Tesis sobre Las izquierdas día 21

4. Los caminos misteriosos de la intuición

La intuición no es un órgano, no es un lugar en la mente, ni una cualidad humana comprobada. Dentro del campo de las ‘medicinas alternativas’ se le conoce como un sexto sentido (se dice, no sensorial, sino extrasensiorial). Algunos estudiosos del cerebro dicen que se halla justo en el límite de sus hemisferios. Dentro de la filosofía se le ha estudiado como parte fundamental de muchísismos descubrimientos. A ella se le atribuye el famoso ‘Eureka’ de Arquímedes y parte de la forma de ver la vida que tenía Einstein. No sabemos de qué se trata este sujeto resbaladizo, pero intuyo que algo tiene que ver con toda esta historia de Las izquierdas. Este fragmento sobre las teorías de Henri Bergson  sobre la intuición lo hallé en un libro dedicado a ésta, escrito por un hombre llamado Mario Bunge:

«La intuición nos permite aprehender todo lo que permanece exterior a la inteligencia: el movimiento, el cambio en general, la vida, el espíritu, la historia y, sobretodo, «lo absoluto», que, por supuesto, es aquello que no es relativo. La intuición no es otra cosa que una forma altamente desarrollada del instinto. Es superior a la razón en cuanto se expresa de un modo hipotético. ¿Cómo podríamos dudar de que el instinto es superior a la razón, si aquél puede afirmar decididamente (y aun gritar), «q», mientras que esta última sólo se atreve a enunciar «q a consecuencia de que p»…?» (Bunge:33)

Esta tesis está hecha de intuiciones, de mi atrevimiento al rescatar todos, absolutamente todos esos pensamientos que en otra circunstancia podría considerar vagos. Pero que, tomándolos y diseccionándolos con cuidado, podrían funcionar como pistas clave de lo subyacente que hay en nuestras actividades artísticas y humanas. Un poco como el procedimiento que se practica en el psicoanálisis, al tomar los lapsus y las lagunas en la forma de hablar de los pacientes para descubrir lo que subyace tras sus histoias o comentarios.

«… una intuición no se demuestra, sino que se experimenta. Y se experimenta multiplicando o incluso modificando las condiciones de su uso. Samuel Butler dice con razón: ‘Si una verdad no es lo suficientemente sólida para soportar que se le desnaturalice o se le maltrate, no es de especie muy robusta'» (Bachelard:1987;11)

Pongo por ejemplo, mis múltiples menciones a los zapatistas a lo largo de este segundo capítulo. Vienen de una fuerte intuición de que mi modo de ver la vida y accionarme está relacionada con la de ellos. Rescato un escrito de la Mery Buda de hace cuatro años, la que llevaba un año de tocar con Las izquierdas:

«El rigor y el flujo

Quiero hablar con ustedes en serio, preguntarles para saber en qué terreno estoy parada.

Gabo, ¿tú tienes algún objetivo definido o intuido que tienes en mente para estar haciendo Las izquierdas? Esto que estamos haciendo no es algo que se haga con cualquier persona que acabes de conocer. Cada uno ha visto en los otros dos miembros una actitud, un mensaje o una forma de vida que le parece que es genuina, atinada o útil.

Quizá eso, si estamos juntos nos da el poder moral de saber que lo que tocamos es una dádiva de alguna naturaleza, quizá de la naturaleza de ‘un buen rato’, ‘una buena experiencia compartida’….

El rigor durante la construcción de nuestras canciones me ha servido. Ya llegué a un punto en el que puedo comprender a grandes rasgos las cualidades de una canción… el ritmo, cuando ‘crece’, cuando se mantiene, cuando sorprende… Pero el flujo no lo siento. Salir a la calle y tocar ha de tener un por qué, al menos en mi cabeza. Necesito que ese por qué sea más grande que mi ego y que el tuyo y que el tuyo (los miro y señalo una vez a Andrés y otra vez a Gabo).

No estoy haciendo esto para alimentar la popularidad solamente. Creo que la popularidad tiene que ventilarse en otro lado, donde no nos dé falsa modestia y tampoco nos otorgue falsa grandeza.

Cuando traemos a alguien al ensayo a mí me gusta ver que se divierte. Pero ¿para eso estamos aquí? ¿Para divertir? ¿Para divertir a los guerrilleros?» (Blog Algo tiene que salir de este cuarto!, 17 de junio 2013)

Este fragmento me llamó la atención, sobre todo por el uso del término ‘guerrilleros’ refiriéndome a quienes acudirían o se relacionarían con Las izquierdas.

Y de alguna manera me soprende que se hiciera realidad, con el tiempo, que los principales seguidores y beneficiados de Las izquierdas eran mujeres fortísimas y dadas a la resistencia, al igual que hombres que se cuestionaban cualquier rol automático jugado por ellos en el performance de la vida. Resultamos, de alguna forma, vernos rodeados por una lista brillante de guerrilleros del arte en todos sus tipos.

«La intuición de Bergson no es conocimiento propiamente dicho, y él mismo reconoce que es nebulosa. Nada sería sin las incitaciones de la inteligencia; sin la inteligencia, la intuición quedaría en puro instinto, que se concentra en lo singular en movimiento. Pero la intuición toma cosas desde adentro… y produce una certidumbre que la razón es por completo incapaz de alcanzar. La búsqueda de la certidumbre y de los fundamento últimos, es nuevamente, la fuente principal del intuicionismo.» (Bunge;35)

Este breve capitulito es, entonces, una invitación a considerar esta forma de concebir ideas como válida. Otorgarle, pues, una importancia (no ciega, sino mezclada con audacia e inteligencia) y una confianza más amplia a ‘esa sensación’ inexplicable de certeza que muchas veces nos llega desde el primer momento que acariciamos una idea. Permitirle entrar en juego es una contribución que estamos haciendo tanto a nuestro autoconocimiento, como a la frescura de las obras que producimos.

En el curso de Las izquierdas, por ejemplo, dado que se trataba de un experimento multi/inter/transdisciplinario, en donde el resultado de no integrar, por ejemplo, el pole dance, o de no llevar letreros pintados a los toquines, o de no usar un vestuario exótico podría haber cambiado por completo la historia de la banda. Como no conocíamos el resultado de esas mezclas en las primeras ocasiones, fue por medio de la intuición y del ánimo de experimentar que se tomaron las decisiones del rumbo de acción. Por supuesto, esto se encadenó con el azar, el compromiso total y los otros factores que conjuntaron a estos tres artistas en un momento de sus vidas que dio como resultado una experiencia transformadora para ellos y, siendo ambiciosa al decirlo, para algunos más a su alrededor.

Tomo a Judd Apatow, el cómico director de cine ya mencionado. En 1999 lanzó a la televisión una serie llamada ‘Freaks and Geeks’, que resultó un total fracaso mercantil. sin embargo, algo hay en ella de underground, de contracultura que la vuelve un acierto para Apatow:

«Sometimes, when I think about my career, I think of it in this weird way. I had this show that was a financial failure, Freaks and Geeks, which didn’t even last a full season. But in my head, I have tricked myself into believing it was a major accomplishment. I tell myself, Well, at least I accomplished that. And then I look at the rest of my life and career as post-Freaks and Geeks. Whatever I do, it doesn’t matter because I pulled it off once and that was enough. I look as the rest of my career as gravy.» (Apatow:388)

Tengo que decir lo intuitiva que resulta ese pensamiento, que va completamente en contra del concepto de éxito, En los estándares de la realidad interna de este hombre, su serie ‘fallida’ significa el alcanzar un objetivo que él persiguió desde niño, trazando su camino poco a poco:

«At that age, the comedians I like most were the ones who called out the bullshit and gave voice to my anger -the Mrx Brothers, Lenny Bruce, George Carlin, Jay Leno. I loved anyone who stood up onstage and said that people in power were idiots, and not to be trusted. I was also drawn to people who deconstructed the smaller aspects of this bizarre and ridiculos life. I idolized the new generation of observational comedians like Jerry Seinfeld, Paul Reiser and Robert Klein. I related to them and imitated them , and even began to write really bad jokes of my own in a notebook.» (Apatow;10)

«Over the next two years, I interviewed more than forty of my comedic heroes -club comics, TV stars, writers, directors, and a few movie stars. It was a magical time. I remember walking into Jerry Seinfeld’s unfurnished apartment in West Hollywood, in 1983, and asking him directly, «How do you write a joke?» (Apatow;18)

Quizás se trata de que la intuición nos sitúa en la situación real de nuestro mundo. Decide de acuerdo a nuestros estándares, evita lo que sabe que lo daña. Y elige las oportunidades que sabe que lo harán crecer dentro del ámbito que sí es importante para nuestra realidad interior:

«Pistols fueron una unión alucinante de un grupo de personas qeu se detestaron nada más verse, que recelaban unos de otros y que, sin embargo, sacaron el mejor provecho de estar juntos. Un viaje, un torbellino de ideas. Había muchas cosas que me habían estado rondando la cabeza durante años pero que no sabía como organizar y exponer, así que para mí los Pistols fueron una oportunidad fantástica: de repente, todo tenía sentido. Al parecer, era flipante que la  letra de ‘Anarchy in the UK’ se la hubiera inventado un chaval de sólo veinte años. No lo digo en plan creído. Me refiero, más bien, a que en aquel momento no tuve ocasión de tomar distancia y de calibrar lo que estaba haciendo porque todo era demasiado frenético, demasiado rápido.» (Lydon)

Eso es lo que Johnny Rotten escribe a sus 58 años de edad, sobre aquella parte de su vida, la iniciación como músico que tuvo en los Sex Pistols. Mancionaré a Bowie hablando sobre la época en la se recreó como otro personaje:

«In the 1996 BBC documentary Dancing in the Street, Bowie stated:

If you asked me at the time what was I trying to do, I had simply no idea. All I knew it was… this otherness, this other world, an alternative reality, one that I really want to embrace. I wanted anything but the place I came from» (Devereux;350)

Podría decirse, entonces, que la intuición funciona inversamente a la razón. Primero se echan a andar las cosas que se siente que van por buen camino. Ya después habrá tiempo, necesidad y beneficio en explicar.

«La creación de una cosa, y la creación más la comprensión completa de una idea correcta de la cosa, constituyen muy a menudo partes de uno y el mismo proceso indivisible y no pueden separarse sin provocar la detención del proceso. El proceso mismo no está dirigido por un programa bien definido, y no puede estar dirigido por un tal programa porque es el proceso el que contiene las condiciones de realización de todos los programas posibles. Antes bien, está dirigido por un vago impulso, por una ‘pasión’ (Kierkergaard). La pasión da lugar a una conducta específica que a su vez crea las circunstancias y las ideas necesarias para analizar y explicar el proceso, para hacerlo ‘racional’.» (Fereyabend;4)

Vivir, luego explicar.

«La noche termina. Su acto termina. «Tuve ganas de encuerarme – me dice otra chica – pero no supe». Tal vez porque no se garantizaba la intimidad y cualquiera podía entrar y echar a perder la madrugada y el ritual chafarámico. Las izquierdas es un trío que recupera la crónica urbana, el punk crítico, divertido y desenfadado; que rescata al cuerpo como instrumento libertario de las ataduras moralistas, mostrándonos la belleza de las «imperfecciones naturales». Las izquierdas nos desnudan como personas y como sujetos sociales. De ahí su importancia y la radicalidad de su propuesta.» (Orlando Canseco)

Tesis sobre Las izquierdas día 20

3.¿Qué será la resistencia?

Comenzaré de forma majestuosa:  compararé el mensaje que nos obsequió el Ejército Zapatista de Liberación Nacional con el que yo busco rescatar de la experiencia mía a costa de Las izquierdas. Hablaré de las complicaciones, ambigüedades y dolores que nos trae ‘resistir’ (así como entendamos la palabra):

«¿Cómo cambiar la política sin tomar el poder? La voluntad de conciliar radicalismo y apertura conduce con frecuencia a los zapatistas a adoptar posturas políticas titubeantes y confusas. Su originalidad y su capacidad de invención, sin embargo, derivan de estas tensiones… Octavio Paz, quien, entre otros, pide a los zapatistas ‘entrar en el juego’ (‘si Marcos y sus partidarios, en Chiapas y en el país, quieren sobrevivir como una fuerza política, deben convertirse en un nuevo partido político o asociarse con uno de los ya existentes’), sabe mejor que nadie que los avances de la democracia y la emergencia del sujeto siempre son preparados por disidentes… Pero es igualmente cierto que la tentación de la pureza puede conducir a la impotencia y alimentar utopías mortíferas y suicidas.» (Le Bot;35)

Yo me pregunto que será la resistencia y, cuando leo lo que Octavio Paz hubiera deseado del zapatismo, me parece tan risible para aquella época y etapa del zapatismo, que lo voy comprendiendo. Resistir es una postura arriesgada en la que, al negarse a participar en dinámicas de existencia con las que no se está de acuerdo (aunque la mayoría si lo esté), se corre el peligro de envolverse en un trabajo impotente. Es una postura más bien incómoda.
Tomé de un documental llamado ‘Culturas en resistencia’ las nociones más pertinentes sobre ésta en cuanto a este trabajo de tesis en sus dimensiones artísticas, más que sociológicas: Alguno de los entrevistados decía que una cultura en resistencia siempre está trabajando en torno al futuro. Se moldea a fin de saber cómo reaccionar cuando se le venga encima el mundo que no está de acuerdo con él y lo quiere eliminar por eso. Muchas de las culturas en resistencia que aparecen en aquel documental dirigido por una mujer brasileña, llamada Iara Lee se hallan en puntos de todo el mundo (África, especialmente) y viven en crisis que los obligan a actuar de las formas más radicales. Muchos piden y buscan algo tan posible como la simpleza. Y luchan por evitar que esta simpleza les sea arrebatada por la ambición de grandeza que tienen otros, llámese empresas o gobiernos.

