Restany, P. (2001) Hundertwasser: El pintor-rey con sus cinco pieles. Viena: Taschen.
Es cierto que la carrera de Hundertwasser, pintor vienés y auténtico ciudadano del mundo, habría sido incluso más fulgurante si se hubiese contentado con presentarnos sus imágenes como puros iconos resplandecientes y sus laberintos como mundos estéticamente cerrados…
Pero en lugar de ello, a golpe de manifiesto, de tomas de posición teóricas, de gestos espectaculares y de acciones ejemplares, el ciudadano Hundertwasser se empeñó en querer abrirnos los dédalos de su pensamiento laberíntico…
Generalmente, estos gestos y acciones fueron mal interpretados e incomprendidos al principio, es decir, en el momento preciso de su realización. Una incomprensión justificada en parte, ya que las «acciones» de Hundertwasser siempre fueron puramente intuitivas, espontáneas, no premeditadas, motivadas por el sentido de una verdad, siempre la misma: el odio (simbolizado por la línea recta y su antítesis, al espiral) al racionalismo en todos los campos y, en concreto, en el sector que condiciona más directamente al individuo: la configuración de su hábitat y la determinación de su estilo de vida.
Una sencilla verdad, como el resto del pensamiento teórico de Hundertwasser, que le conduce al testimonio impulsivo y espontáneo, más que a la demostración proselitista. (Restany:2001;17)
El ardiente fervor que el artista utiliza en sus innumerables discursos, performances, tomas de posición y campañas de opinión no es pura ilusión. Es la prueba del perfeccionismo del artista en el cumplimiento de su deber moral. Hundertwasser no pretende persuadir, porque está convencido de que su comportamiento moral está bien fundado: sus acciones son congruentes, sus manifiestos hablan por sí mismos… Hundertwasser se procuró una reputación sulfurosa de eterno beatnik ingenuo o de bufón que ejercita el terrorismo mental. Pero todo esto jamás le afectó. Sigue su estrella, siempre que no sea de cinco puntas, y el tiempo trabaja en su favor. Muchas afirmaciones consideradas extravagantes, muchos gestos tachados de irresponsables, han encontrado después su sentido pleno (Restany:2001;19)
Para Hundertwasser, el arte y las convicciones son una misma cosa. El pintor, el creador teórico y el higienista social comparten la misma piel. Pero quien puede reclamar el derecho de posesión es el pintor. Cuando, en 1972, Hundertwasser inaugura su cometido específico de intervención en el tejido social (modificación de las fachadas de las casas…), es ya un pintor de éxito, con más de veinte años de carrera a sus espaldas. (Restany:2001;21)
Al percatarse de que su segunda piel le servía de pasaporte social, el artista reflexiona sobre la relación entre la ropa y el status social. (Restany:2001;38)
…en la época de los hippies, de los cabezas rapadas o de los drag queens, la segunda piel se convierte en el maquillaje distintivo de la cuarta piel, el símbolo de pertenencia a un grupo que consolida una identidad «diferente» adoptando una moda. (Restany:2001:38)
Entre 1972 y 1980, Hundertwasser ha completado el recorrido formativo de su teoría naturista, iniciada en 1958 con el Manifiesto del Enmohecimiento. Unas intuiciones han seguido a las otras y los manifiestos se han sucedido unos a otros… En esta cruzada hacia la felicidad por la belleza, la estética no va a interferir con la moral. Estética y moral van de la mano. (Restany:2001;43)
…la Hundertwasser-Haus (Casa Hundertwasser) está llena de enseñanzas. En primer lugar, se trata de un encargo del ayuntamiento al artista. Los representantes locales, sensibilizados ya tanto con su pintura como con sus enunciados teóricos, ofrecen a Hundertwasser la posibilidad de hacer realidad su utopía. El poder político se dirige a Hundertwasser porque se ha decidido a apostar por el poder del arte…. como se trata de una operación de vivienda social, el gesto político adquiere un mayor sentido. Hundertwasser ha proclamado contra el viento y marea que el hombre no se siente bien en su tercera piel. Ahora que se le da la oportunidad de actuar con creatividad, ha de hacer algo para que el hombre se encuentre a gusto. Tal es el poder del arte,: al pedir a Hundertwasser que construya el bloque de viviendas sociales en la esquiena de Löwengasse, el Ayuntamiento de Viena no se está dirigiendo a un arquitecto, sino a un comerciante de la felicidad. Le está pidiendo que edifique espacios dispensadores de felicidad. (Restany:2001;45)
Hundertwasser ha sacado algunas conclusiones personales con esta casa, que vienen a corroborar sus convicciones. La fase de construcción fue emocionante. Los obreros se dieron cuenta de que no eran los esclvos de un sistema reticular y de la prefabricación. Los albañiles y los embaldosadores tuvieron algunas iniciativas propias, fueron creativos. La dignidad del trabajo se obtuvo con el ejercicio de la creatividad individual y no con reivindicaciones sindicales… los trabajadores se identifican con su trabajo. Los domingos traen a sus familias para enseñarles los resultados de su trabajo. «Me limito a darles instrucciones de conjunto. Nada de reglas, escuadras ni niveles de agua. Saben que pueden dar libre curso a su instinto y saben que yo lo apruebo», dice Hundertwasser. (Restany:2001;47)
Los alcaldes cambian, pero permanece la voluntad municipal de integrar el genio creador de Hundertwasser en la estructura viva del tejido urbano… la utopía barroca de Hundertwasser ha quedado profundamente grabada en el perfil arquitectónico de la Viena posmoderna. (Restany: 2001:48)
«Todo el mundo puede llevar una corona y hacer que lo admiren como rey. Esto funcionará al principio y, después, el que se sienta usurpador huirá. Pero quien se sienta bien en su piel de rey se empecinará en llevar los atributos de la realeza. La gente lo tomará por un bufón y se reirán de él. Pero en ese momento, si es fuerte, opondrá a esa situación algo tan fuerte como la masa que se ríe de él. Y de esta forma, conseguirá un posición igual a la de un rey: se convertirá en un rey.» (Restany:2001;57)