Lydon, J. (2015) La ira es energía [versión para lector digital]. Malpaso
La farsa que se montó alrededor de mí y de los Sex Pistols despertó al puñetero hijo de puta que llevo dentro. Me di cuenta de que, en efecto, las palabras podían ser armas y que así eran percibidas por el establishment… Menudo subidón. Sentí que de alguna forma todo eso me legitimaba. Era un asunto realmente comprometido, serio, no un motivo de risa banal. Me disgustan todos los gobiernos. Éste al menos me estaba diciendo que me prohibían decir ciertas cosas o, en otras palabras, tener una opinión propia. Descubrí que yo era tóxico para los poderes fácticos.
Pocos cantantes pop han llegado tan lejos en este sentido. Ahora están las Pussy como-se-llamen, en Rusia. Pero antes de ellas, yo era el cantante pop que había vivido la situación más extrema, la más política y la más peligrosa. Y la verdad es que entonces yo me descojonaba. Nuestro supuesto mánager, Malcolm McLaren, se cagaba vivo, al igual que el resto del grupo. Ésa fue, básicamente, la razón por la que empezamos a distanciarnos: tenían miedo de verse involucrados en lo que consideraban un escándalo.
La gente empezó a comprender de qué íbamos y a formar sus propias bandas. Si yo puedo, tú también puedes. Eran chicos de nuestra edad, pero no sólo de nuestro mismo bagaje sino de otros muy diversos. La amalgama de diferencias era fantástica. Había maravillosas bandas sólo femeninas, como las X-Ray Spex o las Slits. Había tantas bandas y tan diferentes
el olor a marihuana me está desacelerando…». Pero cuando estás encerrado lo único que te queda son las drogas. Me sentí fatal por ellos, encerrados ahí y sin esperanza de salir.
Después pudimos hablar con algunos, no había ningún control, no nos separaron. No querían hacernos daño. Algunos de ellos creían que yo acabaría allí: «¡Te vas a buscar la ruina!». Bueno, el tiempo ha demostrado lo contrario, pero entienden bien cómo funciona la sociedad y cómo se puede volver en tu contra.
Cuando iba a los festivales, veía a los hippies pelearse desde sus Volkswagen por las plazas de aparcamiento y montar sus tiendas mientras se disputaban las piquetas. ¿Y ahí dónde estaba la paz y el amor? Pero entre ellos había espíritus generosos, normalmente gente que no llevaba el uniforme oficial de hippy, porque desde luego los de pantalones de campana de terciopelo, ¡ésos sí que no te echaban una mano!
de aniquilar su alegría y su instinto. Hay situaciones en la vida en las que el instinto manda. Con Malcolm, no. Su instinto acertaba, pero el proceso intelectual se lo negaba. Yo primero pienso y luego actúo. Malcolm primero piensa y luego se raja
Hay una foto en la que salgo de rodillas en el escenario con un jersey hecho jirones y gritando por el micrófono. Eso hace que me acuerde de ese momento, de haber estado allí, admirándome de lo que sabía hacer; de lo que me gustaba estar en una banda; de lo que me encantaban las canciones, su potencia, su energía, y de ver todas esas caras de felicidad y sentir que las posibilidades eran infinita
A medida que íbamos progresando y me empezaban a salir canciones de ese tipo, me sentía cada vez más involucrado, más comprometido, a pesar de los mosqueos de Steve. Steve estaba enfadado todo el tiempo y a menudo se descolgaba la guitarra y se largaba. Paul me decía: «Bah, no te preocupes, él es así, ese cabrón tiene muy mal genio». Veía por el rabillo del ojo como Steve decía: «Dios, ese tío no tiene ni idea de cantar, no es bueno», sin darse cuenta de que él tampoco sabía tocar y de que cada uno hacíamos lo que buenamente podíamos. Habíamos estado juntos, ¿qué?, ¿seis meses?, y ya
Hice un programa en Capital Radio, en Londres, con Tommy Vance, que tuvo mucho éxito. Puse Can, Beefheart, Culture, Neil Young, Peter Hammill, Dr Alimantado.
Después de que me echaran, me fui directamente a Hampstead, donde Sid vivía de okupa. Sid era el que había okupado la casa (bien por él). Su madre, al parecer, lo había largado de casa y él fue uno de los primeros.
La madre de Sid era adicta a la heroína. Un día estaba en su casa de Hackney y estábamos escuchando el álbum Tago Mago, de Can. Era el cumpleaños de Sid (a mí se me había olvidado) y ella le dio una bolsita de heroína para que se la chutase. Yo me quedé de piedra. Sid me dijo:
—¿Quieres?
—Ni de puta coña. No me gustan los bajones.
—Bueno, pues entonces mejor que te vayas.
En los ensayos alguien se ponía a tocar y a mí se me iba ocurriendo la letra. Hacíamos las cosas de una manera totalmente abierta y espontánea (eso, en ocasiones, soy consciente, puede ser un desastre). Pero nos funcionaba muy bien y toda la vida ha sido mi método de trabajo. Las primeras dos semanas con los Pistols siempre había alguien en una esquina tocando lo que le salía del alma, como quien dice. Yo estaba muy atento, me concentraba en ello, «¡Eso me gusta!». Escribía con la melodía en mi cabeza, ahí mismo, de pie, en ese mismo momento. Me ponía a cantar espontáneamente. A veces no puedo cantar lo que escribo, no puedo convertirlo en una canción, y entonces me pongo a rebuscar en el cerebro cualquier cosa que pueda usar, que pueda serme útil, por pequeña que s
el lema de mi padre. «Si vais a hacer el puto imbécil, que no os cojan, ¡no me avergoncéis!
Veía grandes casas y cosas por el estilo, pero no sentía que me atañeran de ninguna forma, no lo entendía. Para mí era un sinsentido que la gente viviera en sitios tan grandes. Solía preguntarme, ¿qué hacen en todas esas habitaciones? ¿Cómo pueden dormir por la noche sabiendo que hay que cerrar el pestillo de todas esas ventanas?ç
Nos haríamos un hueco por la calidad de lo que hacíamos y no por volumen de ventas. La palabra «limited» se refería a limitar nuestra imagen pública, a no permitir que las revistas de cotilleo llegaran a nosotros, a que nuestra vida privada siguiera siendo privada, a trazar unos límites muy claros con la industria publicitaria y su avidez por los escándalos. Eso era exactamente lo que Malcolm había cultivado y que a mí me había parecido tan nocivo. Es perjudicial para la salud, de verdad quelo es.
El doble sentido era muy deliberado porque, con la ayuda de Brian Carr, nos organizamos como una sociedad limitada. Queríamos sentirnos libres de ataduras y órdenes, dirigirnos nosotros mismos. La idea era intentar meternos en todo tipo de áreas que pudieran generar dinero, pero ofreciendo productos de calidad. Y desprendernos del miedo a lo corporativo; crear nuestra propia versión, nuestra propia definición, de lo corporativo. Una cooperativa en el sentido de que todos trabajaríamos en ella juntos,
Sinceramente, si “Anarchy In The UK” o “God Save The Queen” hubieran tenido otras letras, no serían lo que son. Les faltaría un propósito claro, no tendrían sentido, serían anodinas, basura. Y vosotros una puta banda del montón.»
El rollo de «tú no sabes cantar» se debía a que ellos lo que querían en realidad era un grupo pop de chicos. Para ser brutalmente sincero, si yo no cantaba bien, ¿qué hacían conmigo Paul, Steve (y Glen)? Querían ser famosos, supongo. Yo me sentía instintivamente atraído por todo lo contrario y, sin proponérmelo, los llevé a donde yo quería.
Como era algo que no llegaban de comprender del todo (el espíritu rebelde, etc.), se convirtió en un problema que nunca llegamos a resolver. Fuera de ese ambiente, elegí a Sid de forma natura
Creo que sus nombres eran Sasha y Stacia. Mientras bailaba se iba quitando la ropa hasta quedarse desnudo y tenía el pito más pequeño del mundo, pero le importaba una mierda que lo mirasen. Me parecía genial. Pensaba: «Le importa un pepino y, mira, parece totalmente feliz. Trae unos bongos que no sabe tocar porque no tiene ningún sentido del ritmo, ¡ninguno!, pero él, tan contento». Desde luego no era el Jesús que mis padres tenían en mente
Tienes que ser tú quien mueva los hilos y no tener titiritero, pero las adicciones son precisamente eso, titiriteros.