Y entre los mayores consejos se escucha: «Tu mente debe mirar la oscuridad, pero tus acciones deben dirigirse al cambio».

¿Cómo hablo de Las izquierdas en este contexto de resistencia? Creo que alguna vez lo supe decir en una entrevista con Orlando Canseco, quien nos preguntó sobre nuestra posición política por llamarnos Las izquierdas:

«Siéndote honesta a mí me abruma mucho el pensamiento general de los panoramas políticos y la ondita de que alguien tenga tanto poder sobre mí cuando yo no lo veo. Eso me saca de pedo y prefiero no pensar tanto en eso… hay gente que trabaja todos los días para salirse de estos poderes invisibles… Mi opinión es muy ignorante cuando de trata de estas cosas gigantes, pero no lo es cuando se trata de mi vida chiquita, de mis decisiones con respecto a qué comer… como el azúcar… estas cosas que están finalmente dentro de uno como enfermedades, para mí es más importante cuestionarme eso y tratar de erradicarlas en mí y por ende dar el ejemplo de las cosas que te hacen estar bien, estar sano. Porque finalmente para poder moverte, luchar y resistir y cualquier cosa que quieras hacer necesitas estar sano y estar consciente de tí. Una vez teniendo eso ya puedes empezar a ver.» (Mery Buda en entrevista con Orlando Canseco, para MH Radio)

En comparación con lo que se sufre en múltiples puntos del mundo, podría parecer que nuestros problemas son nimiedades. Pero es importante saber que cada lugar y cada cultura atrae diferentes problemas y requiere, por ende, soluciones acordes con ellos. En México basta con abrirse un solo día a las noticias para ser bombardeados por crudas historias de violencia, insensibilidad y muerte. Sentirse alejado y seguro ante ese mundo externo, sería una fantasía.

Pero dentro de nuestro campo, el del arte, somos afortunados de tener este tiempo para reflexionar acerca de nuestro modo de incidir en la realidad exterior. Para así no dejarnos llevar por un frenesí de actividad productiva que no nos mueva de nuestras posturas frías y alejadas. Marina Garcés escribe desde España:

«Más allá de la trampa de la actividad.

En continuidad con lo anterior, la cultura no sólo define un espacio de visibilidad, sino que se propone como un estado de permanente actividad…. la actividad sigue rigiendo el sentido de toda propuesta cultural. Programar, convocar, encontrarse, exponer, publicar, comunicarse… Lo importante es no parar, poder justificar una permanente actividad. De la misma manera que los currícula no admiten tiempos vacíos, también para la vida cultural cualquier periodo de «inactividad» es un punto en contra. La actividad se convierte así en una trampa en la que sigue imperando el ritmo de la productividad. ¿Qué se hace cuando no se está activo? ¿Qué ocurre cuando «no se hace nada»?

Es necesario ir más allá del dictado de la actividad, hacia un concepto más amplio de acción que incluya la inactividad, los tiempos muertos, los impasses, los desvíos, los errores, el cansancio, la desorientación, la necesidad de volver a pensarlo todo. Y no sólo para evitar el rápido agotamiento al que está sometida hoy cualquier propuesta cultural, creativa o académica, sino sobretodo porque en la trampa de la actividad lo que es sacrificado es el tiempo y el espacio para la pregunta por el sentido. ¿Por qué hacer algo? ¿Para quién? ¿Con qué idea? Estas preguntas se escamotean hoy en el aparato de «objetivos» de cualquier proyecto. Pero ¿realmente nos damos el tiempo y las condiciones para pensarlas a fondo y para atravesar las crisis que abren en nuestros propósitos y en nuestros contextos? No poder hacerlo condena la creación a un activismo sin sentido en el que las ideas no pesan nada ni dejan ningún rastro. Sólo circulan, flotando en la insignificancia, para hacer viable el consumo contínuo de proyectos. Experimentar y compartir el sentido de una idea, exponerse a su fracaso o atreverse a hacerla funcionar sin controlar sus consecuencias, es hoy una labor de resistencia.» (Garcés:Abrir los posibles;6)

Ella tiene razón. Y si nos movemos hacia el origen del problema, ante lo que se está resistiendo es ante una presión de deseos e ideas sobre ‘la productividad’, se resiste al control del dinero sobre nuestro bienestar. En esta época sería más sacrílego decir «Yo no creo en el dinero», que «Yo no creo en Dios». Como explica Yvon Le Bot, para resistir hay que econtrar ese punto incómodo entre conocer el lenguaje del que nos estamos defendiendo, para no usarlo:

«La fuerza de los zapatistas radica en la no violencia; su originalidad, en la invención de una nueva relación entre violencia y no violencia. El problema consiste en mantener esa tensión sin abismarse en la violencia. El crecimiento de una violencia contenida y reprimida durante décadas, o siglos, desemboca en una estrategia de no violencia armada al servicio de una producción de sentido, de una invención simbólica y política.» (Le Bot:50)

En el caso de los zapatistas es el lenguaje de las armas y de la violencia el que se toma como marco de referencia. ¿Será, en nuestro caso, el lenguaje del dinero el que tenemos que conocer para inventar una nueva relación entre la austeridad y la abundancia? ¿quizás una ‘austeridad adinerada’ en analogía a la ‘no violencia armada’?

«La tensión en la que se mantiene el movimiento garantiza su ejemplaridad y su expresividad. Si recae, puede descomponerse en la violencia o en el repliegue comunitario.

El zapatismo, dice con razón Régis Debray, es un ‘retorno a lo escencial: la resistencia’. Resistencia al neoliberalismo.» (Le Bot;50)

Al fin se trata de una declaración ética, una muestra de que no importa la cantidad de armas que se tenga, la violencia no es el lenguaje que deciden ocupar. Pero al poseer armas, se declaran no como un movimiento santo y victimizado, sino como un ente conciente y capaz de usarlas si se les empuja a sus límites. Podría entenderse esto como una amenaza, o  simplemente como una dignidad humana.

Repito, hacia el símbolo se puede siempre dar una lectura dinámica, que no lo destruya ni lo desenmascare, sino que el lector lo pueda vivir a la manera de una histroria a la vez verdadera e irreal. Lo podría, más que probar racionalmente la legitimidad de sus principios, usar para cuestionarse (eso nosotros siempre siempre lo decidiremos).

Compartiré aquí, que antes de quebrar Las izquierdas, opté por preguntar al I ching si lo debía decidir así, y me ayudó leer este designio que me dio el azar:

«Los tiempos de adversidad son el reverso de los tiempos de éxito… Cuando un hombre fuerte está desamparado permanece sereno y alerta pese a todos los peligros, y esta precaución es la fuente de su éxito posterior. Su firmeza es más fuerte que el destino. Quien deja que su espíritu se quiebre por el abatimiento no tendrá éxito. A quien la adversidad solo encorva, pero en el cual engendra la fuerza de reaccionar, con el tiempo esa persona seguramente encontrará la luz… Es cierto que por el momento su influencia no es reconocida y que sus palabras no tienen efecto. Es por eso que en épocas de adversidad es importante permancer interiormente fuerte y sobrio en las palabras… No hay agua en el lago: la imagen del agotamiento» (I Ching)

Se decía sobre Las izquierdas:

«ellos hacen música sin ambiciones mercantilistas, para empezar, aquí no hay sentimentalismos telenovelescos, no hay lamentaciones inofensivas ni dóciles experimentaciones. Lo que hay en un guitarra frenética, un tubo de pole dance, una chica que baila en él y canta, más bien grita, nos grita a nosotros, una trompeta que es como un grito de guerra demencial, tres músicos que explotan furiosos y cachondos, felices y desnudos en el escenario, el punk como un camino antes que un destino…» (Donovan Villegas)

La resistencia quizás podría enunciarse como un constante trabajo de comunicación con la naturaleza propia. Saber cuándo lo que está haciendo le hace bien y cuando le hace mal. Para saber detenerse y saber accionarse. Para tener la audacia de decir que no.

«…el lago se agota y se seca. Es el destino. Simboliza la suerte adversa en la vida humana. En tales épocas, no se puede hacer otra cosa que asumir el destino y permanecer fiel a sí mismo. Se refiere aquí a la capa más profunda de la verdadera naturaleza del ser, porque sólo ella es superior a todo destino exterior» (I Ching)

Quizás es bueno no agobiarnos acerca de si estamos siendo o no congruentes y recordar que esta es una tesis sobre arte, donde no debemos dejar que el peso de solucionar todos los problemas caiga sobre nosotros, aunque sí el de alentar a la comunidad:

«Esta [la obra de arte] es una forma de la actividad humana, que consiste en transmitir a otro los sentimientos de un hombre, consciente y voluntariamente por medio de ciertos signos exteriores… es un medio de fraternidad entre los hombres que les une en un mismo sentimiento, y por lo tanto, es indispensable para la vida de la humanidad y para su progreso en el camino de la dicha. (Tolstoi:Qué es el arte;21)

Otra mujer entrevistada en el documental de las culturas en resistencia decía: «cantar una o dos horas no es suficiente, te aplauden, dicen que eres maravilloso, pero yo tengo que salir a la calle todos los días y ver la sangre derramada…»

Está de pensarse…

Tesis sobre Las izquierdas día 19

2. Hacerse portátil

En esta parte corresponde hablar sobre la tendencia a buscar ‘matar dos pájaros de un tiro’, es decir, a simplificar y mezclar procesos de tal manera que se apoyen entre ellos y crezcan simultáneamente. Empezaré con el filósofo Baudrillard y su reflexión sobre la publicidad:

«Ningún deseo, ni siquiera sexual, subsiste sin la mediación de un imaginario colectivo. Tal vez ni siquiera pueda surgir sin este imaginario. ¿Se puede imaginar amar a una mujer de la que se estuviese seguro que ningún otro hombre del mundo habría de desearla? A la inversa, si multitudes enteras adulan a una mujer, la amaré sin conocerla. Ahí está el resorte perpetuamente presente (y las más de las veces oculto) de la publicidad. Si es normal que vivamos nuestros deseos en referencia colectiva, la publicidad, por su parte, se dedica a convertirla en la dimensión sistemática del deseo. No se fía de la espontaneidad de las necesidades individuales, prefiere controlarlas a través de la creación de lo colectivo, y de la cristalización de la conciencia en este colectivo puro.» (Baudrillard:1969;203)

Esto quiere decir que gran parte de las cosas que nos sentimos impulsados a consumir, vienen de un deseo, que muchas veces no surge ni siquiera de nuestro interior, sino de una colectividad anónima.

En el contexto de Las izquierdas, y especialmente hablando de mi batería como herramienta de trabajo, yo pensaba mil veces  en cómo solucionar los problemas sonoros antes de tener que adquirir una nueva pieza para agregarle (vale la pena mencionar que mi batería estaba construida de sobras de otras baterías de músicos que ya no las querían tener). ¿Por qué? No era precisamente por no gastar dinero. Más bien se trataba de un reto el encontrar nuevos efectos por medio del material disponible. Y, sobretodo, se trata de generar en la mente caminos que difieran a la inmediatez de adquirir tecnologías y se dediquen a fortalecer las habilidades. Comparto el sentimiento punk austero de Johnny Rotten:

“Veía grandes casas y cosas por el estilo, pero no sentía que me atañeran de ninguna forma, no lo entendía. Para mí era un sinsentido que la gente viviera en sitios tan grandes. Solía preguntarme, ¿qué hacen en todas esas habitaciones? ¿Cómo pueden dormir por la noche sabiendo que hay que cerrar el pestillo de todas esas ventanas?” (Lydon)

Además, este huir de comprar por comprar, funciona a su vez como un entrenamiento para estar preparado para reaccionar ante cualquier adversidad, ningún problema de carencia se torna tan grave. Se hace más evidente el verdadero origen de cualquier problema, ya que se tiene la oportunidad de preguntarse honesta y profundamente por las funciones verdaderas que cumplen los dispositivos en nuestras manos. Y a partir de la respuesta, ser capaces de quitarnos sin vergüenza los sobrantes de aquel deseo colectivo.

