el modo de regatear el espíritu de las patatas fritas bailando a su alrededor la danza del método.» (De Micheli:1979;262)

Habiendo visto que la constancia y la corrección eran el camino de Las izquierdas, Andrés fundó los ‘martes mediáticos con Las izquierdas’, que consistían en subir material audiovisual al Internet cada semana, podían ser vídeos, fotos o dibujos. El Gabo abrió un tumblr para las fotos y un bandcamp para alojar ahí las canciones del disco una vez que ya estuvieron listas. Yo fundé lasizquierdas.com, porque estaba interesada en organizar nuestra historia y fotos de la banda. Comencé a subir los flyers de los toquines que habíamos tenido para reseñarlos todos.

De cada toquín salían los planes de los siguientes. Y empezamos a tener varios shows al mes. Muchas veces en los eventos más dispares. El tubo, nuestro nombre y nuestro show nos ponían en contacto con gente de muy diversos intereses y, de igual forma, nos alejaban rotundamente de otros espacios, como los ‘bares de bandas’. Nuestro montaje era demasiado complicado y, al parecer, nosotros éramos demasiado demandantes al requerir tomar todo el espacio escénico y montarlo como quisiéramos, a fin de poder compartirlo con las chicas y chicos que desearan bailar o se interesaran en deambular alrededor del tubo.

Despertamos el interés en algunos periodistas de medios independientes. De ellos recibimos mucho material fotográfico y algunas heroicas y reflexivas reseñas.

Comenzábamos a ver los frutos de nuestro trabajo y a reflejarnos en esos escritos y en los rostros contentos, a veces sorprendidos, a veces encendidos o inquietos por saber cuál era esa forma de ver el mundo que estábamos publicitando y compartiendo en nuestro proyecto.

Fuimos congruentes todo el tiempo. Entre nosotros no había mentiras o segundas intenciones que salieran a flote.

Así como el Panzón anónimo y Gabo Salvaje eran los especialistas en armar la parte sonora de los toquines (organizar amplificadores, cables, micrófono y demás), Mery fue la especialista en el tubo. Tenía que elegir cuál de los que tenía sería el más adecuado para cada ocasión, o reclutar a alguna de sus amigas para que bailara, o incluso conocer nuevas personas que quisieran subir al escenario y llenar esos momentos de tubo.

Los tres teníamos un compromiso y gusto grandes por hacer crecer nuestro proyecto y por darlo a conocer a todo el que se nos acercara. De alguna forma, depositamos en ciegamente nuestro trabajo en Las izquierdas, sin ninguna garantía institucional u oficial.

Depositar el trabajo en una causa cuyo nombre acabas de inventar con tus amigos. Lo nombras y luego trabajas en torno a eso. Le entrega tu vida, lo construyes, le quitas aditamentos, le pones otros, creas reglas, quitas prohibiciones, lo ensalzas con características, lo vives…

Como grupo de personas, logramos que todas las decisiones sobre el rumbo y las actividades de la banda se tomaran en conjunto. Juntos decidimos paso a paso cómo queríamos hacer el disco, la publicidad, qué toquines queríamos aceptar y cuáles otros no. Incluso decidíamos juntos qué fotos subiríamos al facebook que manteníamos diligentemente.

Como ya dije en la introducción, estudiar la carrera de Artes Visuales te brinda la posibilidad de observarte a ti mismo de forma externa, como un elemento más que integra la composición visual de la existencia. Y, como elemento visual, también te fundes con los fondos y te dejas, entonces, de preocupar por minucias. Te comienzas a preocupar por tu funcionamiento interno.

Puede que me equivoque, pero como Orozco, el muralista, dijo en algún momento:

«No importan las equivocaciones ni las exageraciones. Lo que vale es el valor de pensar en voz alta, decir las cosas tal como se sienten en el momento en que se dicen. Ser lo suficientemente temerario para proclamar lo que uno cree es la verdad sin importar las consecuencias y caiga quien cayere. Si fuera uno a esperar tener la verdad absoluta en la mano o sería un necio o se volvería uno mudo para siempre. El mundo se detendría en su marcha» (Fernández:1955;54)

 

DREAMS

«All my life is changing everyday, in every possible way. And all my dreams is never quite as it seems, never quite as it seems» (Dreams, por The Cranberries, canción 1993)

 

A Las izquierdas nos gustaba tener amigos presentes en todo lo que hacíamos. Nos gustaba que estuvieran en nuestros ensayos, que nos ayudaran a tomar fotos, a tomar vídeos, que comieran con nosotros, que fiestearan con nosotros, etc.