Lo que me rompía el corazón es la gente que lo miraba y pensaba que ser yonqui era guai. Para mí, el comportamiento de Sid era un acto criminal contra la humanidad porque era un ejemplo de autodestrucción. ¿Cómo le puede parecer eso atractivo a nadie? Y luego estaban los medios, siempre dispuestos a empaquetarlo y venderlo porque desviaba la atención del contenido político de las canciones.
Cuando entré en los Sex Pistols, Sid flipó. No se le había ocurrido que yo pudiera ser capaz de hacer una cosa así. Wobble también alucinó. No se lo imaginaba para nada. A Sid le fascinaba, se sentía muy atraído por todo ese rollo e inmediatamente se convirtió en nuestro fan número uno.
Mi madre quiso saber cuál era mi mundo, para ella una especie de misterio, así que le mostré que no era ni tan oscuro ni tan hermético ni tan malo. La lleve a un par de conciertos: Alice Cooper, Gary Glitter, todo lo que pasaba en el Rainbow de Finsbury Park. ¡Y ella siempre queríavenir!
Se sentía orgullosa de que yo, sin talento aparente, hubiera encontrado la puerta de entrada a ese mundo. Hasta el día en que entré en los Pistols nada había sugerido que yo estuviera interesado en cantar en un grupo o en escribir canciones.
Por entonces, había un tema fantástico titulado «Ain’t No 40 Leg Pon Di Dread», de George Nooks, en respuesta a una leyenda urbana horrible que circulaba por ahí. Decían que un rasta había sido encontrado muerto en la playa y que tenía ciempiés en el pelo. Obviamente, el ciempiés no estaba antes de que se muriera, pero ya sabéis como son los periódicos: prefieren el sensacionalismo a la verdad. Así que en Jamaica todo el mundo asumía que la gente tenía el pelo lleno bichos asquerosos, y los rastas estaban obligados a cubrírselo. Sólo por enseñarlo te podían meter en la cárcel. En el hotel la gente se puso a dar gritos porque Don se tiró a la piscina y las rastas se quedaron en la superficie, flotando, mientras el resto del cuerpo se sumergía un metro bajo el agua.
Creo que en parte lo conseguí. Les di algo que todos podían odiar en igual medida: Johnny Rotten. Mira, si es necesario, se hace y punto. Sales al escenario abriendo fuego contra el público y provocas a todas y cada una de las personas de la sala y, de repente, se acaban las peleas. En mi opinión, eso es un gran éxito. Lo único que de verdad me daba miedo cuando subía al escenario era el silencio del público. Es el arma más difícil de combatir.
Su nombre de verdad era Simon, pero a él nunca le gustó, así que usaba su otro nombre, John. La historia que me contó es que su padre era de la Guardia de Granaderos. Solía decir: «Sí, como Bob Marley». Su madre era una hippie de Ibiza y
Nuestro primer concierto fue en noviembre de 1975 en la Facultad de Arte de Central St. Martin’s, en Londres. Ni siquiera la había organizado Malcolm: al parecer Glen estaba matriculado allí y él lo organizó. Bien por él: tuvo la audacia de presumir de nosotros frente a sus amigos. Estaba justo enfrente de donde ensayábamos, en Denmark Street, pero eso hizo que no pareciera un bolo de verdad. (He de decir que alquilar ese sitio fue una ocurrencia genial de Malcolm, pues estaba justo al lado de Soho, en el centro de la ciudad.) Sólo
Tengo que confesar que el modo de vida rasta me dejó desconcertado en más de una ocasión. Por ejemplo, U-Roy tenía una hamaca en el jardín y cuando le pregunté por ella me dijo que era para que durmiera su esposa, porque cuando las mujeres tienen el período no pueden entrar en casa. Para mí eso fue determinante, me impediría hacerme rasta. Tuve más ocasiones para observar situaciones similares con otra gente, como que las mujeres tuvieran que caminar siempre detrás del hombre y guardando cierta distancia. Para mí era un sinsentido imponer esas diferencias y luego cantar contra la desigualdad, porque tú mismo la estabas infringiendo
después de la guerra a la gente no se le ocurría otro nombre: «Llámalo John, seguro que se morirá». Y, si no se moría, siempre podría elegir su propio nombre: «Ahora ya es cosa tuya. Llámate como te dé la gana pero lárgate de casa».
En Hackney & Stoke
Ellos me decían que contara los compases pero yo no tenía ni puta idea de a qué se referían. O «¡entra en el [acorde] G!». Y yo «¿qué?», ni puta idea de todo eso, aunque sabía de música un montón, y no sólo de su estructu
Me pareció horrorosa, me provocó náuseas. ¿Qué sentido tiene meterse algo así? Me dijeron que si seguías metiéndote, se te quitaban las náuseas. ¿Y para qué vas a querer que se te quiten? Hay gente a la que no le pasa y adora la heroína, la falsa sensación de seguridad que crea en el cerebro. Puede ser algo muy agradable, pero lo que haces es huir de tu propia creatividad. Mata por completo esa área en las personas. Te conviertes en un inútil. Toda tu atención se centra en una única cosa: dónde conseguir un chute.
Pistols fueron una unión alucinante de un grupo de personas que se detestaron nada más verse, que recelaban unos de otros y que, sin embargo, sacaron el mejor provecho de estar juntos. Un viaje, un torbellino de ideas. Había muchas cosas que me habían estado rondando la cabeza durante años pero que no sabía cómo organizar ni exponer, así que para mí los Pistols fueron una oportunidad fantástica: de repente, todo tenía sentido. Al parecer, era flipante que la letra de «Anarchy In The UK» se la hubiera inventado un chaval de sólo veinte años. No lo digo en plan creído. Me refiero, más bien, a que en aquel momento no tuve ocasión de tomar distancia y de calibrar lo que estaba haciendo porque todo era demasiado frenético, demasiado rápido.
Tiempos horrorosos, terribles.
Compartir un apartamento con Sid fue un gran error porque él estaba saliendo con Nancy y eso me resultaba insoportable. Estaba en Sutherland Avenue, Maida Vale. No podíamos haber elegido un sitio peor porque en esa zona había mucha droga, especialmente caball
que meterse en el coro ni de monaguillo ni de nada de esas cosas por nada del mundo, porque implicaba contacto directo. Por eso me esforzaba por desafinar, porque sabía que de otra forma me metería en terrenos pantanosos. Así que el gusto por cantar me lo quitaron los putos curas. No podéis imaginar la alegría que me dio unirme a los Sex Pistols y hacer del mundo un lugar mejor: fue una especie de revancha.
Esa es la amarga ironía, porque lo último que haría es molestar a un niño, pero se me encasilló muy fácil, muy rápidamente. La gente no sabe ver el corazón, el alma de una persona, su caráct
En cuanto a Malcolm, le hubiera encantado que yo no fuera tan bocazas porque quería congraciarse con la gente «guai» del mundo del arte. Uno de los primeros bolos que nos consiguió fue en el loft de Andrew Logan. Se llamaba Valentine’s Ball. Era un lugar extraño, fantástico para tocar, pero no les caí bien. Quizás metí la pata con algo.
