Tesis sobre Las izquierdas día 19

2. Hacerse portátil

En esta parte corresponde hablar sobre la tendencia a buscar ‘matar dos pájaros de un tiro’, es decir, a simplificar y mezclar procesos de tal manera que se apoyen entre ellos y crezcan simultáneamente. Empezaré con el filósofo Baudrillard y su reflexión sobre la publicidad:

“Ningún deseo, ni siquiera sexual, subsiste sin la mediación de un imaginario colectivo. Tal vez ni siquiera pueda surgir sin este imaginario. ¿Se puede imaginar amar a una mujer de la que se estuviese seguro que ningún otro hombre del mundo habría de desearla? A la inversa, si multitudes enteras adulan a una mujer, la amaré sin conocerla. Ahí está el resorte perpetuamente presente (y las más de las veces oculto) de la publicidad. Si es normal que vivamos nuestros deseos en referencia colectiva, la publicidad, por su parte, se dedica a convertirla en la dimensión sistemática del deseo. No se fía de la espontaneidad de las necesidades individuales, prefiere controlarlas a través de la creación de lo colectivo, y de la cristalización de la conciencia en este colectivo puro.” (Baudrillard:1969;203)

Esto quiere decir que gran parte de las cosas que nos sentimos impulsados a consumir, vienen de un deseo, que muchas veces no surge ni siquiera de nuestro interior, sino de una colectividad anónima.

En el contexto de Las izquierdas, y especialmente hablando de mi batería como herramienta de trabajo, yo pensaba mil veces  en cómo solucionar los problemas sonoros antes de tener que adquirir una nueva pieza para agregarle (vale la pena mencionar que mi batería estaba construida de sobras de otras baterías de músicos que ya no las querían tener). ¿Por qué? No era precisamente por no gastar dinero. Más bien se trataba de un reto el encontrar nuevos efectos por medio del material disponible. Y, sobretodo, se trata de generar en la mente caminos que difieran a la inmediatez de adquirir tecnologías y se dediquen a fortalecer las habilidades. Comparto el sentimiento punk austero de Johnny Rotten:

“Veía grandes casas y cosas por el estilo, pero no sentía que me atañeran de ninguna forma, no lo entendía. Para mí era un sinsentido que la gente viviera en sitios tan grandes. Solía preguntarme, ¿qué hacen en todas esas habitaciones? ¿Cómo pueden dormir por la noche sabiendo que hay que cerrar el pestillo de todas esas ventanas?” (Lydon)

Además, este huir de comprar por comprar, funciona a su vez como un entrenamiento para estar preparado para reaccionar ante cualquier adversidad, ningún problema de carencia se torna tan grave. Se hace más evidente el verdadero origen de cualquier problema, ya que se tiene la oportunidad de preguntarse honesta y profundamente por las funciones verdaderas que cumplen los dispositivos en nuestras manos. Y a partir de la respuesta, ser capaces de quitarnos sin vergüenza los sobrantes de aquel deseo colectivo.

El escrito Mason Currey realizó una investigación acerca de los hábitos diarios de distintos artistas, yendo sobretodo  acerca de escritores, pintores, cineastas y músicos:

“I wanted to show how grand creative visions translate to small daily increments; how one’s working habits influence the work itself, and vice versa.

The book’s title is Daily Rituals, but my focus in writing it was really people’s routines. The word connotes ordinariness and even lack of thought; to follow a routine is to be on autopilot. But one’s daily routine is also a choice, or a whole series of choices. In the right hands, it can be a finely calibrated mechanism for taking advantage of a range of limited resources: time (the most limited resource of all) as well as willpower, self-discipline, optimism. ” (Currey:2013;12)

Me parece importantísimo aquí resaltar el tiempo como un recurso valiosísimo. Uno gratuito y que no se acaba, y que administrarlo hacia nuestros fines de manera sabia nos puede llevar a los logros que tanto buscamos.

