Tolstoi, León. ¿Qué es el arte?

Tolstoi, L. (1898) ¿Qué es el arte? En: [http://metalmadrid.cnt.es/cultura/libros/lev-tolstoi-que-es-el-arte.pdf]

 

“Para el sostenimiento del arte en Rusia (donde apenas si se gasta en la educación del pueblo la centésima parte de lo que se debiera), el gobierno concede millones de rublos en forma de subvenciones a las academias, teatros y conservatorios. En Francia cuesta el arte al  Estado  veinte  millones  de  francos;  igual  suma  pagan  los  contribuyentes  ingleses  y alemanes.
En  todas  las  grandes  ciudades  hay  enormes  edificios  que  sirven  de  museos, academias, conservatorios, salas de espectáculos y de conciertos. Centenares de miles de obreros  —carpinteros,  albañiles,  pintores,  tapiceros,  sastres,  peluqueros,  joyeros, impresores— consumen su vida entera en pesados trabajos para satisfacer la necesidad de
arte del público, hasta el punto de que no hay ninguna otra rama de actividad tan grande de fuerza nacional.” (pag 3)

” Centenares  de millares de personas emplean su vida desde la infancia para saber mover rápidamente los
pies y piernas, para tocar con rapidez las teclas de un piano o las cuerdas de un violín, para reproducir  el  aspecto  y  el  color  de  los  objetos,  o  para  subvertir  el  orden  natural  de  las frases, y juntar a cada palabra otra palabra que rime con ella. Y todas esas personas, que la mayoría de las veces son honradas y tienen capacidad natural para entregarse a todo linaje de ocupaciones especiales y embrutecedoras, se convierten en lo que se llama especialistas,
seres  de  inteligencia  mezquina  e  hinchados  de  vanidad,  incapaces  de  apreciar  las manifestaciones  serias  de  la  vida,  e  incapaces  de  otra  aptitud  que  la  que  implica  agitar rápidamente las piernas, las manos o la lengua.” (pag 3)

“¿Estáis  enfermos,  atajo  de  animales?  ¿Acaso  sois  de madera para permanecer así como unos testaferros? Y muchas veces todavía empezó de nuevo la procesión, y oí golpes de batuta y una serie de injurias de las que las mejores palabras eran: “Asnos, brutos, idiotas, cerdos. Más de cuarenta veces oí repetir tales palabras dirigidas
a cantantes y músicos.
Estos, deprimidos física y moralmente, aceptaban el ultraje sin protestar jamás. Y el director de orquesta y el de escena harto sabían que aquellos infelices estaban demasiado embrutecidos  para  hacer  otra  cosa  que  soplar  en  una  trompeta,  o  andar  por  la  escena calzando zapatos amarillos y con partezanas de estaño; sabían que estaban acostumbrados a una vida regalona y dispuestos a sufrir cualquier ultraje, antes que renunciar a su lujo; de
modo que no vacilaban en dar rienda suelta a su grosería nativa, sin contar con que habían visto hacer lo mismo en París o en Viena, y pensaban seguir así la tradición de los grandes teatros.” (pag 5)

 

” Y  es indudable, además, que nadie puede sentirse conmovido al presenciar la representación de una ópera como aquélla. Así, era natural que uno se preguntase: ¿A cuenta de qué se hacía todo  aquello?  ¿A  quién  podía  gustar?  Si  por  milagro  hubiese  habido  en  aquella  ópera buenos  trozos  de  música,  ¿no  podía  tocarse  ésta,  prescindiendo  de  aquellos  trajes grotescos, de aquellas procesiones, de aquellos movimientos de brazos? ¿A qué causa se debe el que tonterías parecidas se representen en todas las ciudades del mundo civilizado?
A  un  hombre  de  gusto  le  asquean  esos  espectáculos;  un  obrero  no  puede comprender ni una jota de ellos. Si por ventura placen, será, a no dudarlo, a algún lacayo joven o a algún obrero pervertido qué ha contraído las necesidades de las clases superiores, sin poder elevarse hasta su gusto natural.” (pag 6)