Malcolm anhelaba participar en ese tipo de gilipolleces y era capaz de arrastrase por ello. Le chiflaban los famosillos de pega, personas autocomplacientes y seguras de su propia importancia. Artistas malos y escultores pretenciosos. Todo muy «artístico» y mu
Malcolm era el eterno estudiante de Bellas Artes, aunque nunca vi ninguna obra suya. Se rodeaba de gente como Jamie Reid, un artistilla dedicado al aspecto comercial del arte, como la presentación de producto y el merchandising. De la pandilla de Malcolm, Jamie era uno de los que mejor me caían, igual que Sophie Richmond, su asistente. Sophie era una persona taciturna («Todo es horrible y estoy cansada y deprimida»
Los que me encantaban eran los Buzzcocks, que tenían unas letras muy divertidas. Hacían música muy diferente, pero, por desgracia, como en ese momento todo se etiquetaba como «punk», la gente no se llegó a enterar de lo mucho que se apartaban de un camino más que trillado
seguí llevando el uniforme del William of York porque no quería que se gastara la ropa que me gustaba. Aquello parecía un desfile de modelos. Desde luego Sidney sí desfilaba.
El tipo al que rebauticé Sid Vicious era un personaje increíblemente gracioso. Estábamos en pleno invierno, cuando hacía un frío brutal (el típico día de noviembre londinense, con un viento que te hiela los huesos) y el tío aparecía con una camisa de manga corta de estopilla, un tejido que estaba de moda en ese momento, sin abrigo y unos pantalones
Abres la caja después de haber visto las fotos que hay en la tapa con todas las cosas que puedes construir y no tienes ni idea de por dónde empezar. Para mí eso es lo que supuso entrar en los Pistols. Tuve que encajar las piezas a toda pastilla y ponerme aldía
acuerdo conmigo, quizás sí lo hiciera hace siglos, pero esa forma de pensar, más libre, quedó anulada por la mentalidad victoriana. De hecho, el Reino Unido posee una estimulante tradición de desórdenes civiles que, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, fue barrida de la vida y de los libros de historia. No obstante, los aficionados a la lectura, como yo, fuimos capaces de encontrarla
Nos conocimos por unas chicas que siempre venían a los conciertos de los Pistols por el colectivo lesbiano. Las lesbianas sentían un gran apego hacia los Pistols y a mí me encantaban. Son gente muy cariñosa y cálida. Comprendo que lo que se dan entre ellos no se lo puede ofrecer un hombre. ¡Más poder! Estar sentado entre dos lesbianas es algo maravilloso, no he sentido tal calidez en mi vida. Es increíble lo receptivo que te puedes sentir.
las camisetas de Vivienne eran alucinantes. Se le ocurrió una cosa que a mí me encantaba, que era hacerlas cosiendo dos cuadrados de tela entre sí y luego ponerles en el pecho frases o lo que fuera. Me parecía una idea brillante: coser los dos cuadrados por los hombros y luego desde debajo de la axila hasta la cintura. ¿Para qué necesitabas más? Me encantaban. Aunque hay que decir que en alguna que otra foto de mí cantando y corriendo arriba y abajo del escenario se me ve una barriga cervecera, lo cual es imposible, porque yo no tenía más de veinte años. Sí, eran demasiado cortas.
En mi opinión, el problema de los diseños de Vivienne es que el aspecto estético siempre contaba más que la forma del cuerpo. Y también que se descosían porque las costuras nunca estaban bien terminadas, pero la verdad es que ella tampoco tenía dinero para pagar a una buena costurera y un acabado en condiciones, así que era todo un tanto azaroso.
porque hasta hoy no vuelto a utilizar ese sonido ni a repetirlo. Lo encuentro aburrido, está mal, para mí ya no funciona. Sabía que si queríamos ganar dinero, lo más fácil era sacar una segunda parte idéntica a la primera, pero no dejé que el dinero me influyera. Si siento que algo desafía mi creatividad, continúo con ello a pesar de los problemas económicos que me pueda suponer.
Sí, soy zurdo y por eso tocar me resulta difícil, pero es que, además de eso, no tengo ni la paciencia ni el tiempo de aprender a «tocar un instrumento» (y utilizo la expresión de forma peyorativa). Soy incapaz.
Nunca lo olvidaré porque mis padres se pusieron furiosos: «¡Nunca, jamás! ¡No queremos caridad!».
Esa situación me empujaba hacia posturas revolucionarias. Sabía perfectamente que las cosas iban muy mal y que eso, de algún modo, era el combustible que alimentaba lo que hacíamos. Teníamos la clara sensación de que nos estaban desperdiciando, de que éramos una generación cuyo potencial se estaba echando a perder, se estaba ignorando. Y aguantarlo era duro y deprimente, pero también sentíamos que todos estábamos en el mismo barco. Y lo malo es que parecía que no podíamos hacer nada. Ése es el carburante de lo que se con el tiempo se convertiría en el movimiento punk
Si estás en el lugar equivocado con el tipo equivocado de gente, la noche se puede convertir en una batalla campal. Por entonces, sólo teníamos preparado unas cuantas canciones que duraban quince minutos y que tocábamos dos veces. Los de Barnsley eran unos rockers violentos y maduritos. Estaban intentando recordar su juventud y nosotros, la nueva juventud, no íbamos a aguantarlo.
Mientras, mi madre se dedicaba a hacer de mí un ser humano inteligente. Fue ella la que me enseñó a leer y a escribir a los cuatro años, mucho antes de ir al colegio. Cuando me tocó entrar en la escuela de primaria Eden Grove, un colegio católico, me convertí en un problema para las monjas porque era un zurdo que ya sabía escribir perfectamente. Así que me decían algo así como: «Siéntate en ese rincón hasta que la clase te alcance». En el colegio reinaba la desidia; además, por algún motivo (y eso que yo era muy callado y tímido), me gané el rencor de las monjas. Me atacaban con frases como «eres zurdo, ésa es la señal del demoni
¿Que la música disco era una mierda? Yo nunca he dicho tal cosa. El que escribió el manifesto punk no estaba en contacto con los punks de verdad, con los que empezaron la movida. Nadie le prestaba atención, todo era negativo, algo estúpido. Una pena. Todavía siento una profunda admiración por The Fatback Band. Sacaron unos sencillos bailables
Todo el mundo ha tenido algo que decir sobre lo que éramos y lo que no éramos, hasta el punto de que a ninguno los cuatro nos quedan ganas de discutirlo. Si la gente es tan imbécil como para creer las versiones de otros sobre lo que vivimos, pues muy bien. No tiene ningún sentido que intervengamos. El trabajo es lo que cuent
medio había una gran biblioteca con libros fascinantes, algunos superaban con mucho mis capacidades, pero precisamente por ello me seducían aún más. Es extraño lo que se borra y lo que no. No me había olvidado de leer, pero no podía hablar, el lenguaje hablado había desaparecido. Yo pensaba que articulaba palabras, pero luego me dijeron que sólo emitía ruido
Arthur era tan estupendo que me trató como a un igual. No tolero que nadie hable mal de él porque en el mundo hay muy pocas personas de su talla. Si la gente me habla abiertamente, todo va bien. No aguanto a las personas que van de superiores y te miran por encima del hombro. Pero ese tipo estaba majara, se le iba totalmente la olla. Extrañamente, los locos hacen buenos discos y también buenos cuadros y escriben buenas novelas. Pero no encajan en el sistema de mierda.
Una mezcla estupenda entre diversos sistemas de creencias musicales que se reunían porque era una oportunidad de colar botellas de alcohol y hacer travesuras, mirar a las chicas y ver qué pinta tenían cuando estaban «fuera de servicio», cuando bajaban la guardia. De eso van todas las reuniones sociales, de bajar la guardia y obtener como recompensa la simpatía y el buen rollo de los demás. La música actúa como un gran igualador.
Así que en el contexto de «Rise», «La ira es energía» era una declaración de intenciones para que la gente deje de ver la ira como algo negativo y empiece a usarla de forma creativa.
el pelo largo te convertía en un imán para la poli. Pero la verdad es que la mayoría de los delincuentes lo llevaban así. Una melena significaba muchas cosas. Para algunos: «Paz, tío, quiero parecerme a Jesús y por eso llevo estas pantuflas». Para otros, era un acto completamente agresivo: «Jódete, no pienso cortármelo».