Los ensayos fueron la mayor parte del tiempo en mi casa. Así que si yo tenía alguna visita, dado que mi casa era un cuartito de 3×3, la visita tenía que estar presente en el ensayo.

En una ocasión nos encargaron hacer una canción en francés para un largometraje. Mi amiga Elena estaba de visita en mi casa y, durante el ensayo yo aún no podía tocar la batería y cantarla al mismo tiempo. Le pedimos a ella que tocara la batería como le saliera mientras yo cantaba. Le salió salvaje y hasta rompió mis baquetas.

Titulamos a esa canción Elena de Troya.

Bolívar Echeverría, respetadísimo teórico y profesor de las teorías marxistas también aplicadas al arte, escribió en su ensayo «De la academia a la bohemia y más allá», sobre los primeros pasos de las vanguardias artísticas, es decir la época impresionista de la pintura:

«..son artistas que parecen rechazar la posición de poder desde la que el artista convierte el mundo en simple «modelo» de sus reproducciones y hace del público un simple espectador o receptor pasivo de las mismas. Que además parecen dudar profundamente de que una obra de arte pueda cerrarse o concluirse jamás mientras haya alguien -aunque sea el mismo pero en otro momento- que aún ha disfrutado de ella.

Para ellos, la obra de arte se hace con el fin de vivir en el mundo de una manera especial, y no con el de dominarlo. Por esta razón ella es sobre todo algo más que un producto que el «creador» ha alcanzado y que entrega al «espectador»; salta por encima de la separación de funciones entre emisor y receptor. Está hecha para quedar siempre «inconclusa», pues éste último, que es quien en verdad la completa, nunca termina de ser un receptor diferente.» (Echeverría)

Gran parte de las canciones de Las izquierdas tenían aquel tinte en su inspiración. A mí me parecían regalos que le estábamos haciendo a los amigos que mencionábamos en las canciones. No encontraba mejor motivo o temática para hacer canciones con Las izquierdas, que el poder divertirnos y sentirnos totalmente involucrados con nuestro material.

Unos meses después de haber titulado Elena de Troya a nuestra canción, salir a tocarla, e incluso contar con la misma Elena bailando en el tubo durante nuestros toquines, Elena falleció muy inesperadamente.

¿Cómo es el tiempo, y cómo es el arte? Que te permite congelar momentos de tu existencia, de tu geografía, de tu temporalidad.

Si te atreves a tomar el momento y plasmarlo en tu producción, si abrazas el accidente y la espontaneidad, cuando pasa el tiempo el arte te golpea en la cara y te recuerda que la vida es sólo una. Te da el regalo de la reminiscencia. Te transporta a estadíos diferentes al presente. Donde eres más joven, o más feliz, o te faltaba descubrir otras miles de cosas.

Marcus, el crítico musical que con su escrito sobre los Sex Pistols ya se volvió mi amigo, me hizo pensar en eso:

«La sorpresa transmitida por las demandas de la música hace que sea sorprendente el hecho de que algo tan aparentemente consumado pudiera, finalmente, pasar casi desapercibido en el mundo de los acontecimientos. <<Esto no estaba sucediendo realmente.>> La música busca cambiar la vida; la vida sigue; la música queda atrás; eso es lo que queda para que podamos hablar de ello.» (Marcus:1993;11)

Las izquierdas queríamos hacer muchas cosas. Pero a la vez ya habíamos logrado todo lo que nos habíamos propuesto al principio. Estábamos en el proceso de imprimir las cajas de los discos con todos los detalles de dibujo, de grabado, de imágenes y de letras que le habíamos querido poner. Y nos surgieron nuevas inquietudes musicales. Yo quería cantar más melódicamente.

Habíamos celebrado 3 años de estar juntos con una fiesta que fue muy exitosa. Ahí comenzamos a intercalar bailes de tubo con bandas que tocaban.

La verdad es que desde que me topé con la muerte de mi amiga, mi energía en Las izquierdas cambió. Deseaba expresar mi tristeza más que mi enojo o mi energía festiva. El mundo se expandió para mí, me surgieron ganas también de cantar sobre el amor y las ganas de vivir. Comenzamos a hacer tres o cuatro canciones nuevas. Y sólo una llegamos a hacer que funcionara en vivo, se llamaba ‘Jefa’ y era una canción gritada, iracunda.