“Las diversas sectas de artistas, como las diversas sectas de teólogos, se excluyen y se niegan unas a otras. Estudiadlas, y las veréis constantemente ocupadas en desprestigiar a  las  sectas  rivales.  En  poesía,  por  ejemplo,  los  antiguos  románticos  niegan  a  los parnasianos  y  decadentes;  los  parnasianos  deprimen  a  decadentes  y  románticos,  y  los decadentes dicen pestes de todos sus predecesores, y, además de los magos; y los magos
no  hallan  nada  bueno  fuera  de  su  escuela.  Entre  los  novelistas,  los  naturalistas,  los psicólogos y los naturistas pretenden ser los únicos artistas que merecen tal nombre. Lo propio ocurre entre escritores dramáticos, pintores y músicos. De ahí resulta que este arte que  exige  de  los  hombres  tan  terribles  fatigas,  que  degrada  tantas  vidas  humanas,  que fuerza  a  los  hombres  a  pegar  contra  la  caridad,  no  es  una  cosa  clara  y  precisamente
definida, sino algo que los mismos fieles, los iniciados, entienden de diversos modos, tan contradictorios  entre  si,  que  resulta  punto  menos  que  imposible  saber  lo  que  debe entenderse por arte, y particularmente, cuál es el arte útil, bueno y precioso, el arte, que merece ser honrado, con inmensos sacrificios.” (pag 6)

“Para la producción del más sencillo baile, ópera, opereta, cuadro, concierto o novela, millares de hombres se ven obligados a entregarse a un trabajo que muy a menudo resulta humillante  y  penoso.  Menos  mal  si  los  artistas  cumplieran  por  si  mismos  la  suma  de trabajo  que  requieren  sus  obras;  pero  no  ocurre  así,  porque  necesitan  el  auxilio  de numerosos  obreros.  Este  auxilio  lo  obtienen  de  distintos  modos,  ya  en  forma  de  dinero
dado por los ricos, ya en forma de subvenciones otorgadas por el Estado; en este caso, el dinero  que  reciben  proviene  del  pueblo,  que,  en  su  mayoría,  tiene  que  privarse  de  lo necesario para pagar la contribución y no goza jamás de lo que llaman esplendores del arte.” (pag 7)

“El problema es tan interesante para los artistas como para el público, pues se trata de  saber  si  lo  que  aquellos  hacen  tiene  la  importancia  que  se  cree,  o  si  simplemente  los prejuicios del medio en que viven, les hacen creer que su labor es meritoria.” (pag 7)

“Toda  obra  de  arte,  pone  en  relación  el  hombre  a  quien  se  dirige  con  el  que  la produjo,  y  con  todos  los  hombres  que  simultánea,  anterior  o  posteriormente,  reciben impresión de ella. La palabra que transmite los pensamientos de los hombres, es un lazo de unión entre ellos; lo mismo le ocurre al arte. Lo que le distingue de la palabra es que ésta le sirve al hombre para transmitir a otros sus pensamientos, mientras que, por medio del arte,
solo  le  transmite  sus  sentimientos  y  emociones.” (pag 9)