Rapárselo, rapárselo por completo como un skinhead era un acto de agresión total. Creo que la mayoría de las cosas comienzan con un acto de agresión, incluso los hippies más pasivos, porque su actitud es casi pasivo-agresiva. Consiste en declarar «no encajo en el sistema, así que me voy a dejar crecer el pelo y a ver cómo me paras». La historia de la humanidad ha sido siempre así y así va a continuar siendo: siempre vamos a luchar por ser diferentes. Y cuando todo el mundo asimila una tendencia, te das cuenta de que es la norma y de que hay que inventarse otra cosa. Así que decidí raparme el pelo y teñírmelo de verde.
La marca Krazy Color era genial.
Si dependiera sólo de mí, el grupo hubiera sido una catástrofe. Por eso me interesa trabajar en equipo. Sé que si no, me paso por arriba y por abajo.
Chrissie: ¡qué loca más encantadora! Nunca tuvimos una relación física pero mentalmente estábamos en completa sintonía. Respeto muchas cosas de Chrissie. Era una chica muy lista con una infancia llena de traumas y una adolescencia tremenda; una persona complicada y muy difícil, pero creo que merece más tiempo y espacio, porque sus dificultades provienen de una intensa búsqueda de respuestas. De cuando en cuando da con ellas y eso, a mis ojos, la convierte en una persona muy importante.
También es muy divertida y te lo pasas bomba con ella. Me llevaba a Clapham Common y caminábamos durante horas hablando de música y de cómo veíamos las cosas. Intentó enseñarme a tocar la guitarra.
ara celebrar nuestra victoria en los tribunales, pinché otra vez mis discos favoritos. Y allí mismo dije: «¿Dónde está Malcolm? Menudo imbécil. Me gustaría dedicarle esta canción de Cliff Richard, “Devil Woman”». «Cargarme el punk» era cada vez más divertido.
Luego regresamos a Londres a toda velocidad en el Aston Martin de un colega de Branson. ¡Qué día más maravilloso! Y saber que contaba con el apoyo de Virgin. Para mí que no viniera ninguno de los Pistols fue una tragedia personal. Tampoco había venido su mánager. Supe que a partir de ese momento no podríamos estar unidos. No existía ni el arrojo ni el compromiso, así de simple. No valoraban a su banda, los Sex Pisto
Sid era muy ingenioso y el humor, su táctica de supervivencia. Pronunciaba el nombre de la revista Vogue de una forma muy graciosa: «Vogg-you-ee». La única razón de que yo lo hiciera mejor es que en William of York nos habían dado clase de francés. De hecho, como Sid, yo prefería su «Vogg-you-ee». Captaba su esencia mucho mejor. Él solía utilizarla como si fuera la Biblia, aunque nunca se compró ni un solo número porque se iba al quiosco a leerla. O sólo a ver las fotos, sin leer nada. Le gustaba la moda hasta límites insospechados y su icono era David Bowie. Si Sidney quería ser alguien, ése era Dav
Una vez tuvo un aborto y yo era el único que estaba en casa. Teníamos parientes que vivían muy cerca, pero, amigo, hay veces en la vida en que estás solo. Es muy fuerte llevar un cubo con el aborto y todo, había dedos y cosas así, y tener que tirarlo por el váter. No teníamos teléfono, así que primero tuve que encargarme de todo eso y luego de ir a buscar al médico, que estaba bastante lejos andan
Estábamos demostrando a la gente que era posible montar una banda sin un gran respaldo económico. De hecho, habíamos llegado hasta allí sin ninguno. Conseguimos que el grupo funcionara antes de tener una compañía de discos, antes de nada. Abrimos camino. No teníamos a nadie que nos enseñara a ser unos engreídos. La arrogancia es algo que se aprende, no caes en ella de forma natural.
wanna destroy passers-by» [quiero destrozar a los transeúntes] (ya lo sé, soy pura cortesía) me refería a ese tipo de personas indolentes que no aportan nada y se pasan el día quejándose. No hacen nada por sí mismos ni por los demás. Los llamo la «mayoría moral no participativa
Sí, quizás he dicho cosas en el escenario, pero ¡por favor!, eso era pura verborrea y no se puede confundir con amenazas reales (a no ser que estén intentando matarme, pero seguro que entonces tengo algo más serio de que decir). Me gusta el toma y daca. Me gusta responder a la gente que me grita en los conciertos. Se establece una conexión. Son seres humanos intentando decir «hola». No pretenden ser ofensivos, aunque algunos comentarios pueden rozar el insulto.
A veces se producen verdaderas cagadas. En
Malcolm intentaba manufacturarnos como si fuéramos una puta camiseta. Era un tipo muy controlador. ¿Qué te has creído que soy? ¿Un hámster que te has comprado y al que le has puedes poner un collar de lentejuelas? Que imbécil de mierda, atreverse a decirme cuáles tenían que ser mis gustos. ¡Vete a tomar por culo! Me enfadé mucho, muchísimo. Tenemos que dejar de pensar en términos de categorías y especies. «Esto es esto y aquello es aquello.»
Malcolm y su grupito no eran más que unos capullos medio hippies que iban de artistas. Ni más ni menos. Su ropa podía ser diferente, pero su mentalidad seguía siendo igual de banal y mezquina. Era una pandilla que se chupaba el culo y no hacía nada, no generaba nada ni ofrecía nada. Estaban tan ensimismados y fascinados con ellos mismos que habían perdido el contacto con la realidad. Una realidad en la que yo estaba firmemente anclado.
En los grupitos del Londres «guai» no hay lugar para personas como yo. La verdad es que lo agradezco porque ese torbellino puede tragarte con mucha facilidad. En un abrir y cerrar de ojos te ves dedicado exclusivamente a tu arreglo personal y a la autocomplacencia y acabas pensando que en eso consiste disfrutar de la vida. Me temo que no es así. Esa gente es superficial y despectiva. Sólo tienen alabanzas para ellos mismos y para sus pares, lo cual refleja su estrechez de miras y sus limitaciones. No entienden cómo funciona el mundo real porque todo tiene que estar al servicio de sus propios intereses. Eso es lo que yo descubrí. Desde fuera impresionan un montón:
Pobre papá. No lo hice para ajustar cuentas ni para molestarlo. Como decía, sólo estaba intentando trasladar a una canción las emociones por las que debí de pasar al nacer. Por eso me encanta componer canciones: escribirlas constituye una investigación introspectiva elevada a la máxima potenci
En cuestión de enamoramientos, la verdad es que me colgaba de cualquiera. Era una especie de sanguijuela: me agarraba a ellas, las seguía a todas partes, las ponía histéricas. Había varias, no recuerdo sus nombres. Había una que vivía justo encima de nosotros. Iba a un colegio de monjas en Highgate y me volvía loco. Se me acercaba con aquel uniforme y ¡bufff! Ahora lo pienso y me doy cuenta de que era un chicazo con gafas, granos y rodillas huesudas, ¡pero, a mis ojos, estaba buenísima! Aunque, por lo visto, yo, a sus ojos, no valía la pena, así que… El rechazo es terrible, ¿no?, pero eso forma parte de hacerse un hombre. Necesitas que te manden a la mierda de vez en cuando.
De hecho, no tengo un cerebro matemático capaz de asimilar ese tipo de conocimiento. Tener éxito en el maravilloso mundo de la música (del tipo que sea) es ya de por sí un logro alucinante. He conseguido romper esa barrera y aún soy capaz de componer una canción sin esas supuestas leyes lógicas
Así que me apunté a tres cursos: literatura, arte e historia. Al principio me resultó muy difícil que las clases fueran debates y no lecciones magistrales. Yo estaba acostumbrado a que me dijeran: «Esto es así y se acabó, y nada de preguntas». Pero resultó que lo importante eran tus propias ideas y opiniones, y eso era genial porque hacía que las expusiera ante los demás y, así, poco a poco, fui rompiendo el cascarón.
Comprendí que podía hacer lo mismo que hacía socialmente en un contexto académico. Qué emoción: había perdido la timidez y podía levantarme para leer en alto unos versos o el fragmento de una novela. Aprendí a hablar en público. No es algo que buscara antes de ir a ese colegio, pero es lo que obtuve (la insistencia en las palabras y en las estructuras gramaticales, una delicia). Por aquel entonces comencé a escribir cosas mías.