Ya habíamos sacado toda la ira, todo lo que nos encendía política y socialmente. Ya nos habíamos lanzado a hacer las cosas guiados por nuestras intuiciones, a darles la forma que estaba a nuestro alcance, ya habíamos desahogado nuestras imaginaciones juntos.

Al igual que yo al escribir este primer capítulo comencé casi declarándome en contra de los teóricos, y me lancé a escribirlo a mi modo. Usé un formato que me hiciera fluir en la escritura, usando fragmentos de tiempo presente, y ya tuve charlas con pensadores vivos y muertos como si fueran mis amigos.

Pero la energía de la rabia se agota y surgen nuevas preguntas, que se alejan del cómo hacer y se acercan más al ¿qué hago con esto? ¿A dónde lo llevo? ¿Soy capaz de hacer algo más que revelarme? ¿Soy capaz de proponer? ¿Me voy a atrever a seguir con mi camino de irracionalidad y contracultura? ¿Qué sigue para mí? ¿Qué hay más allá del umbral de la acción, que ya crucé?

«Con la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de Europa por el nazismo y sus vencedores, las vanguardias del «arte moderno» completaron su ciclo de vida. El nervio «revolucionario» que las llevó a sus aventuras admirables se había secado junto con el fracaso del comunismo y el fin de toda una primera «época de actualidad de la revolución». (Echeverría;23)

«es interesante adviertir que el giro vanguardista de hace cien años, que recondujo al arte al ámbito desquician de la existencia festiva, no ha podido ser anulado y que hoy en día una extendida «estilización salvaje» de la vida cotidiana, practicada por artistas y público improvisados, ajenos al mundo de las «Bellas Artes de Festival», parece indicar que, pese a todo, no todo está perdido» (Echeverría:24)

Algo así pasó con Las izquierdas. Estábamos muy tranquilos y muy ubicados en lo que habíamos hecho con el disco, en lo que estábamos haciendo con los toquines, en la respuesta de todo el público a nuestras propuestas alternativas de fiesta que incluían al tubo y shows de strip-tease como parte esencial. Habíamos logrado, como explica Bolívar Echeverría, hacer nuestro arte en el contexto de la fiesta:

«Las vanguardias del «arte moderno», proponen un vuelco o giro de 180 grados en el télos del arte: de perseguir el conocer placentero  de una apropiación cognoscitiva inmediata en la representación del mundo pasan a buscar simulacros del mundo capaces de provocar un desquiciamiento gozoso de la presencia aparentemente natural del mismo. Más radicalmente, se trata de un vuelco o giro que trae consigo la propuesta de una re-definición de la esencia del arte, de una reubicación de su pertenencia dentro del conjunto de la existencia humana: de tener el arte su matriz en el comportamiento social de la reproducción pragmática debe pasar a tenerla en un orden completamente diferente, el comportamiento del dispendio festivo.» (Echeverría)

Y surgieron nuevos sueños y nuevas preguntas, ¿Debemos ir al norte o debemos ir al sur? ¿Qué queremos hacer?

 

EL ÚLTIMO POLVO

«Quiero darte una despedida que recuerdes toda la vida, y esta noche he venido tan solo a que nos demos el último polvo. Quizá parezca pedir demasiado, ya sé que tú también lo has deseado, y si mañana se termina todo, será después de nuestro último polvo. (El último polvo, Caramelos de Cianuro, canción 2003)

La cosa con los tríos es que crean una energía muy transparente. Como los tres son cercanos entre ellos, nadie puede esconderse detrás de nadie. Y eso es maldición y es bendición: cuando uno crece, crecen todos, pero cuando uno de los tres se desinteresa, el asunto se desmorona.

El fin de Las izquierdas fue abrupto. Y fue un encadenamiento de muchas circunstancias. Ninguna de ellas escandalosas, ni dramáticas. Creo que fue una dispersión de energía, una disminución del compromiso tan intenso que había.

Lo cierto es, que durante la historia de Las izquierdas, se apagaba intermitentemente el interés, a veces de Gabo, a veces de Andrés. Pero yo, Mery, me había colocado en el papel de ‘la incondicional’ en la banda. Yo lo declaré muchas veces sin vergüenza ni ningún problema: las izquierdas eran mi vida.

¿y qué pasó entonces?

Pues se me rompió el corazón y yo, la piedra angular, perdí el interés en poner más energía en este trío. Se volvió estéril para mí. Tuve que replegarme, retirarme para sanar mi corazón decepcionado y desilusionado, a fin de poder renovar mi amor y mi energía para el futuro.