“Un hombre cualquiera es capaz de experimentar todos los sentimientos humanos, aunque no sea capaz de expresarlos todos. Pero basta que otro hombre los exprese ante él, para  que  enseguida  los  experimente  él  mismo,  aun  cuando  no  los  haya  experimentado jamás.
Para tomar el ejemplo más sencillo, si un hombre ríe, el hombre que le escucha reír, se siente alegre; si un hombre llora, el que lo ve llorar, se entristece. Si un hombre se irrita o excita, otro hombre, el que lo ve, cae en un estado análogo. Por sus movimientos o por el sonido  de  su  voz  expresa  un  hombre  su  valor,  su  resignación,  su  tristeza;  y  estos sentimientos se transmiten a los que le ven o le oyen. Un hombre expresa su padecimiento por medio de suspiros y sonidos, y su dolor se transmite a los que la escuchan. Lo propio ocurre con otros mil sentimientos.
Sobre esta aptitud del hombre para experimentar los sentimientos que experimenta otro, está fundada la forma de actividad que se llama arte. Pero el arte propiamente dicho no empieza hasta que aquél experimenta una emoción, y queriendo comunicarla a otros, recurre para ello a signos exteriores. Tomamos un ejemplo bien sencillo. Un niño ha tenido miedo de encontrarse con un lobo y explica su encuentro; y para evocar en sus oyentes la emoción que ha experimentado, les describe los objetos que le rodeaban, la selva, el estado de descuido en que se hallaba su espíritu, luego la aparición del lobo, sus movimientos, la distancia  que  les  separaba,  etcétera.  Todo  esto  es  arte,  si  el  niño,  contando  su  aventura, pasa de nuevo por los sentimientos que experimentó, y si sus oyentes, subyugados por el sonido de su voz, sus ademanes y sus imágenes, experimentan sensación análoga. Hasta si el niño no ha visto jamás un lobo, pero tiene miedo de encontrarlo, y deseando comunicar a otros el miedo que ha sentido, inventa el encuentro con un lobo, y lo cuenta de modo que comunique a sus oyentes el miedo que siente, todo esto será también arte. Arte hay en que un  hombre,  habiendo  experimentado  miedo  o  deseo,  en  realidad  o imaginativamente, exponga sus sentimientos en la tela o en el mármol, de modo que los haga experimentar por  otros.  Arte  hay  si  un  hombre  siente  o  cree  sentir  emociones  de  alegría,  de  tristeza, desesperación, valor o abatimiento, así como la transmisión de una de esas emociones a otros, si expresa todo esto por medio de sonidos que permitan a otros sentir lo que sintió.” (pag 20)

“Desde que los espectadores o los oyentes experimentan los sentimientos que el autor expresa, hay obra de arte. ” (pag 20)

Esta  es  una forma  de  la  actividad  humana,  que  consiste  en  transmitir  a  otro  los  sentimientos  de  un
hombre,  consciente  y  voluntariamente  por  medio  de  ciertos  signos  exteriores.  Los metafísicos  se  engañan  viendo  en  el  arte  la  manifestación  de  una  idea  misteriosa  de  la Belleza o de Dios; el arte tampoco es, como pretenden los tratadistas de estética fisiólogos, un juego en el que el hombre gasta su exceso de energía; tampoco es la expresión de las emociones  humanas  por  signos  exteriores;  no  es  tampoco  una  producción  de  objetos
agradables; menos aún es un placer: es un medio de fraternidad entre los hombres que les une  en  un  mismo  sentimiento,  y  por  lo  tanto,  es  indispensable  para  la  vida  de  la humanidad y para su progreso en el camino de la dicha.(pag 21)

“Se nos ha acostumbrado a no comprender bajo el nombre de arte más que lo que oímos  y  vemos  en  teatros,  conciertos  y  exposiciones,  o  lo  que  leemos  en  los  poemas  y novelas. Pero esto no es más que una parte ínfima del arte verdadero, por medio del cual transmitimos a otros nuestra vida interna, o recogemos la vida interna de otros. Toda la existencia humana está llena de obras de arte, desde las canciones que se canta a los niños para dormirlos, hasta las ceremonias religiosas y públicas. Todo es Igualmente arte.” (pag 21)