Quizás pensaba que su comportamiento, su eterna inconstancia, era artística. Pues no lo era. Más bien era autista, diría yo, y provocó muchos conflictos entre nosotros.
Tuvimos muchísimas de peleas.
Todas las palabras producen un efecto y, si te pones a prohibir determinadas palabras, acabas prohibiendo la esencia del ser humano. ¿Cómo podemos reprimir así nuestra vida?
Por aquellos días, era usual que los ligones del barrio se pasaran por mi casa de vez cuando, porque sabían que había una mujer sin protección. De repente alguien llamaba a la puerta y ella decía: «Cerrad las cortinas, no hagáis ruido, esperad a que se vaya». Crecimos con un sentimiento de recelo hacia los extraños. Hacia los hombres. «No confíes en ellos.»
Por entonces, como todo el mundo sabe por los discos de Bob Marley, allí tenían que soportar lo peor de lo peor, una pobreza y una violencia política extrema. Pero todos sonreían como si se tratara de un paseo por el campo, y a mí eso me parecía inexplicable y genial.
¡Cuántos problemas habían padecido simplemente para ser Jamaica, desde la esclavitud! Dios mío, a esos tíos los habían exprimido. Las luchas entre People’s National Party (PNP) y el Jamaican Labour Party (JLP), o los JVC, como yo los llamaba, habían provocado una guerra civil. Una situación muy caótica. Cuando los jamaicanos dicen «paz», para mí tiene peso porque lo dicen de verdad. Saben cómo soportar la guerra, no son nada cobardes, son hombres, mujeres y niños muy valientes
dos discos con PiL, Metal Box y Album. La gente creía que mis letras eran menos agudas e incisivas, pero se equivocaban. Lo que pasa es que en vez de volcarse hacia el exterior se centraban en asuntos más íntimo
No lograba adaptarme, me costó muchísimo tiempo. ¿Qué pintaba yo con esos extraños? No tenía ningún sentido. La única manera de poder acercarse a mí, porque estaba en un estado de constante agitación y pánico, era lograr que me acordara, con toda la tranquilidad de la que era capaz, de por qué estaba tan molesto, del motivo por el cual nada me resultaba familiar, y convencerme de que ésa era mi casa de verdad.
Por raro que parezca, nunca me sentí fuera de lugar con mis hermanos. Con ellos me sentí a gusto desde el primer momento: nunca actuaron como si me pasara algo malo, que es lo que hacían los adultos. Para ellos yo estaba perfectamente. Jimmy decía cosas como «¿dónde has estado? ¡No te visto en un montón de tiempo!» yo respondía «no lo sé». Él pensaba que a lo mejor me había ido yo solo de vacacion
Otro de nuestros conciertos legendarios no fue cosa de Malcolm, sino que nos invitaron. Fue una cosa rarísima: la prisión de máxima seguridad de Chelmsford nos invitó a tocar ante asesinos y dementes. Un concierto fantástico y unos prisioneros también fantásticos. ¡La cantidad de droga que tenían esos tíos! Todos cumplían condenas largas, nadie estaba allí por haber birlado un bolso, por lo menos no entre el público del concierto. Eran personas profundamente afectadas por un sistema de mierda que ellos no habían inventado. Y estaban atrapados en los problemas derivados de ese sistema. Si no entiendes las reglas, es muy fácil convertirse en un criminal. Creo que las personas que están en la cárcel son víctimas de una manera u otra. Me identifico con ellos. Me gustó mucho tocarallí
Cuando regresabas al colegio después de tres semanas de vacaciones de verano, todo el mundo se ponía a contarte cuántas tías se había tirado. Era un principio básico y Sid hacía todo lo contrario: «No, yo soy totalmente virgen». Eso me encantaba de él.
Pero siguió siendo mi mejor amigo durante un tiempo. ¿Sabéis por qué? Porque defendía al Tottenham. Confiaba en su equipo, por muy ridículo que parezca. Y estoy seguro de que también confiaba en mí de la misma forma en que yo confío en mi equipo, el Arsenal. Formábamos parte de las pandillas que estaban generando tierra firme fuera de los límites del sistema. Buenas raíces para el punk.
así que luego me puse a otra cosa: me dediqué a la política interior, es decir, a intentar aclararme yo, a entender lo que me pasaba a mí. Antes de hacer carrera señalando a los demás y juzgándolos, es mejor sentarse y ver los problemas que uno mismo tiene. Para eso me sirvió la siguiente banda, Public Image Limited [abreviado, PiL]. Me permitió dejar de ser tan arrogante e intentar que en la banda todos fuéramos iguales.
Así hemos conseguido hacer cosas muy buenas, importantes, interesantes. Me encanta Pubic Hair Ltd.
Me gustaba la ropa que nos ponía mi madre. Adoraba los chalecos escoceses y los trajes de chaqueta de cuadritos de tres piezas, con chaleco y pantalones cortos. Me encantaban. Era como decirle al mundo: «Mi pandilla y yo vestimos así, ¿pasa algo?». Nos vestía bien, a los dos igual, a Jimmy y a mí, pero no me importaba. Era muy distinto de lo que otros niños llevaban y quizás por eso comencé a comprender que era importante tener un gusto propio.
Con el tiempo lo he apreciado todavía más, porque ahora soy consciente de lo pobres que eran y entiendo el esfuerzo que les costó llevarnos así.
A Malcolm le encantaba pintarse como el instigador de un floreciente movimiento, pero había muchas cosas que él no controlaba ni media. Se notaba que no se enteraba de nada. Ese septiembre nos llevó a Francia por primera vez y acabamos tocando en una discoteca parisina llena a rebosar. «¿Vosotgos no sois los Bee Gees?» «¡NO!»
Por entonces, las chicas que venían a los conciertos se inventaban su propia ropa. Muchas empezaron a ponerse bolsas de basura antes de que la prensa se hiciera eco de ello. Debido a las huelgas, había mucha basura en la calle, así que era natural que pasara algo así. Las autoridades se habían quedado sin bolsas de basura negras y empezaron a hacerlas verde y rosa fosforito. Colores alucinantes y perfectos si no podías permitirte el punk «de primera»: te envolvías en una de ellas, unos cuantos cinturones, otros tantos broches y, ¡hala!, ¡listas!. «¿Dónde están los chicos?»
El traje bondage (sadomaso) de Vivienne era de lo más asqueroso, fastidioso e incómodo. Me encantaba, pero era horrible llevarlo puesto.
Este libro es básicamente la vida de un temerario impenitente. Me gusta arriesgarme, es algo natural en mí porque deja salir mis mejores cualidades. A principios de 2014 acepté uno de los mayores retos de mi carrera: me comprometí a irme tres meses de gira por Estados Unidos haciendo de Herodes en Jesucristo Superstar. Sabía que aquello tendría su morbo y que mucha gente me pondría verde (lo cual me encanta, creedme), pero eso no es nada en comparación de lo que saqué de aquella experiencia. Me tuve que obligar a obedecer órdenes y a seguir un guion: ¡la prueba de fuego! Una semana antes del estreno del espectáculo, se canceló sin que nos dieran ninguna explicación.
