Tesis sobre Las izquierdas día 7

PODEMOS SER HÉROES, UN DÍA NADA MÁS

«Yo, sería el rey. Y tú, serías la reina. Y nada, nos separaría. Seremos nosotros, un día nada más. Podemos ser héroes, un día nada más» (Héroes, por Parálisis permanente, canción, 1981)

Alguna vez leí en textos de psicología (que no puedo citar porque no recuerdo para nada de qué textos se trataba) sobre un fenómeno conocido como ‘primacía y regencia’, según el cual lo que más recuerda una persona de cualquier situación, es lo primero que se le presenta y lo último. Lo demás parece un cúmulo de acontecimientos que, más que contener detalles, están envueltos por una sensación que los colorea, que predomina.

Esto lo digo porque no puedo rememorar a detalle (aunque así lo deseo) lo que pasó en cierto periodo de la historia de Las izquierdas. Pero sé que hubo un suicidio de por medio. Y luego del suicidio hubo actos de supervivencia constante, de esfuerzo por curarnos los tres de una oscuridad que se nos había presentado en la cara y de la que no teníamos idea: Gabo había albergado en su interior el dibujo sublimado de la muerte.

En esa época, después del primer y segundo toquín con tubo, Las izquierdas alternábamos los toquines, a veces con tubo, a veces sin tubo, dependiendo del lugar a donde fuéramos, de las características físicas del lugar, el alto del techo, el material del piso, el escenario.

El último que hicimos sin tubo fue uno realizado el mismo día en que dejaron salir a Gabo del psiquiátrico al que lo habían metido por su intento ‘gracias a Dios’ fallido.

Trato de identificar la sensación de heroísmo de aquellos momentos. Supongo que se trata de la parte de la narración en la que entran las verdaderas adversidades, el superar obstáculos: ¿quiénes eran estos tres que, cuando eran llamados a tocar, debían llegar horas antes para colocar su tubo? ¿por qué lo hacían? ¿qué los impulsaba a hacerlo una y otra vez, aunque algunas veces fuera sumamente complicado incluso hacer llegar el tubo?

 

4 de mayo 2016

En este sumergirme una vez más en textos sobre arte, a fin de explicar y justificar esta tesis, hallo a Ernst Fischer con su texto ‘La necesidad del arte’. Me llama la atención, de primer vistazo, una parte que habla sobre el teatro de Bertolt Bretch, donde menciona que el mismo Bretch expresaba que su arte era para entrenar a las audiencias a hacer lo mismo que los personajes de la obra lograban. Si el personaje encontraba liberación, el público podía seguir su ejemplo:

«Our theatre must encourage the thrill of comprehension and train people in the pleasure of changing reality. Our audiences must not only hear how Prometheus was set free, but also train themselves in the pleasure of freeing him. They must be taught to feel, in our theatre, all the satisfaction and enjoyment felt by the inventor and the discoverer, all the triumph felt by the liberator.» (Fischer:1963;10)

Esto me recuerda también una parte del famoso ‘Héroe de las mil caras’ de Joseph Campbell, que habla sobre la construcción de mitos a partir de un ‘camino del héroe’ que tiene una estructura parecida en muchas partes diferentes del tiempo y del espacio a lo largo de la eternidad: dice que el héroe regresa a la sociedad para compartir su hazaña, para enseñar a los demás. A mí me suena como propagar un virus, solo que con buenas intenciones.

Después de aquel incidente que nos gustaba llamar de forma humorística «De Fray Bernardino al Bombay» (Fray Bernardino: hospital psiquiátrico, Bombay: bar en Garibaldi), Las izquierdas desaparecimos aproximadamente nueve meses de los escenarios: había que reconstruirnos, replantearnos.

Así, con desánimo y confusión, seguimos. Nos hicimos de rituales que nos ayudaran a trabajar sin cuestionamientos. Incluso preguntamos al I ching para tomarnos muy en serio el presagio: había que ser constantes y corregirnos: Evitamos, con la fuerza de nuestras entrañas, cancelar cualquiera de los ensayos que teníamos en martes de cada semana. Aceptamos muchas de nuestras fallas a fin de corregirlas a fondo. Gabo se preguntó cosas que le provocaron saltar una barrera dolorosa, y Andrés y yo lo vimos muy de cerca. Empezamos a querer ser mejores, ver nuestras potencias realizadas, conocernos en nuestras mejores condiciones, en nuestra mejor forma en todos los aspectos.

Tomo esta cita de un libro que analiza el arte que hacen el pueblo mexicano huichol, que se conoce por su alta ritualidad desde tiempos inmemoriales:

«El ritual se ha analizado como un medio para convertir las normas obligatorias de la sociedad en los deseos del individuo, de crear sentimiento socializados de transformar status, de lograr curas efectivas a males individuales y colectivos, para representar escenas míticas en la acción social o bien para reintegrar grupos sociales moribundos» (Chamorro:2007;58)

En ese tiempo Las izquierdas empezamos a grabar el disco. Materialmente nos hicimos del equipo necesario para poder hacerlo. Yo empecé a hacer gimnasia diariamente, Andrés se hizo zapatista, Gabo decidió entrar en psicoanálisis. Empezamos a pasar mucho más tiempo juntos fuera de los ensayos. Tiempo de amigos, de hermanitos: tatuarnos, perforarnos entre nosotros, salir a trotar, comer pizza, pasar juntos las festividades familiares, conseguir y cocinar masa sin transgénicos, darnos amor, cosas así. Y empezamos a repetir, y repetir, y repetir…

«Turning something into a ritual eliminates the question, Why am I doing this (Tharp:2003), nos dice la bailarina y coreógrafa Twyla Tharp en su libro ‘The creative habit’, donde habla de sus métodos personales para aprovechar el tiempo y seguir bailando y creando danzas.

Así consolidamos el nombre de Las izquierdas como la pura presencia de nosotros tres, aún sin presentarnos a tocar en público: Yendo juntos a todos lados, ideando nuevas cosas que haríamos. Empezamos a configurar el arte del disco, planeando que yo dibujaría y Gabo diseñaría. Incluso empezamos a imaginar un video musical. También nos pusimos a tomar clases de Pole dance una vez a la semana, los tres juntos.

En ese momento encontré una real motivación para hacer dibujos en la escuela. Quería ilustrar cada una de nuestras canciones, crear personajes a partir de nosotros tres.

Hay una parte de ‘La necesidad del arte’ que habla de que en principio, el arte servía de alguna forma para darle poder al ser humano:

«And yet, in creating art, he found for himself a real way of increasing his power and enriching his life. The frenzied tribal dances before a hunt really did increase the tribe’s sense of power; war paint and war cries really did make the warrior more resolute and were apt to terrify the enemy. Cave paintings of animal really helped to builduo the hunter’s sense of security and superiority over his prey. Religious ceremonies with their strict conventions really helped instil social experience in every member of a tribe and to make every individual part of the collective body. Man… was greatly helped in his development by magic (Fischer:1963;36)

¿Sería ese mi afán de plasmarnos juntos en dibujo una y otra vez? ¿Estaría yo buscando que nos empoderaráramos como banda, que nos sientiéramos siempre parte de una colectividad? Desde que aprendí a dibujar, me di cuenta de que tenía en mis manos el poder de vivir cualquier cosa que deseara. Podía hacer magia. Dibujar algo es ponerlo en el universo, hacerlo existir.

 

24 de abril 2016

Después de varios meses de dejar reposar mi proceso de la tesis, la retomé la semana pasada con toda la intención de terminarla lo más pronto posible.

Se siente como una bomba en mis manos, que si no lanzo pronto, se quedará inservible ahí, o quizás me explotará en la cara, dejándome imposibilitada para emprender nuevas cosas en el futuro.

Las otras dos tesis que había intentado (la primera sobre Psicodelia y arte huichol, y la segunda sobre Diseño de tatuajes) se sentían totalmente diferentes: cada vez que me sentaba a escribirlas, tenía que forzar el tema. De alguna manera sentía que me estaba inventando datos, postulados sobre asuntos que no conocía a profundidad, colores y dibujos que no había experimentado. No sentía ninguna autoridad para hablar sobre el tema.

Y esta vez es diferente. Mientras reconstruyo la historia de Las izquierdas y trato de darle un orden a los acontecimientos de mi memoria, me resurgen exactamente las mismas sensaciones y sentimientos que tuve mientras ocurría todo. Es tan vívido que, después de siete meses de la desaparición de Las izquierdas, sigo riendo y llorando al evocar anécdotas. Con la misma intesidad, o más.

