Spark Mag [traducción]

Esta es una traducción del artículo “Welcome to the Mery Buda Experience”, publicado en Spark Mag en 2017, agosto 7, por favor consulte la funte original aquí:

http://thesparkmag.com/artists/welcome-to-the-mery-buda-experience/

 


Bienvenidos a La experiencia de Mery Buda

 

Después de la ruptura de su icónica banda Las izquierdas, la músico y bailarina de la Ciudad México está ahora por su cuenta y más fuerte que nunca.

 

Melina Gaze / Agosto 7, 2017

 

Son las 9:00 PM en un viernes por la noche en la Ciudad de México y el Multiforo Alicia está completamente vacío. El Tugurio de Vedettes Fest (traducido desenfadadamente como Scuzzy Bar Burlesque) está apunto de establecerse en este local punk resistente pero próspero, con una aparentemente interminable alineación de bailarines, performers y músicos.

Mery Buda es una de las organizadoras atrás del Tugurio de Vedettes. Como una músico bailarina de tubo radical, parte de su magia curatorial reside en un tubo de 14 pies que ella ha armado adentro del club. Ella y la otra organizadora, La Terrorista del Sabor, quien también tocará, han mobilizado algunos de los actos underground feministas, queer o lidereados por mujeres más rudos para actuar. “No estábamos específicamente proponiendo hacer una alineación de puras mujeres”, explica Buda, “pero sucedió que estas son las artistas que nos gustan y con las que estamos conectadas… Y tratamos de balancearlo con algunos hombre bailarines de tubo, porque queremos celebrar la idea de que todos los cuerpos pueden ser eróticos”.

Entre otros, está Geni Thalia (pronunciado “genitalia”), una bailarina y activista nacida en Brasil conocida por los talleres que da sobre Desculonización, liberación del trasero a través del baile funk; Las Histriónicas Hermanas Hímenenez, hermanas de ochenta años en una gira de reunión cumbia/punk, encarnadas por chicas treintañeras vestidas en drag de mujer vieja; Las Luz y Fuerza, un grupo de cumbia de puras mujeres; y mi banda, K Pasa USA.

 

Y después por supuesto, está Mery Buda, quien, naturalmente, se maneja en ambos, el tubo y el escenario. Mery Buda presentará un borrador de su próximo disco, Cuando bailamos exótico (When We Dance Exotically). ¿Su criterio para las canciones que incluye en el album? Tienen que inspirar el baile de tubo.

Pero ahora son las 9:15, se supondría que el show de Buda empezaría a las 9:00 PM, y no hay audiencia además de los performers ya arreglados, vestidos, caracterizados.

Se nos dice que las puertas se están reteniendo para juntar una multitud afuera. Ella aprieta mi mano. “¿Qué tal si nadie viene por mí?” pregunta.

Tugurio de Vedettes es muy importante para Buda. Éste es su primer show como solista después de su ruptura con Las Izquierdas, una banda fundada en la Ciudad de México activa entre 2014 y 2016. Las Izquierdas fue como una sensación del underground. Ellas no tenían una presencia mediática comercial, pero tocaban frecuentemente y los espacios que crearon eran inspiradores, vivos y estaban llenos. Compuestas por Buda, su compañero de ese momento Andrés Acosta y Gabo, los tres tocaban música punk enérgica mientras bailaban en el tubo. ¿Alguna vez has visto a un tipo al revés en un tubo, con el pene flácido mientras toca su guitarra? ¿Qué me dices de una super-musculosa ex bailarina de un strip club de Playa del Carmen haciendo baile de tubo acrobático mientras grita-canta en un micrófono? Cada show que hacían sacaba a relucir gente que quería ser parte de ellos, ya que se hinchaban con energía y positividad hacia el cuerpo al verlos bailar y al bailar con ellos. Toda una comunidad de bailarines de tubo radicales brotaba alrededor de esta banda. Su alegre desnudez inspiraba a otros a deshacerse de sus propios pantalones, playeras, brassieres y ropa interior en una celebración de sus cuerpos. En esta ciudad -y en cualquier ciudad, en realidad- esa es un increible hazaña de arte. En un punto Las Izquierdas hasta posaron en Playboy México.