No está de más aquí acudir a las herramientas de auto-observación y de conciencia del instante que mencionamos en la parte budista de esta tesis. Ellas nos darán la oportunidad de detenernos ante los deseos materiales  y preguntarnos si no hay otras maneras de satisfacer esa necesidad, si no podemos curar nuestro ánimo, tocar una canción, armar un dibujo, con otros medios que no sean los que primero nos vienen a la mente. Me atreveré a meter a Dios en la ecuación. Pero más aún, me atreveré a pedir que el lector sustituya la palabra Dios en el siguiente texto de Huxley, por cualquier palabra que les venga a la mente como el más alto objetivo de sus vidas:

“Como resumen final de toda la cuestión podemos citar una frase de Eckhart. “El que busca a Dios bajo una forma establecida, ase la forma y pierde al Dios oculto en ella.” Aquí, la palabra clave es “establecida”. Es permisible buscar a Dios provisionalmente bajo una forma que sea desde el primer momento reconocida como meramente un símbolo de la Realidad, y un símbolo que, más tarde o más temprano, debe ser descartado en favor de lo que representa. Buscarlo bajo una forma establecida -por ser considerada como la forma misma de la Realidad- es comprometerse a una ilusión y a una especie de idolatría.” (Huxley:Filosofía perenne;294)

Es decir, saber moverse y retirarse en el momento adecuado es favorable. Y más favorable aún será ser portátil para que el trabajo realizado no se quede impregnado solamente en el objeto que ya hemos producido, sino también en nuestra propia esencia. Mediante esta apertura nos encontraremos entonces con un universo de posibilidades gratuitas, cercanas, simples y cotidianas. Quizás está sería la raíz del Do It Yourself (DIY), ese famoso eslogan (no publicitario) que acompaña a muchos movimientos del underground, entre ellos el punk.

“The subject of DIY is not an autonomus individual, rather it’s a ‘free agent’ or networker who, by being so throuhly defined in her or his predisposition to ‘doing’ and making connections, is always situated and contextualized, externalized and performative. And yet this agent remains ‘free’, despite being context-dependent, because the new context is not thought to be all-determining social structure or the rigid bureaucratic institution or the brain-washing ideological apparatus. It’s the temporary project.” (Relyea:2013;6)

Con lo portátil me refiero entonces a dos cosas: lo tangible y las ideas creativas. Es decir, a la disposición que se tiene a descontextualizar los medios materiales, y a colocar las ideas  fuera de su lugar original, digamos en una especia de sinestecia.

“Las prácticas del arte interactúan como modelos operativos abiertos, transversales, desde múltiples perspectivas, en la generación de ideas, formas e imágenes que operan de un modo u otro en los diferentes contextos (físicos, sociales, cotidianos…) y a través de sinapsis sociales, imaginarios universales, de mecanismos complejos. Conocer cómo éstas operan, puede contribuir a exploraciones e investigaciones que permitan comprender también, como operan las intersecciones o coyunturas del pensamiento “provisional” en los procesos y creación de parámetros diversos, en la formulación de otros modos o modelos heterogéneos. Siento lo transdisciplinar, post-disciplinar, o modos de hacer, en contraste con lo disciplinar, saltos metodológicos o ejercicios de anti-método, que en su evolución permitieran autogenerarse, eliminando las diferentes barreras de hacer, impulsando el desarrollo de integración de conocimientos. ” (Dalmau;56)

Mucho tiempo en el principio de Las izquierdas, yo dibujé porque no podía tocar bien. Considero que supe volver portátil la energía que me generaban Las izquierdas, para mudarla a otro campo de mi conocimiento, el de las artes visuales. De ese modo cumplía en los talleres, pero sin dejar disipar mi principal objetivo, la banda de punk. Así fue que realicé un fresco sobre Las izquierdas y cinco huecograbados sobre las canciones.

El músico David Byrne, uno de los fundadores de los Talking Heads, elaboró un libro sobre su afición por transportarse en bibicleta en varias ciudades del mundo, en esos “Diarios de bicicleta” escribe:

“Hay gente que se siente aturdida y desorientada cuando viaja, ya que se desliga del entorno físico que le es familiar, lo cual a su vez afloja ciertas conexiones en la psique. En ocasiones es beneficioso -puede abrir la mente, sugerir nuevas percepciones-, pero con frecuencia es también traumático. Algunos se repliegan en sí mismos o se encierran en la habitación de su hotel cuando el lugar les es extraño, o se deshiniben en exceso en un intento de conseguir cierta forma de control. Para mí, la sensación física del transporte autoimpulsado, junto con la impresión de autocontrol inherente a esta situción sobre dos ruedas, tiene un efecto vigorizante y tranquilizador que, aunque pasajero, me basta para estar centrado el resto del día.