Hoy conocí a este nuevo autor, Greil Marcus, quien escribió en los ochentas un libro llamado «Rastros de carmín» que trata, principalmente, acerca del impacto que fueron los Sex Pistols para él y para el mundo. Es un crítico de la música que escribe artículos para diversas publicaciones, entre ellas Rolling Stone.

Me recorró un poco a esta investigación e intento de mitificar a mi banda, por cómo habla apasionadamente acerca de sus viajes a bibliotecas y fuentes de datos en las que buscaba explicaciones para poder poner en palabras ‘la sensación’, el fenómeno que movió a la industria musical en los 70’s con la juventud, letras energía y violencia de los Sex Pistols:

«A medida que intentaba seguir esta narración -los personajes se intercambiaban las ropas hasta que yo abandonaba mi intento de inmovilizarlos-, lo que más me asombraba eran sus espacioes en blanco y esos momentos en que la historia recupera de algún modo la voz que había perdido… Con la promesa de que Potlateh conocía un método para salir de este callejón sin salida, el publicista de la IL hablaba de los fragmentos aún vigentes de los cuchillos surrealistas y de las bombas dadá; ahora tengo la impresión de que la Internacional Letrista (unos cuantos jóvenes que durante unos pocos años se reunieron bajo ese nombre en busca de un método para divertirse, para cambiar el mundo) era en sí misma una bomba, inadvertida en su época, que explotaría décadas más tarde en forma de <<Anarchy in the U.K.>> y <<Holidays in the Sun>> (Marcus:1993;31)

Regreso a Campbell para que su ‘Héroe de las mil caras’ me guíe en la confección de este mito de Las izquierdas:

«Como veremos, la aventura del héroe, ya sea presentada con las vastas, casi oceánicas imágenes del Oriente, o en las vigorosas narraciones de los griegos, o en las majestuosas leyendas de la Biblia, normalmente sigue el modelo de… una separación del mundo, la penetración a alguna fuente de poder, y un regreso a la vida para vivirla con más sentido» (Campbell:1959)

Esta aventura del héroes también se conecta con lo que dice Amanda Palmer sobre el quehacer artístico que, según su concepción, consiste en tres etapas:

«Collecting the dots. Then connecting them. And the sharing the connections with those around you. This is how a creaive human works.» (Palmer:2014)

«All artists connect the dots differently. We all start off wuth all these live, fresh ingredients that are recognizable from the reality of ou experiences (a heartbreak, a finger, a parent, an eyeball, a glass of wine) and we throw them in the Art Blend» (Palmer:2014)

Comenzamos a llevar el tubo a todos lados. Y nos hicimos héroes de un descaro muy trabajado. Llevamos a las casas y a los centros culturales un descaro que parecía una casualidad del momento. Un cinismo que no estaba pensado para burlarse del público, sino para invitarlos a la inocencia. Sabíamos que éramos exhibicionistas, y trabajamos para lograr que nuestro exhibicionisno cupiera como apoyo para la música, que fuera casi imperceptible, innecesario e inesperado, y que ayudara a hacer más grande la energía que manteníamos entre los tres durante los shows, y la que manteníamos con el público.

Fuimos héroes de sentirnos cómodos vestido o desnudos, solos o acompañados, aceptados o rechazados, siendo el centro de atención o totalmente ignorados. Fuimos héroes de llevarnos íntegros a donde nos invitaran, de no fingirnos mejores o peores. Fuimos héroes de verdaderamente esforzarnos para ser mejores. Héroes de la congruencia entre acciones y pensamientos. O por lo menos eso intentamos hasta el final.

Aquellas líneas de Marcus sobre la Internacional Letrista: ‘El método para divertirse, para cambiar el mundo’, me da impulso a pensar que las pequeñas asociaciones de personas pueden tener implicaciones impredecibles en el futuro.

No lo puedo negar: hay cierto grado de incomodidad en el hecho de estar escribiendo mi propia historia como un hecho relevante para la humanidad. No es cómo do parecer engreida, a la medida de comparar a Las izquierdas con fenómenos internacionales que influyeron a millones de personas… Pero me arriesgo: solamente es una humilde tesis. Y este tema es el único que me ha calado a tal profundidad que no he perdido el hilo de la investigación: mis ideas se siguen hilando sin dificultad con las de filósofos, teóricos del arte, músicos, etc. Y eso me indica que esta tesis se sostiene.

Además, una parte de mí se burla de que usualmente la historia esté escrita desde Estados Unido y Europa. Así que ¿no es esto lo que me corresponde? Y por eso, contra toda la vergüeza malinchista que puedo tener, me atrevo a afirmar que esta historia nuestra, mexicana, es importante.

«algunos objetos se convierten en presa de la palabra mítica durante un tiempo, luego desaparecen y otros ocupan su lugar, acceden al mito. ¿No existen objetos fatalmente sugestivos, como decía Baudelaire refiriéndose a la mujer? No, no lo creo. Se pueden concebir mitos muy antiguos, pero no hay mitos eternos. Puesto que la historia humana es la que hace pasar lo real al estado del habla, sólo ella regula la vida y la muerte del mensaje mítico.. el mito es un habla elegida por la historia: no surge de la ‘naturaleza’ de las cosas.» (Barthes:2010;200)

Yo pongo así, como mito, a Las izquierdas, para que no desaparezcan en el mar mexicano de las ‘cosas que no ocurrieron’ porque nadie se atrevió a legitimarlas a la espera de que alguien más lo hiciera.

 

 

 

Tesis sobre Las izquierdas día 6

¿DÓNDE COMPRASTE ESOS ZAPATOS?

“¿Dónde compraste esos zapatos? Zapatos rojos, y esa falda tan pequeña?… Princesa, princesa, esa sonrisa, esos labios rojos” (Princesa de media noche, Los Negretes, canción 2008)

Yo comencé a bailar en un congal un poco antes de cumplir los 19 años. Todavía no entraba a la licenciatura de artista visual.

Cuando uno es una persona cualquiera, anónima, normal, deambulante… la desnudez espanta. Casi cumplo en estos días diez años desde la primera vez que me encueré en público… Fue en un bar, trabajando de desnudista stripper. Lo disfruté mucho desde la primera vez que lo hice. Intuí, ahora lo sé, que el cuerpo era un arma muy cabrona con la que contaba. ¿Un arma para qué? En ese entonces para ganar dinero. Tenía un cuerpecito que gustaba a los hombres y a las mujeres, sabía moverlo al ritmo de la música que me energizara y, sobre todo, estaba dispuesta a enseñarlo sin vergüenza alguna. Más bien con orgullo, con cierto juego, con erotismo. A esa edad, por supuesto que ninguno de mis familiares reaccionó bien ante el conocimiento de que su pequeña apenas mayor de edad, se hallaba en lejanas latitudes desnudándose en frente de señores. Pero durante todo ese proceso, yo sentía que lo estaba ejecutando todo con elegancia.

El teibol me parecía un lugar impregnado de magia, un tanto sórdida, pero magia al fin. ¿Por qué? Todavia no lo puedo explicar con precisión. Quizás porque viviendo en la ciudad durante toda mi vida, estaba apegada a las reglas de vestimenta dictadas por la situación social: no poder salir a la calle con ombliguera o falda corta, o simple falda, sin que los callejeros reaccionen chiflándote, gritándote majaderías, o lanzándote las miradas más asquerosamente lascivas e indeseadas por tí. Me pareció un paraíso estar rodeada de mujeres tan cómodas, tan naturalmente desnudas o semidesnudas. Me hallé de inmediato. Me gustaba pasar los días de trabajo entre esta interminable variedad de chichis y nalgas, y cinturas, y caras, y cabellos… tan diferentes unos de otros. Pero creo que lo que más me gustaba era darme cuenta de que al quitarme la ropa en los camerinos, yo también tenía mis armas: mis chichis, nalgas, cintura, cara, cabello, mi ser. Me gustaba darme cuenta de que me camuflajeaba entre esta variedad. Percatarme de que, de hecho, mi cuerpo les evocaba respeto a las demás chicas.

Y la magia se daba entonces cuando, cada noche, todas nosotras aportábamos en el preciso momento de cada una, lo que nuestros cuerpos, la música que escogíamos, nuestra particular cadencia, los colores de nuestra ropa, nuestros peinados, zapatos y pasos de baile tenían que decir.