 

Ahora son 9:45. Las puertas al fin están abiertas y la audiencia está llenando el lugar. Mery Buda está sobre el escenario en un top de bikini con baquetas en mano, un tambor atado alrededor de su cuello, su computadora conectada a la mezcladora y la boca lista al micrófono. “Esta es la Experiencia de Mery Buda,” ella empieza. “No sean tímidos, den un paso al frente y bailen.” Es impresionante ver a un grupo de ochenta personas seguir instrucciones tan de buena gana, moviéndose juntas como una masa sobre un conjunto de piernas coordinadas.

Su set no es de Las Izquierdas y la audiencia aprueba eso. La mayoría de las canciones que estarán en Cuando Bailamos Exótico no están grabadas ni disponibles públicamente, así que la música es una sorpresa para la audiencia. Son ritmos electro-pop complementados por tamborileo enérgico. Su dulce voz y tonadas optimistas son engañosas si no conoces las letras. En sus palabras, las canciones “exorcisan los sentimientos de todos los días que pasan más bien incompresiblemente como los celos, el resentimiento, dolor, el deseo de morir, o hasta la felicidad extrema”. Sus letras lo presentan crudo: ¿Cómo amar sin ser posesivo? ¿Cómo reconciliar la independencia con querer fusionarse con alguien? ¿Cómo ser economicamente auto-suficiente? ¿Cómo sentirse libre en el cuerpo de una mujer? En su último número “Mezclarme contigo” (Mix Myself With You), con la pista todavía tocando, ella se aproxima al tubo y comienza a desvestirse. Quizás la cosa más hermosa sobre el baile de Buda es que, mientras hay una audiencia presente, gente videograbándola con sus teléfonos, y reflectores iluminándola, se siente que su baile no es para nadie más que para ella.

Durante nuestra entrevista dice que ella no hace performance bajo un estandarte de feminismo, porque siente que aún no ha hecho suficiente investigación para proclamar ese título. Ella explica, más bien, que ella trabaja bajo el estandarte del erotismo: “Es una energía sexual colectiva que se construye entre la audiencia pero que no  se descarga… Es como compartir algo muy íntimo,” dice.

Ella termina su baile y la audiencia estalla en aplausos. Estas son melodías sentidas con el corazón, superpuestas por palabras que resuenan con la audiencia, tambores y baile: una composición perfeormativa que es singularmente Mery Buda. Esperadamente, los actos que siguen son igualmente hermosos, vulnerables, retadores, y divertidos.

En su tesis sobre Las Izquierdas (está publicando un libro para documentar la banda y la comunidad de resistencia corporal que se desarrolló alrededor de ésta), Buda nos recuerda acerca el énfasis de la imagen en la música comercial. Ella cita a Johnny Rotten de los Sex Pistols: “Si la gente comprara discos por la música, esto estaría muerto desde hace tiempo.” Como productor de música, uno tiene que estar constantemente desarrollando su base de fanáticos a través de contenido visual, lo que frecuentemente tiene poco que ver con la música en sí.

Buda tiene 47 seguidores en Facebook. Se ha confeccionado una cuenta de Instagram. No postea selfies lindas de sí misma. Pero tiene un IRL [In Real Life] seguimiento de gente que respeta lo que ella hace y se moviliza para verla. Su éxito es palpable. Son cuerpos. Es comunidad. Me recuerda por qué hacemos arte en primer lugar.

Quizás la razón por la que Buda ha desarrollado un seguimiento tan entusiasta en la escena underground aquí es porque su personalidad manifiesta tantas facetas de las contemporáneas -y extremadamente diversas- escenas queer y feministas.

En un contexto de seis a siete feminicidios al día, en gran parte cometidos por compañeros románticos hombres, y la abrumadora impunidad hacia dichos hombres, colectivos feministas aquí como Gafas Violetas, Desenredadas, y las talleres de Desprincesamiento retan las convenciones del amor romántico (incluyendo posesividad, crímenes de “pasión”, y subordinación de mujeres en una estructura hetero-patriarcal) y su rol en la violencia contra las mujeres. Las letras de Buda cuestionan las tensiones de lo que significa ser una mujer independiente que ama a un hombre y cómo desafiar los patrones internalizados del amor heteronormativo. En su canción “No te quier poseer”, ella canta:

“Si quisiera poseerte, mejor me olvido de tí / Si quisiera componerte, mejor me compongo a mí…/ Yo pensé que era un trato de vivir dentro del otro / Pero no te quiero poseer. No te quiero poseer.”