Suena como una forma de meditación, y de alguna forma lo es… Es una actividad repetitiva, mecánica, y distrae y mantiene ocupada la parte consciente de la mente, al menos parcialmente, de una manera que requiere cierta dedicación pero no mucha, sin que ello implique mantener la guardia baja. Eso favorece un estado mental que permite que una parte, aunque no demasiado grande, de inconsciente fluya. Para quien cra que una parte importante del origen de su trabajo y de su creatividad se debe a ese fluir, éste es un buen sitio donde buscar esa conexión.” (Byrne:2011;16)

Así que finalmente, podríamos reducir el problema a una cuestión de autoconocimiento. Saber, como David Byrne menciona, qué acciones nuestras nos generan ciertos estados (como a él el andar en bicicleta le genera una sensación de autocontrol) para poder acudir a todos esos recursos cuando algún reto del mundo exterior nos parezca imposible al tenerlo ante nuestros ojos. Quizás así no seremos aquel que se encierra en su cuarto de hotel a esperar que transcurran las horas sólo para no enfrentarnos con lo desconocido.

“¿Es nuestro cerebro extrañamente finito? ¿Es producto de nuestra intuición esa singular idea de la compensación? Sabemos de invidentes cuyo cerebro ha cambiado, con nuevas conexiones neuronales establecidas en área anteriormente designadas a la vista. ¿Ocurre lo mismo con nuestras partes psíquicas?… ¿Tienen necesariamente los grandes genios creativos menos sentido común o comercial? ¿Están las mentes extremadamente racionales incapacitadas sin remedio para la intuición más creativa y radical? ¿Es la gente sensual incorregiblemente desorganizada? Cuando uno progresa en un área, ¿forzosamente otra debe sufrir y empeorar?” (Byrne:)

Yo creo que es un terreno amplio para investigarse. Podríamos colocar la inter/trans/multidisciplina como una metáfora de lugares a donde ir, puntos a donde escapar cuando nuestro cerebro se siente finito. Y la gran ventaja de esto, es que las habilidades desarrolladas son algo que no nos puede ser arrebatado. Vuelvo a Rockdrigo. Esta vez su músico amigo Fausto Arrellín describe el día en que lo conoció:

“Frente a mí el tipo de los lentesotes mencionados pulsaba la guitarra de una manera inusual, sus arpegios precisos y el ritmo de sus composiciones inmediatamente llamó la atención de los presentes -me percaté que era casi desconocido para quienes ahí nos encontrábamos.

Escuché el Metro Balderas por primera vez, la guitarra pasó de mano en mano y cuando de nuevo se estacionó bajo ese lentes y esa gorra los acordes de No tengo tiempo de cambiar mi vida llenaron el espacio y algo cambió.” (Arrellín)

Este encuentro debe haber sucedido a principios de los ochenta. Rockdrigo falleció en el terremoto del ’85 en la Ciudad de México. Antes de establecerse en ella venía de Tampico. Quizás supo ser portátil y llevar sus necesidades bajo cualquier circunstancia, en cualquier momento, y permitirse desplegar lo mejor de sus habilidades en aquella noche de la que nos habla Fausto Arrellín. Hoy, después de más de treinta años de su muerte, aún los Rupestres se reúnen para celebrar a Rockdrigo. Y Las izquierdas se cobijaban bajo lo legítimo y vigente de sus palabras “No tengo tiempo de cambiar mi vida”.

La escritora chicana Gloria Anzaldúa tiene una bella frase en su colección Borderlands, hablando sobre aquel momento en que toda tu vida cabe en una mochila: “Soy una tortuga, allá donde voy llevo mi «hogar» en mi espalda”. (Anzaldúa)