Yo hubiera sido mucho más feliz en esas situaciones si de hecho no hubiera tenido que trabajar (buscando fichar o vender bailes privados) y sólo bailara en mi turno para el resto de la noche quedarme sentada viendo todos y cada uno de los shows. Siempre soñé con ser tan valiente y tan habilidosa como para sacar mi libretita de dibujo en medio del teibol dance y bocetearlas a ellas, captarlas… Tengo en mi imaginario mental como cien cuerpos tan distintos unos de los otros, y las respectivas rolas para acompañarlos…

Pero desde que empecé esa chamba y durante muchos años, todo esto eran experiencias que podía compartir plenamente con pocas personas. Solamente con las amigas que había hecho dentro de los teibols y con las que yo invité a trabajar conmigo podían entender lo que estábamos viendo, lo que estaba pasando.

La Mery ‘real’, la que estudiaba Artes Visuales y convivía con todos los que no eran desnudistas, soñaba frecuentemente con imágenes de las noches de trabajo recolectadas en su memoria, y deseaba grandemente poder explicar, transmitir el ambiente, la libertad tan extraña que le brindaban aquellos sitios.

 

27 de enero 2016

A la par de echarme la literatura clásica sobre la contracultura, me pongo también al corriente sobre lo que se dice en los libros acerca de encuerarse. Especialmente sobre bailar en un tubo y hacer shows sobre esa acción.

El libro que hojeo, devoro y leo como un refuerzo a mi sola experiencia se llama ‘Striptease: the untold story of the girlie show’. En uno de sus párrafos introductorios, habla del strip-tease como un ‘cerca de ser’. La palabra ‘tease’ es un indicador de un juego entre el performer y el espectador. En él, el performer tiene siempre el control y decisión de lo que puede o no hacer con su ropa.

“I think of this as the principle of “near.” For most of its history, striptease was never exactly prostitution, but it was “near” prostitution. It was not pornography, but “near” pornography, not exactly about the consummation of the sexual act, but about its “near” consummation… This tension made many Americans uncomfortable.” (Schteir:2005;5)

Hacer la cuenta de los años que llevo encuerándome en todo tipo de escenarios me evoca bastante tiempo. Y dado que siempre fue de lado, lejano a lo real, puedo decir que  de ahí deriva gran parte de mi sensación de outsider, contracultural y hasta marginal en un cierto sentido. Una parte de mi ser nunca encajará en la convencionalidad y ‘carácter familiar’ de la vida.

Muy oportunamente, hallo que Roland Barthes agregó el Strip-tease a su catálogo de mitos en el libro ‘Mitologías’:

“El strip-tease está fundado en una contradicción: desexualiza a la mujer en el mismo momento en que la desnuda. Podríamos decir, por lo tanto, que se trata, en cierto sentido, de una espectáculo del miedo, o más bien del “Me das miedo”, como si el erotismo dejara en el ambiente una especie de delicioso terror, como si fuera suficiente anunciar los signos rituales del erotismo para provocar, a la vez, la idea de sexo y de conjuración.” (Barthes:2010;152)

Y con estas lecturas automáticamente pienso en el Punk, en el empoderamiento del performer. Leo la poca parte escrita de este otro libro sobre punk. Se llama ‘Punk Press’ y consiste principalmente en un compendio de imágenes de fanzines, flyers y demás material visual de 1968 a 1980 en el punk angloparlante. En una parte habla así de Iggy Pop:

“Iggy Pop – the first punk?… In concert, Iggy Pop made up for his deficiencies in the vocal department with nonstop phenomenal energy. He performed naked in a dog collar, rolled in broken glass, and walked on spectators’ heads…were the central creative impulse for the punk movement in 1969”. (Bernière:2013;214)

Echar mano de todo lo que uno es, lo que uno sabe hacer. A cada palabra me parece más válido, más interesante.

Las izquierdas tuvimos más o menos tres o cuatro toquines en los que salíamos con poca ropa, pero sin romper con ninguna regla de las buenas costumbres, es decir, enseñar mis pezones, nuestras nalgas, sus penes o mi vagina. Incluso durante en primer toquín con tubo, en Guanajuato, yo no me quité el top. Había definido que mi personaje Mery Buda se vestiría siempre de shorts y top, pero no estaba muy segura de que estuviera permitido mostrarme, con una banda y no en un teibol, en tanga o topless. Eran terrenos muy amplios en los que nos estábamos iniciando.

Mucho influyó en estas reflexiones la primera vez que tocamos en Casa Gomorra. Era cumpleaños de la videoasta Miroslava Tovar, a quien había conocido yo en las clases de la ENAP. No estoy muy segura de si fue la concurrencia o la libertad que exudaba el lugar la que hizo que fuera natural mostrarme topless y tocar en tanga. No recuerdo ningún momento de difícil decisión al quitarme la ropa. Creo que la decisión ya la había tomado en el momento de elegir las piezas de ropa que llevaría para tocar, desde la capa última hasta los calzones… Cuando uno se pone una tanga así para salir a tocar, sabe que la va a utilizar, que la va a mostrar.

Y tuve que quitarme de la mente lo que Amanda Palmer llama ‘La policía del fraude’. Ya no había vuelta atrás. Esto seríamos Las izquierdas por el resto de nuestra existencia.

El toquín transcurrió lleno de energía. Los tres nos quedamos en calzones.

Mientras tocaba, sentía que esto era atemporal, que ya lo había hecho en el pasado y que así tenía que tocar siempre. Era la manera, lo primitivo, lo energético eso que vivíamos. No sólo estábamos prácticamente desnudos, sino que teníamos en nuestras manos los instrumentos musicales que mantenían vivo el ambiente de ese momento. Era una magia nueva. Una magia desconocida para mí. No era el teibol, era, de hecho, algo más grande. Yo era mujer menos erótica pero más empoderada.

Las fotos que existen de Las izquierdas son para mí un documento invaluable. Ilustran, a mis ojos, no sólo la vida de Las izquierdas como banda, sino que además me dejan ver quién había sido yo durante tanto tiempo, visto desde fuera. Además con el agregado de que ahora no sólo era desnudista, sino ¡que también fungía como músico!

Casa Gomorra nos acogió perfectamente y nosotros nos sentimos muy contentos de haber estado ahí. Pero esta Casa/galería/estudio/foro/espacio independiente autogestivo, ¿De dónde salió? ¿a qué se deberá que existieran lugares como este? En el caso de Gomorra, siendo un lugar habitado por artistas, se ha dado como un paso natural de su convivencia y trabajo, el armar eventos, foros, exposiciones y el tipo de fiestas en las que tocaban Las izquierdas ahí en su propia casa. Resulta muy conveniente poder utilizar el domicilio como plataforma de los proyectos propios y de los de otros artistas.

Aunque la pregunta nos podría transportar también a Nueva York en las décadas de los 60’s, 70’s y 80’s, como bien lo ilustra ‘The Downtown Book’, libro que se enfoca en los cambios que hubo en el mundo del arte durante esos años:

«This period, beginning… in the late 1960s and early ’70s, and runnig through the mid-1980s, can be considered the Big Bang whence the ideas, the visuals, and the values of contemporary art of the following decade would emerge… It was a time when the entire art-making process was reconfigured by artists eager to infuse their work with investigative energy and to change the function of art to reflect experience.» (Marvin:2006;97)

«Conceptual art, and performance art, which was its corollary, had essentially cleared the marketplace of goods for sale, and artists stayed away from traditional galleries and museums of principle. They performed on rooftops, in vacant parking lots, or in warehouses turned studio-cum-rudimentary-habitat.» (Marvin:2008;98)

De alguna forma, este proceso de sacar a las artes visuales a las casas y otros espacios, es comparable en el mundo del rockanroll, con lo que pasó en México con los hoyos fonkis. Estos se buscaron como un espacio alternativo una vez que, después del festival de Avándaro, se cerraron las puertas de los foros oficiales a los grupos que pudieran causar auténticos y peligrosos cambios en la mente de su público.

Quizás lo especial de la época actual en México, es la convivencia que se está dando entre artistas de muchas disciplinas, no sólo como amigos o conocidos, sino como colaboradores.

Las izquierdas crecimos bastante cuando empezamos a integrarnos tocando en eventos que involucraban performance, conferencias, exposiciones de dibujo, foros feministas y demás actividades que van más allá de la sola música.

 

22 de abril de 2016

Me echo en una hora, antes de dormir, las generalidades del libro «México punk», escrito de forma colectiva por varios vendedores, coleccionistas y punks activos del tianguis del Chopo. El libro llegó a mis manos porque el mismo Gabo me lo pasó ahora que estoy escribiendo la tesis.