El trabajo artístico y político de Buda encarnan el valor de la autogestión, o autosuficiencia. En el contexto de violencia contra las mujeres y las personas trans y su crecimiento, muchos colectivos feministas aquí postulan que el gobierno continuará fallándoles y se avocan a esta práctica de autonomía personal y económica. Grupos como Tres.Cero.Tres, Autodefensa para Mujeres, y Cuadrilla Violeta ofrecen clases de autodefensa feminista. El Mercadito Feminista Contra la Violencia Económica, un mercado semanal, provee a las mujeres y personas trans una plataforma para vender bienes que hacen ellas mismas. El proyecto de Mery Buda es completamente autogestivo.

Ella hace sus propias pistas, su propio arte, y mobiliza a su propia comunidad fuera de cualquier estructura formal o comercial musical. Es una mujer, sólo consigo misma, en el escenario haciendo música.

En “Reclamo Road”, ella canta sobre su ruptura con Las izquierdas y pasar a solista para hacer una vida que es completamente suya:

“Recolectando abrazos de pena, va Mery por toda la ciudad / Se ha quedado sin banda, sin hombre / Pero no se considera en soledad / No quiere ya más relaciones prisioneras / No quiere deberle nada a nadie, como Manuel / No quiere gente alrededor de ella que en fondo sólo se la quiere coger / Reclamo Road”

La canción apunta a retos y miedos que las mujeres en la música enfrentan cuando emprenden un proyecto solista. La tonada acaba en una esperanzada, aunque inconclusa nota, sabemos que la historia de Buda después de Las izquierdas es trinfante. Hablando de su acto completamente autogestivo, ella dice: “Fue difícil aprender a programar y tocar todo yo misma, y todavía siento que tengo mucho trabajo por hacer, pero estar sola ha sido increíble. Sólo soy yo. No tengo que apoyarme de nadie más.”

El trabajo de Buda es parte de una tendencia más grande dentro de la escena queer y feminista en la Ciudad de México que se reapropian del cuerpo como un sitio de  placer y danza como una forma de liberación.

La Gozadera, un espacio feminista en el centro, frecuentemente organiza fiestas Lesbiernes de reggaeton, donde mujeres y personas no-binarias se reúnen a bailar sin pena.

Cuando están activas, Las Hijas de Violencia, un grupo de performance callejero, celebró una serie de clases de cumbia en las que enseñaban a las mujeres a liderar en esta forma de baile tradicionalmente patriarcal. Noches de Perreo, Mami Slut, Sexy Sunday at Six, y Traición son fiestas que adoptan un discurso de liberación queer y feminista del cuerpo a través del baile.

Mery Buda vive esta liberación e invita a otros a hacer lo mismo cuando baila, alegre y semi-desnuda, en el tubo. Cuando le pregunto cuál es su audiencia, se pone pensativa por un segundo. “Creo que son muchas mujeres que quieren hacer algo similar. Algunas de ellas en realidad se suben al tubo durante mi show, otras no, pero lo hacen vicariamente a través de mí. Eso es lo que hacen los performers, ¿no? Hacemos realidad sueños colectivos.”

Hace algunos meses cuando le pregunté cuáles eran sus metas para La experiencia de Mery Buda, ella me dijo “terminar mi disco, terminar el tatuaje que inicié en mis senos, organizar Tugurio de Vedettes, y después tal vez tener un bebé”. Su respuesta me sorprendió. “¿Seguirás bailando en el tubo?” pregunté. “Sí, me dijo, pero con un bebé en mi espalda. Creo que eso sería dulce.” “Seguirás haciendo música?” Pregunté. “Siempre.”

 
 
 

 

Welcome to the Mery Buda Experience

 

After the breakup of her iconic band Las Izquierdas, the Mexico City musician and dancer is on her own and stronger than ever

/ August 7, 2017
 

It’s 9:00 PM on a Friday night in Mexico City and the Multiforo Alicia is completely empty. The Tugurio de Vedettes Fest (loosely translated as Scuzzy Bar Burlesque Fest) is about to go down in this weathered but buoyant punk venue with a seemingly endless lineup of dancers, performers, and musicians.

Mery Buda is one of the organizers behind Tugurio de Vedettes. As a radical pole dancing musician, part of her curatorial magic stands in a 14-foot pole she has assembled inside the club. She and the other organizer, La Terrorista del Sabor, who will also play, have mobilized some of Mexico City’s baddest ass underground feminist, queer, or women-led acts to perform. “We weren’t specifically setting out to make an all woman musician lineup,” explains Buda, “but it just happened that those are the artists we like and are connected with…And we tried to balance it with some male-identifying pole dancers, because we want to celebrate the idea that all bodies can be erotic.”