El escrito Mason Currey realizó una investigación acerca de los hábitos diarios de distintos artistas, yendo sobretodo  acerca de escritores, pintores, cineastas y músicos:

«I wanted to show how grand creative visions translate to small daily increments; how one’s working habits influence the work itself, and vice versa.

The book’s title is Daily Rituals, but my focus in writing it was really people’s routines. The word connotes ordinariness and even lack of thought; to follow a routine is to be on autopilot. But one’s daily routine is also a choice, or a whole series of choices. In the right hands, it can be a finely calibrated mechanism for taking advantage of a range of limited resources: time (the most limited resource of all) as well as willpower, self-discipline, optimism. » (Currey:2013;12)

Me parece importantísimo aquí resaltar el tiempo como un recurso valiosísimo. Uno gratuito y que no se acaba, y que administrarlo hacia nuestros fines de manera sabia nos puede llevar a los logros que tanto buscamos.

No está de más aquí acudir a las herramientas de auto-observación y de conciencia del instante que mencionamos en la parte budista de esta tesis. Ellas nos darán la oportunidad de detenernos ante los deseos materiales  y preguntarnos si no hay otras maneras de satisfacer esa necesidad, si no podemos curar nuestro ánimo, tocar una canción, armar un dibujo, con otros medios que no sean los que primero nos vienen a la mente. Me atreveré a meter a Dios en la ecuación. Pero más aún, me atreveré a pedir que el lector sustituya la palabra Dios en el siguiente texto de Huxley, por cualquier palabra que les venga a la mente como el más alto objetivo de sus vidas:

«Como resumen final de toda la cuestión podemos citar una frase de Eckhart. «El que busca a Dios bajo una forma establecida, ase la forma y pierde al Dios oculto en ella.» Aquí, la palabra clave es «establecida». Es permisible buscar a Dios provisionalmente bajo una forma que sea desde el primer momento reconocida como meramente un símbolo de la Realidad, y un símbolo que, más tarde o más temprano, debe ser descartado en favor de lo que representa. Buscarlo bajo una forma establecida -por ser considerada como la forma misma de la Realidad- es comprometerse a una ilusión y a una especie de idolatría.» (Huxley:Filosofía perenne;294)

Es decir, saber moverse y retirarse en el momento adecuado es favorable. Y más favorable aún será ser portátil para que el trabajo realizado no se quede impregnado solamente en el objeto que ya hemos producido, sino también en nuestra propia esencia. Mediante esta apertura nos encontraremos entonces con un universo de posibilidades gratuitas, cercanas, simples y cotidianas. Quizás está sería la raíz del Do It Yourself (DIY), ese famoso eslogan (no publicitario) que acompaña a muchos movimientos del underground, entre ellos el punk.

«The subject of DIY is not an autonomus individual, rather it’s a ‘free agent’ or networker who, by being so throuhly defined in her or his predisposition to ‘doing’ and making connections, is always situated and contextualized, externalized and performative. And yet this agent remains ‘free’, despite being context-dependent, because the new context is not thought to be all-determining social structure or the rigid bureaucratic institution or the brain-washing ideological apparatus. It’s the temporary project.» (Relyea:2013;6)

Con lo portátil me refiero entonces a dos cosas: lo tangible y las ideas creativas. Es decir, a la disposición que se tiene a descontextualizar los medios materiales, y a colocar las ideas  fuera de su lugar original, digamos en una especia de sinestecia.

«Las prácticas del arte interactúan como modelos operativos abiertos, transversales, desde múltiples perspectivas, en la generación de ideas, formas e imágenes que operan de un modo u otro en los diferentes contextos (físicos, sociales, cotidianos…) y a través de sinapsis sociales, imaginarios universales, de mecanismos complejos. Conocer cómo éstas operan, puede contribuir a exploraciones e investigaciones que permitan comprender también, como operan las intersecciones o coyunturas del pensamiento «provisional» en los procesos y creación de parámetros diversos, en la formulación de otros modos o modelos heterogéneos. Siento lo transdisciplinar, post-disciplinar, o modos de hacer, en contraste con lo disciplinar, saltos metodológicos o ejercicios de anti-método, que en su evolución permitieran autogenerarse, eliminando las diferentes barreras de hacer, impulsando el desarrollo de integración de conocimientos. » (Dalmau;56)

Mucho tiempo en el principio de Las izquierdas, yo dibujé porque no podía tocar bien. Considero que supe volver portátil la energía que me generaban Las izquierdas, para mudarla a otro campo de mi conocimiento, el de las artes visuales. De ese modo cumplía en los talleres, pero sin dejar disipar mi principal objetivo, la banda de punk. Así fue que realicé un fresco sobre Las izquierdas y cinco huecograbados sobre las canciones.

El músico David Byrne, uno de los fundadores de los Talking Heads, elaboró un libro sobre su afición por transportarse en bibicleta en varias ciudades del mundo, en esos «Diarios de bicicleta» escribe:

«Hay gente que se siente aturdida y desorientada cuando viaja, ya que se desliga del entorno físico que le es familiar, lo cual a su vez afloja ciertas conexiones en la psique. En ocasiones es beneficioso -puede abrir la mente, sugerir nuevas percepciones-, pero con frecuencia es también traumático. Algunos se repliegan en sí mismos o se encierran en la habitación de su hotel cuando el lugar les es extraño, o se deshiniben en exceso en un intento de conseguir cierta forma de control. Para mí, la sensación física del transporte autoimpulsado, junto con la impresión de autocontrol inherente a esta situción sobre dos ruedas, tiene un efecto vigorizante y tranquilizador que, aunque pasajero, me basta para estar centrado el resto del día.

Suena como una forma de meditación, y de alguna forma lo es… Es una actividad repetitiva, mecánica, y distrae y mantiene ocupada la parte consciente de la mente, al menos parcialmente, de una manera que requiere cierta dedicación pero no mucha, sin que ello implique mantener la guardia baja. Eso favorece un estado mental que permite que una parte, aunque no demasiado grande, de inconsciente fluya. Para quien cra que una parte importante del origen de su trabajo y de su creatividad se debe a ese fluir, éste es un buen sitio donde buscar esa conexión.» (Byrne:2011;16)

Así que finalmente, podríamos reducir el problema a una cuestión de autoconocimiento. Saber, como David Byrne menciona, qué acciones nuestras nos generan ciertos estados (como a él el andar en bicicleta le genera una sensación de autocontrol) para poder acudir a todos esos recursos cuando algún reto del mundo exterior nos parezca imposible al tenerlo ante nuestros ojos. Quizás así no seremos aquel que se encierra en su cuarto de hotel a esperar que transcurran las horas sólo para no enfrentarnos con lo desconocido.

«¿Es nuestro cerebro extrañamente finito? ¿Es producto de nuestra intuición esa singular idea de la compensación? Sabemos de invidentes cuyo cerebro ha cambiado, con nuevas conexiones neuronales establecidas en área anteriormente designadas a la vista. ¿Ocurre lo mismo con nuestras partes psíquicas?… ¿Tienen necesariamente los grandes genios creativos menos sentido común o comercial? ¿Están las mentes extremadamente racionales incapacitadas sin remedio para la intuición más creativa y radical? ¿Es la gente sensual incorregiblemente desorganizada? Cuando uno progresa en un área, ¿forzosamente otra debe sufrir y empeorar?» (Byrne:)

Yo creo que es un terreno amplio para investigarse. Podríamos colocar la inter/trans/multidisciplina como una metáfora de lugares a donde ir, puntos a donde escapar cuando nuestro cerebro se siente finito. Y la gran ventaja de esto, es que las habilidades desarrolladas son algo que no nos puede ser arrebatado. Vuelvo a Rockdrigo. Esta vez su músico amigo Fausto Arrellín describe el día en que lo conoció:

«Frente a mí el tipo de los lentesotes mencionados pulsaba la guitarra de una manera inusual, sus arpegios precisos y el ritmo de sus composiciones inmediatamente llamó la atención de los presentes -me percaté que era casi desconocido para quienes ahí nos encontrábamos.

Escuché el Metro Balderas por primera vez, la guitarra pasó de mano en mano y cuando de nuevo se estacionó bajo ese lentes y esa gorra los acordes de No tengo tiempo de cambiar mi vida llenaron el espacio y algo cambió.» (Arrellín)

Este encuentro debe haber sucedido a principios de los ochenta. Rockdrigo falleció en el terremoto del ’85 en la Ciudad de México. Antes de establecerse en ella venía de Tampico. Quizás supo ser portátil y llevar sus necesidades bajo cualquier circunstancia, en cualquier momento, y permitirse desplegar lo mejor de sus habilidades en aquella noche de la que nos habla Fausto Arrellín. Hoy, después de más de treinta años de su muerte, aún los Rupestres se reúnen para celebrar a Rockdrigo. Y Las izquierdas se cobijaban bajo lo legítimo y vigente de sus palabras «No tengo tiempo de cambiar mi vida».

La escritora chicana Gloria Anzaldúa tiene una bella frase en su colección Borderlands, hablando sobre aquel momento en que toda tu vida cabe en una mochila: “Soy una tortuga, allá donde voy llevo mi «hogar» en mi espalda”. (Anzaldúa)

Tesis sobre Las izquierdas día 18

LA BATERÍA

«…soy Mery Buda y dentro de Las izquierdas me dedico a idear canciones, letras, toco la batería, dibujé el logo, dibujé a esta gordita, hago letreros para todos los toquines, hago la página, la programo para que se suban las cosas de tumblr y de las otras páginas, y ya. La neta dedico mi vida a Las izquierdas» (Fragmento del show de televisión Cero Decibeles 10 de junio 2015)

Cuando Las izquierdas comenzaron Mery tenía 24 años de edad. Los instrumentos que aportaba a la banda eran principalmente la batería y su voz. Con la primera marcaba los bailes en canciones como «Mallory Knox», «Maratón chafarama…» y los ánimos encendidos en otras como «El hombre de las calles» y «Ese es el PRI», utilizando la simplicidad como garantía y los golpes contundentes como marca obligatoria. Con su voz acompañaba y acentuaba la mayor parte de las canciones, mientras que lidereaba otras como «Elena de Troya» y «Él se robó mi dinero».

El superpoder que transmitía en la banda, era el de la creencia de que todo es posible, dando así su mayor esfuerzo por estar al nivel de las circunstancias musicales y escénicas con un trabajo incansable. Probablemente esa esperanza provenía de todos los límites y tabús que había roto frente a su núcleo familiar en muy variados niveles de la vida social y práctica.

Su forma de componer las canciones en Las izquierdas era intuitiva y un tanto primitiva, ya que sólo creía en los ritmos, melodías e ideas que emanaban de su trabajo sobre materiales en bruto. Siempre fue muy necia al aceptar qué influencias y aportes le había brindado la educación musical, por lo que renegaba de los años que pasó en su infancia en el conservatorio estudiando las materias de solfeo, conjuntos corales, introducción a la música, instrumento (violoncello) y orquesta infantil. Ella frecuentemente describía como un milagro el hecho de que la batería le hubiera salido a la primerita, pero quizás se trataba más de una mezcla entre la temprana y profunda comprensión de los conceptos de ritmo, métrica, pulso, compases, con una reiterativa escucha de grupos de rock en la niñez y adolescencia.

Tratándose de un capítulo sobre mí misma, pretendo desentrañar qué ideas y modos de hacer míos fueron útiles y fértiles para la construcción de Las izquierdas:

1. Debe haber una manera

Aquí tocaremos el poco ortodoxo tema de la fe que nace del amor. El filósofo de la primera mitad del siglo XX Ortega y Gasset hizo del sentimiento amoroso uno de sus temas de investigación:

«Nada hay tan fecundo en nuestra vida íntima como el sentimiento amoroso; tanto, que viene a ser el símbolo de toda fecundidad. Del amor nacen, pues, en el sujeto muchas cosas: deseos, pensamientos, voliciones, actos;» (Ortega y Gasset:1939)

El amor que sentimos hacia personas o hacia ideales de nuestro devenir me parece la gasolina más poderosa cuando se trata de emprender proyectos gigantes, o alocados o que parecen lejísimos. Hay algo en nuestro corazón que nos dice que nos estamos acercando al objeto que provoca que nos motiva a despertar cada mañana. 

«‘Mi amor es mi peso; por él voy a dondequiera que voy.’ Amor es gravitación hacia lo amado… nuestro corazón, con terquedad de astro, se siente adscrito a una órbita predeterminada y girará por su propia gravitación hacia el arte o la ambición política o el placer sexual o el dinero.» (Ortega y Gasset:1939)

¿Qué mejor explicación podría haber para que alguien dedique su vida a repetir y repetir un ensayo de las mismas canciones durante años? ¿qué otra razón podría haber detrás de la terquedad de alguien que pule y pule los mismos fragmentos de tiempo hasta estar seguro de que su interpretación crea magia y comunica al mundo exterior lo que uno siente en su mundo interior?