Intentaré ser lo más preciso posible sin causar daños personale
Pero tampoco soy anarquista. Estoy convencido de que las palabras pueden tener mayor efecto que la detonación de una bomba en un supermercado. La palabra escrita es algo muy poderoso;
La combinación de esas cuatro personalidades hizo que el grupo fuera lo que fue. Y, para ser justos, si todos hubieran estado tan pirados como yo, se habría ido a la mierda enseguida. Si hubiera podido hacer sólo lo que me daba la gana, habría sido un desastre total: no sé si tengo límites, pero siempre estoy dispuesto a averiguarl
realidad, los otros tres miembros del grupo eran para mí una enorme fuente de inspiración. Estaba profundamente impresionado. ¿Y qué coño importaba la musicalidad? Lo que estábamos intentando hacer, entre un océano de bandas pijas, era valiente. Siempre me encantó la forma en que Steve Jones tocaba la guitarra. Hay un punto en que parece que la guitarra está a punto de desmontarse, pero luego logra recular, lo cual me resulta fascinante. Lo más parecido que me viene a la mente es Neil Young en Zuma: la canción parece colapsar y es ahí, precisamente, donde alcanza su punto más dinámico. Y para mí era genial poder integrarme en ello. Me salían estrofas enteras casi instantáneamente. La forma de tocar de Steve me permitía hacer muchas cosas distintas, aunque no creo que él se diera cuenta. Me da la sensación de que él nunca comprendió lo mucho que sacaba yo de su forma de tocar. Le estoy profundamente agradecido, a pesar de su desprecio (que, en cierto modo, podría verse como la guinda que corona el pastel
El problema es que eran muy estrechos y tenían un corte femenino, así que, si eras un tío, te forzaba a colocarte los genitales de una forma increíblemente incómoda. Tenían un corte en V y no en U, así que no había sitio para el paquete: tenías que ponerlo a la derecha o a la izquierda, como en el chiste del sastre: «¿Y usted, dónde carga?». Pero incluso así no había suficiente tela: una tortura. Vivienne nunca entendió la forma del cuerpo humano. Creo que eso le daba mucha rabia. Lo que es indiscutible es que no tenía ni idea de dónde iba el paquete. Es lo que tiene vivir con Malcolm como amante: te dedicas a castrar a tus devotos seguidores con prendas carísima
El alquiler era de unas seis libras al mes. Hasta hoy, cuando oigo un comentario racista tipo, «mira esos pakis de mierda, ocho en una habitación», pienso «no sólo son las palabras de un racista, es que yo crecí así». Y sé que también es el caso de la mayoría de mis vecinos de entonces. No pensábamos que aquello tuviera que ver en absoluto con el color de nuestra piel sino con la miseria.
Cuando Tom «el Mierdas» se murió, nos mudamos al local del bajo. Aquel hombre no tiraba nunca nada, así que imaginaos la montaña. Y el olor no se fue durante mucho tiempo porque allí estuvo muerto una semana sin que nadie lo advirtiera. Parece que siempre me rodeo de cadáveres malolient
formaba parte de la magia de la canción, así es como yo lo sentía en ese momento, pero a la gente del estudio no les gustaba. No entendían que quería decir con Iiiyiis thii-iis ver …». «No, no, así no, John, vamos a repetirlo.» Y yo: «No, yo lo doy por terminado, punto». Para mí, con una toma era suficiente. Muchos de los productores profesionales con los que he trabajado me han insistido (o pedido amablemente, que es más agradable), que lo intente de otra forma. Pero es que yo no tengo otra forma. Es así como lo he escrito. No soy Roy Orbison. Tengo mi voz, mi forma de hacer las cosas, mi estilo, mis escalas, y prefiero ceñirme a eso porque me parece más san
Si me pongo a pensarlo, el ritmo es lo que importa, no las notas. Es más emocionante
¿Cómo lidiar con los primeros abucheos? Pues de una manera positiva, sin acojonarse. Al respecto, creo que saqué de apuros a la banda en más de una ocasión. Cuanto más negativa era la respuesta del público, más positiva era mi reacción. No me importaba bromear con el público. En
tiempo. Tenía un puesto de electricista aprendiz. Yo intentaba ganar todo el dinero que me era posible. Todavía estaba en Kingsway, pero, a medida que me fui metiendo en los Pistols, se hizo imposible. No me podía concentrar en ambas cosas. Sentía que tenía que arriesgarme, tirarme a la piscina y conseguir que saliera bien. Estaba absolutamente comprometido con la banda y me exasperaba que Paul no hiciera lo mismo, porque teníamos que organizar los ensayos según su horario laboral.
Ese chico se había arruinado la vida. Estaba en la cárcel de Rikers Island, en Nueva York, sin muchas opciones. En el momento que se salió bajo fianza, ¡zaca!, se volvió a meter por la vena, y adiós. Sale, ve a su madre y se muere de sobredosis. Supuestamente se suicidó de una sobredosis preparada por su propia madre. La hostia de guai, ¿no? Qué forma de vida tan genial. No hay ningún misterio. Sid encontró lo que andaba buscando. ¿Entendéis ahora la canción de PiL?
Su muerte fue muy dolorosa para mí. Durante una buena temporada estuve escribiendo canciones sobre él. Las tengo por ahí, en algún sitio.
De hecho, estaba con amigos, pero yo no podía conectar con ellos. Estaba muy preocupado por las cosas que no habían ido bien, obsesionado por cómo podía hacer que la próxima vez salieran mejo
Una vez vi el vídeo de un directo de Iggy Pop, sólo una canción. Estaba cantando «Down In The Street» y me quedé tan impresionado con lo valiente que era su música, tan ruidosa. Y no le temblaban las piernas, al contrario, el tío lo daba todo, A TOPE. Ahí estaba él, con su larga melena rubia, tan lujuriosa, y con su rímel (¡Iggy, por favor!). Me encantó porque el tío no escondía ni huía de su mensaje, para nada; parecía estar diciendo «aquí estoy, así que ve acostumbrándote». Menudo coraje. Sin concesiones.
Nadie puede esperar gustar a todo el mundo y os diré que a veces es mejor no gustar. En cualquier caso, una vez has tenido la cara dura de subirte a un escenario, te pertenece. No huyas, no te escondas.
Lo había visto por el colegio y había pensado que era divertidísimo. Se pasaba el día peinándose e intentando parecerse a Bowie sin conseguirlo. Qué tío más extravagante. Muy gracioso, una excelente compañía, pero más tonto que Abundio y absolutamente convencido de ser un bellezón. Y lo decía. Me encantaba su extroversión. «Las chicas me adoran», decía siempre.
de una tienda que se llamaba SEX y que tenía una ropa muy estrambótica y nos propuso que nos acercáramos. Encontrarla nos costó dos expediciones en las que nos recorrimos Kings Road de arriba abajo. Alguien nos podía haber dicho que estaba al final de la calle, alejada de todo. Nosotros, al ser jóvenes y estúpidos, no lo dedujimos. Pero, una vez llegamos…
Eso sería a mediados de 1975 y, por entonces, la tienda vendía ropa estilo años cincuenta, a lo rocker. Aquello era lo que daba dinero: prendas muy especiales para hombre y zapatones, los boogies.
Aún no sabía que Steve era analfabeto, así que interpretaba como dejadez su falta de interés en las letras. Pero lo cierto era que no se enteraba de nada. Él único que las leía era Paul Cook, y a él le encantaban. A Glen sólo se le ocurría decir que no encajaban con la música o que estaban desacompasadas. Yo pensaba «no te jode, ¡y tú también!». Pero nunca hubo violencia entre nosotros.
John Barry, el compositor. Una noche espectacular. Luego, en medio de ese mogollón, se pasó el compositor japonés Stomu Yamashta. Fue una experiencia casi sobrenatural, cuatro personas muy diferentes con la música en común y una conversación fascinante. ¡Que forma más maravillosa de abrirme los ojos! Sólo unos meses atrás lo había pasado fatal con los Pistols. Ahora, a medida que iba conociendo a gente de muy distinto pelaje y ocupación (musical o no), volvía a sentir que todo era posible. Quería conocer diversas perspectivas de la vida. Sabía que si no te abres a diferentes puntos de vista te condenas a seguir repitiendo los mismos errores que el resto de idiotas de estemund
Supongo que en cierto modo me veía como una amenaza para su teoría sobre los movimientos artísticos. Su interpretación de las inclinaciones artísticas de los Sex Pistols era muy distintas de las mías y, la verdad de las de cualquiera. Yo no pensaba que ne-cesitáramos construir nuestra imagen cuidadosamente. Para mí, las palabras ya hacían eso, al igual que yo mismo, lo que transmitía mi imagen y mi persona pública
los adoctrinaba con discursos de sindicato de estudiantes: «Declara la guerra a la sociedad…, etc.». Si querías pasártelo bien una noche o conocer a gente interesante, mejor no ir a un concierto de los Clash. Estaba lleno de cerebrines con ganas de aprender: «Sí, mmm, sí, ahora me he metido en un curso de tal y tal y tal…
De hecho, cuando lo conocí, Sid era antidrogas. ¿Pero sabes lo que hacen las madres adictas? Lo ponen en la comida. Una locura, ¿no? Su madre decía: «Aquí tienes la comida, Sid. No dejes que tu amigo la pruebe, ¿eh?». Y Sid: «Vale, mamá». Pero luego, cuando se metía en su cuarto, me decía:
—Oye, prueba esto, que no tengo ni idea qué me está dando.