Empieza con el planteamiento de los orígenes del punk (la palabra punk, el look punk, la música punk) en Inglaterra y en Estados Unidos durante los setentas. Pero la verdadera gran aportación de este libro es el detalle y escrutinio con el que cuenta los procesos de transformación del punk a lo largo de las décadas pasadas en territorios latinoamericanos y, sobretodo, mexicanos. El punk es algo más callejero que los fenómenos del arte y la vanguardia, y de alguna forma más salvaje en su búsqueda:

«El Punk muchas veces manipulado e interpretado por los medios de comunicación como una moda juvenil carente de políticas internas y trascendencia es, en realidad, y lejos de la mira de las masas una contracultura con sus propios medios de comunicación y sobrevivencia (fanzines, programas de radio, películas independientes, movimientos ecologistas, de reivindicación de los derechos de minorías sexuales y étnicas, sellos discográficos, una ética e incluso con un lenguaje propio) echó raíces de forma inusitada y profunda en México, alterando dramáticamente el paisaje de las periferias de la ciudad, transformando la cotidianidad de la capital con elementos contraculturales que iban desde la forma de vestir hasta en la forma del comportamiento que hasta ese momento había logrado imponer la sociedad mexicana. Si bien es cierto que el punk llegó a nuestro país a través de jóvenes de clase media que lo tomaron como una moda más, también es cierto que quienes le dieron su real sentido fue la ‘banda’, esa banda que surgida en las colonias proletarias, que se reunía en las esquinas de cualquier calle de su barrio para cotorrear… comenzaron a decir ‘Aquí estamos, somos los jóvenes que ustedes han ignorado no tenemos espacios donde divertirnos no tenemos oportunidades de empleo, por lo cual la calle es nuestro espacio, nuestro club social, donde podemos reunirnos para convivir.» (Detor:2011;12)

Ya dicho de esa forma, podemos asociar este pensamiento con cualquier espacio improvisado, inventado, adaptado que se use para actividades sociales y artísticas. Fundar pequeños espacios autogestivos es la forma de enseñar tu trabajo, de compartirlo sin intermediarios.

La verdad es que la música de Las izquierdas era escandalosa, y estaba concebida para lugares ruidosos y enérgicos.  Era punk.

El punk, el punk… una gasolina muy específica si te sientes inclinado hacia él. Yo lo identifico como frenesí, velocidad, energía que no se puede asimilar mientras está ocurriendo. El punk no deja espacio en el pensamiento para otra cosa que no sea el mismo punk, y su ruido, su rabia. Su historia fundacional está ubicada, casi en todos los textos, en la historia de los Sex Pistols.

Ellos no fueron los primeros punks, pero su fuerte campaña mediática fue lo que metió al punk en la televisión. José Agustín, un constante cronista mexicano del rockanroll y la subcultura de la ciudad describe así el surgimiento del punk:

«El grupo, que McLaren (un pseudopintor y fundador de una tienda antimoda llamada Sex que se llenó de ‘chavos jodidos’ que ahí se sentían a gusto) bautizó como los Sex Pistols, empezó a cobrar notoriedad por ruidoso y por el salvajismo, la violencia, las atrocidades y asquerosidades que hacían en escena… los nuevos grupos ingleses creían que el rock había caído en absoluta decadencia y corrupción… y por tanto optaron por un rock desnudo, básico, rápido, violento y agresivo, sin adornos, sin solos… con delgadísimas líneas melódicas y letras demoledoras… Por lo general las canciones eran breves y explosivas. En cierta forma recordaban un poco los rocanrolitos de los cincuenta. Sólo que sin candor ni humor y con una visión bárbara de la vida.» (Agustín:2007;101)

Se me hace interesante y cercano a mi tesis un detalle muy específico sobre el surgimiento de los Sex Pistols: esta banda salió a los escenarios en los 70’s con un plan mediático profundamente pensado. No eran su música y su letras lo único que escandalizó y atrajo a aquellas generaciones, sino el agregado de un planteamiento visual muy definido, tanto en su ropa como en sus carteles y diseños. Además, muchas de las ideas que tuvo Malcolm McLaren, su manager y fundador, fueron tomadas de una parte anterior de la historia contracultural, el Situacionismo que desembocó en el mayo francés de 1968, con Guy Debord como uno de sus pensadores más comprometidos.

Las disciplinas del arte y las tendencias del pensamiento no han estado realmente separadas en ningún momento de la historia. Constantemente tienen influencia unas sobre las otras. Y muchas veces brotan en generaciones más jóvenes cuando se cree que las ideas ya se han extinguido o desaparecido. Ernst Fischer, en ‘La necesidad del arte’, lo pone de esta manera:

We should never underestimate the degree of continuity throughout the class struggle… Like the world itself, the history of mankind is not only a contradictory discontinuum but also a continuum. Ancient, apparently long-forgotten things are preserved within us, continue to work upon us – often without our realizing it – and then, suddenly, they come to the surface and speak to us» (Fischer:1963;12)

En el caso de Las izquierdas, descubro que cargamos con dos bagajes que nos marcan, el de la stripper y el del punk. Ambas energías surgen de una incomodidad cotidiana y de la exploración que provoca un resultado un tanto crudo y retador. Tengo entre mis lecturas a Virginia Despentes, que en su ‘Teoría King Kong’ narra la primera ocasión en que se hizo prostituta oficial, con vestuario:

«La primera vez que salgo en minifalda con tacones altos. La revolución depende de unos cuantos accesorios… Tú no has cambiado en nada, pero algo fuera de tí se ha desplazado y ya nada es como antes. Ni las mujeres ni los hombres. Sin que estés segura de que te guste o no ese cambio, de comprender todas sus consecuencias. Cuando las norteamericanas hablan de sus experiencias como <<trabajadoras sexuales>> les gusta emplear el término <<empowerment>> y empoderamiento, un subidón de poder.» (Despentes:2012;62)

Y me parece digno de resaltar el término empoderamiento en el libro Punk Press, puesto en el contexto del punk en los 70’s:

«It’s now called empowerment, but at that time it was just the overwhelming sensation that if you has something to say, you should say it there and then. There was no time to lose. No hesitation. This burning need to communicate was given rocket fuel by punk rock, a noisy, speedy, violent pop culture produced out of scarcity: The form matched the content and the content matched the form, Punk’s focus was narrowly intense, and it transmitted into a galvanizing energy.» (Bernière:2013;6)

¿Serán estos dos elementos los que hicieron a Las izquierdas escénicamente tan poderosas?

Lo característico del punk en el contexto de las contraculturas, es que buscó ganar dinero (en el caso de los Sex Pistols específicamente) a base de mostrar descaradamente y en voz muy alta, un rechazo hacia el mismo sistema económico y social al que pretendía lanzarse mediáticamente. El punk no tiene revés. Se sabe atrapado en un mundo económico que no le gusta y tiene conciencia de su pequeño tamaño y poco poder para ‘destruirlo’.

Esto le otorga un aura muy humana, muy directa hacia el público que asiste a los toquines. Como si todos se supieran defectuosos y se unieran en esa cualidad. Por lo menos así se hizo mi manera de tocar la batería. Era un vértigo constante de que se me estaba escapando el ritmo. Pero de la misma euforia y energía compartida, el ritmo se quedaba milagrosamente conmigo durante los dos minutos que duraba la canción.

El punk y la putería te quitan a ‘la policía del fraude’ de encima:

«Una mujer con estilo de puta le interesa a casi todo el mundo. Me había convertido en un juguete gigante. En todo caso, lo que estaba claro es que yo podía hacer este trabajo. Finalmente, no era necesario se una megabomba sexual, ni conocer secretos técnicos inimaginables para convertirse en una mujer fatal… bastaba con jugar el juego. El juego de la feminidad. Y nadie podía decirte <<cuidado, es una impostora>>, porque no lo era, no más que cualquier otra.» (Despentes:2012;63)

«Las guitarras se convirtieron en fusiles contra la opresión y aburrimiento, ellos tenían mucho que manifestar y para eso no hacía falta tener una voz privilegiada sino todo lo contrario, una voz que escupiera verdades… En los garajes empezaron a escuchar ruidos extraños, los chicos no tenían ni tiempo ni dinero para aprender lo que la sociedad decía que debía saberse para empuñar un instrumento, pero eso no importaba el momento de la Revolución había llegado… El punk emergía sintetizando el ruido urbano, reproduciendo con la imagen y la música el salvajismo de la ciudad y la crisis social… ¿Y cuál era la idea? Pensar y ser tú mismo y no tomarlo que la sociedad te da. Crear tus propias reglas y vivir tu propia vida.» (Detor:2011;22)

 

20 de abril 2016

Investigar seriamente sobre el punk es lo menos punk que he hecho. Se siente ligeramente incongruente. Tengo la sensación de querer categorizar y sistematizar un fenómeno que nació y floreció escapando de esos dos verbos.