«El amor… llega en esa dilatación virtual hasta el objeto, y se ocupa en una faena invisible, pero divina, y la más actuosa que cabe: se ocupa en afirmar su objeto. Piensen ustedes lo que es amar el arte o la patria: es como no dudar ni un momento del derecho que tiene a existir; es como reconocer y confirmar en cada instante que son dignos de existir.» (Ortega y Gasset:1939)

Pero, ¿por qué hablo tanto de esto? Porque creo que es un mal común en la humanidad el de juzgar sus propios objetos amados y, por ende, no permitirse ir hacia ellos como nos lo pide todo nuestro ser. Ir hacia lo que amamos, ya sea la música, la pintura, el servicio a los otros, la enseñanza, los escenarios, vuelve mucho más fácil el accionar. Libera esa contradicción que en ocasiones hay entre nuestra razón (debo hacer algo) y nuestro cuerpo (..pero lo estoy procastinando). Y, finalmente, podría tratarse sólo de una cuestión de honestidad con nuestros verdaderos ideales. Continuaré con Ortega y Gasset:

«hay en el paisaje figuras corpóreas o imaginarias cuyo oficio consiste en disparar nuestras actividades espirituales que, a su vez, arrastran en pos el aparato corporal. Esos excitantes psíquicos son los ideales, ni más ni menos.»

«Los hay mínimos, humildes, que casi no nos confesamos; los hay gigantescos, de histórico tamaño, que ponen en tensión nuestra existencia entera y a veces la de todo un pueblo y toda una edad. Si el nombre de ideales quiere dejarse sólo para estos mayúsculos no hay inconveniente con tal de recordar que lo que tienen de ideales no es lo que tienen de grandes, no es su trascendencia objetiva, sino lo que tienen de común con los más pequeños estímulos del vivir: disparar nuestras potencias. El ideal es un órgano de toda vida encargado de excitarla… Por eso, la biología de cada ser debe analizar no sólo su cuerpo y su alma, sino también describir el inventario de sus ideales. A veces padecemos una vital decadencia que no procede de una enfermedad en nuestro cuerpo ni en nuestra alma, sino de una mala higiene de ideales». (Ortega y Gasset:1939)

En el contexto de Las izquierdas, me parece que el elemento amor y el elemento ideal engloba gran parte de lo dicho hasta ahora en este capítulo. Ya que, como disparador de acción, el amor hacia (quizás hacia la música, el arte, el bienestar y los mismos amigos) un objeto tira las barreras del juicio, quita los deseos innecesarios (como lo que hablábamos de la fama), nos obliga a transformarnos hasta estar acordes con la situación (como lo que hablábamos de performar y disolver el ego), nos quita el miedo a realmente comprometernos, nos hace reír, nos hace experimentar. Al final, nos pone en la acción tan buscada:

«El deseo tiene un carácter pasivo, y en rigor lo que deseo al desear es que el objeto venga a mí. Soy el centro de gravitación, donde espero que las cosas vengan a caer. Viceversa: en el amor todo es actividad, según veremos. Y en lugar de consistir en que el objeto venga a mí, soy yo quien va al objeto y estoy en él.» (Ortega y Gasset:1939)

Alguna vez se escribió en el blog de música «no mute» sobre nosotros:

«La falta de un propósito, de un concepto y lógica, vuelve a Las izquierdas un proyecto que raya en el nihilismo. De la mano de su música, el grupo es el pretexto de varios para reunirse a existir sin ningún fin». (Víctor H. Cisneros)

Recuerdo que al ver esa reseña no sentimos en ese tiempo que reflejara lo que estábamos haciendo. Ahora puedo enunciar más fácilmente el propósito, el concepto y la lógica de la banda. Y era, al parecer, encontrar la manera de estar y de poner felices a quienes estaban. 

«human felicity depends upon developing a sense of continuity between values and actions. It was, after all, in the painful gap between these two things -between ideals and reality- that unhappiness had bred and the breaking point had sprung. In the simplest possible terms, we can note that people are happier when they have more time to do the things they want to do. Depending on how seriously we are willing to take it, this realisation has the capacity to be incredibly banal or incredibly profound.. (O’Mahoney:2014;242)» (Frayne;246)

Esto nos hace pensar que quizás vale la pena buscar la manera de incorporar eso que amamos (una vez que ya lo hemos ubicado) a nuestra vida diaria. Quise escribir este capitulito porque admito que he sido demasiado necia en cuanto a alcanzar cueste el tiempo que cueste, lograr ver realizadas las cosas que mi corazón me pedía por tanto tiempo. Sobretodo quise escribirlo para compartir que mi necedad mencionada es la que todo el tiempo me hace creer que debe haber una manera de llegar. Y para encontrar esa manera es que vale la pena hacer de todo lo que parezca acercarnos. Por eso la insistencia en la ínter/multi/transdisciplina y en tumbar los límites mentales y buscar entradas por todos los lados posibles.

En ‘Estética relacional’, Nicolás Bourriaud escribe:

«… las obras ya no tienen como meta formar realidades imaginarias o utópicas, sino constituir modos de existencia o modelos de acción dentro de lo real ya existente, cualquiera que fuera la escala elegida por el artista. Althusser decía que siempre se toma el tren del mundo en marcha… El artista habita las circunstancias que el presente le ofrece para transformar el contexto de su vida (su relación con el mundo sensible y conceptual) en un universo duradero. Toma el mundo en marcha, es un «inquilino de la cultura»…» (Bourriaud:2008;12)

Por eso creo que es bueno expandir la vista cuando nos econtramos creando, expandirla hacia todo lo que nos incumbe en la existencia, aunque parezca inconexo con nuestra obra. No sabemos con qué sorpresas nos podremos encontrar al tomar el riesgo: 

«iniciaron su show con los acordes de abuso de autoridad de EL TRI; pasaron unos segundos para que el lugar estallara entre slam, sudor y mucha energía. Gabo Salvaje, Mery Buda y El Panzón Anónimo, responsables de esta irrupción, se adueñaron de escenario con poca luz, poca ropa, mucho power y mucha diversión. Esta banda es única, la pasión con la que tocan se contagia y el sonido es inigualable, ¿Te cae que una trompeta y una armónica suenen en una banda de punk? ¿Es neta que van a hacer pole dance?; realmente no sabemos mucho de música, pero definitivamente Las izquierdas son de esos grupos que AMAN lo que hacen y que definitivamente hacen falta en la escena indie mexicana. Es un hecho que su propuesta es buena y que la incorporación del tubo de pole dance brinda una concepción distinta a toda la construcción de un espectáculo musical a los que estamos ya acostumbrados. » (Liliana Onofre)

La felicidad expresada de los que nos rodeaban fue, desde muy temprano, lo que nos legitimó:

«Amar una cosa es estar empeñado en que exista; no admitir, en lo que depende de uno, la posibilidad de un universo donde aquel objeto esté ausente.» (Ortega y Gasset:1939)

Tesis sobre Las izquierdas día 17

4. Lo que nos legitima

«Finalmente sí, soy una marimacho de puertas para afuera, que es el único lugar desde donde se me ha podido juzgar, de la muralla (que tuve que construir para poder respirar entre todas sus mierdas) para afuera soy todo lo que digan y más, y eso es lo único que podrán ver de mí, mi carcaza, no necesitan hacer más análisis para comprender su diminuta realidad, limpia y ordenada como un pasillo de IKEA. Luego, aquí adentro, yo sé muy bien lo que soy, y lo que significa para mí ser mujer es un concepto tan inmenso y con tantos matices que sería muy difícil que una mujer ‘prototípica’ no se quedara pequeña a mi lado. Hasta un hombre prototípico se quedaría corto.» (Torres:2013;78)

Aquello es lo que Diana nos describe como el resultado de un proceso de reubicación mental en torno a su postura alrededor de aquel término ofensivo ‘marimacho’. Nos deja ver que lo que la legitima como mujer, no es el juicio de los que excluyen las realidades complejas.

 No es tarea fácil transformar los sentimientos de no pertenencia en una alternativa para reubicarnos en un espacio desconocido. Significa, en primer lugar, aceptar que no buscamos crear lazos con instancias que no nos ven. En segundo lugar, significa darnos, a partir de esta limpieza de ideales, a la tarea de vincularnos y con suerte desarrollar el sentimiento de pertenencia en un lugar que sí nos afecte, un espacio donde sí podamos implicarnos.

Me viene a la mente La dignidad zapatista:

«El zapatismo se pretende como un movimiento que actúa desde el exterior sobre los componentes del sistema político y promueve un diálogo sin más restricciones que las decididas por los interlocutores mismos: ‘Respetamos a los que nos respetan. No abrimos la puerta a los que nos desprecian.'» (Le Bot:38)

Claramente estamos hablando de temas complejos: la institución, el dinero, el mercado. Tan complicados por ser los pilares en el concepto actual del éxito. Marina Garcés nos dice:

«La visibilidad que hoy cuenta, por tanto, no es sólo mediática. Es institucional. Ser artista es hoy ganar concursos y solicitudes que le acrediten a uno como tal. Ser arquitecto es ganar concursos. Ser investigador es ganar las convocatorias de investigación del Ministerio o de cualquier otra entidad que se atribuye el rol de otorgar esa condición a quienes aspiran a ella» (Garcés:Abrir los posibles;4)

Pero, valiéndonos de todas las herramientas de reflexión que ya hemos desarrollado, vale la pena ser valientes y plantar cara ante la pregunta: ¿son aquellas las instancias que yo quiero que me otorguen valor? y, sobretodo, ¿en verdad las necesito?

Bruce Lee describía La integridad de este modo: 

«Ser capaces de permanecer fieles a nuestra manera propia de ver la vida. Una persona se hace admirar por su integridad, por no haberse corrompido en el camino, por hacer sido valiente y fuerte a pesar de las dudas y tentaciones (Giménez:77)

La historia de Las izquierdas mantiene flotando estas preguntas, deja abierta la carne, sensible a las palabras y cuestionamientos que la toquen. Sencillamente porque no hay forma de comprobar y medir el valor, de legitimarla. Nadie salió millonario de ella, ninguno ganó algún premio, y nadie violó ningún contrato legal al darla por terminada. 

«A Las izquierdas con amor…

Ayer después de mucho tiempo, regresé a Alicia. Regresé nada más y nada menos que a la presentación del primer disco de Las izquierdas, la banda de punk del Panzón anónimo (Andy Mountains), Mery Buda y Gabo Salvaje (Juárez Romero). Sabía que ir era garantía de pasar un muy buen rato, pero lo que me tocó ver y vivir no podría siquiera habérmelo imaginado. 

El lugar se llenó de cuerpos bailantes, dueños de sus propias voces, desnudos, gozosos, liberados, llenos de ellos, de lo que son y de todo lo que inunda esos cuerpos desnudos, gozosos, bailantes. Me ubiqué cerca del tubo porque me resulta irresistible presenciar la maravilla de esas promesas de crisálidas que resbalan por el hilo plateado, preparándose para cuando posean sus propias alas. Y vuelan, convulsas, disfrutando del ritual ante mis ojos. 

De pronto  la guitarra y las armónicas impregnaron el lugar mientras los acordes de la gran rola de Rockdrigo González cambiaban por completo la atmósfera. 

Cabalgo sobre sueños, innecesarios y rotos, prisionero iluso de esta selva cotidiana…

Las voces de Andrés y Mery acariciándose la una a la otra, mientras la armónica de Gabo les acompañaba con su llanto. Compases melancólicos, llenos de las palabras que enseñan, que recuerdan, que nos hablan a todos porque hablan de todos, de todo, de lo auténtico, de lo que nutre, pero también de lo que duele.

No tengo tiempo de cambiar mi vida

La máquina me ha vuelto una sombra borrosa…

Los ojos se me anegaron de lágrimas que, de no caber, se dejaron caer. Y lloré, lloré como llevaba tiempo necesitando llorar. Lloré conmovida, desde el fondo del alma, de las entrañas, del corazón. Lloré por mí y por todos mis compañeros, porque es la mejor manera de llorar. Y lo que me pasó me hizo un profundo bien. Cuando acabó la canción y regresamos al punk, mi carga se había aligerado un montón.

Gracias Panzón anónimo, Mery Buda y Gabo Salvaje por lo que nos regalaron ayer en la noche. Gracias por su subversiva presencia, por su lúcida inocencia, por lo valiente de su desmadre. Y gracias a Las izquierdas, como proyecto, por hacer tan feliz a una de las personas que más quiero en el mundo mundial: Juárez Romero querido, no tienes idea de la alegría que me da verte tan bien, tan pleno, tan vivo, tan lleno de razones. 

Por eso y por muchas cosas más, y de corazón, ¡Larga Vida a Las izquierdas!»