Among others, there’s Geni Thalia (pronounced “genitalia”), a Brazil-born dancer and activist known for the workshops she gives in Desculonización, ass liberation through baile funk dancing; Las Histriónicas Hermanas Jímenez (The Histrionic Jímenez Sisters), eighty-year old sisters on a cumbia/punk rock reunion tour, as played by thirty-somethings in old lady drag; Las Luz y Fuerza (The Light and Power), an all-woman cumbia group; and my band, K pasa USA.

Photo by Melina Davis
Photo by Melina Gaze

And then of course, there’s Mery Buda, who, naturally, graces both pole and stage. Mery Buda will present a rough draft of her upcoming album, Cuando Bailamos Exótico (When We Dance Exotically). Her criteria for the songs she includes on the album? They have to inspire pole dancing.

But now it’s 9:15, Buda  was supposed to go on at 9:00 PM, and there’s no audience besides the preening performers. We’re told the doors are being held to gather a crowd outside. She squeezes my hand. “What if no one shows up for me?” she asks.

Tugurio de Vedettes is a big deal for Buda. This is her first solo show after her breakup with Las Izquierdas (The Lefts), a Mexico City-based punk band active between 2014 and 2016. Las Izquierdas was something of an underground sensation. They didn’t have a commercial media presence, but they played often and the spaces they created were inspiring, alive, and packed.  Composed of Buda, her at-the-time partner Andrés Acosta, and Gabo, the three played high-energy punk music while pole dancing. Have you ever seen a dude upside down on a pole, flaccid dick flopping about while he plays guitar? What about a super-jacked former Playa del Carmen strip club dancer doing acrobatic pole dancing while scream-singing into a mic? Each show they did brought out people who wanted to be a part of them, who swelled with energy and body-positivity by watching them dance and by dancing with them. A whole community of radical pole dancers sprung up around this band. Their joyful nudity inspired others to shed their own pants, shirts, bras, and undies in celebration of their bodies. In this city—and in any city, really—that is an incredible feat of artistry. At one point Las Izquierdas even posed in Playboy Mexico.

Now it’s 9:45. The doors are finally open and the audience is filling up. Mery Buda is onstage in a bikini top with drumsticks in hand, a snare drum strapped around her neck, her computer plugged into the mixer and mouth ready at the mic. “This is the Experience of Mery Buda,” she starts. “Don’t be shy, take a step forward and dance.” It’s impressive to see a group of eighty people follow instructions so readily, moving together as one mass on a set of coordinated legs.

mery buda photo by Orlando Canseco in spark mag
Photo by Orlando Canseco

Her set is not Las Izquierdas and the audience welcomes that. Most of the songs that will be on Cuando Bailamos Exótico are not recorded or publicly available, so the music is a surprise for the audience. It’s electro-pop beats complemented by energetic drumming. Her sweet voice and upbeat tunes are deceitful if you don’t know the lyrics. In her words, the songs, “exorcise the everyday feelings that happen rather incomprehensibly like jealousy, resentment, pain, the desire to die, or even extreme happiness.”  Her lyrics lay it out raw: How to love without being possessive? How to reconcile independence with wanting to fuse with someone? How to be economically self-sufficient? How to feel free in a woman’s body? In her last number “Mezclarme Contigo” (Mix Myself With You), with the track still playing, she approaches the pole and begins to undress. Perhaps the most beautiful thing about Buda’s dance is that, while there is an audience present, people videoing her with their phones, and a spotlight illuminating her, it feels that her dance is for no one but her.

During our interview she says that she doesn’t do performance under a banner of feminism, because she feel she hasn’t done enough research to claim that title. She explains, rather, that she works under the banner of eroticism: “It’s a collective sexual energy that builds among the audience but that doesn’t release…It’s like sharing something very intimate,” she says.

She finishes her dance and the audience erupts in applause. These are heartfelt tunes, overlaid by words that resonate with the audience, drums and dance: a performative composition that is uniquely Mery Buda. Expectedly, the acts that follow are equally beautiful, vulnerable, challenging, and fun.