El mito de Las izquierdas ya se va armando, lo siento.

 

 

Tesis sobre Las izquierdas día 5

Introducción

Desde que Las izquierdas estábamos juntas como banda, tocando, me confeccioné un cuaderno donde pudiera teorizar acerca de lo que estaba pasando con nosotros. Después de cada toquín y experiencia nueva que teníamos en las noches, despertaba con la necesidad de hablar todo el día siguiente de los detalles. Quería entender qué habíamos hecho para provocar ciertas reacciones al público y a veces trataba de entender lo que ellos nos habían hecho a nosotros durante el show. Entonces, al percatarme de que nadie le seguiría el ritmo a mi exhaustiva charla sobre lo que había acontecido, pensé en obtener mi título de Licenciada en Artes Visuales con una tesis sobre música. Porque me daba cuenta de que el trabajo que estábamos haciendo Las izquierdas involucraba mucho más que música. Cargaba connotaciones de sexo, de liberación, de planeaciones mediáticas, de producción de imágenes, de trabajo comunitario, de filosofía, de arte. Y pensé que podría explicarle al mundo lo que nos estaba pasando, al mismo tiempo que me lo explicaba a mí.

Mi nombre es Mery. Las izquierdas son una agrupación musical que existió en La Ciudad de México desde el año 2012 hasta el año 2015. Dentro de la banda integrada por tres personas (incluyéndome), yo fungía como baterista, cantante, bailadora de tubo, pintora, dibujante, diseñadora web, etc.; Gabo fungía como armoniquista, trompetista, voz principal, bailador de tubo, diseñador de todo tipo de mercancía y publicidad incluyendo el disco, etc.; Andrés se ocupaba de la guitarra, de composición musical, bailar en el tubo, hacer vídeos, etc. Es decir, los tres teníamos roles multimediales, interdisciplinarios dentro del trabajo cuya forma última era de show en fiestas y celebraciones.

Espero que al escribir esta tesis pueda transmitir un modo de ver el mundo que descubrí después al trabajar junto con ellos dos, un modo de arribar a mi lado creativo atacándolo por el lado irracional, por mi libre y desenvuelto lado izquierdo. Para esto, planeo estructurarla en forma de dos narraciones que convivirán a lo largo del escrito: la primera es la de la historia de la banda, y la segunda es sobre el mismo proceso que estoy teniendo al elaborar una tesis, que es otro trabajo creativo bastante complejo.

Al meditar sobre mis motivaciones para realizar una escrito de esta naturaleza, llegué a la conclusión de que hay cinco cosas que espero de la realización de este trabajo:

  1. Sentar las bases de mi quehacer profesional como una artista visual que requiere de lo multimedial para encontrar su expresión. Espero que esta tesis me ayude a comprender la estructura de mi forma y metodología de trabajo. Quisiera usarla como arma para no volver a avergonzarme del compromiso que tengo con varias disciplinas artísticas al mismo tiempo; sino al contrario, aprender a sacarle provecho a estas cualidades de artista ‘interdisciplinario’. Dejar atrás el viejo proverbio ‘El que mucho abarca poco aprieta’ y declarar que planeo continuar con este camino de implicar en la producción musical, elementos que lo apoyen tales como el dibujo, la escritura y la acrobacia.
  2. Elaborar un compendio físico de las fotografías que atestiguaron el curso de la historia de Las izquierdas. Espero con esto que queden como un documento público y accesible sobre este fragmento de tiempo y espacio donde tuvimos nuestra existencia. Un documento de la época y de los espacios y personas involucrados en diversas actividades culturales, o más bien contraculturales.
  3. Abrir un espacio para exponer los trabajos de Arte visual que elaboré en torno a Las izquierdas a lo largo de su historia. Espero darle salida y una presentación adecuada a muchos trabajos de grabado, dibujo y pintura que quedaron solamente para el disfrute de la banda y no tuvieron ningún otro tipo de difusión.
  4. Aprender a contar una historia. Espero que, dándole uso a las múltiples herramientas comunicativas, logre descubrir y manejar las estructuras subyacentes a los mensajes escritos. Espero desarrollar una narrativa que haga sentir involucrado al lector. Usar lo anecdótico para ilustrar teorías generales.
  5. Abrir, como en un segundo aire, el canal de distribución del disco ‘Maratón chafarama con Las izquierdas’, que se logró durante los últimos meses de la historia de Las izquierdas y, cuyas copias se hallan repartidas entre los tres integrantes.

 

¿Y por qué a cualquiera le interesaría leer esto que escribo?

¿Se trata, acaso, de una presunción de la chingonería que es ser un artista que se mueve entre la música, las pinturas, los grabados y los bailarines cómodamente, sin miedo ni envidia ni juicios al trabajo de los demás? Quizás. Quizás quiero presumir que tuve un sueño y que ignoré todos los consejos sobre lo imposible que era, y alentar a quienes así se sienten en torno a la vida, como sin definición, a buscar hacer todo lo que sueñan aunque les tome años. Vale la pena

Mi trabajo tiene como eje la historia de la banda, por lo que se podría considerar que no va con la carrera de Artes Visuales. Pero desde mi punto de vista, yo no me hubiera atrevido a aprender música de la forma en la que lo estoy haciendo (a base de intuiciones, imágenes y riesgos más que con un riguroso estudio académico del solfeo y demás divisiones que existen en el estudio de la música oficial) si no hubiera cursado la carrera de Artes Visuales, que expandió totalmente mi panorama sobre el andar que tienen los hombres sobre la tierra en sus respectivos turnos, y sobre lo que dejan atrás cuando de ella se van.

Gracias a las enseñanzas sobre el lenguaje visual y sobre los fenómenos sociales y cotidianos que se pueden modificar desde el arte, me di cuenta de mi pequeña proporción con respecto al mundo, y de que realmente a nadie le importa si yo toco o no perfectamente. Pude ver, también, que la comunicación de la música también tiene su parte visual, especialmente cuando se trata de una ‘banda de rock’, o más bien una ‘banda de punk chafarama’ en el caso de Las izquierdas.

La música es un arte independiente, sin duda alguna: la belleza de los sonidos basta para embelesar, hacer reflexionar o transmitir energía a los que escuchan. Entonces, ¿cuál es la necesidad de apoyarla con trabajo visual? Supongo que se trata de lanzar al público el mensaje desde varios flancos.  Si se tiene la capacidad de darle intención no sólo a la música, sino también al mensaje visual, ¿por qué no hacerlo?

Según mi experiencia, la peculiaridad de ser artista visual y fungir también como músico de la banda, es que de alguna forma se tiene desarrollada la capacidad de verse a uno mismo desde afuera, como si fuese parte de una composición. Y esta parte, como músico, otorga la libertad de jugar con muchos elementos visuales alrededor y sobre uno, a sabiendas de que es un experimento visual más que atentar contra tu integridad. Es decir, al manejar el lenguaje visual desarrollas la conciencia de que tú también eres una imagen.

En el caso de Las izquierdas, éramos a veces demasiado visuales. Yo disfrutaba mucho planear de alguna manera el escenario que presentaríamos como banda. No tanto llenándolo de elementos, sino limpiándolo de ruido visual que estorbara a nuestra presentación. Me gustaba pensar el escenario como una composición con fondo, donde nosotros debíamos ser las figuras principales y nuestro letrero ‘Las izquierdas’ enmarcara toda la escena.

Además de las características de elaborar material visual como dibujos y grabados y letreros para la banda, otra parte importante de este trabajo es acentuar la retroalimentación que nos dio la fotografía de nuestra propia experiencia. Al igual que el trabajo de otros artistas que nos rodeó y nutrió el nuestro.

Ordeno, junto cosas. Agrupo objetos si siento que pertenecen a un mismo sector de mi conocimiento. Trato de pensar en lo que se va a grabar en la mente del espectador…

Tesis sobre Las izquierdas día 4

GLORIA TREVI

“Creo que ya  es tiempo de ir con el psiquiatra, bom bom bom bom” (Doctor Psiquiatra, por Gloria Trevi, canción, 1989)

Yo estaba en el cuarto, a solas, ensayando la parte de la batería para el siguiente ensayo de Las izquierdas. Nuestro primero toquín no me había salido nada bien. Todo lo que había sentido era miedo.