(Dominique Amezcua)

Vale la pena mencionar que la legitimidad no es un tema que yo supiera que fuera especialmente del interés de Gabo. Sin embargo su constante búsqueda por hallar en la historia de la música y del underground, música e imágenes que él hallara acordes a su sentir, el punk, los fanzines, la prensa subterránea y demás informaciones, me llevan a pensar (también a partir de la legitimidad que nos otorgaba a Las izquierdas cantar No tengo tiempo) que, además de la legitimidad que te otorga estar entrañablemente seguro de lo que estás haciendo, una conciencia reflexionada sobre las manifestaciones afines es una manera de legitimar el propio camino. Y precisamente evitar moverse con la corriente de los requerimientos de instancias que no nos competen y, sobretodo, usar palabras que no nos incluyen en realidad:

«Uno no es ajeno a lo que está pasando, y ahí es donde esa individualidad se puede ver permeada de todo lo que está a tu alrededor. No necesariamente tenemos que conocer el punto de vista o lo que siente cada uno de los mexicanos o de los defeños, pero sí sabemos, sí leemos algunas cosas, vemos lo que sucede, platicamos con la gente, con nuestros conocidos, con nuestros amigos, con la gente. Independientemente uno no puede dejar de estar en esta interacción humana y eso te da mucho para que cuando tú plasmas esas rolas o quieres hacer esas madres, ya vas cargando un chingo de cosas. Por eso cuando plasmas ese coraje, esta intención pues ya no solo van tus palabras, van las palabras que recordaste de aquella persona con la que platicaste, o de aquella cosa que viste. Entonces ahí ya estás hablando por muchas personas, entonces ya no dejas a un lado.» (Gabo en entrevista con Claudia Jiménez)

La legitimidad de lo que se está haciendo, entonces se puede medir de otras formas. García Canclini, el antropólogo y crítico cultural, nos dice:

«Ser escritor o artista, por tanto, no sería aprender un oficio codificado, cumplir con requisitos fijados por un canon y así pertenecer a un campo donde se logran efectos que se justifican por sí mismos. Tampoco pactar desde ese campo con otras prácticas -políticas, publicitarias, institucionales- que darían repercusión a los juegos estéticos. La literatura y el arte dan resonancia a voces que proceden de lugares diversos de la sociedad y las escuchan de modos diferentes que otros, hacen con ellas algo distinto que los discursos políticos, sociológicos o religiosos. ¿Qué deben hacer para convertirse en literatura o en arte? Nadie lo sabe de antemano.» (García Canclini:Resistencia;27)

A lo mejor un buen fitro sería, antes que ponernos a especular sobre si lo que hacemos es legal en los ojos del mundo exterior, preguntarnos si lo que hacemos es legítimo para nuestro propio criterio. Es decir, identificar si nuestro cuerpo está coordinado con nuestras palabras, si nuestro ser entero se halla en ellas. Sólo ante esto podremos ser honestos con la legitimidad de nuestras declaraciones, Marina Garcés nos dice:

«En el contexto desde el que escribo, de vidas precariamente acomodadas, de políticas nocturnas y paseos soleados de domingo, ¿qué puede significar poner el cuerpo? No podemos saberlo, cada situación requerirá de una respuesta, de una toma de posición determinada, y todo cambia rápidamente hacia umbrales que nos cuesta imaginar, pero antes que nada significará poner el cuerpo en nuestras palabras. Hemos alimentado demasiadas palabras sin cuerpo, palabras dirigidas a las nubes o a los fantasmas. Palabras contra palabras, decía Marx. Son ellas las que no logran comprometernos, son ellas las que con su radicalidad de papel rehuyen el compromiso de nuestros estómagos. Poner el cuerpo en nuestras palabras significa decir lo que somos capaces de vivir o, a la inversa, hacernos capaces de decir lo que verdaderamente queremos vivir.» (Garcés:Un mundo común)

 

John Lydon, figura del punk caracterizada por la no-legitimacion externa, habla así sobre Iggy Pop:

«Una vez vi el video de un directo de Iggy Pop, sólo una canción. Estaba cantando ‘Down in the street’ y me quedé tan impresionado con lo valiente que era su música, tan ruidosa. Y no le temblaban las piernas, al contrario, el tío lo daba todo, a tope. Ahí estaba él, con su larga melena rubia, tan lujuriosa, y con su rímel (Iggy Pop, por favor!). Me encantó porque el tío no escondía ni huía de su mensaje, para nada; parecía estar diciendo ‘aquí estoy, así que ve acostumbrándote’. Menudo coraje. Sin concesiones.

Nadie puede esperar gustar a todo el mundo y os diré que a veces es mejor no gustar. En cualquier caso, una vez has tenido la cara dura de subirte a un escenario, te pertenece. No huyas, no te escondas.» (Lydon)

Ante esto me queda decir, que parte de la intención de esta tesis, además de comprender mis propios procesos, incluye el decirle a mis dos compañeros de banda que, a mis ojos, lo que hicimos es muy valioso, no por el reconocimiento que obtengamos o no, sino por el sentido tan fresco que le ha dado a mi persona. Una vez más utilizaré la historia del zapatismo, para legitimar mis palabras:

 

«Combatieron durante doce días y ocuparon durante algunas horas un puñado de municipios en los confines de México. Nosotros peleamos desde hace 30 años, controlamos grandes porciones del territorio nacional y golpeamos donde queremos. 

Y sin embargo, nadie se interesa por nuestras acciones, mientras que las de ellos han levantado una ola de simpatía alrededor del mundo.’ Estas amargas reflexiones de un guerrillero colombiano ilustran una diferencia profunda. Como otras guerrillas de 30 años, la colombiana, heredera en sus diversas variantes (comunista ortodoxa, castrista y maoísta) de la época de la guerra fría y que hoy participa en la generalización de la delincuencia y el crimen organizado en el país, tampoco tiene nada que decirnos. El interés que suscita el zapatismo, en cambio, radica en la medida de su capacidad de crear sentido.» (Le Bot:50)

Tesis sobre Las izquierdas día 16

3. Me reiré del mundo

«Me reiré de mí mismo porque el hombre es lo más cómico cuando se toma demasiado en serio… Nunca permitiré que me vuelva tan importante, tan sabio, tan grave y reservado, tan poderoso, que me olvide de reírme de mí mismo y de mi mundo. En este asunto seguiré siempre siendo un niño, porque solo como un niño se me ha otorgado la habilidad de admirar a los demás; y mientras admire a otro nunca me formaré una opinión excesiva de mí mismo» (Mandino;114)

Esto es lo que nos aconseja hacer aquel libro ochentero ‘El vendedor más grande del mundo’ en el que Og Mandino, un vendedor por oficio y ‘autoayudador’ por vocación, nos explica que cambiar ciertos hábitos nos puede ayudar a desarrollar una perspectiva más sana de la vida.

Performar, estar en escena, accionar irrumpiendo violentamente en la realidad. El arte es un acto declarativo mediante el cual un alguien, con un algo qué decir, se hace presente. Pero, ¿quién es esta persona y qué puede hacer para no sufrir al verse expuesto?

Diana J. Torres, la iniciadora mundial de la ola de performance Pornoterrorista, nos dice en su libro «Pornoterrorismo»:

«Técnicamente soy una enferma. Exhibicionismo lo llaman. Yo prefiero no darle nombre a lo que me sucede justo antes de entrar en el escenario. Es una mezcla de calentón, fiereza, mala leche y la profunda necesidad de decir lo que tengo que decir, de hacer mi trabajo. Lo que sucede mientras estoy frente al público sí tiene nombre: pornoterrorismo. (Torres:2013;83)

Este fragmentito nos consuela ante las deprobaciones. Nos impulsa a ver que tenemos que contar con cierto sentido del humor para asignarnos un acto, nombrarlo y llevarlo a cuestas. El filósofo Henri Bergson tiene en su haber un ensayo titulado ‘La risa’, donde infiere:

«lo cómico tiene algo de estético, pues aparece en el preciso instante en que la sociedad y la persona, libres ya del cuidado de su conversación, empiezan a tratarse a sí mismas como obras de arte.» (Bergson:1899;28)

Pienso en Gabo, y su el sentido del humor involuntario. Éste le obsequiaba un tremendo grado de humanidad a los actos de Las izquierdas, donde los tres nos hacíamos parte de una escena que, sin música, sin contexto y sin público, quizás sería de lo más extraña:

«Las actitudes, gestos y movimientos del cuerpo humano son risibles en la exacta medida en que este cuerpo nos hace pensar en un simple mecanismo» (Bergson:1899;39)

Mucho se me quedó grabado algo que escribió Joey Muñoz para la revista Noisey después de visitarnos en un ensayo para realizar entrevista:

«La energía de ese ensayo supera el set en vivo de un chingo de bandas; no sabemos si nos dieron un show sólo para nosotros o si siempre ensayan con tantas ganas…» (Joey Muñoz, Noisey)

Me parece estar tocando un punto sensible, que se entremezcla con lo que ya escribí sobre disolver el ego. Al parecer hay un lugar, un espacio en el que se puede estar, en el que el show se hace algo real. Y en el que algo que puede ser muy ridículo de pronto ya no lo es. ¿qué es eso? Será quizás lo que los antropólogos llaman espacio ritual, donde es válido lo que en otras ocasiones no, donde se subliman las acciones que provocan catarsis.

Sería muy ambicioso de mi parte querer resolver esa pregunta, pero lo que sí puedo hacer es observar como un lugar común entre performers la necesidad de saberse pequeños y risibles. Tomaré un pedazo del libro «Sick in the head» de Judd Apatow, un cineasta inclinado totalmente a la comedia. En su libro recopila entrevistas que le fue haciendo a lo largo de treinta años al círculo de comediantes de Sit com y de televisión, en entre ellos, Jerry Seinfeld:

«I used to keep pictures of the Hubble [un telescopio de la NASA] on the wall of the writing room at Seinfeld. It would calm me when I would start to think that what I was doing was important.» (Apatow:390)

Ese es en cierto modo el patrón que menciono. En estos casos es o Seinfeld viendo fotos de un satélite para sentirse en su tamaño adecuado, o Diana reconociendo que hay un nombre clínico para su quehacer escénico, o nuestro Gabo admitiendo en público que olvidó su tanga en casa y que por eso tendrá que desnudarse sin preámbulos. Al final todos estos trucos sólo los hacemos para ser capaces de comunicarnos de frente con la sociedad, otorgando lo que sabemos hacer.

«‘Este palo de tres metros veinte es suyo’, continúa diciendo Panzón Anónimo, mientras Gabo comenta al público: «Nadie los va a juzgar: él (Panzón Anónimo) trae una tanga que tiene una capita!). Todos ríen porque la tanga que lo viste es de Superman, «Vamos a bajarle de huevos» dice Gabo y comienzan con ‘No tengo tiempo’ de Rodrigo González.» (Orlando Canseco)

Desmond Morris habla del humano como ‘el mono desnudo’ en un análisis zoológico:

«El mono desnudo, incluso en su edad adulta, es un mono juguetón. Esto es consecuencia de su naturaleza curiosa. Está llevando constantemente las cosas a su límite, tratando de sorprenderse a sí mismo, de impresionarse así mismo sin hacerse daño, y cuando lo consigue demuestra su alivio con el estruendo de sus contagiosas carcajadas. » (Morris;233)

«Sálvanos, Sálvanos, esta fiesta está aburrida!», era la frase que Gabo cantaba a media canción ‘Liz la encueratriz’. La letra fue hecha precisamente evocando los momentos de fiesta en los que uno se desaparece como ente serio y solemne, para convertirse en ‘un elegante rinoceronte’ o románticamente ‘ver culos desnudos en las pupilas del ser amado’.

De Gabo había que aprender a performar sabiéndose humano en todo momento, siendo transparente:

«‘¿Cómo se sienten hoy tus pezones?’ pregunta Gabo Salvaje trompetista de Las izquierdas. «Los pezones se sienten bien» contesta el Panzón anónimo, guitarrista mientras se abre la gabardina para mostrar los adornos que los cubren.» (Orlando Canseco)

En una parte de ‘La risa’, Bergson habla, con algo de ternura y empatía, sobre por qué le parece tan cómico el personaje de Don Quijote:

«…una cosa es caerse en un pozo por torpe distracción, y otra cosa es caerse por ir mirando una estrella… estos espíritus soñadores, estos exaltados, estos locos tan extrañamente razonables, nos hacen reír hiriendo en nosotros las mismas cuerdas, poniendo en juego el mismo mecanismo interior que la víctima de una novatada o el transeúnte que resbala en la calle. También ellos son andarines que caen, ingenuos a los que se les burla, corredores que van tras un ideal y tropiezan contra las realidades, Cándidos soñadores a quienes acecha maligna la vida. Pero son ante todo unos grandes distraídos que llevan sobre los otros la superioridad de su distracción sistemática, organizada en torno a una idea central, y de que sus malandanzas se hallan enlazadas por la misma inexorable lógica que la realidad aplica a corregir los sueños, engendrando así a su alrededor, por efectos capaces de sumarse unos a otros una risa que va agrandándose indefinidamente.» (Bergson:1899:23)

Tesis sobre Las izquierdas día 15

2. El potencial de la experiencia directa

«Si no lo investigas ni lo pruebas por tí mismo, ¿cómo sabes que es correcto y práctico? ¿Cómo podrás explicarlo con tus propias palabras? . Cree solamente la mitad de lo que veas, y definitivamente nada de lo que oigas.» (Giménez:99)

Esto es parte de lo transcrito por el pedagogo y músico Toni Giménez acerca de la filosofía de Bruce Lee, aquel artista marcial y de cine de los 70’s, cuya disciplina y fuerza insólitas dejaron historia como un caso excepcional. Yo asumoque esa rareza y particularidades que lo caracterizaron surgen de la tendencia que tenía Bruce Lee a forjarse sus propias reglas.