“El artista de profesión, en efecto, está obligado a vivir de su arte, y esto le fuerza a inventar  indefinidamente  para  sus  obras  innumerables  motivos.  Ved,  por  ejemplo,  qué diferencia existe entre las obras producidas, de una parte, por hombres como los profetas hebraicos, los autores de Salmos, Francisco de Asís, Fray Angélico, los autores de la Ilíada, y  de  la  Odisea,  los  de  leyendas  y  canciones  populares,  todos  aquellos  hombres  de  otros
tiempos,  que,  no  solamente  no  eran  recompensados  por  sus  obras,  sino  que  ni  aun  se cuidaban de unir a ellas sus nombres; y, de otra parte, las obras producidas por los poetas cortesanos, por los pintores y músicos, colmados de honores y de dinero … Pero es aún mayor la diferencia entre la obra de los verdaderos artistas y la de los profesionales del arte, que al presente llenan el mundo, viviendo todos de su comercio, es decir, del dinero
que reciben de los directores de periódicos, editores, empresarios y otros intermediarios, encargados de poner a los artistas en relación con los consumidores del arte.” (pag 54)

“Si  una  obra  de  arte  es  buena,  el  sentimiento  moral  o  inmoral,  expresado  por  el artista, se transmite de él a los demás hombres. Si se transmite a ellos y ellos lo sienten, todas  las  explicaciones  son  superfluas.  Si  no  se  transmite,  ninguna  explicación  será bastante  a  remediarlo.  La  obra  del  artista  no  puede  ser  explicada.  Si  el  artista  hubiera podido explicar con palabras lo que desea transmitirnos, con palabras habríase expresado.” (pag 55)

“Un hombre produce una obra  de  arte  en  la  que  expresa  a  su  manera  un  sentimiento,  que  él  mismo  ha
experimentado.  Su  sentimiento  se  transmite  a  los  demás  hombres,  y  su  obra  atrae  la atención.  Pero  entonces  la  crítica,  defendiéndose,  declara  que,  sin  ser  mala,  no  es  sin embargo la obra de un Dante, ni de un Shakespeare, ni de un Goethe, ni de un Rafael, ni de un  Beethoven.  Y  el  joven  artista  vuelve  al  trabajo  para  copiar  a  los  maestros  que  le aconsejan que imite, y produce obras, no sólo raquíticas, sino falsas, falsificaciones del arte.” (pag 55)

“Por eso es por lo que ensalzan  con  tanta  seguridad,  en  literatura,  a  los  trágicos  griegos,  a  Dante,  a  Tasso,  a
Milton, a Goethe y entre los autores más recientes, Zola e Ibsen, en música, a Beethoven en su  última  manera  y  a  Wagner.  Para  justificar  el  elogio  entusiástico  que  hacen  de  estos grandes  hombres,  construyen infatigablemente  vastas  teorías;  y  vemos  a  hombres  de talento  ocuparse  en  componer  obras  en  conformidad  con  aquellas  teorías,  y frecuentemente, hasta artistas verdaderos hacen violencia a su género, y se someten a ellas.” (pag 56)