Me pregunté si las cosas saldrían mejor si yo sacaba a relucir en Las izquierdas todo lo que yo era. Me configuré como un personaje que usaría sobre el escenario la ropa de vedette que ya llevaba algún tiempo guardada entre mis cosas. Empecé a practicar tocar de pie la batería, no sentada. Le puse Mery Buda de nombre a mi personaje. Imaginé mil frases con las que me defendería de los gañanes que me insultaran o alburearan cuando saliera vestida así a tocar.

La música mejoró, se volvió más enérgica.

 

24 de febrero de 2016

He descansado unos cuantos días de la específica lectura de asuntos sobre la contracultura. Me he puesto, por otro lado, a leer sobre tips y recomendaciones músicos que ya han tenido éxito, rockstars que yo admire.

Me encontré, entonces, con este libro, ‘The art of asking’, que escribió la cantante, compositora y performer de los Dresden Dolls, Amanda Palmer. El planteamiento principal de su libro es la relación que hay entre el dinero y los artistas. Contando su historia, llega a la conclusión de que muchos artistas sienten miedo de cobrar por su trabajo, ya que piensan que es una especie de engaño cobrar por hacer algo que amas. Y habla de la ‘policía del fraude’ como una sensación de que en cualquier momento el pùblico, espectador o lector va a descubrir que nuestro quehacer es una mentira:

“We’ve been watching you, and we have evidence that you have NO IDEA WHAT YOU’RE DOING… you are guilty of making shit up as you go along, you do not actually deserve your job, we are taking everything away and we are TELLING EVERYBODY.” (Palmer:2014)

En mi caso con Las izquierdas, me costó varios toquines el aceptar que realmente estaba tocando la batería. Aunque no hubiera estudiado para eso, lo estaba haciendo y eso era contundente.

“There’s no “correct path” to becoming a real artist. You might think you’ll gain legitimacy by going to art school, getting published, getting signed to a record label. But it’s all bullshit, and it’s all in your head. You’re an artist when you say you are.” (Palmer:2014)

De una cosa me doy cuenta durante la lectura de este libro: confío mil veces más en las palabras de Amanda Palmer que en las de cualquier teórico del que no tengo más referencia que las teorías que desarrolla en sus libros. Confío en la voz de la experiencia, en el hecho de que ella narre el camino que la llevó a escribir el texto.

“Entonces sigue”, me digo, “Quizás las palabras que estás escribiendo sobre Las izquierdas le sirvan a alguien en el futuro”. Y entonces empiezo a preguntarme ¿cómo voy a confeccionar ‘el mito de Las izquierdas’?

Recuerdo que después de la primera vez que tocamos en público, no volvimos a hacerlo por más o menos seis meses. Regresamos al escenario en una celebración de cumpleaños.

“Entonces sigue”, me digo, “Quizás las palabras que estás escribiendo sobre Las izquierdas le sirvan a alguien en el futuro”. Y entonces empiezo a preguntarme ¿cómo voy a confeccionar ‘el mito de Las izquierdas’?

Regresamos a tocar como seis meses después del show seco y temeroso que habíamos tenido como inauguración pública. Esta vez era celebración de cumpleaños de una chica que nos había pedido que amenizáramos.

Yo me presenté como Mery Buda y, aunque pareciera un sinsentido, me puse mi ropa de vedette. El Gabo hizo lo propio tocando sin playera como acostumbraba, aunque en esta ocasión lo bautizamos como Gabo Salvaje. Andrés fue como El panzón anónimo, y probó también tocar sin playera y con cruces negras en los pezones. El toquín fluyó, funcionó.

Bien, detecto material para un mito: «Se deciden a encuerarse y eso los hace tocar mejor»…

Pienso en Gloria Trevi. Ella es un mito mexicano. Todavía da shows y aprovecha mercantilmente su estátus de mito de la televisión. Yo sé que detrás de ella está el control y dirección de productores de Televisa. Pero lo que nosotros, como público, vimos fue a ella meneando los lentes de las cámaras, haciéndoles caras; la vimos con un cabello gigante arrastrándose en el piso de los foros de la tele. Y no creo mentir al decir que esa imagen perduró hasta ahora en nuestro inventario, nuestro imaginario.

Entonces tomo el libro de Barthes, ‘Mitologías’, para tratar de saber de qué estoy hablando. Y encuentro la forma más bella y poética de decirlo en uno de sus ejemplos:

«estoy en la peluquería, me ofrecen un número de París-Match. En la portada, un joven negro y vestido con un uniforme francés hace la venia con los ojos levantados, fijos sin duda en los pliegues de la bandera tricolor. (Barthes:2010;221)

«Si pongo mi atención en el significado del mito como en un todo inextricable de sentido y forma, recibo una significación ambigua: respondo al mecanismo constitutivo del mito, a su dinámica propia, me convierto en el lector del mito: el negro que saluda no es más mi ejemplo, ni símbolo, mucho menos coartada: es la presencia misma de la imperialidad francesa.» (Barthes:2010;221)

Yo sé que Gloria Trevi es, como alguna vez leí en el libro-novela ‘Nación TV’:

«Gloria no entendía que era un producto consumible, canjeable, desechable de las televisoras» (Mejía:2012)

Sin embargo, «algo» tiene que nos recuerda a nuestras infancias, y a una especie de empoderamiento femenino que sentíamos que podía trascender el hecho de ser parte de Televisa. Esto especialmente, cuando eres niño y no conoces lo que hay detrás de las cosas, sólo lo que se presenta ante tus ojos.

«Gloria Treviño, la Trevi, era una creación de Televisa: una chica con el cabello revuelto, la ropa cuidadosamente deshilvanada, que cantaba tirándose al suelo y le quitaba la camisa al primer señor que estuviera contratado para aparecer sorprendido en primera fila. Era la versión de la rebeldía fabricada desde una de las regiones más conservadoras de México, la ciudad de Monterrey.» (Mejía:2012)

Casi toda mujer de mi generación reacciona a los vidriazos rítmicos y a la línea de apertura: «Creo que ya es tiempo de ir con el psiquiatra». He visto corear esa canción a las mujeres más dispares y en los contextos más alejados: Casa Gomorra, reunión de feministas que bailan en chichis; Teibol Dance Marlin Safari, bailarina italiana realiza su acto de strip-tease al ritmo de; varias escenas de karaoke protagonizadas por muchas; día común en la cocina de una madre de familia…

«El mito no se define por el objeto de su mensaje sino por la forma en que se lo profiere: sus límites son formales, no sustanciales. ¿Entonces, todo puede ser un mito? Sí, yo creo que sí, porque el universo es infinitamente sugestivo. Cada objeto del mundo puede pasar de una existencia cerrada, muda, a un estado oral, abierto a la apropiación de la sociedad, pues ninguna ley, natural o no, impide hablar de las cosas.» (Barthes:2010;199)

El tercer toquín de Las izquierdas fue históricamente, el primero en el que mezclamos el tubo con nuestro show. Lo hicimos fuera de la ciudad. Gabo y yo nos trepamos a hacer nuestras acrobacias, una canción cada uno mientras los otros dos seguían tocando, haciendo la música.

Yo sentí que había hecho algo nuevo. Estaba bailando en el tubo, como lo había hecho cientos de veces incluso con menos, y nada de ropa. Pero esta vez el contexto lo habíamos puesto mis mejores amigos y yo. No estaba en un teibol sujeta a la posición que te otorga ser stripper. Estaba a la deriva. Estaba declarando algo: que por mi voluntad bailaba y me encueraba. Que incluso estábamos dispuestos a hacer el esfuerzo de llevar el tubo y armarlo. Yo ya no era una ‘víctima’, ni se podía decir que lo estuviéramos haciendo por el dinero. Esto era otra cosa.

Creo que eso marcó crecimiento para nosotros tres: por más mal que tocáramos, o por más chafas que fueran nuestras ideas, el sólo hecho de que estuviéramos en pie presentándolas, cada uno de los  tres con su previa historia de vida, juntos, hacía que (si se nos veía como un todo inextricable de sentido y forma), fuéramos la presencia misma de esto. Este mito al que todavía no le encuentro nombre. ¿Cómo se llama eso que hacemos?