En el contexto de Las izquierdas, casi todo acierto nuestro tenía detrás ochentamil errores, lo cual no considero algo de qué avergonzarse. Gabo en especial, abogaba por el impulso de hacer las cosas para sentirlas, y después de eso mejorarlas y corregirlas. Puede que no sea la forma más ortodoxa de proceder, pero sí es la más divertida y la que más aprendizaje provoca. Además, dentro de un línea de trabajo que no tiene precedentes claros, ¿de qué otra forma se podría saber qué pasa si…?

«Barthes escribió que «la interdisciplinariedad, de la que tanto se habla, no consiste en confrontar disciplinas ya constituidas. Para conseguir la interdisciplinariedad no basta con tomar un asunto y convocar en torno a él dos o tres ciencias. La interdisciplinariedad consiste en crear un objeto nuevo, que no pertenezca a nadie» [p.107 en Barthes, Susurros del lenguaje]. Lo interdisciplinario no es entonces epigráfico, ni tampoco el puente que une a dos tierras sobre una corriente embravecida, especie de no lugar del discurso de las ciencias y las artes del hombre, sino una nueva posibilidad discursiva y un nuevo real práctico y de acción. Este nuevo objeto constituido o por constituir posee la naturaleza que le otorga la experimentación, la prueba, el ensayo. Posee de igual manera el carácter de lo contingente, lo intempestivo, lo inesperado y lo incalculable. Ello no significa que lo interdisciplinario tenga el sentido de lo irreflexivo, por el contrario. La interdisciplina que aparece al principio como un llamado de alerta, una invocación al cambio y la transformación enriquecedora de significados, nace apenas siendo controlada pero, como conviene saber, el objeto interdisciplinario demanda también una suerte de cálculo de responsabilidades sociales. Justamente porque no puede ser absolutamente previsible el resultado, la práctica interdisciplinaria debe ensayar los efectos que tendrá sobre nosotros… sobre las maneras habituales de producir significados. Decimos entonces que el fenómeno interdisciplinario es ante todo una experiencia.» (Jiménez:2004;26)

Voy haciendo un uso indistinto de las palabras multidisciplina, interdisciplina y transdisciplina, sobretodo porque no me parece tan relevante la diferencia entre ellas en lo que ocupa a este texto sobre Las izquierdas. Y sobre este fragmento habrá que resaltar ‘aquel objeto que no pertenece a nadie’, el que nace de la acción. Porque el performance de Las izquierdas fue creciendo y agregando elementos conforme iba recibiendo respuesta. Ahí radica su belleza, en que incluso las contribuciones externas a él (como el video musical que nos realizó la videoasta Miroslava Tovar para Liz la encueratriz) son los experimentos que terminaban por otorgarle forma al proyecto. Me parece que este cruce de recursos y de medios se da naturalmente cuando los practicantes del arte buscan a otros afines a su búsqueda particular. Pondré de ejemplo a la ola Pornoterrorista de performances, que nos acogió como si de ella hubiéramos nacido. Y ‘aquel objeto que no le pertenece a nadie’ de pronto ya era ‘performance’ también. Y es un fenómeno irrepetible, dado que estaba lleno de inocencia ávido de experiencias:

«Para cambiar la vida, o para cambiar el mundo, no nos sirven entonces los horizontes emancipatorios y revolucionarios en los términos en los que los hemos heredado. Por eso los cuerpos se desencajan de los discursos y empiezan a hacer lo que sus palabras no saben decir.» (Garcés, un mundo común)

Podría decir que nuestros experimentos no cabían ni en el mundo del rockanrol, ni en el del arte, ni en el del teibol dance,

«El tercer aniversario de Las izquierdas se prolongó casi hasta el amanecer con baile de tubo, punk chafarama, rock and roll filoso con un sinfín de valedores que se dieron cita este sábado en el Centro de Salud a altas horas de la noche. Una fiesta que no sólo se quedó en el buen viaje del cuerpo desnudo, sino en una propuesta que busca el encuentro con la diversidad de género teniendo a la música como enlace.» (Orlando Canseco)

y, al no hallar (ni buscar) un hueco en ‘lo heredado’, lo que pasó fue la creación de un espacio y ritual nuevos:

«Maratón Chafarama es un disco hecho con las entrañas, inteligente e independiente. Es la culminación de un gran desmadre, como la travesura genial de tres niños. Rastros de blues, punk, glam, pole dance, situacionismo, rock urbano, no wave y poesía maldita. Música para mover el culo y alzar los puños. Un testimonio de nuestra generación , reprimida y puteada, y que sin embargo, resiste.» (Donovan Villegas)

Es muy divertido sumar la evolución de lo que fuimos experimentando en los tres años de vida de la banda. Empezando como música, agregándole la hechura de flyers para promocionar los toquines, después experimentando con los vestuarios para mejorar el aspecto visual, luego utilizando letreros como marca personalizada de la banda. Luego, todo aquello convirtiéndose en fotografías (ahí ya empiezan a entrar otras manos), luego documentando esas experiencias en huecograbados y en un fresco, después agregando sutiles bailes coreografiados, después el elemento clave del tubo, luego la hechura de serigrafías para poder dejar un recuerdo en playeras, después en calzones, posteriormente experimentando grabar las canciones, pasando por muchísimos errores, luego generando nuestros propios microdocumentales, luego haciendo el video musical (y para éste, preparar escenografías dibujadas, tarjetas de presentación, storyboards y demás planeaciones previas) y, finalmente, desembocar en la concreción de un CD, que carga con todo el trabajo ínter/pluri/multidisciplinar ya descrito.

En su libro Making is connecting, el profesor de ‘creatividad’ David Gauntlett nos dice:

“Enough people have wanted to go on making things. Enough people believe they can expand their ideas and knowledge about the world through learning and practicing a craft. Some people believe that if you want to truly understand a thing you have to make a version of that thing – a model, representation, or piece of mimetic art.” (Gauntlett:2008;24)

Quizás si hubiéramos preguntado antes, cualquiera hubiera dicho que ni lo intentáramos. Pero ahí radica el potencial de la experiencia directa.

Tesis sobre Las izquierdas día 14

LA TROMPETA

«… soy Gabo Salvaje, toco la trompeta, la armónica, canto, grito, hago pole dance, también hago algunas ilustraciones, el diseño de las cosas, de carteles, del disco, ¿qué más? Ah pues también ayudo siempre, bueno es que todos hacemos de todo en esta banda, ¿no?, como al parecer se debe de hacer.» (Fragmento del show de televisión Cero Decibeles 10 de junio 2015)

Gabo tenía 27 años de edad cuando Las izquierdas empezaron a tocar. Su aporte en la instrumentación era la trompeta, las armónicas y la voz. Con el lujo de su trompeta nos hacía brillar, ya que sacaba sonidos tan contundentes que cambiaban por completo los lugares a la vez que captaban la atención de los oyentes en canciones como «Mallory Knox» y «Maratón Chafarama con Las izquierdas». Con su armónica, sin embargo, arrojaba sutilmente las notas más sensibles y expresivas durante otras tantas como «Ese es el PRI» y «No tengo tiempo de cambiar mi vida». Con su voz guiaba la mayoría de las canciones, atacándolas a veces con gritos y a veces con risas y murmullos que venían de la plena improvisación.

El superpoder de Gabo era el peso de su presencia escénica, al igual que el alto valor de su amistad, de tenerlo como aliado. Quizás eso era en parte porque había elegido un camino artístico que difería tanto de lo que su familia le había enseñado, que su voluntad era de un reflejo puro y poderoso.

Gabo era lo que se conoce como un músico lírico, es decir que para él, el conocimiento de la escritura y teoría no eran un requisito para saber dónde insertar la música, los sonidos. Sus ganas de conocer todo género, su natural sentido del ritmo y su amor por la música, sumado a la experiencia de años con su instrumento, era lo que lo guiaba.

De adolescente, había empezado a pimponear música con un amigo suyo de la secundaria que se había hecho de unas congas. Gabo consiguió una trompeta y se juntaban a sacar canciones de ska que les gustaban. Quizás eso explica las fuertes raíces de la música para él en contexto de la amistad. Alguna vez lo escuché decir que a él no le gustaba ensayar solo en su casa, que no le encontraba sentido. Su forma de componer las canciones en Las izquierdas era totalmente de las entrañas, aceptaba o rechaza ideas rápidamente, y cuando realmente sentía fluir alguna que le hubiera enganchado, sugería los textos más chistosos y ocurrentes, diviertiéndose con juegos lingüísticos y expresiones ultra-locales que nos hacían estallar de risa.

Quisiera ahora descifrar qué es lo que yo encuentro tan poderoso en el modo de hacer de este artista, poniendo en palabras algunos rasgos que se me contagiaron al trabajar a su lado:

 

1. Ventajas y desventajas de comprometerse

Empezaré describiendo el mito fundacional de Las izquierdas: Andrés, Gabo y Mery (yo) habían empezado a pasar mucho tiempo juntos. Uno diría que empezaban a transitar en las calidades de un trío amoroso. Un día de abril del 2012 Andrés y Mery invitaron a Gabo a patinar a CU. La travesía, adornada con caídas, cansancio, recuperaciones y demás, los condujo luego de varios puntos de la ciudad, a tomar rumbo hacia Tultepec. Ahí pasaron la noche cantando karaoke y conviviendo con ‘Alita la Princesita’ y ‘Elena de Troya’. Y así, sin previos planes, permanecieron juntos un par de días extra de lo que habían calculado. Viéndose implicados en tal comunicación, los tres sintieron que tenían la disposición suficiente de pasar largos tiempos con los otros. Esto, sumado a la necesidad de una actividad que los ocupara al estar juntos, los llevó a preguntarse, en el Tren Suburbano, de regreso a la Ciudad… «¿Por qué no hacemos una banda? Pongámosle Las izquierdas»

En su texto ‘El crepúsculo de los ídolos’, Nietzsche lanza esta pregunta en el año de 1888:

«¿Es el arte la consecuencia de la insatisfacción por la realidad? ¿O una expresión del reconocimiento por la felicidad gozada?» (Nietzsche:1888)

Y quizás él mismo se contesta en otra parte:

«…hay que excitar toda la máquina para que pueda comenzar el camino del arte. La plenitud, el exceso de fuerza, se encuentra en la base de todo arte» (Nietzsche:1888)

Me gusta examinar el fenómeno con esos ojos. Me gusta pensar que el arte implica una especie de violencia contra la realidad. Pero una violencia que viene de una plenitud, de una fuerza contenida. ¿Por qué? Porque es un mensaje más poderoso, más enérgico que la queja, que el lamento y que la lástima. 

La filósofa contemporánea Marina Garcés habla en su texto ‘Un mundo común’, acerca de lo que es ‘entrar en escena’. No está hablando necesariamente de las artes, sino del vivir mismo, el mismo performar de la vida:

«…tratar con la realidad honestamente significa también entrar en escena. Lo decía un dibujante: ‘No soy objetivo, sólo pretendo ser honesto. Por eso entro en escena…’. La imagen es literal, puesto que él mismo se incluye en sus viñetas. No son lo que sus ojos ven, son fragmentos del mundo en los que él mismo está implicado. Ser honesto con lo real, por tanto, no es manterse fiel a los propios principios. Es exponerse e implicarse. Exponerse e implicarse son formas de violentar la realidad que los cauces democráticos de la participación y la libertad de elección neutralizan constantemente en todos los ámbitos de la vida social.» (Garcés:Un mundo común)

En la mayoría de sus textos, ella ve que la solución de muchos de nuestros problemas actuales radica en la decisión de comprometerse: soltar las ideas de que solos e indivduales estamos muy bien, cuestionar ese punto, dejar que entren los otros y entonces realmente implicarnos con la existencia.

