Bunge, M. (1996). Intuición y razón. Buenos Aires: Editorial Sudamericana
Además de la intuición sensible (empírica) y el entendimiento, Kant introduce la intuición pura (reine Anschauung). De los principios de esta sensibilidad a priori, supraempírica, se ocupa de la estética trascendental, una disciplina que establece que “hay dos formas puras de la intuición sensible que sirven, como principios del conocimiento a priori, a saber, el espacio y el tiempo”. “El espacio es una representación necesaria a priori, que subyace a todas las intuiciones externas”, en particular, para percibir una cosa debemos estar en posesión de la noción a priori de espacio. Tampoco el tiempo es un concepto empírico, sino que consiste en la forma del sentido interno y “es una representación necesaria que está en la base de todas las intuiciones” (pag 24)
Si para Aristóteles, Descartes y Spinoza la intuición era un modo de conocer las verdades primeras, para Kant constituye la posibilidad de la experiencia externa. Pero su intuición intuición intelectual (o razón intuitiva) no es la de sus predecesores, sino una oscura componente innata del espíritu humano. (pag 24)
Las teorías relativistas nos han enseñado que los conceptos de espacio y tiempo físicos no son a priori ni independientes entre sí, no tampoco son independientes de los conceptos de materia y campo (pag 27)
Si las intuiciones cartesiana y spinoziana son formas o especies de la razón, la intuición kantiana trasciende la razón, y es por ello que constituye el germen del intuicionismo contemporáneo, que a su vez es la puerta de entrada al irracionalismo. (pag 28)
La ciencia, especialmente la psicología, lejos de tratar de “comprender” la realidad en términos del conocimiento ordinario, la explica en términos de leyes que describen las relaciones existentes entre conceptos cada vez más abstractos y refina. La mayor parte de estos conceptos no se encuentran en el pensamiento presistemático o intuitivo. (pag 31)
Para la ciencia, el sentido común es un punto de partida y un problema. Los datos sensibles y los juicios ordinarios constituyen la materia prima que la ciencia elabora, trasciende y explica (y como resultado de ello, a menudo elimina). El tipo de comprensión ofrecido por la escuela “humanista” en las ciencias del hombre, tal como las explicaciones religiosas y del sentido común, consiste en ejemplos y metáforas, casos individuales y parabólas. Su objetivo es hacer familiar lo desconocido, remoto, no familiar y complejo, en términos de lo conocido, inmediato, familiar y simple. La ciencia, lejos de pretender semejante trivialización de problemas y explicaciones, procura explicar lo familiar pero aún no explicado en términos de conceptos y proposiciones no familiares pero comprensibles. (pag 31)
El “método” de la Verstehen (comprensión) fue elogiado por Max Weber, uno de los fundadores de la sociología moderna. (Sin embargo, puede mostrarse que Weber no utilizó dicho “método” en su obra científica: en ésta empleó datos, hizo conjeturas, y las evaluó al modo en que procede en las ciencias naturales.) Además, el movimiento de las Geisteswissenschaften, y, particularmente, la campaña a favor de esa misteriosa empatía o comprensión simpática… fueron utilizados por la seudociencia y la semiciencia. Por ejemplo, Freud, Adler y Jung sostenían que la empatía es el modo más alto de conocimiento. (pag 32)
Bergson, Husserl y William James fueron representantes del intuicionismo filosófico muchísimo más refinados e interesantes (pag 32)
Para Bergson (1859-1941) la intuición es “aquel tipo de simpatía intelectual por medio de la cual uno es transportado hacia el interior de un objeto para coincidir con lo que éste tiene de único y, por consiguiente, de inefable. La intuición nos permite aprehender todo lo que permanece exterior a la inteligencia: el movimiento, el cambio en general, la vida, el espíritu, la historia y, sobretodo, “lo absoluto”, que, por supuesto, es aquello que no es relativo. La intuición no es otra cosa que una forma altamente desarrollada del instinto. Es superior a la razón en cuanto se expresa de un modo hipotético. ¿Cómo podríamos dudar de que el instinto es superior a la razón, si aquél puede afirmar decididamente (y aun gritar), “q”, mientras que está última sólo se atreve a enunciar “q a consecuencia de que p”…? (Bunge:33)
La inteligencia, que sólo puede representarse claramente con lo discontinuo, estático y viejo, es incapaz de apresar la continuidad, el movimiento y la novedad, que sólo el instinto reconoce (Bunge;34)
La función del intelecto es más bien práctica que teórica y, siendo un instrumento para la acción, permanece en la superficie de las cosas sin revelar su naturaleza. La intuición, por el contrario, es “el instinto que se ha hecho desinteresado y, consciente de sí mismo, puede reflejarse en su objeto y es capaz de ampliarlo ilimitidamente (Bunge;34)
El desarrollo de la intuición es conceptual, pero el núcleo de todo sistema de ideas, por ejemplo, un sistema filosófico, es una intuición original que debe ser aprehendida. En consecuencia, la filosofía es, para Bergson, lo opuesto al análisis; no procura descomponer, separar y discriminar (ésta es la tarea servil de la inteligencia, esencialmente superficial). La tarea propia de la filosofía es remontarse a la simplicidad original engendrada por la intuición. Este cometido es llevado a cabo por la metafísica de una manera directa, sin los símbolos que caracterizan al pensamiento conceptual. (pag 34)
La intuición de Bergson no es conocimiento propiamente dicho, y él mismo reconoce que es nebulosa. Nada sería sin las incitaciones de la inteligencia; sin la inteligencia, la intuición quedaría en puro instinto, que se concentra en lo singular en movimiento. Pero la intuición toma cosas desde adentro -como quería Hegel que hiciera la razón- y produce una certidumbre que la razón es por completo incapaz de alcanzar. La búsqueda de la certidumbre y de los fundamentos últimos es, nuevamente, la fuente principal del intuicionismo. (pag 35)