Nosotros le pusimos Pole dance/punk/chafarama

 

 

Tesis sobre Las izquierdas día 3

THE LITTLE ROOM (SARATOGA 1113)

«While you’re in a little room, and you’re working on something good, but if it’s really good, you’re gonna need a bigger room. When you’re in the bigger room, you might not know what to do, you might have to think of how you got started, sitting in your little room.» (White Stripes, Little room, canción, 2001)

 

Gabo, Andrés y yo decidimos ser Las izquierdas en abril del 2012, en los primeros días del mes. Sin embargo, nuestro primer ensayo lo hicimos un mes después, el 5 de mayo. A lo largo de ese tiempo intermedio, Andrés y yo estuvimos preparando una base de guitarra, batería y letra para trabajar en ella durante ese primer ensayo. Gabo llevó su trompeta.

 

11 de febrero de 2016

Ya van dos semanas desde que empecé a leer ‘Rebelarse vende’. No me gusta lo que dice, pero lo sigo leyendo porque me parece muy bueno conocer los argumentos  que usan los que no creen en lo que yo creo, justamente para poder reforzar mis ideas. Me inquieta mucho lo arraigado que tienen los autores el concepto de que las marcas y los bienes, y cierto cliché de estilo de vida, son la aspiración de todo ‘rebelde contracultural’. Tratando de comprender el contexto desde en el que está escrito aquel libro, y me doy cuenta de que toda su crìtica sale de una visión diferentísima a la mía… la del primer mundo, ya que los autores son canadienses.

Y creo que no soy la única que tiene ese sentir cuando se trata de comparar a los movimientos afines que hay en Mèxico y en Europa o Estados Unidos. Comienzo a pensar en que quizás el primer mundo sí es extremadamente diferente a México, a la Ciudad de México, que es donde nacieron y se desarrollaron Las izquierdas.

Por ejemplo, en un libro mexicano sobre una forma de contracultura en específico, el punk, se puede leer esto:

«La desinformación no detuvo el paso del punk, después de todo, el mensaje de ‘no hay futuro’ de los jóvenes ingleses, parecía tener más sentido para los jóvenes mexicanos, que para los jóvenes desempleados ingleses al menos estos recibían un cheque de seguro de desempleo de parte del gobierno inglés, cosa que no sucedía con nuestro Jóvenes, aquí se recibía represión gubernamental. En México cada quien se la rifaba como podía para sobrevivir.» (Detor:2011;13)

Las marcas y los productos que otorguen estatus no son, desde mi experiencia, una preocupación primaria. En el caso de Las izquierdas, con el tiempo nos fuimos interesando en refinar nuestro look escénico. Pero lo cierto es que no le dábamos demasiada importancia a la marca de nuestra ropa, sino a la apariencia que construía en conjunto con el show que dábamos.

¿O será que la ‘contracultura’ sí es algo tan superficial como versa el libro ‘Rebelarse vende’ en sus trescientas y cacho páginas?

La palabra contracultura me empieza a hacer sentir atrapada de nuevo. Necesito pensar en sinónimos, en alternativas terminológicas para hablar de esto de lo que busco hablar.

Y entonces, regresando a los objetivos esenciales de esta investigación, me acerco a otro investigador, esta vez colombiano: Carlos Granés, en ‘El puño invisible’ habla del fenómeno de la cultura alternativa como ‘ideas vanguardistas’. Su libro viaja en el tiempo, detallando desde principios del siglo XX las revoluciones que surgieron. Artistas de las diferentes disciplinas fueron declarando con sus acciones un alejamiento de las formas de vida que el resto de la sociedad planteaba como las únicas:

«Cuando los padres de los sesenta se levantaron un día y vieron a sus hijos convertidos en seres extraños, con los que de pronto parecían no tener nada en común, se hizo evidente que un puño invisible había echado por tierra ciertos valores y determinados marcos que antes encuadraban y regulaban las vidas de los individuos. Pareció ser sólo un bache generacional, la distancia lógica entre una generación que había vivido dos guerra mundiales y otra que nació en épocas de Paz. Pero ¿era sólo eso?

No. Las ideas vanguardistas de habían ido imponiendo, ganando adeptos, transformando escalas de valores e influyendo en las elecciones vitales. Los dadaístas habían identificado el blanco acertado. La cuestión no era transformar las estructuras del Estado; la cuestión era transformar la  vida.» (Granés:2011;15)

Pienso en Las izquierdas, en cómo fue que elaboramos nuestro ritmo de trabajo:

Estábamos en mi cuarto, que era la adaptación de un descanso de escalera a habitación. Es decir, pequeño y con una forma bastante extraña de curva. La verdad no recuerdo a detalles el primer ensayo. Ahora pienso que ha de haber sido tedioso para Andrés y para Gabo porque yo tardaba varios intentos antes de que la batería fluyera. Mi batería consistía en un bombo, una tarola y un cencerro. Con mis intenciones más primitivas de ritmo, me puse a jugar entre los tres elementos distribuyendo sus sonidos a lo largo de los compases. De ahí salió ‘Mallory Knox’, ¡nuestra primera canción juntos’

Una vez que comprobamos que se sentía bien tocar juntos, los tres empezamos a llevar a Las izquierdas en la mente. Al principio los ensayos no tenían un día definido ni mucho compromiso. Eso se fue haciendo con las necesidades que surgían del mismo trabajo. En las canciones empezamos a depositar nuestros juegos, bromas, ritmos y comentarios divertidos. Pero también las empezamos a ver como formas ideales donde poner nuestro enojos o inconformidades .

Era 2012 y el estar juntos en este proyecto comunicador tan fresco, nos hacía sentir que podíamos ayudar a cambiar la historia del país. Pensábamos que la sobreexposición mediática que se le daba  a las incongruencias de los políticos del momento, cambiaría (por puro sentido común) el curso del pensamiento de los mexicanos y las decisiones de los que estaban en el poder. Pero no pasó. Ni el Internet ni las redes sociales pudieron hacer cambiar de opinión a los poderosos sobre lo que estaban haciendo con el país.

Tocamos ‘Abuso de autoridad’ y también lo subimos al Internet. Sentíamos que al menos así aportábamos algo a nuestro conocidos, una especie de hermandad. Era una canción que se hizo en los 70’s para hablar del presidente de aquella época. Nuestra música fue agarrando más forma al tocar esa canción. También fue agarrando más sentido.

 

3 de febrero 2016

Desarrollo una nueva forma de aproximarme a los libros. Por fin me enfrento a ellos sabiendo ubicar perfectamente lo que quiero leer, lo que necesito que me digan. Esta tesis es de vida o muerte para mí. Y como quiero vivir, mi ser busca completarla aunque no tenga ninguna presión de tiempo, ni me ponga metas tediosas de lectura y escritura. Dejo atrás a aquellos canadienses que no estaban de acuerdo con la contracultura, y busco autores más afines a lo que yo siento por Las izquierdas.

Me encuentro, entonces, a Luis Racionero, quien nombra  como ‘underground’ al fenómeno que busco describir. Su libro se titula Filosofías del underground y así lo presenta al lector:

«El objetivo de estas filosofías es algo que no se demuestra por agumentaciones, sino que se evidencia por experiencias… Es un irracionalismo basado en las grandes tradiciones no socráticas… Su reivindicación se debe al fracaso de la filosofía racionalista para dar un PROPÓSITO a la sociedad y unos valores que subordinen los medios tecnológicos a los FINES HUMANOS, lo cual ha llevado a la búsqueda de otros métodos de utilización de la mente distinto del racionalismo. Esta búsqueda cristalizó, en las condiciones objetivas favorables de la década de los sesenta, en un movimiento de amplia repercusión cultural que se ha dado en llamar el underground.» (Racionero:1977;10)

En este libro encuentro la perfecta justificación a los modos de vida que intuitivamente voy hallando, y que han perdurado más allá de un capricho superficial o infantil. Su libro viaja incluso más atrás en el tiempo que el de Granés, yéndose al Renacimiento y al Romanticismo como las primeras revoluciones culturales, en las que se buscaban pensamientos alternativos a los imperantes de la época:

«Para los románticos había dos frentes que atacar en la organización social nacida de la Revolución Industrial: por un lado el capitalismo, que era la explotación material del hombre por el hombre, y por otro lado el racionalismo, que era la opresión mental del hombre por el hombre» (Racionado:1977;28)

La mención del racionalismo me empieza a parecer una pieza clave en lo que diferenciaría a la contracultura, ideas vanguardistas, o underground, del escenario más visible de las sociedades.