Creo que Las izquierdas fueron para los tres integrantes una semilla que nunca va a salir de nosotros, que nos acompañará en nuestros nuevos proyectos y emprendimientos. Puede que no haya sido perfecto, pero creo que los tres dimos la totalidad de lo que éramos en ese momento como entes creativos.

Espero poder lograr un libro que transmita la esencia de la amistad de Las izquierdas. Espero poder exponer el por qué de muchas decisiones que tomamos (grabar el disco por nuestros propios medios; rechazar alguna oportunidad; hacer el tumblr; hacer la página de Las izquierdas, hacer los martes mediáticos, cambiarle la letra a Abuso de autoridad, bautizar Elena de Troya a una canción, usar la foto que usamos de portada del disco, hacer los booklets como los hicimos, llevar el tubo, comprar un tubo nuevo, masterizar el disco como lo hicimos, tatuarnos, leer el I Ching, tocar después de las épocas más tristes, usar tangones, contestar una entrevista de Play Boy totalmente entre los tres, etc.), subrayando el hecho de que todas las decisiones se basaban en que los tres estuviéramos felices y las sintiéramos. Espero transmitir esto como una forma de trabajar muy efectiva, que se gobierna por las necesidades de los que trabajan, no de los que compran el producto o de agún tipo de pratrocinador.

Espero que en conjunto las fotos y los textos transmitan la fuerza que tenían Las izquierdas. Y que comprueben mi teoría de que esa fuerza se debe, en gran parte, a nuestra forma de tomar las decisiones conjuntamente y a nuestra comunicación constante acerca de ‘todos los asuntos’, e incluso también a nuestra costumbre de celebrar logros con pizza, o acompañarnos en mudanzas, funerales y muy diversas situaciones.

Espero transmitir el orgullo y el cariño que siento por el proyecto de Las izquierdas, de forma que el libro se convierta en una referencia para ‘El panzón anónimo’, ‘Gabo Salvaje’ y ‘Mery Buda’ sobre un fenómeno que ocurrió en nuestras vidas al mismo tiempo y con la misma intensidad.

Espero poner de manifiesto que un sentido de comunidad le da mucho más contenido e interés al trabajo, que la realización de proyectos a solas. La compañía, la discusión, el conocimiento acerca del otro, y dejarte conocer, el abrazar las distintas personalidades y formas de crear, es completamente enriquecedor y vale la pena arriesgarse a rupturas de corazón u otro tipo de accidentes al tabajar en equipo con personar que tengan valores e ideas sociales comunes.

«Art was not an individual but a collective production… Primitive society meant a dense, close-knit form of collectivism. Nothing was more terrible than to be cast out of collective and to remain alone. Separation of the individual from the group or the tribe meant death; the collective meant life and the content of life. Art in all its forms – language, dance, rhythmic chants, magic ceremonies – was the social activity par excellence, common to all and raising all men above nature and the animal world. Art was never wholly lost this collective, even long after the primitive collective had broken down and been replaced by a society of classes and individuals.» (Fischer:1963;38)

Para hacer esta tesis guardo todo lo visual que me estorbe. Llevo meses construyendo a medias mi futuro. Cada vez logro más deshacerme de la sensación de nostalgia y de extrañar. Y más aún, la de pensar que no podré llegar a sentir lo mismo en el futuro con mis próximos proyectos artísticos y musicales. Por eso guardo todo y decido brindarle los últimos meses de trabajo a Las izquierdas. Es mi último polvo con ellos. La última vez que pienso en ellos como mis hermanos y los hombres de mi vida.

Las izquierdas ocupan mis paredes una vez más, mis pensamientos. Pero esta vez es distinto. Ya no trabajo pidiéndole al universo que se realicen acciones a futuro. Hago este libro esperando que sea suficiente para poder acordarme en el futuro de quien fui. Y esperando captar la esencia de lo que aprendí de Las izquierdas para mi vida y mi formación profesional. No es casualidad que se cierre mi licenciatura con este trabajo, porque Las izquierdas fueron escuela al mostrarme el reflejo de la eficiencia y valor de mi trabajo.

«¿Cómo es recibido el mito?… Según ponga la atención en uno y otro (sentido o forma) o en los dos a la vez, producirá tres tipos diferentes de lectura… Las dos primeras maneras de situarse son de orden estático, analítico; destruyen el mito, ya sea pregonando su intención, ya sea desenmascarándola. La primera es cínica, la segunda es desmitificante. La tercera forma es dinámica, consume el mito según los fines propios de su estructura: el lector vive el mito a la manera de una historia a la vez verdadera e irreal.» (Barthes:2010;222)