Yvon Le Bot, contándonos la historia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, comenta a propósito del subcomandante Marcos:

«…la aportación de Marcos ha consistido en haberse dejado impregnar por la experiencia y el imaginario de los indígenas, en haber encontrado las palabras para transmitirlos, en haber hecho polvo, golpeando justo en el centro, todos los falsos lenguajes: los de las guerrillas marxistas-leninistas, que antes eran los suyos…, el de la Revolución Mexicana institucionalizada y sus estereotipos indigenistas: ora arcaicos y sumisos, ora glorificados y transformados en piezas de museo o mero folclore. Pero también el lenguaje forzado y convencional que los propios indígenas emplean para expresarse en la lengua dominante, incluidas sus variantes indigenistas, progresistas o revolucionarias.» (Le Bot;8)

Ese fragmento explica el cambio que tuvo que hacer el subcomandanete a fin de realmente ver y ser visto por las personas con quienes pretendía involucrarse, los indígenas. Es extraño cómo la organización de un Ejército con los principios que tiene el EZLN, nos remiten tanto a la creación de una obra de arte vigente:

«El momento decisivo en la génesis del zapatismo es aquel en que los guerrilleros descubren que su discurso revolucionario, universalista, no les dice nada a los indígenas, no despierta en ellos ningún eco, puesto que usurpa su aspiración universal. La conversión que los guerrilleros operan entonces en sí mismos al escuchar al Otro es el indicio de una recomposición del pensamiento y la acción colectivos en la perspectiva de una política del reconocimiento.» (Le Bot;10)

Estoy hablando de esto porque lo que pretendo aquí es hablar de la importancia que tiene asumirse comprometido, entregarse, comunicarse realmente con los demás en el contexto en el que nos hallemos envueltos. En aquel caso se trataba de un ejército en medio de la selva. En este caso se trata de algo quizás más vano, una banda de punk… Pero visto con ojos similares, nos hace entender el por qué de la capacidad de transformación que hay dentro de la hechura del propio mensaje. Porque implica buscar una comprensión, un punto común que sea relevante, útil para todos los participantes, que comparta y provoque vida.

En el contexto de Las izquierdas, conforme fue avanzando el tiempo y nuestra banda se fue haciendo realidad, la comprensión del Otro se convirtió en pieza clave de nuestro devenir. En Gabo había una especial disposición a aprender, por ejemplo, el Pole Dance de mí,  empujándonos a ejercitarnos juntos, poniendo el cuerpo como la garantía de que estábamos presentes e implicados.

«Así pues, la inversión de la filosofía nietzscheana significa sobre todo pensar el espíritu como traducción del cuerpo, por lo que aquel aparece como algo derivado y secundario con relación al cuerpo; el lugar por donde debe empezar la actividad del hombre es el «cuerpo, el ademán, la dieta, la fisiología, el resto es consecuencia de ello…».

Me parece curioso que Las izquierdas fueran siempre entendidas como una banda altamente corporal, y que gran parte de la interacción con el público se diera directamente por el cuerpo, por medio del tubo:

«Gabo : Hay una barrera muy rara entre quien está tocando y el público, y al poner el tubo en medio, vinculamos esas dos cosas. Se rompe esa barrera, porque en otras tocadas es como ir a ver a los toros o algo. Vas a tocadas para escuchar música, pero si le das ese elemento de tubo pues es un incentivo para ponerte loco» (Joey Muñoz, para Noisey)

Entonces, podríamos ver el tubo como un puente que ayudaba a implicarnos totalmente con el momento del show. Aquí una transcripción que hizo Orlando Canseco sobre un toquín, para darnos una idea del tipo de relación que se daba con el público y Las izquierdas:

«Se pueden encuerar – dice Gabo – ese wey está encuerado, María está encuerada… bueno… Yo voy a estar encuerado»… Y, efectivamente, es la hora en que Gabo se desnuda completamente. «La gente pide Gabo». Dice Panzón Anónimo; «Pues todos hablan de Gabo. Me hubiera gustado tener una tanga como tú – dice Gabo a Panzón Anónimo – se me olvidó en mi casa». Gabo desnudo comienza su acto de pole dance con la rola «El hombre de las calles» que se lleva los gritos de la noche.» (Orlando Canseco, para Música Híbrida)

Marina Garcés nos recalca:

«hay que dejarse afectar para poder entrar en escena. Hay que abandonar las seguridades de una mirada frontal para entrar en un combate en el que no vemos todos los frentes. Este combate no se decide a voluntad propia ni, como decíamos antes, según el propio interés. Es a la vez una decisión y un descubrimiento: implicarse es descubrirse implicado.» (Garcés:2011)

Y hablando de la voluntad, tanto Gabo como yo, nos permitimos arriesgarnos a lo que Andrés nos mostró sobre la disolución del ego, por ejemplo entregándonos los tres, a modo de ritual, al designio de aquel oráculo chino, el I ching, que curiosamente nos arrojó, entre otras cosas, este fragmento:

«Uno se esfuerza por avanzar en compañía con otras personas cuyo acuerdo nos alienta. No habrá motivo para remordimientos por el hecho de que uno no tiene bastante autonomía como para triunfar solo contra todo destino adverso» (I Ching)

Ese fragmentito condensa muy bien la esencia del trabajo de los tres: las cosas que unos hacían (llámese mltidisciplina, música, pintura, diseño, baile o llámese ideología) apoyaban y complementaban el trabajo de los tres, logrando una unidad que en soledad no habríamos podido hallar. Los tres lo sabíamos y estábamos contentos con que así fuera. Aquel lenguaje metafórico del I Ching nos ayudó mucho a tomar decisiones complicadas con respecto a nuestro rumbo. Ya no era importante nuestra actividad de la banda fuera de la ética con la que nos estábamos guiando.

Colocaré un largo fragmento que no pude acortar, por encontrar verdaderamente importante toda la explicación de Marina Garcés: 

«Desapropiar la cultura no significa ponerla fuera del sistema económico ni mucho menos defender una idea purista de cultura, un idealismo opuesto a cualquier tipo de materialidad. Todo lo contrario: desapropiar la cultura significa arrancarla de sus «lugares propios», que la aíslan, la codifican y la despolitizan, para implicarla de lleno en la realidad en la que está inscrita. Por un lado, se trata de desapropiarla del sistema de marcas que la patentan…Por otro lado, se trata también de arrancarla de una determinada distribución de disciplinas (música, teatro, literatura, educación, etc), roles (creador, productor, crítico, espectador, etc.), relaciones (autor, propietario, consumidor, etc) y lugares (escena, aula, librería, etc) que dibujan el mapa de que reconocemos como ámbito de lo cultural y que nos permiten ubicarnos en él, No basta con fusionar, con mezclar disciplinas, con intercambiar roles. Ni siquiera basta con activar al espectador-consumidor-ciudadano o con proponer nuevas definiciones del trabajador cualificado como la «clase creativa». 

Desapropiar la cultura es devolver a la idea de creación su verdadera fuerza. Crear no es producir. Es ir más allá de lo que somos, de lo que sabemos, de lo que vemos. Crear es exponerse. Crear es abrir los posibles. En este sentido, la creación depende lo una confianza en lo común. No es necesariamente colectiva y muchas veces depende de riesgos asumidos en solitario Pero toda creación apela a un nosotros aún no disponible y la vez existente.» (Garcés:Abrir los posibles)

Le pregunté ahora, a posteriori, a Gabo cuáles habían sido los motivos por los que aceptó estar en Las izquierdas: Había salido de una larga relación de 5 años con su banda anterior, Los Negretes. Las izquierdas le llegaron dos años más tarde, después de andar tocando y no tocando intermitentemente con proyectos en los que no se hallaba por completo. Nos encontró a mí y a Andrés. Gabo dice que se le hizo natural. Que eso es lo que formó a Las izquierdas, el hecho de que fuera natural:

«Aún hoy asociamos la idea de compromiso político con el acto de voluntad de un intelectual, un artista o un militante a favor de una causa o de una idea. El compromiso sería así el acto soberano de una conciencia clara que tiene la capacidad de vincularse  por decisión propia, a una realidad que le es exterior. Pero en realidad, en ese acto de voluntad el intelectual, artista o militante refuerza la distancia de su nombre, la inmunidad de su conciencia y su lejanía respecto al mundo. Nada más lejos del verdadero compromiso.

El compromiso es la disposición a dejarse comprometer, a ser puestos en un compromiso por un problema o imprevisto que nos asalta y nos interpela . El compromiso, así, es a la vez activo y pasivo, decidido y receptivo, libre y coaccionado. No se resuelve en una declaración de intenciones sino que pone en marcha un proceso difícil de asumir. El compromiso, cuando nos asalta, rompe las barreras de nuestra intimidad, nuestra libertad clientelar de entrar y salir, de estar o no estar, de tomar o dejar tanto cosas, como personas, como situaciones. Así, nos arranca de lo que somos o de lo que creíamos ser. Nos incorpora a un espacio que no controlamos del todo. Cuando nos vemos comprometidos, ya no somos una conciencia soberana ni una voluntad autosuficiente. Nos encontramos implicados en una situación que nos excede y nos exige, finalmente, que tomemos una posición. Tomar una posición no es sólo tomar partido (a favor o en contra) ni emitir un juicio (me gusta, no me gusta). Es tener que inventar una respuesta que no tenemos y que, sea cuál sea, no nos dejará iguales. Todo compromiso es una transformación necesaria de la que no tenemos el resultado final garantizado.» (Garcés:Un mundo común)

Tesis sobre Las izquierdas día 13

4. ¿Para qué chingados quieres ser famoso?

Por último me corresponde hablar de una condición que a muchos artistas anima, a otros castra, y a algunos más les provoca sentimientos de fracaso: La fama.

Yo entiendo la fama como el fenómeno a través del cual personas que tú no conoces te conocen a tí. Se puede dar en muy diferentes escalas, con muy diferentes intensidades en muy diferentes duraciones de tiempo. Algunas veces es instantánea debido a la difusión y compartición de material por Internet en la actualidad. También cabe mencionar que puede llegar por toda clase de motivos, que van desde la sorpresa por las increíbles habilidades de alguna persona, hasta el morbo por un tiroteo o asesinato fuera de la regla común, pasando por gamas menos extremas, como los efectos humorísticos o la identificación de emociones del público con personas de todo el mundo. 

El caso es que, teniendo a la mano tales herramientas de comunicación, no estará de más preguntarnos a manera de filósofos clásicos: Si la fama llegara a mí, ¿para qué podría usarla?

«Lo que me rompía el corazón es la gente que lo miraba y pensaba que ser yonqui era guai. Para mí, el comportamiento de Sid era un acto criminal contra la humanidad porque era un ejemplo de autodestrucción. ¿Cómo le puede parecer eso atractivo a nadie? Y luego estaban los medios, siempre dispuestos a empaquetarlo y venderlo porque desviaba la atención del contenido político de las canciones.» (John Lydon)

Este fragmento lo tomo de la autobiografía del vocalista de los Sex Pistols, Johnny Rotten, quien habla de su fallecido amigo y bajista de la banda. Sid Vicious pasó a la historia con la fama de no haber sabido tocar su instrumento, de haber asesinado a su novia y de haber muerto sumamente joven a causa de una sobredosis de heroína. Lydon escribe:

«Sid, amigo mío. Entrar a la banda acabó con él. Me rompe el corazón. Lo arrastró al abismo y, al mismo tiempo, hizo que la banda fuera mejor.» (John Lydon)

La historia del rockanroll está llena de aquellos relatos de muertes tempranas, siendo aquel un lado algo oscuro de la fama. Pero yo intuyo que con estas herramientas que vamos recolectando (la disolución del ego, la apertura a nuestras oscuridades y la conciencia de uno mismo como personaje que performa) se puede hacer de la fama una herramienta más que un deseo:

«Desear algo es, en definitiva, tendencia a la posesión de ese algo; donde posesión significa, de una u otra manera, que el objeto entre en nuestra órbita y venga como a formar parte de nosotros… el deseo muere automáticamente cuando se logra» (Ortega y Gasset)

Eso nos dice Ortega y Gasset en sus extensos estudios sobre el amor, con la intención de descifrar la diferencia entre amar a alguien y desear a alguien. Pero en este caso a mí me sirve para hablar del deseo de fama. Que según esta definición, sería querer poseer la fama, querer que forme parte de nosotros.

Y he aquí la primera clave… quizás si la entendemos no como una posesión, sino como una circunstancia, nos será menos abrumador lidiar con el concepto. Me gustaría hablar un poco de los Rupestres, un grupo de músico mexicanos que se dieron aquel nombre en colectivo desde los 80’s:

«La propa anunciaba: 3 días, 7 cantantes, 100 rolas, solistas y acompañandistas, Foro del Dinosaurio, 19.00 hrs. 200 varos; Rockdrigo González y Roberto González el primer día, para el día siguiente: Jaime López (con todo y Cecilia Toussaint), Eblem Macari y Rafael Catana (acompañado de Mario Mota y el que esto escribe); para terminar la tercera fecha con: Memo Briseño y Alejandro Lora (en dueto) y Roberto Ponce… Todo esto hubiera quedado en una tocada más del desarticulado movimiento rockero de la ciudad, sin embargo representó un atractivo inusual y la gente abarrotó el foro del Museo de Chopo desde la primera presentación, como un reguero de pólvora… la mención de que algo nuevo había surgido (no se sabe qué) iluminó nuestras vidas.» (Arrellín)

Y bueno, como vemos, entre aquella lista de músicos el más famoso hasta hoy en día es Alex Lora, y le sigue el fallecido Rodrigo González. Pero lo encantador de este autonombrado colectivo son sus declaraciones en manifiesto tipo Vanguardias:

«Aventuraré una breve definición de lo que para mí significa: La mayoría de los nombrados de esa forma vienen de tradiciones rocanroleras (blues, rythm and blues, rock de los 60’s y los 70’s), además de un conocimiento de los estilos musicales mexicanos (el guapango, el son, el bolero), han participado con o en grupos de rock, sus letras narran experiencia vitales relacionadas con la ciudad y los personajes que en ella viven, leen.