—No tengo hambre, tío —le contestaba.
Ésa era la herencia de Sid.
Tuve mucha paciencia: con la gente que no se presentaba a los primeros ensayos y con todo lo negativo que al principio nos pasó a los Sex Pistols. Yo no llegaba con cuadernos llenos de canciones, las letras me salían de forma natural, directamente. Mi cerebro era como una biblioteca. Me gusta tomar notas, pero normalmente no valoro mucho las cosas una vez las he escrito. Pienso más rápido de lo que escribo, digamos que tengo un buen almacén entre las orejas.
Era de puta madre poder gritar todas esas cosas y de verdad que entonces no me podía imaginar la cantidad de gente que acabaría escuchándolas. Antes de unirme a los Pistols, los había visto tocar en un club y no tenía muchas esperanzas al respect
El tiempo influye en todo, es un fenómeno natural; te acostumbras a adaptarte a los ciclos naturales. No puedes luchar contra ellos porque son más fuertes que tú. En realidad, la ola de calor fue un regalo y hubo cosas de Londres que cambiaron para siempre.
Notas: El clima nos afecta de maneras insospechadas, yo decía.
La madre de Sid, Anne Beverley, nunca me dirigió la palabra. Nunca le gusté ni tampoco me entendió. Supongo que le parecía un personaje muy callado. No conocía mi potencial; ni siquiera yo mismo lo conocía por entonces. Siempre tenía la cena de Sid preparada, sólo la de Sid, al que ella inexplicablemente llamaba Michael, aunque para nosotros era John de nombre y Sid de apodo. Ni siquiera Simon. Aquello era muy raro y, de una forma extraña, muy alejado de la realidad. Así que ahí estaba yo, el tío que había salvado a su hijo de una paliza y no se me permitía comer. Tenía que sentarme ahí y mirar a Sid zampárselo todo.
Capítulo 15:
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Destacado: Supongo que en el fondo son celos. ¿Pero celos de qué? Dios mío, si ellos supieran. Ser Johnny Rotten nunca ha sido fácil. Mantener la integridad que creo poseer es un curro diario.
Capítulo 15:
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Destacado: porque te permite cambiar la forma cuando quieres. Te ayuda a desarrollar tu oficio mucho más que unas lecciones de canto con Tona de Brett.
Capítulo 15:
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Destacado: Sid, amigo mío. Entrar en la banda acabó con él. Me rompe el corazón. Lo arrastró al abismo y, al mismo tiempo, hizo que la banda fuera mejor. Nuestro rollo no iba de melodías bien interpretadas, ¿y por qué coño íbamos a ir de eso? No existe nada en una rebelión que incite a utilizar melodías suaves. Así e
Capítulo 15:
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Destacado: El principio del punk fue muy emocionante. X Ray Spex, los Adverts, los Raincoats, las Slits… todas esas bandas tan diferentes entre sí, tan fascinantes. Las mujeres participaban y tenían influencia, lo cual era muy interesante desde el punto de vista musical.
Capítulo 15:
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Destacado: avergonzado de ti mismo es donde debes estar. Es la forma de encontrar gente que vale la pena. Sal con gente que no se siente avergonzada de sí mismo, sean lesbianas, gay, heteros, negros, blancos, lo que sea; hechos puré, desequilibrados, retorcidos o normales. Si sienten lo que dicen y son quienes son, es un entorno agradable.
Capítulo 15:
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Destacado: Abrimos la puerta a la libertad y a la falta de competición y de restricciones. Todo se había vuelto demasiado rígido y elegante, casi como un baile de salón, y nosotros ofrecimos una salida. Aparecieron nuevos caminos donde la orientación sexual no importaba una mierda. Nadie juzgaba anadie.
De hecho, al principio tuvimos a muchas bandas de glam-rock como teloneros. Cuanto más diferentes eran, más nos interesaba que abrieran el concierto. Pero ese tipo de ambiente estaba acabado. Esa música llena de drama y de angustia estaba superada.
Capítulo 15: 7. ABRIENDO LA CAJA DE PANDORA CON MARTILLO Y CINCEL 7. ABRIENDO LA CAJA DE PANDORA CON MARTILLO Y CINCEL
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Destacado: Yo era un gilipollas y me enamoraba de lo primero que se me cruzaba, era muy romántico, muy fantasioso, y me imaginaba todo tipo de situaciones (que, por supuesto, arruinaba en cuanto abría la boca)
Capítulo 15:
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Destacado: Sólo te liberas si exploras esas áreas de tu mente. Si no separas la música de la ansiedad y del dolor, encuentras una solución. Nunca he llegado a comprender la muerte, sólo he podido lidiar con ella a través de la música. En canciones como ésa, me interrogo muy seriamente. Estoy a punto del colapso mental. Soy yo aullando de amargura y de dolor. Con una pena tremenda. Pero al mismo tiempo tienes que dar algo de alegría a las personas que amas. Evitar regodearte en la autocompasión y celebrar sus cualidades cuando estánvivos.
Cuando lanzamos «Death Disco» causó una gran confusión. ¿Era para bailar? ¿Qué era?
Capítulo 15: 7. ABRIENDO LA CAJA DE PANDORA CON MARTILLO Y CINCEL
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Destacado: lomismo.
Tuve mi fase de polvos de una noche, pero llegó un momento en que se convirtió en una experiencia fútil, aburrida, repetitiva. Entonces yo no era consciente, pero estaba buscando una relación de verdad y eso es lo que me pasaba con Nora. Hubo otras chicas que me prepararon para ese momento, chicas con las que había estado más de una semana, pero lo que pasó con Nora fue increíble, algo más serio. Aprendimos a conocernos el uno al otro y eso es lo mejor que puede encontrar una persona: alguien que te acepte como eres, con verrugas y todo y que no te haga avergonzarte de ti mismo por nada en absoluto. Tu inseguridad entonces desaparece, eso es lo que te enseña el compañero adecuado.
Capítulo 15: 7. ABRIENDO LA CAJA DE PANDORA CON MARTILLO Y CINCEL 7. ABRIENDO LA CAJA DE PANDORA CON MARTILLO Y CINCEL 7. ABRIENDO LA CAJA DE PANDORA CON MARTILLO Y CINCEL
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Destacado: No me refiero a la heroína; para casi todos era una gran desconocida. Para nosotros el caballo era algo que se metían los de Grateful Dead y se les notaba porque no he visto una banda más aburrida en mi vida. Qué pérdida de cuatro horas y media. Los vi una vez en el Alexandra Palace cuando era joven. ¡No, no, no! No me podía relacionar con la multitud que se volvía loca con ese tipo de música. Para mí era mortal, comatosa.
Capítulo 15:
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Destacado: Creo que fue entonces cuando empecé a responder las cartas de los fans. Solía hacerlo porque era el único medio real que tenía de comunicarme. No recuerdo que llegara a conocer ni a quedar con ninguno de los remitentes, pero sí me acuerdo de que muchas de las cartas me daban las gracias por haberlos ayudado a pensar por sí mismos y cosas por el estilo. Frases reconfortantes. Y al minuto siguiente llegaba la policía y tiraba la puerta a patadas. Siempre he encontrado tiempo para la gente que quiere comunicarse conmigo de esa manera. Siempre.
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Destacado: . Su trágica voz me parecía abrumadora y muy potente. Aprendí muchísimo de los conciertos que vi en aquellos primeros años. Comprendí que la música no tenía nada que ver con alcanzar el tono perfecto sino con la emoción.
