Víctor H. Cisneros

Las Izquierdas: donde el arte se vuelve marginal

Uno de los puntos del manifiesto de la revista Moho, editada por Guillermo Fadanelli junto a otros escritores contemporáneos, era: “fuera de nosotros todo es marginal”. La idea, una reinterpretación del movimiento dadaísta que inició en el Cabaret Voltaire de Zúrich, Suiza, a principios del siglo XX, manifestaba un rechazo a todos los valores morales y estéticos establecidos para romper el vínculo entre el artista y el receptor de la obra.

En ese punto ciego, donde el arte se vuelve marginal, podemos colocar la música de Las Izquierdas, trío de neo punk originario del Distrito Federal, integrado por Gabo Salvaje, Mery Buda y el Panzón Anónimo.

A tres años de su formación, las frenéticas presentaciones de la banda en el circuito local de la Ciudad de México han permitido que sea reconocida como una de las propuestas musicales más atractivas en vivo, por su sonido deliberadamente descuidado, sus letras sencillas y directas, la fijación de sus integrantes por salir a tocar en trusa y calzones (a veces desnudos) y el desmadre que arman al incluir un tubo para bailar.

Maratón chafarama con Las Izquierdas, su primer disco de larga duración, grabado en los estudios La Máquina de Canciones bajo la producción de Andy Mountains, puede descargarse de manera gratuita en su página oficial.

El material, integrado por nueve canciones, oscila entre géneros como el rock, el punk, el garage, folk y el sonido lo-fi.

Sin ser un álbum del todo redondo -ni siquiera completa 10 tracks y por lo menos dos sobran-, las mayores virtudes del debut de Las Izquierdas radica en las canciones de vena punk como “Él se robó mi dinero”, “Elena de Troya”, “Mallory Knox”, “Ese es el PRI”, “Liz la Encueratriz” y “Maratón chafarama con Las Izquierdas”. Mención aparte merecen los tracks “El hombre de las calles” y “No tengo tiempo (de cambiar mi vida)”, dos retratos a contraluz de la miseria existencial de la que cientos no pueden escapar en ese error de Dios que es la Ciudad de México.

La falta de un propósito, de un concepto y lógica, vuelve a Las Izquierdas un proyecto que raya en nihilismo. De la mano de su música, el grupo es el pretexto de varios para reunirse a existir sin ningún fin.