“Tales son los resultados de la crítica. Y no menos desastrosa es la verdadera causa que  contribuye  a  la  perversión  del  arte  de  nuestro  tiempo:  me  refiero  a  la  enseñanza artística.
Desde el día en que el arte, dejando de dirigirse a un pueblo entero, no se dirigió más que a una clase de ricos, convirtióse en profesión: desde el día en que se convirtió en profesión, fueron inventados métodos para su enseñanza; las personas que escogieron tal profesión,  se  pusieron  a  estudiar  aquellos  métodos;  y  así  se  formaron  las  escuelas profesionales,  clases  de  retórica  o  de  literatura  en  las  escuelas  públicas,  academias  de
pintura,  conservatorios  de  música  y  de  arte  dramático.  Semejantes  escuelas  tienen  por objeto  la  enseñanza  del  arte.  Pero  el  arte  es  la  transmisión  a  otros  hombres  de  un sentimiento  experimentado  por  el  artista.  ¿Cómo,  pues,  puede  ser  enseñado  esto  en  las escuelas?
No hay escuela alguna que pueda excitar en un hombre el sentimiento, y menos aún que pueda enseñarle cómo podrá expresar ese sentimiento de la manera especial que le es peculiar. ¡Y, sin embargo, es en ambas cosas donde reside la esencia del arte!
Todo lo que en las escuelas pueden enseñar es el medio de expresar los sentimientos experimentados por otros artistas, de la manera que esos otros artistas los han expresado. Y esto es precisamente lo que enseñan las escuelas profesionales; y sus enseñanzas, lejos de contribuir a extender el arte verdadero, contribuyen a extender las falsificaciones del arte, haciendo  así  más  que  los  otros  factores  por  destruir  en  los  hombres  la  comprensión
artística.
En  literatura,  aprenden  los  jóvenes,  cómo,  sin  decir  nada,  se  puede  escribir  una composición  de  más  o  menos  páginas  sobre  un  motivo  cualquiera,  y  escribirla  de  tal manera, que se parezca a los escritos de autores de celebridad reconocida.
En pintura, aprenden a dibujar y a pintar como han pintado y dibujado los maestros anteriores, y a representar el desnudo, es decir, lo que menos se ve en la realidad, y lo que el hombre ocupado en la realidad tiene menos ocasiones de pintar.
En composición, se enseña a los jóvenes presentándoles motivos parecidos a los que han sido tratados ya por los grandes maestros.
De  la  misma  manera,  en  las  escuelas  de  arte  dramático,  los  alumnos  aprenden  a recitar monólogos exactamente lo mismo que los recitan los actores célebres.
Y lo mismo en música. Toda la teoría de la música es una repetición de los métodos de que se han servido los músicos célebres. En cuanto a la ejecución musical, se convierte cada vez más en mecánica y semejante a la de un autómata.” (pag 57)

“Ningún arte como el de la ejecución musical para poner de relieve la justicia de este pensamiento. Para que esta ejecución sea artística, es decir, que nos transmita la emoción del  autor,  son  necesarias  tres  condiciones  principales,  para  no  decir  nada  de  otras.  La ejecución  musical  sólo  es  artística  cuando  la  nota  es  justa,  cuando  dura  exactamente  el tiempo debido, y cuando es emitida con la misma intensidad de sonido que se ha querido.
La más pequeña alteración de la nota, el más pequeño cambio de ritmo, el más pequeño esfuerzo o debilidad del sonido destruyen la perfección de la obra, y, por consiguiente, su capacidad  de  emocionarnos.  La  transmisión  de  la  emoción  musical,  que  parece  cosa  tan sencilla  y  tan  fácil  de  obtener,  es  en  realidad  una  cosa  que  sólo  se  obtiene  cuando  el ejecutante encuentra el matiz infinitamente pequeño, necesario a la perfección. Es lo mismo
en  todas  las  artes.  Y  un  hombre  no  puede  descubrir  esos  matices  sino  cuando  siente  la obra, cuando se deleita directamente en contacto con ella. Ninguna máquina sabría hacer lo que hace un bailarín, que acomoda sus movimientos al ritmo de la música, ningún órgano de vapor podría hacer lo que hace un pastor que canta bien, ningún fotógrafo lo que hace un  pintor;  ningún  retórico  encontrará  la  palabra  o  encadenamiento  de  palabras  que encuentra sin esfuerzo el hombre que expresa lo que siente. Por eso las escuelas podrán enseñar,  cuanto  sea  necesario  para  producir  algo  análogo  al  arte,  pero  jamás  lo  que  se necesita para producir el arte mismo.” (pag 58)

“No pretendo que los jóvenes dotados de talento no deban conocer los métodos de las diferentes artes tal como, antes que ellos, los han elaborado los grandes artistas. Pero bastaba, para enseñárselos, que se crease en todas las escuelas elementales, clases de dibujo y de música, al salir de las cuales los jóvenes bien dotados podrían perfeccionarse con toda independencia en la práctica de su arte.” (pag 58)