«Así como el racionalismo es la capacidad de concatenar y relacionar conceptos, la imaginación es la capacidad de inventar conceptos, de crear imágenes. Esta facultad no sigue las reglas del pensamiento racional y por tanto es marginada en la cultura racionalista» (Racionero:1977;26)

Me agrada lo que leo de Racionero. A lo largo de su libro toca temas tan dispares como el individualismo, el sexo tántrico, el anarquismo, la psicodelia, los mitos o el shamanismo. Y por igual expone los casos de los escritores Hermann Hesse, Byron y Blake, todo poniendo de manifiesto conceptos relacionados con el uso activo de la imaginación.

Después de sacar en el Internet el video ‘Jòvenes le cantan al fraude electoral’, donde salíamos tocando ‘Abuso de autoridad’ en mi cuartito, Las izquierdas salimos a tocar por primera vez en agosto, ya con algunas canciones montadas: fue un desastre. No era lo mismo tocar la batería dentro de mi cuarto con Gabo y Andrés concentrados cada uno en su instrumento, que tocar frente a un público que esperaba que lo entretuviéramos.

En la escuela, dejé de dibujar por una larga temporada la temática de las bailarinas exóticas. Empecé a agarrar otros temas que me ayudaran a mejorar mis habilidades técnicas.

Paralelamente a esto, tomé unas pocas clases de pole dance para perfeccionarme en mi arte de bailarina de tubo de la vida real y aprender a usar de múltiples maneras el tubo que tenía en mi casa. Que por el simple hecho de estar ahí puesto, siempre tubo presencia en los ensayos de Las izquierdas. Tanto, que Gabo comenzó a ejercitarse conmigo durante algunas tardes de la semana. Yo le enseñaba lo que sabía, y él buscaba lo que su cuerpo le sugería que hiciera en torno al tubo.

 

Show de radio!!!

2016.03marzo.10 flyer de entrevista radial

Aquí dejo el link de mi primera entrevista/aparición en el radio/toquín en vivo. Realizado el lunes 7 de marzo por Orlando Canseco de ‘Música Híbrida’ en mi domicilio.

 

Puede escucharse el jueves 10 de marzo de 2016 a las 10 de la noche aquí:

http://musicahibrida.radiostream321.com/

o aquí:

http://mh-radio.net/

 

Aquí el podcast disponible, para repetirlo, y repetirlo, y repetirlo…

http://mh-radio.net/la-experiencia-de-mery-buda/

 

Dibujando a Mery Buda

2016.02febrero.24 drink and draw

24 de febrero (feliz cumpleaños hermanitos!), una modalidad no muy difundida de ‘La experiencia de Mery Buda’… Mery modela con su tubo para una sesión de dibujo de formato académico en una sala de cine!

Esto en el Drink and Draw organizado por Scarlett Bailey (http://scarlettbaily.com/)

Nos vemos por ahí!

2016.02febrero.24 drink and draw 2

Aquí el evento de facebook:

https://www.facebook.com/events/1509721625998026/

Segundo toquín de La experiencia de Mery Buda

¿quién dijo yo?

Este sábado en el Cráter invertido (Joaquín García Izcabaleta 32-B, col. San Rafael…) me presento por segunda vez con guitarra en mano y bombo en pie.

Un poco más ensayada, nuevas rolas… No se pierda La experiencia de Mery Buda en su parte musical (la más emocionante para mí!!!!).

2016.02febrero.13 cráter invertido

Habrá otros músicos, lectura de poesía y venta de fanzines.

A partir de las 7pm.

Nos vemos por ahí.

Besitos de Mery Buda

 

Aquí el evento de facebook:

https://www.facebook.com/events/842271192561550/

Teiboleando en nuevos terrenos!

Lo tengo que aceptar… Estoy siendo teibolera de nuevo. En nuevos contextos, ganando Way less money y esforzándome como 30 veces más en llevar el tubo, organizar y todo aquello…
Con mejor público, eso sí. ¿Es este mi sueño? Quizás no, pero es lo que hay… Además por algo lo hago, no?… supongo… a algo me está llevando… no??

No se pierda mañana sábado por la noche el show de tubo de ‘La experienica de Mery Buda’, junto con su ya famoso amigo Sugar y el debut de Horus!
A las 10:30 de la noche y a las 2 de la mañana…. Llegue puntual porque esto es breve y no se repite… jamás… jajajaja.

2016.02febrero.06 tres cero tres

Besitos de Mery Buda

 

Aquí el evento de facebook:

https://www.facebook.com/events/171085396591423/

Mi reseña sobre el Primer toquín de la experiencia de Mery Buda

La experiencia de Mery Buda, reseñada por Mery Buda.
12 de noviembre de 2015.

Ya tiene rato, aquella noche en el Alicia que fue un toquín de emergencia para mí. La invitación de Diana quedó totalmente a tiempo con mi momento musical y de vida en aquel momento.

Acababa de terminar con Las izquierdas y llevaba más o menos dos meses ensayando algunas canciones que estaba en proceso de hacer. Pero con la incertidumbre más gigante del mundo.
Para mí Las izquierdas se habían convertido en un soporte muy fuerte de mí misma, de mi futuro y de cualquier decisión profesional o de vida que tomara.

Al ver terminado esto a lo que tanto le había apostado de mí (por no decir todo de mí), me hallaba en un momento de crisis, de miedo quizás. Diana me invitó junto a las otras chicas (Ali, Otok, la Bruja de Texcoco y Marianita la Terrorista del Sabor) para tomar su escenario y hacer de él lo que chingados quisiéramos durante un periodo relativamente corto de tiempo. Pero con la condición de ser solas. Nosotras solas. Cada una sola.
Yo sola…

Yo sola. ¿quién soy yo sola?

Pensé «eres Mery Buda de Las izquierdas, así que llévate el atuendo y el chongo» y también pensé «no mames eres lo que quieras ser». Está en tus manitas. No hay que discutirlo con terceros, sólo entre nosotros dos.
Porque dentro de mí siempre hemos sido dos (no ahondemos en el tema).

Set list:

1.Reclamo road

2. Elena says I gotta baby

3. El último polvo

4. Horacio sexy blues

5. Lo hice por el punk

Elegí un set list totalmente basado en aquellas semanas de mi vida…  En el sexo que hubo en la madrugada después del último toquín de Las izquierdas (El último polvo). En cómo iba de casa en casa, visitando a todas mis amigas y amigos y llorándoles mis pérdidas y recibiendo sus amorosos abrazos, sus más profundos consejos; lo que me llevó a cuestionarme seriamente mi forma de relacionarme con muchas personas (Reclamo road). Metí lo más punk que pude en (Elena says I gotta baby) porque hasta ahora es el único resago de energía potente que he podido rescatar de Las izquierdas en mi show a solas; es mucho más dificil de lo que se podría pensar. Nomás por eso me estoy haciendo más fuerte y pueda sostener shows potentes cuando lo necesite. Luego coloqué a Horacio sexy blues, una rola muuuy declarativa. Muy. Pero acorde a mi realidad, a mis preocupaciones del momento. Y cerré con la del Belafonte que tan bien me sale, la de Lo hice por el punk.

 

Algo me hace pensar que esta es la configuración del resto de mis días.
Que La experiencia de Mery Buda siempre se va a tratar de una emergencia a resolver. De un show-necesidad.

Hay un segundo toquín planeado en un par de semanas, no ha habido otro en medio. Siendo Mery Buda sola, yo sola, no tengo quien me persiga, quien necesite tocar compulsivamente, quien me imponga un ritmo.
Y no me queda más que confiar en mí, sabes?

Hasta ahora me he caracterizado por ser una persona de procesos lentos y algo retardados. Y, cosas como esta reseña que sale tres meses después, llevan el sello de mi ritmo. Ritmo al que me tengo que acostumbrar y, sobre todo aprender a abrazarlo ahora que ando de a solapas.

Aquel fin de semana de noviembre 12 curó mi dolor en gran medida. Me di cuenta de lo que me da vida. Yo quiero seguir, quiero presentarme, quiero cantar, quiero compartirme y agradezco a los que ahí estuvieron y me hicieron sentir querida y comediante. Me encantó ver a Sugar, a Camila, a Delilirium, a De la Diáspora, Linda Mirushka, el Bruno, Nadia, a Horacio por supuesto, a mis hermanos con sus novia y novio, y a muchos que todavía no ubico por nombre pero que sé que estaban contentos. Fue una poderosa noche de mujeres!