In her thesis on Las Izquierdas (she’s publishing a book to document the band and the community of corporal resistance that developed around it), Buda reminds us about the emphasis of image in commercial music. She quotes Johnny Rotten of the Sex Pistols: “If people bought records for the music, this thing would have been dead a long time ago.”  As a producer of music, one constantly has to be developing their fan base through visual content, which very often has little to do with the actual music. 

Buda has 47 followers on Facebook. She has a pared down Instagram account. She doesn’t post cute selfies of herself. But she has an IRL following of people who respect what she does and mobilize to see her. Her success is palpable. It’s bodies. It’s community. It reminds me why we make art in the first place.  

Photo by Melina Davis
Photo by Melina Gaze

Perhaps the reason Buda has developed such an enthusiastic following in the underground scene here is because she personally manifests so many facets of the contemporary–and extremely diverse–Mexican feminist and queer scenes.

In a context of six to seven femicides a day, largely committed by male romantic partners, and the overwhelming impunity of said men, feminist collectives here like Gafas Violetas, Desenredadas, and the workshops of Desprincesamiento challenge the conventions of romantic love (including possessiveness, crimes of “passion,” and subordination of women in a hetero-patriarchal structure) and its role in violence against women. Buda’s lyrics question the tensions of what it means to be an independent woman who loves a man and how to challenge the internalized patterns of heteronormative love. In her song “No te Quiero Poseer” (I don’t want to possess you), she sings:

(In translation) “If my desire is to possess you, then I should just forget about you / If my desire is to fix you, I should just fix myself… / I used to think the agreement was that would live inside of one another. / But I don’t want to possess you. I don’t want to possess you.”

Buda’s artistic and political work embody the value of auto-gestion, or self-reliance. In the context of violence against women and trans people and a vast income gap, many feminist collectives here posit that government will continue to fail them and advocate this practice of personal and economic autonomy. Groups like Tres.Cero.Tres, Autodefensa para Mujeres, and Cuadrillo Violeta offer classes in feminist self-defense. The Mercadito Feminista Contra la Violencia Económica, a weekly market, provides women and trans people a platform to sell goods they make themselves. Mery Buda’s project is completely autogestivo. She makes her own tracks, her own art, and mobilizes her own community outside of any formal or commercial music structure. She is a woman, with only herself, on stage making music.

In “Reclamo Road”, she sings about her break with Las Izquierdas and going solo to make a life that is completely her own:

(In translation) “Collecting hugs of pity, Mery walks the city / She’s been left without a band, without a man / But she doesn’t feel alone / She doesn’t want anymore imprisoning relationships / She doesn’t want to owe anything to anyone, like Manuel / She doesn’t want people around her who just want to fuck her / Resentment Road”

The song points to challenges and fears women in music face in taking on a solo project. The track ends on an hopeful, if inconclusive note, but we know that Buda’s story after Las Izquierdas is triumphant. Speaking of her completely autogestivo act, she says, “It was hard to learn to program and play all by myself, and I still feel I have a lot to work to do, but going solo has been amazing. It’s all me. I don’t have to rely on anyone else.”

Buda’s work is part of a larger trend within the queer and feminist scenes in Mexico City that reappropriate the body as a site of pleasure and dance as a form of liberation.

La Gozadera, a feminist space in the center, frequently hosts Lesbiernes reggaeton parties, where women and non-binary people gather to dance unashamedly. When they were active, Las Hijas de Violencia, a street performance group, held a series of cumbia classes in which they taught women to lead in this traditionally patriarchal dance form. Noches de Perreo, Mami Slut, Sexy Sunday at Six, and Traición are parties that espouse a discourse of queer and feminist body liberation through dance.

Mery Buda lives this liberation and invites others to do the same as she dances, joyfully and semi-nude, on the pole. When I ask who her audience is, she’s thoughtful for a second. “I think it’s a lot of women that want to do something similar. Some of them actually get up on the pole during my show. Others don’t, but they do vicariously through me. That’s what performers do, right? We realize collective dreams.”

A few months ago, when I asked her what her goals were for La Experiencia de Mery Buda, she told me, “to finish my record, to finish the tattoo I started on my boobs, to organize Tugurio de Vedettes, and then maybe to have a baby.” Her response surprised me. “Will you keep pole dancing?” I asked. “Yeah, she said, but with a baby on my back. I think that would be sweet.” “Will you keep making music?” I asked. “Always.”

Photo by Antonio Zaragoza
Photo by Antonio Zaragoza