Hace un a semana me presenté a la ENAP para preguntarle a Norma Barragán, mi profesora de Taller de modelado, si le gustaría ser mi directora de tesis. Le platiqué que los pasados tres años de mi vida había estado ocupada en la música. Ella me dijo “yo te hacía tatuando”, porque las últimas veces que pisé la ENAP apenas comenzaba con la música.
Y tanta incertidumbre tenía sobre mi ‘so called talent’ que no le contaba a nadie que ser baterista y cantante y músico era lo que me ocupaba en realidad. Ahora que estuve con Norma escuchándome contarle la historia de mi banda, me oí decirle “es que siempre tuve alma de músico”…
Qué cosas dice uno bajo presión! A lo mejor es que estoy madurando, y que este tema de tesis sí es el correcto. Porque… desaparecerte de la vida académica un par de años para configurar un mini sueño de rockstar que, francamente, ahora veo que no era demasiado ambicioso, merece escribir sobre ello, no?
Ahora tengo mi primera tarea, la que asienta la tesis en una seriedad de compromiso con otra persona que no sólo soy yo. Escribe, María, en 5 renglones, no más, no menos, explicando de qué es la tesis. Ahí va:
La tesis es una historia que necesito contar. Abarca de mis 24 años hasta mis 27. Trata sobre cómo una chica que lleva 4 años estudiando Artes Visuales, recibe la oportunidad de cumplir un sueño que tenía un poco escondido. Recibe un bombo como regalo, al mismo tiempo que se rodea de dos hombres muy musicales, muy afines a sus ideas sobre el show. Comienzan una banda juntos y la banda parece empezar a llenar huecos en los corazones de quienes se mueven en la contracultura de la Ciudad de México. Ella comienza a usar los trabajos escolares de su carrera como publicidad para su banda. La tesis trata sobre el uso que esta chica le dio a su educación de artista visual en el contexto del pole dance punk chafarama de su banda, Las izquierdas.
Interesting no? Ya quiero ver la película jajaja
La segunda tarea es. Redacta, María, tu metodología. Fuck!!! Cómo me hizo pensar esa.
En primera, veo que soy súuuuuper lenta en las realizaciones, concreciones de mis obras.
En segunda, veo que no me importa ser súper lenta. Veo que disfruto a profundidad los procesos de mi trabajo.
Hace unos años llegó a mis oídos un dicho sobre los artistas. Declaraba que el único arte que vale la pena hacer, es el que transforma al artista.
Fuck! Se me clavó ese pensamiento en la cabeza. Si un cuadro, un dibujo o una canción sólo se trataban de remover desinteresadamente el material (ya fueran palabras, pinturas, formas) y ver qué salía de eso sin ninguna intención… ¿qué chingados estaba yo haciendo?
Entonces se hizo una regla de mi trabajo, tomar las cosas tan en serio, que neta me transformaran mientras las hacía.
¿y cómo funciona esta transformación? Pues la primera clave, es que te atreves a ir a lugares a donde te da miedo ir… especialmente hablando de tu mente.
Pon tú: escupes una idea, cruda, para solucionar un pedo que te intranquiliza (mientras caminas, mientras te bañas, mientras haces gimnasia). El asunto que no te deja trabajar en todo lo que quieres trabajar, es perfectamente la clave de esa transformación. Es decir, no te deshaces de tu problema, no lo ignoras, no lo guardas, no lo reprimes. Más bien, lo nombras, lo escrutinas, lo insultas… pero eso sí, escribes esos insultos, dibujas esos insultos, cantas esos insultos.
Pero esa no es en sí la metodología de trabajo. Es sólo un filtro para las ideas.
He detectado que mi metología funciona como una recolección.
Creo que es como una recolección de asuntos A SOLUCIONAR, un abrir puertas y dejarlas abiertas.
La primera analogía que me vino a la cabeza cuando Norma me dejó esta tarea fue:
“Sembrar una idea. Dejarla creciendo. Mientras, sembrar otra idea. Dejarla creciendo. Regresar a la primera, agregarle lo que recolecté, quitarle, ponerle lo que creo necesario en el momento… Dejarla creciendo. Mientras, sembrar otra idea que surgió en el camino. Regresar a la segunda… y así sucesiva y cíclicamente”
En algún momento las ideas están tan crecidas que las terminas rápidamente, con una decisión enérgica. Y ahí está tu obra!
Pero la metodología no es tan fácil cómo eso. Tienes que tener tus reglas, tus filtros.
Mis reglas son más o menos estas:
- Debo estar consciente en todo momento durante la elaboración.
- Si hay una cosa que no puedo hacer, lo mejor es descifrar el punto complicado lo más precisamente posible. Y luego tomar esa acción que no puedo hacer y repetirla durante varios momentos del día, todos los días… eventualmente me saldrá cuando lo vuelva a intentar dentro del horario de trabajo.
- Todo lo puedo realizar, sólo que no sé cuándo. Hay que descomponerlo en fragmentos e ir haciendo posibles esos fragmentos. Claro, sin perder de vista la totalidad del objetivo.
- Prefiero no tomar demasiadas notas. Si una idea es auténtica prevalecerá en mi memoria y podré volver a ella sin tantísimo esfuerzo.
- Tener un cuaderno muy distintivo por cada tema que estoy desarrollando. Es como una plataforma donde puedo ir agregando todo lo correspondiente a un tema. De esta forma aunque pase mucho tiempo entre un avance y otro, siempre estará junta toda la información necesaria.
La recolección y siembra de la que hablé antes se alimenta sobretodo de tiempo. Mi metodología de trabajo se trata de:
- Tratar de saber desde el principio cómo quiero que se vea en su generalidad mi obra (o cómo quiero que se escuche).
- Definir un día y hora cada semana en los que tengo que ensayar obligatoriamente. Este momento es para REALIZAR. En este momento se toman las notas que se han hecho durante la semana, todas las ideas que han surgido, y se intentan materialmente. En este momento no hay tiempo de sentarse a pensar qué será lo mejor. Sólo se hace, quede mal o quede bien, se hace.
- Tener en mi celular una nota con el título de cada proyecto que estoy realizando, para poder poner ahí las ideas que se me ocurren en la calle o en una fiesta o en el metro o platicando con alguien.
- Al llegar a la casa tratar de vaciar esas listas y convertirlas en acciones, aunque sea con un pequeño trazo o un acorde de la guitarra, pero concretarlo, meterlo a mi sistema, acostumbrar a mi cuerpo a hacerlo.
Así, con el paso de las semanas y de los días, los trabajos se van realizando muy mezclados con mi vida cotidiana. De hecho se alimentan de ella.
Muchas veces la última etapa de la realización de las cosas sucede en un estado de emergencia, en donde algún factor externo me presiona a que acabe las obras. Entonces tomo un par de semanas en las que mi vida se convierte en UN SÓLO PROYECTO y los demás tienen que esperar. Es decir, continúo haciendo pequeñas acciones para que crezcan, pero toda mi atención se avoca a terminar el proyecto que es urgente.
Y así ha sido más o menos el ciclo de mis obras ya sea de música, de pintura o de grabado o de cualquier emprendimiento que haya tenido en los últimos años. Cada vez estoy aprendiendo más a aceptar que estoy trabajando aunque parezca que estoy echando la hueva.