En fin como diría el buen Redrogo [Rodrigo González] en su manifiesto:

Los rupestres por lo general son sencillos, no la jacten mucho de tos con tanto chango y faramalla como acostumbran los no rupestres, pero tienen tanto que proponer con sus guitarras de palo y sus voces acabadas de salir del ron; son poetas y locochones; rocanroleros y trovadores.» (Fausto Arrellín)

Y, lo que me parece más atractivo, es la fuerza que toma su historia cuando a la fecha (2017) continúan teniendo presentaciones íntimas, modestas y con una gran calidad musical que estoy segura que no a pocos a hecho estremecer. Pero, ¿a dónde quiero llegar con esta charla sobre los Rupestres? Quizás a iluminar un área de nuestras ingenuas mentes, que nos dice que la fama es buena, deseable, una meta, hacia otro punto de vista, que desde los 60’s (¿será acaso la aparición y esparcimiento del televisor?) se viene gestando:

«El espectáculo es la reconstrucción material de la ilusión religiosa. La técnica espectacular no ha podido disipar las nubes religiosas donde los hombre situaron sus propios poderes separados: sólo se los ha relegado a una base terrena. Así es la vida más terrena la que se vuelve opaca e irrespirable. Ya no se proyecta en el cielo pero alberga en sí misma su rechazo absoluto, su engañoso paraíso.» (Debord:1967)

Tal vez tener esto en cuenta nos ayude a encontrar oportunidades en los contextos más modestos. Ya sin buscar legitimidad, reconocimiento masivo, no fama, sino comunicación, conexión y la posibilidad de contribuir con nuestro servicio de artistas a formar comunidad humana.

En el curso de Las izquierdas, fue Andrés el más entusiasmado con la compartición mediática de nuestras creaciones y hazañas. Sabiendo ver en la actualización de los medios de comunicación y redes sociales, en algún punto se decidió a hacerse de una cámara profesional, tomar un taller de edición de video en Casa Gomorra e inaugurar lo que él bautizó como ‘Martes mediáticos con Las izquierdas’. el objetivo de esta dinámica era estar presentes en la realidad virtual, es decir, autopublicitarnos.

Me parece valioso el tomar en las propias manos el poder de hacer y de comunicar, arrebatándole así los tintes de esperanza y de magia a la difusión del trabajo propio:

«Afortunadamente aún se puede creer en ese rock, que como bien comentó Ali Gua Gua, Las Izquierdas ‘cultivarán tablas y un sincero following antes de pasar por el estudio en lugar de debutar en el Vive Latino y no saber qué hacer cuando se les rompa una cuerda'». (Orlando Canseco)

Al igual que regresar la comunicación directa entre el artista y quien se sienta identificado con su mensaje:

«… cuando por cualesquiera razones un ritual funciona, el intercambio de cualidades entre los polos semánticos parece (según mis observaciones) alcanzar efectos genuinamente catárticos, ocasionando en algunos casos verdaderas transformaciones de las personas y las relaciones sociales.» (Turner;29)

Después de los Sex Pistols, Johnny Rotten (quien a la fecha cuenta con 60 años de edad) fundó el proyecto Public Image Limited (Pil), con quienes todavía performa. Y, habiendo salido vivo de la lección de la fama, nos dice sobre sus intenciones con Pil:

«Nos haríamos hueco por la calidad de lo que hacíamos y no por volumen de ventas. La palabra ‘limited’ se refería a limitar nuestra imagen pública, a no permitir que las revistas de cotilleo llegaran a nosotros, a que nuestra vida privada siguiera siendo privada, a trazar unos límites muy claros con la industria publicitaria y su avidez por los escándalos. Eso era exactamente lo que Malcolm [el manager de los Sex Pistols] había cultivado y que a mí me había parecido tan nocivo. Es perjudicial para la salud, de verdad que lo es.» (John Lydon)

Por su parte, el fin de Las izquierdas llegó paradójicamente el mismo mes en que se presentó el disco en el Multiforo Alicia y en que aparecimos en las páginas de la edición impresa de Play Boy de México. El chiste se cuenta por sí mismo…

Posiblemente la fama nunca fue ni el objetivo ni el destino de la banda. Ya acabadas Las izquierdas, una de las últimas cosas que Andrés me dijo fue: «Mi misión era ayudarte a cumplir tus sueños, y pues ahí está. [ya tienes disco]»

Tesis sobre Las izquierdas día 12

3. Una manita de gato

A estas alturas es prudente hablar de personajes. Intentar desentrañar cuál es la necesidad o el beneficio de crearlos (muchas veces en el lugar de nuestra propia persona) y usarlos para encararnos al mundo exterior como creadores, a veces como un puente para que lo que expresamos tome mayor fuerza.

Comenzaré con un fragmento de un pequeño ensayo escrito por Ramón Gómez de la Serna donde habla del ‘nom de plume’ que en tiempos pasados utilizaban los escritores:

«El seudónimo le desprende al escritor de lo más pesado de sí mismo; lo coloca frente de sí como una invención más de su imaginación, pero la invención de la que se poseen los secretos y a la que es más fácil insuflar la vida verdadera… Hay quien no tiene bastante decisión para adoptar un seudónimo, pues en el primer momento tiene el acto de suicidio» (Gómez De la Serna;5)

A veces plantearse a sí mismo como un personaje es fruto de la necesidad de que exista un ser que no cargue con la propia historia, sino que sea nuevo, que se le pueda poner el aspecto, las palabras, las expresiones que uno quiera. Y esta creación de personajes se usa no solamente en el ámbito de las artes, sino en otros contextos, donde la proyección de sí mismo al exterior a voluntad moldeable, es una comprensión de una especie de poder, una especie de barrera entre nuestro ser vulnerable y nuestro ser propósito. Pienso en el subcomandante Marcos, el personaje que en 1994 salía en los periódicos hablando de lo que defendía y exigía el Ejército Zapatista de Liberación Nacional con su breve guerra armada: reconocimiento.

«Rafael Guillén, o quien quiera que sea, ya no es el estudiante postsesentaiochero de antes, amante de los libros, de las discusiones literarias y filosóficas, trotamundos, residente en París durante algunos meses. Abandonó todo esto, dejando atrás ‘los muertos necesarios para entender que había que irse para regresar de otra forma, ya sin rostro, ya sin nombre, ya sin pasado, pero otra vez por esos muertos’. De ese pasado, sus palabras, sus gestos, conservaron una fuerza exuberante, una sensibilidad y un humor que mal ocultan su sorda angustia.» (Le Bot;7)

El personaje es una oportunidad imaginada por el mismo autor de este personaje. Es, como decía Gómez de la Serna, un tipo de suicidio. Pero eso implica que también es  una especie de renacer, producto de un atrevimiento muy grande de ‘disolver el ego’, y a la vez de tomar lo que sirve, lo que escogemos de nuestro interior, lo que encontramos valioso, útil de proyectar, descartando partes de nosotros que en el aspecto performático quizás no favorecen el mensaje que buscamos que se entienda.

«El que ha pasado por ese momento irremediable de la posibilidad del seudónimo y no lo ha adoptado, ya no podrá corregir su indecisión. A veces pensará: ‘¡Qué no hubiera yo escrito de haber tenido un seudónimo!'». (Gómez de la Serna;6)

Pero para lograr llevar a la vida un personaje inventado por uno mismo, y que será presentado mediante el cuerpo y el accionar de uno mismo, no sobran ni las herramientas personales del uso de la energía de las que ya hablamos, y tampoco están de más algunas modificaciones contundentes de lo visual de nuestro cuerpo, llámense máscaras, maquillaje, vestuario y demás artificios.

En el caso de Las izquierdas, los tres parecíamos entender muy bien de lo que eso se trataba, puesto que antes de tocar, sin falta nos cambiábamos, planeábamos las capas de ropa de nuestros strip-teases y calentábamos nuestros cuerpos para entrar en escena, irrumpir no como las personas que ya llevaban dos horas  en el lugar, sino como un conjunto visual casi fantástico:

«Panzón Anónimo viste una falda negra que después se despojará para presumir su tanga. Y vestido así, o mejor dicho, desvestido así, prepara la rola ‘Él se robó mi dinero’, crónica urbana llena de onirismo. Es la primera vez que suena la estridente trompeta de Gabo, mientras Panzón Anónimo sube al tubo a tocar con la guitarra. Me recuerda a San Sebastián, aquel santo asesinado a flechazos y amarrado al tronco de un árbol, pero Panzón Anónimo, sujetando la lira y haciendo ‘tubo’.» (Orlando Canseco)

Y es que un personaje en un escenario es mucho más efectivo que una persona para encender las metáforas y las imaginaciones de los que presencian el acto. Invita totalmente a la reflexión y a veces funciona como recipiente de significados, se vuelve un símbolo:

«Nos fijamos sobre todo en Las izquierdas – nos subraya Fabiola [integrante de la Colectiva Las gafas violetas… creemos en la micropolítica, en el feminismo radical]. Percibimos una propuesta transfeminista. Traen una cuestión más de destrucción del género, de subversión de roles. » (Orlando Canseco)

Me viene a la mente David Bowie y su larguísima historia parchada con tan diversos personajes:

«By becoming someone else, Bowie was able to see the world and talk/sing about it through a different point of view, projecting things that he never would have as David Bowie-or even as David Jones… This can be interpreted as Bowie’s stage personae being what made him scape from his previous attempts to reach musical success, encouraging him to go beyond his own self. (Devereux;350)

Y lo curiosos que es esta constante necesidad de matar y nacer, incluso construyendo personajes sobre lo que ya es de por sí un personaje (es decir, por ejemplo Ziggy sobre Bowie, que a su vez está construido sobre David Jones).

«…in Bowie’s case, the creation of characters was built not only to serve as a mask that protected his real Self from public opinion -which could be very cruel- but also as a tool that allowed him to experiment without social and psychological filters. In his 1978 Crawdaddy interview, Bowie referred to Ziggy as a combination of Archetypal Prima Donna and Messiah Rock Star. That went  through a lot of the characters -the arrogance and the ultra-ego quality. I left it to them to take on the repressed ego qualities that I had in me, that I would have loved to produce in my real persona.» (Bowie cited in White, 1978) (Devereux;348)

¿No nos hace pensar incluso en nuestro actuar cotidiano y en todas las posiciones que tomamos en diferentes contextos? La diferencia la hace la conciencia, el saber, el decidir que lo estamos haciendo. De alguna forma a esas transformaciones se les puede dar una dirección intencional:

«Aunque en un principio el pasamontañas tenía una función exclusivamente utilitaria, adquirió luego la de máscara para ocultar la identidad personal y crear una imagen con la que los olvidados, y con ellos todos los mexicanos ávidos de justicia, pudieran identificarse, sin importar sus diferencias. ‘Cualquier mexicano puede enfundarse un pasamontañas de estos y volverse quien soy yo’. El pasamontañas es un espejo para que los mexicanos (‘tomen un espejo y mírense) se descubran, para salir de la mentira y el miedo que los enajenan. Un espejo que llama al país a interrogarse a sí mismo sobre su porvenir, a reconstruirse, a reinventarse. (Le Bot)

Y es que después de todo de esto se tratan los símbolos:

«Se puede definir el símbolo, de acuerdo con A. Lalande, como todo signo concreto que evoca algo ausente o imposible de percibir» (Durand:1971;13)

A veces actos performáticos mucho menos trabajados que los de Bowie, quizás por el mismo desconocimiento de lo inefable o incapacidad de enunciarlos, dejan mucho más abierto su significado. Personalmente yo encuentro esta forma (la zapatista, digamos) un poco más congruente con los alcances humanos. Quizás esta imperfección, este inacabamiento, ayudan a que los gestos sean absorbidos como símbolos, antes que como explicaciones lógicas-freudianas-psicológicas de lo que se está llevando a cabo:

«El zapatismo aporta más preguntas que respuestas, sin duda. Ésa es una limitación suya, pero en ello también radica su interés y originalidad. Si este libro puede contribuir a la comprensión del zapatismo por aquellos que no son zapatistas, e incluso por los zapatistas mismos, como desea Marcos; si abre alguna perspectiva o suscita un esbozo de respuesta, por modesta que sea esta contribución, habrá cumplido su propósito» (Le Bot)

Es eso lo que escribe el autor Yvon Le Bot, un sociólogo extranjero que se dio a la tarea de entrevistar directamente a los dirigentes zapatistas de aquel tiempo.