No soy de los que se sientan estilo indio más de tres minutos seguidos y siempre estoy más que dispuesto a levantarme y a bailar, aunque sea «Janitor of Lunacy», no me importa que me miren. Me encantaba bailar, mucho, mucho, mucho.
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Destacado: Todo el edificio estaba okupado por viejos hippies y rockers. Nosotros representábamos los restos del naufragio entre ambas generaciones. Los edificios okupados reunían un montón de formas de vida diversas, porque la okupación era fundamental en ese momento. El Gobierno no estaba haciendo nada en política de vivienda, así que era dificilísimo encontrar piso y los que estaban disponibles eran un timo tan grande que simplemente no valían la pena. Había muchísimos pisos viejos desocupados, pisos donde no vivía nadie. No es que estuviéramos privando a nadie de su vivienda ni expulsando a ninguna familia de su casa. Eran edificios vacíos y al borde de la ruin
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Destacado: . Yo también paré. No quería intoxicarme con los placeres de las drogas porque lo que realmente me interesaba era aprovechar la oportunidad de los Pistols. Además, no se puede cantar con estimulantes. Es imposible, el corazón se pone a toda pastilla y acabas la canción antes de que la banda haya entrado en el escenario. Te pone demasiado nervioso para concentrarte en lo que tienes que hacer, que no es precisamente lo ideal cuando estás en el escenario.
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Destacado: Sid, Wobble y yo, también otros, como John Gray, no encajábamos en ese ambiente en absoluto. Se nos consideraba gente potencialmente violenta. Nos habíamos enterado porque un amigo se había metido en los archivos del colegio y había visto que en los expedientes de Wobble, de Sid y en el mío constaba que teníamos tendencia a las peleas. Pero no era verdad. Lo que teníamos era tendencia a cuestionar las cosas y, si te andabas con gilipolleces con nosotros, te zurrábamos.
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Destacado: Creo que eso es lograr el éxito total: que toda la gente en la sala llegue a comprender una experiencia tan enriquecedora.
La ira está en la raíz de mis canciones. A veces me da la sensación de que cuando compongo apenas tengo control sobre mí mismo. Si existen los ángeles de la guarda, el mío es un tío de cuidado. En mis canciones y en mi vida en general, hay mucha reflexión y también muchas experiencias. Cuando
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Destacado: es lo que me daba Steve, esa explosión de energía. Para mí Steve era una especie de diamante: millones de posibilidades rutilantes, deslumbrantes, espléndidas. Cuando me dieron la oportunidad de cantar, me convertí en dinamita. Me entregué a tope. Me concentré en escribir canciones y me pasaba todo el día haciéndolo. Las palabras fluían de mi interior. Muchas cosas que antes habían estado reprimidas y que yo no había podido expresar, que yo pensaba que no tenían ni importancia ni utilidad, encontraron su lugar de repente. Fue increíble, magnífico.
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Destacado: Había tal falta de actividad en la gira que llegué a probar la heroína. La abulia da lugar situaciones increíblemente negativas. Eso lo sabe cualquiera que haya pasado por la adolescencia. Nunca quise que la banda se viera envuelta en la heroína. Si te gusta la música tanto como a mí, anticipas los problemas fácilmente porque has aprendido de las correrías y calamidades de otros rockeros famosos.
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Destacado: era capaz de verme a mí mismo desde fuera, de salir de mí mismo y decirme: «Pero, ¿qué estás haciendo? Intenta hacerlo bien en vez de actuar impulsivamente y sin pensar». Quizás estaba metiéndome demasiada caña, sólo tenía siete años, pero es que soy tremendamente exigente conmigo mismo (y me temo que eso no va a cambiar). Nadie puede escribir algo negativo sobre mí sin que yo lo haya pensado antes; la mitad de las veces, cuando la gente se mete conmigo a saco, me siento aliviado porque creo que no se han pasado todo lo que podrían. Como verás en las páginas que siguen, soy un verdadero tirano conmigo mismo. Este libro responde al autoanálisis que he practicado toda la vida y que sigue en cu
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Destacado: Richard Branson hizo una cosa increíble para promocionar Never Mind the Bollocks. Llenó todas las tiendas de Virgin con pósteres del disco (unos carteles amarillos hechos a base de letras recortadas), especialmente las de Oxford Street, en Londres, porque tenía dos tiendas en esa calle, una al principio y otra al final. Empapeló los escaparates con ellos de lado a lado. Algo fantástico.
Pusieron el mismo cartel en las tiendas del norte, pero allí reaccionaron de forma distinta, especialmente en Nottingham, donde se llevó a juicio a la tienda porque el escaparate se consideró ofensivo
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Destacado: mensaje «es que no cabe nadie más…».
No creo que a Malcolm le gustara la música. Sólo era ruido para acompañar el futuro-de-ropas-exóticas que imaginaba. No comprendía su importancia o trascendencia social en absoluto. Y, la verdad, ¿por qué debería haberlo hecho? No existía nada parecido hasta que llegamos nosotros. Antes de los Sex Pistols, ¿qué significaba el que una canción tuviera trascendencia social? A lo mejor un cantante folk deprimente canturreando con su guitarra acústica. Un horror.
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Destacado: Ése era y es mi mensaje a las bandas punk que se pasan la vida peleándose entre ellos e intentando reventarse por cuestión de celos. El más peligroso de los enemigos está ahí fuera, así que sal y derríbalo, lucha por todos y no sólo por conseguir tus objetivos. Es mucho más divertido. Oye, mis enemigos no son las personas, da igual si les gusto o no: mis enemigos son las instituciones.
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Destacado: Lo que siempre me ha parecido curioso del reggae es que no era una música agresiva, su ritmo era bello, melodioso. Pero las letras… madre mía, los diálogos eran otra cuestión: brutales. La yuxtaposición era alarmante, clamorosa: canciones increíblemente tristes, llenas de dolor y sufrimiento, o que hablaban de la revolución, al son de alegres melodías. Sin duda, una forma efectiva de transmitir un mensaje.
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Destacado: Albatross», la que va sobre la cobardía de Malcolm, terminó durando unos diez minutos, y eso porque era el máximo que se podía meter en el disco. Merecía esa duración.
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Destacado: enda el dolor sufrido por la muchacha y de lograr que se identifique con ella. Lo mismo sucede con «Annalisa
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Destacado: Musicalmente, tuvimos que ser muy rigurosos para alcanzar nuestro objetivo, que era concienciar al oyente.
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Destacado: Hago un montón de cosas distintas, no sólo cantar. Hay que tomar muchas decisiones sobre la grabación y la producción, añadir cosas aquí y allá…, es un prisma con muchas piezas y bastante divertido.
Queríamos romper todas las reglas, todas las disciplinas. Era como abrir una juguetería a cuatro niños que nunca hubieran visto un juguete. Queríamos que el bajo bramara y que te destrozara los oídos. Hay partes en las que parece que estamos utilizando algún recurso electrónico, pero en realidad es una grabación de la tele a dos pistas que hemos acelerado
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Destacado: A lo largo de mi carrera, Pete Townshend siempre me ha mostrado una actitud favorable y útil. Nuestros caminos se cruzaron por primera vez muy al principio de los Pistols, cuando ensayábamos en el estudio de los Who. El señor Townshed se enteró de quiénes lo estaban usando y nos dijo que no nos cobraría. No le tengo más que un profundo respe
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Destacado: El dinero es la causa de todos los males. Si hay dinero, todo el mundo quiere más. Y me temo que no hay nada que hacer. Es el pecado original.
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Destacado: . No tenía una comprensión profunda de lo que había sido la banda. Simplemente, se limitaba a trivializarla para aumentar su propia importanci
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Recorrido del capítulo:
Destacado: me había dedicado a PiL con todas mis fuerzas. Comenzar un nuevo grupo fue la decisión correcta. Montar PiL había sido bueno para mí. Cómodamente incómodo. En ese momento estábamos ante una nueva encrucijada pero PiL seguía siendo una buena elección. No iba a volver atrás para hacer semejante gilipollez. Hubiera sido terrible: rabo entre las piernas. La respuesta, evidentemente, fue: «¡Ni de puta coña!»